Capítulo 58

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—¿Qué cojones está haciendo ahí Luffy? —preguntó Zoro enfadado—. ¿Por qué nadie me ha avisado de que había un torneo? Mis espadas tienen ganas de pelea.

—Zoro, te están diciendo que te apartes. No les dejas ver la pantalla —dijo Zoe, estirándole del brazo para que se apartara.

—Pero no hay más sitio para sentarse. Espera. —Levantó a la chica cogiéndola por la cintura. Se sentó dónde estaba ella, dejando hueco para que los enanos vieran bien, y a ella la sentó en sus piernas.

—¡Oye! ¡No me cojas y me muevas como te dé la gana! —gritó enfadada, cruzándose de brazos.

—¿Qué hacéis vosotros aquí? —preguntó Franky extrañado.

—¡Tú! ¿Cómo has dejado que Luffy se expusiera de esa manera? —preguntó Zoe, mientras se levantaba.

—¡El comandante! —exclamó Wicca.

Los Tontatta estuvieron comentando algo de qué había llegado el héroe legendario y que había traído con él a sus compañeros. Eran todos sus nombres pero acabados en "land". ¿Quién habría hecho eso?

—Debe haber sido Usopp. ¿Para qué se habrá inventado esa mentira? —susurró Zoro—. Yo soy Zoroland, ellos son Fraland y Zoeland.

—¡Wow! ¡Es espectacular! —exclamaron emocionados los pequeños.

—¡Oye, se me olvidaba! Los que están en el Sunny están en problemas, hay que ir a ayudarles —gritó Zoro de repente.

—Yo te acompaño, puede que les esté atacando alguien de la familia Donquixote —dijo Zoe—. Franky, ¿te quedas tú aquí?

El robot asintió y los otros dos se pusieron en camino, acompañados por Wicca, que se ofreció como su guía. Mientras andaban, aparte de intentar que Zoro siguiera el camino correcto, Wicca les explicó que era la tripulación Jora, una de las líderes de la familia. Zoe no necesitaba que le explicaran a cerca de esa familia, pero así Zoro se iba enterando.

—¡Zoro-dono! ¡Zoe! —escucharon de repente. Era el samurái. Estaba con Sanji, que le estaba riñendo por gritar tanto.

—¿Quiénes son? —preguntó Wicca.

—Son nuestros amigos —explicó Zoe, mientras se acercaban a ellos.

Decidió quitarse el bigote mientras hablaban allí. Le empezaba a picar un poco. Estaban explicando la situación a los dos cuando una chica llamó a Sanji. Era la bailarina de antes. Él se acercó con corazones en los ojos. 

—Espero que seas apuñalado apasionadamente... —murmuraron Zoro y Zoe a la vez. Se miraron y la chica se rió, Zoro sonrió de lado.

—Estás menos fea cuando te ríes, pero estás todo el rato enfadada —comentó Zoro, mientras Sanji acababa de hablar con la bailarina.

Zoe no hizo caso a ese comentario, ya que no sabía si tomárselo como algo amable o no. Tal vez Zoro no era muy bueno expresándose. Cuando el pervertido acabó de hablar se acercó hacia ellos.

—Yo estaba preocupado por Nami-san primero. Además, ella preferiría que llegara yo antes que tú, por su puesto. Ese es el motivo por el que me voy —dijo Sanji, serio.

—Bien, ve —contestó Zoro.

—¿Quieres que vaya contigo? —preguntó Zoe.

—No hace falta Zoe-chan —contestó, mientras se giraba hacia ella, otra vez con corazones en los ojos—. Sin ti estos malditos idiotas no sabrían hacer nada. Pero estoy tan feliz de que te preocupes por mí. Aceptaré un beso de despedida.

—¡Lárgate ya, inútil! —dijo Zoro, mientras lo apartaba de la chica.

—¡Cállate marimo de mierda! —gritó Sanji, enfadado con el espadachín.

