Una hermosa familia

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-Diez años después-

Los años pasaron, los niños ya tenían diez años. Eran bastante parecidos, a sus padres y entre ellos.

Darcy era quien había desarrollado mejor los poderes de su padre, llegando a parecer un kriptoniano puro, enorgulleciendo cada día más a sus padres. Mientras que Damián tenía fuerza y era bastante resistente a los golpes, pero no había mostrado más, pareciendo más humano.

Darcy había mostrado ser alguien amable, cariñoso, platicador e inocente. Mientras que Damián, era alguien más reservado, serio, callado y analizador. Sin duda cada quien salió a sus padres.

Hoy era un día especial, ya que celebraban catorceavo aniversario de Clark y Bruce. Esta vez decidieron hacer algo pequeño, entre amigos. Solo un asado en el patio trasero de su hogar, como si fuera una familia normal.

Todos estaban en la mansión, incluyendo a James y a su pareja, Javier, quienes se habían casado años atrás. Alfred servia los jugos, Martian hacia la comida. Martha estaba platicando con Diana, mientras tomaban un poco de vino. Bruce estaba sentado viendo hacia donde estaba su pareja e hijos.

Los demás se encontraban jugando, James, Arthur, Oliver, Barry, Clark y los gemelos. Se encontraban jugando football. Pero ya habían arruinado tres pelotas, y dos atravesaron la malla de la portería, casi llevándose a Hal a su paso.

Entonces decidieron jugar algo más tranquilo, no querían casi volver a matar al pobre del médico.

—¿Te encuentras bien?— pregunto Javier a su marido al verlo agitado.

—No vuelvo a jugar con "supers"— se quejó James sudoriento y cansado a su novio, quien le ofreció un poco de limonada. —Gracias, cariño.

—¡Hey, James! ¡Jugaremos Volleyball!— le gritó Arthur, quien ya tenía la pelota en sus manos.

—¡Ahora voy!— le contestó. Se bebió toda su limonada, le dio un beso en la mejilla a su amante y salió corriendo donde los demás.

—No que no, eh— soltó su marido con una sonrisa. El mayor solo se encogió de hombros y siguió corriendo.

—Como han crecido —suspiró Diana al ver a los niños jugar con los adultos.

—Si...— contestó Bruce nostálgico.

—¿Y Damián aún no...?

Suspiro —No... Los poderes de Darcy se están haciendo más fuertes día con día, pero los de Damián...

—Son como si no tuviera— le siguió Martian, uniéndose a la plática.

—Si. No lo entiendo, si cuando era un bebé los demostraba junto a su hermano— recordó Bruce.

—Mhm, lo recuerdo— asintió el detective —Pero en muchos casos, así como en humanos u otras especies, cuando las criaturas están en proceso de desarrollo, tienden a ganar o perder habilidades que habían mostrado en su más temprana juventud— explico.

—Tiene razón, además, no tienes que olvidar que su "madre"— dijo entre comillas —Es un humano— comentó Diana.

—Si, lo sé, ya había calculado la posibilidad de que uno, incluso ambos, no heredaran los poderes de su padre. Pero es que Damián tiene algo de fuerza y resistencia, pero nada más. Eso es lo raro.

—Tiene algunos dones, y eso es bueno; será un gran héroe si lo desea. Hasta podría ser tu legado— dijo Diana.

—Y Darcy el de Superman— siguió Martian.

—Mi pequeña bolita de odio— murmuró Bruce viendo enternecido a su hijo más humano.

La reunión siguió lo más agradable posible. Las risas y charlas sinceras inundaban la casa. Una tarde tranquila con los seres más importantes para la pareja.

—¡Hijo, atrápala!— grito Clark a Darcy. Tomo el balón y lo lanzó a la nada, perdiéndose a los segundos. Darcy reaccionó rápido, y saltó, al punto de volar, siguiendo la pelota, dejando una ráfaga de aire, sorprendiendo a los demás.

En menos de unos segundos ya la había tomado y había vuelto al patio. Los demás estaban sorprendidos, si, pero no les extrañaba. Ya estaban acostumbrados con el mayor.

El juego se había puesto intenso, al punto de que casi le quiebran el brazo al doctor y que Martian lo había curado tan pronto pudo.

—Yo me retiro, necesito tomar algo— dijo el doctor, y se fue a donde estaba su pareja.

Llegó la noche, y los niños se encontraban jugando videojuegos en el televisor más grande de la mansión.

—Y yo que quería ver mi serie —dijo Clark viendo a sus hijos muy entretenidos.

—Y lo harás, cariño —le contesto Bruce detrás de él. —Chicos, a dormir. —les ordenó.

—¡¿Que?!— le refutaron los gemelos. —Si apenas son las 9 de la noche, papá— le contesto Darcy.

—Oh~ con que es así— dijo Bruce, acercándose a su marido, mientras le acariciaba el pecho —Tendremos que esperar, Clark.

—Como desees, mi amor— le siguió el coqueteo.

—¿Esperar que?— preguntó Damián, y cuando vio a sus padres ponerse más cariñosos se puso de pie —Saben que, ya no importa. Vámonos, Darcy— le ordenó a su hermano.

—¿Ah?— se quejó, haciéndole caso a su gemelo —No es justo, iba a ganar— reprochó. Y ambos se fueron.

—Eres malvado— se rió Clark, tomo a su esposo y lo elevó, dejó las palomitas y ambos se sentaron a ver televisión, Bruce sentado en las piernas de su esposo.

Clark le prestaba más atención a su esposo que a la película. Los años habían pasado y no importaba cuantas veces haya visto el millonario, era simplemente hermoso.

Su forma de ser, carácter, cuerpo, corazón, todo. Y no había día que no pensara lo afortunado que era por estar a su lado, con dos hermosos príncipes fruto de su amor.

—Eres tan hermoso— le dijo Clark al mayor, quien lo volteó a ver sorprendido pero a la vez enternecido por las palabras de su marido.— Tengo tanta suerte de tenerte, amarte, y consentirte.

—Cariño...— dijo Bruce —Te amo tanto —volteo su cuerpo por completo y lo beso. Clark dejo las palomitas a un lado y, con ambas manos, tomó el culo de Bruce con fuerza. Era tan grande que no cabían en las enormes manos del alienígena.

—Yo te amo más, hermoso.

—¿Cogemos? —preguntó Bruce coqueto. Que pregunta más directa.

Ahí mismo, Clark le rompió el pantalón del trasero a su esposo, recibiendo un golpe en la cabeza por el acto. Que por supuesto, ni lo sintió.

—Tonto —dijo Bruce en un jadeo, sintiendo como su acariciaba su entrada.

—Te adoro, mi hermoso Bruce.
















Fin.














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Habrán extras.

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