Antes de irse le dio un mapa a Kinemon que le llevaría hasta donde estaba su compañero samurái. Además dejó un pequeño Den Den Mushi, para poder establecer comunicación. Enseguida pusieron camino hacia el coliseo. Por suerte les costó menos de lo esperado llegar hasta allí. Ahora el problema era llegar hasta Luffy.

—Bueno. Está todo cerrado —comentó Zoe, después de que dieran una alrededor del coliseo.

—No debemos actuar de manera extraña. Antes casi me pillan por eso —dijo Kinemon.

—Solo tenemos que cortar la pared —dijo Zoro, tranquilamente. Los dos le miraron mal.

—¿Entiendes a la gente cuando habla? —preguntó Zoe, intentando calmarse—. No debemos hacer cosas extrañas.

—La cortaré amablemente, entonces —añadió el espadachín.

—¡No se trata de eso! —exclamó el samurái.

Un tipo extraño dentro del coliseo empezó a murmurar y tartamudear mientras lloraba mirándoles. Al parecer era un gran fan de Luffy y de Zoro. El espadachín le prometió que si encontraba a Luffy le firmaría un autógrafo. El hombre de pelo verde dijo que le buscaría con su vida. Habían tenido suerte. Ahora debían esperar.

Zoe no podía parar de pensar en cómo le iría al grupo de Law. A esas horas ya debían haberse encontrado con Doflamingo. ¿Estaría todo bien? Unos minutos después de esperar en silencio, se escucharon los gritos de Luffy.

—¡Ey, Zoro, Kinemon, Zoe! —gritó desde dentro del coliseo, mientras se apoyaba en las rejas.

—¡Eres un maldito idiota! —gritó Zoro nada más verle.

—¿Eh? ¿Qué pasa, Zoro? —preguntó Luffy, sonriendo.

—Si sabías que iba a haber un torneo como este tendrías que haberme avisado —se quejó el espadachín.

—¿Queréis dejaros de tonterías? —intervino Zoe enfadada. Suspiró—. El coliseo esta rodado de marines. Luffy, no te dejes atrapar.

Gracias al Den Den Mushi que les había dado Sanji se pusieron todos en contacto. Franky les explicó la situación de Dressrosa. Toda la historia de los juguetes y la fábrica. Quería ayudarles. Luffy estuvo de acuerdo. Destruirían la fábrica, derrotarían a Doflamingo y salvarían a esa gente. Zoe iba a preguntar por Law, pero de pronto se escuchó un gran estruendo. Todos se giraron. ¡Era Doflamingo!

—¡Law! —exclamó Zoe, muy preocupada, mientras salía corriendo hacia allí. Estaba malherido y tirado en el suelo. Doflamingo miró a la chica y sonrió antes de dispararle—. ¡No!

—¡Torao! —exclamó Luffy, también preocupado, desde dentro del coliseo.

Zoe se agachó se sentó a su lado. Le sacudió los hombros suavemente y le llamaba, pero él no respondía. La chica tenía ganas de llorar, pero no pensaba hacerlo delante de ese maldito desgraciado de Doflamingo, que se reía mientras observaba la escena.

—Perdonad por la molestia, queridos ciudadanos —dijo Doflamingo, a la gente que estaba mirando—. Este es el shichibukai Trafalgar Law. El responsable de que abandonara el trono. Pero ya no tenéis que preocuparos, está todo solucionado.

—¡Oye, Mingo! ¿Qué le has hecho a Torao? —gritó Luffy enfadado. Mientras los ciudadanos respiraban aliviados por las palabras de su rey.

—Eso no es de tu incumbencia. Es mi deber educar a Law —comentó él, con su sonrisa diabólica. Se acercó hasta Zoe—. No sé si llevarte ya conmigo o dejar que juegues un ratito más con tus nuevos amigos.

De repente, Zoe notó que no podía moverse. Estaba tan preocupada por Law que se había olvidado de todo lo que había alrededor y Doflamingo le había atrapado fácilmente. Zoro y Kinemon intentaron rescatarles, pero alguien se interpuso en su camino. Era el hombre ciego del restaurante. Doflamingo cogió a Law, mientras controlaba a Zoe para que los siguiera por el aire.

En poco tiempo llegaron al castillo de Dressrosa. Al parecer tenían atrapado al verdadero rey del país. Doflamingo ató a Law en una de las sillas, con las cadenas que quitaban el poder de la fruta del diablo. Zoe seguía sin poder moverse.

—Voy a dejar que disfrutes tus últimos momentos al lado de Law —comentó Doflamingo, sonriendo, mientras movía a la chica para que se sentara en las piernas de Law.

Zoe miró a ese maldito con odio, pero no dijo nada. Se giró a mirar a su capitán. Seguía inconsciente. ¿Cómo podía librarse del control de Doflamingo? Quería pelear contra él. Sentía rabia e impotencia. Se había hecho más fuerte y aun así ahora mismo no podía hacer nada. Se había dejado llevar por sus sentimientos y se había despistado.

Doflamingo estaba hablando con el rey, pero Zoe no prestaba mucha atención a la conversación. Solo pensaba en como librarse y matar a esa maldita escoria. Al cabo de un rato apareció por allí e hombre ciego, que resultó ser un marine, un tal Fujitora. Él y Doflamingo tuvieron un pequeño enfrentamiento. Al parecer el marine no estaba del lado de nadie, quería encargarse de todos e incluso que se aboliera el sistema de los shichibukais.

Más problemas se sumaban para Doflamingo. Al parecer Luffy había abandonado la competición del coliseo y estaba intentando llegar hasta allí. Zoe suspiró. Estaba más aliviada. Si venían a ayudarles tenían más posibilidades de ganar. Esperaba que Law despertara pronto.

Zoe sintió como su cuerpo se movía y se dirigía hacia Doflamingo. Le hizo sentarse sobre sus piernas en lugar de las de Law. La chica estaba empezando a perder los nervios. Para colmo estaban empezando a llegar más miembros de la familia. Buffalo y Baby 5 se estaban acercando. Law empezó a abrir poco a poco los ojos.

—¡Law! —exclamó Zoe intentando levantarse, pero no había manera.

—Zoe-ya... —murmuró Law. Apretó los dientes con rabia cuando vio que ese maldito la tenía atrapada.

—Bien, Law. Tengo varias preguntas para ti ahora que estás despierto —comentó Doflamingo. Ya no estaba tan sonriente como antes. Sus planes empezaban a tambalearse—. ¿Por qué los mugiwara y los enanos están trabajando juntos? ¿Cómo han llegado al sótano? Y... ¿Por qué intentan matar a Sugar?

—¡Contesta! ¡El joven amo te ha hecho una pregunta!- exclamó Baby 5, mientras le daba un golpe en la cabeza. Zoe la miró frunciendo el ceño. Maldita asquerosa. Law le lanzó una mirada asesina y se fue a llorar abrazada a Buffalo.

—Ya te he dicho antes que no tenemos nada que ver con ellos. Nuestra alianza ha terminado —contesó Law. Zoe le miró extrañada. No se había enterado de eso.

Zoe sintió que su cuerpo volvía a moverse solo. ¿Qué pasaba? ¿A dónde le estaba obligando a ir ese idiota? Si estaba allí con ellos. Law gritaba su nombre pero ella no podía pararse. Empezó a andar a lo largo de un pasillo hasta que llegó a dónde estaba Doflamingo.

—¿Qué haces? —preguntó entre extrañada y enfadada—. Si estabas allí.

—He dejado allí una de mis marionetas. Tengo un plan que llevar a cabo —comentó, mientras la controlaba para que le siguiera.

—¡Suéltame y pelea! ¡Deja de controlarme! —gritó la chica, enfadada, mientras intentaba mover el cuerpo a su voluntad.

—No tengo intención de luchar contigo. Tengo otros planes para ti. Lo que quiero que veas con tus propios os ojos es como mato a tu querido Law y a tus amigos —dijo, con su sonrisa diabólica.

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