Capítulo 14

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Capítulo 14: La mano que lo sumerge dentro del agua


Jimin agacha su cabeza, dejando que las lágrimas le caigan sobre sus puños cerrados por la impotencia y la tristeza de la situación. No se anima a levantar la mirada, porque dentro de sí está rogando por una reacción de su acompañante, pero Yoongi sólo continúa en silencio, y ese silencio se vuelve como una cuchilla que le clavan en la espalda, luego otra y otra... Porque le contó todo lo que ocurrió y aún así... Aún así... Él no lo recuerda...

Pero un sonido peculiar, parecido a un sollozo, lo saca de sus pensamientos y es cuando finalmente toma el valor para levantar la cabeza y verlo, dejándolo completamente helado ante lo que está frente a él.

Y es que Yoongi, con un gesto triste en el rostro, también está llorando.

Es en ese momento, en las lágrimas del otro, que algo se siente diferente. La forma en que agacha su rostro y se agarra el pecho como si estuviera doliéndole muchísimo, es algo que le da un mínimo de esperanza.

—Lo siento... —murmura el otro. Jimin abre sus ojos y siente cómo éstos largan aún más lágrimas que antes.  ¿Es que acaso...? ¿Acaso él...?—. Ni siquiera sé por qué estoy llorando —continúa, finalmente, rompiéndole su burbuja. El aura de Jimin en ese instante se vuelve apagada. Ya ni siquiera sabe cómo mirarlo a la cara. Se siente un imbécil por haberse siquiera imaginado que la persona frente a él podía llegar a recordarlo. ¿Es que se cree que está en una película, o qué? Esas cosas no pasan en la vida real—. Lamento mucho que hayas tenido que pasar por algo así.

—Está bien —dice secamente, relamiéndose los labios en una mezcla de odio y tristeza—. Ya pasó hace tiempo. Es momento de que yo también me olvide de él.

—Pero... —lo interrumpe, no pareciendo conforme con lo que su acompañante dice—. ¿Nunca has intentado buscarlo luego del accidente...? ¿No crees que exista la mínima posibilidad de que...?

—No —lo corta, levantándose de su lugar y agarrando su mochila dispuesto a marcharse—. No existe ninguna posibilidad. Él nunca me recordará. Es un pensamiento muy iluso el creer que lo hará. 

Yoongi se queda en silencio y lo ve marcharse. En su manera de retirarse, siente que ha dicho algo que estuvo fuera de lugar y rápidamente se arrepiente. Jimin, por su parte, en cuanto está fuera de ese aula larga un llanto desconsolado, y lejos de regresar a su casa, decide tomarse el colectivo que va hacia el lado opuesto a ésta, específicamente, hacia aquel bosque desolado donde tantas veces estuvo junto a su amado. 

Rápidamente se ve sumergiéndose entre la infinidad de los árboles y perdiéndose en el mismo. Cuando se siente completamente en soledad, finalmente suelta lo que tanto estuvo conteniendo, y larga un grito desaforado que sabe que mañana le dejará la voz ronca, pero en ese momento, lo único que necesita es gritar y llorar. Se ve tirándose de los cabellos con desesperación, se ve golpeándose en el rostro para intentar hacerse entrar en razón, con cada cachetada es como si estuviera diciéndose a sí mismo que tiene que entender que Yoongi ya no regresará a su vida de la manera en que él quiere que lo haga. Que Yoongi y él son un pasado que terminó y que debe entender que por el bien de los dos debe terminar con aquella presentación y alejarse de él lo antes posible.

Verlo diariamente no le hace bien. Lo lastima, es como si alguien viniera y lo ahorcara hasta dejarlo sin aire. Entiende, que toda esa alegría que siente cuando está con él, no es más que aquella ferviente ilusión de algún día poder volver a ser lo que eran. Pero eso no va a ocurrir, ni hoy, ni mañana, ni nunca. Y amarlo, el aún amarlo, lo único que hace es ser aquella mano que sumerge su cabeza dentro del agua y no le permite sacarla. 

Entre su desesperación, sus ojos se cierran y trata de respirar por la nariz, dejando que el viento de los árboles llegue hacia él en un éxtasis de oxígeno que ahora lo alivia aunque sea un poco. Ya no llora. Ya no tiene lágrimas para hacerlo. Sus ojos duelen y arden, los siente hinchados, casi como siente su rostro excesivamente caliente. 

Quiere perderse entre el pasto de ese bosque hasta mimetizarse con él. Y será que ese es el único deseo que se le cumple, porque ni siquiera se da cuenta que se queda profundamente dormido en la comodidad del césped. Sus ojos se abren a las horas, cuando el cielo ya está oscuro y en su celular tiene cinco llamadas perdidas de su padre y dos de su hermano menor. A los segundos, su celular vuelve a sonar nuevamente. 

—¿Dónde rayos estás? Hemos estado llamándote por horas —Es su hermano. Jimin tarda en contestar.

—Estaba... Estaba practicando y se me pasó la hora —miente. Del otro lado se escucha un suspiro.

—¿Tienes idea de la hora que es?

—Am... —Se aleja el celular de la oreja para poder ver la hora y sus ojos se abren al notar que son las diez de la noche—. Oh no... Lo lamento... Ya han cenado, ¿cierto...?

—¿Y a ti qué te parece? —Se hace un silencio en donde algunos murmullos se escuchan de fondo—. Papá dice que te pasará a buscar por la universidad. 

—¡No, no! No hace falta. Un colectivo está viniendo. Estaré allí en menos de veinte minutos.

—Apúrate. Quiero dormir y papá no me deja hacerlo porque quiere decirnos algo a los dos juntos. 

Jimin rueda los ojos y corta la llamada, preguntándose qué es lo que su padre quiere. Cuando está en la parada del colectivo, éste no tarda mucho en llegar y rápidamente se ve regresando hacia su casa. Finalmente, se ve siendo abrazado por su padre al llegar.

—¡Estaba preocupado! Tienes que avisarme cuando decidas no venir a cenar a casa. 

—Lo lamento... —suspira, su hermano está inquieto en la mesa del comedor.

—¿Podemos apurar el asunto? Seriamente quiero dormir. Son las diez y media.

—Ya, bueno, lo haré rápido —Su padre lo encamina a sentarse, Jimin observa su inquietud y se pregunta qué ocurre—. Su madre ha llamado —Silencio. Nada más que silencio. Los dos se miran sin decir nada, y luego miran a su padre para que continúe. Éste se muerde el labio con nervios—. Bueno, la realidad es que... —Le cuesta continuar—. Me ha propuesto que uno de ustedes se vaya a vivir con ella.

Jimin abre sus ojos sorprendido, mientras que su hermano instantáneamente baja la cabeza como diciendo "Yo no, por favor".

—Después de tanto tiempo sin llamarnos a ninguno de los dos, ¿propone que vivamos con ella?

El adulto larga un suspiro. —Lo sé. Imagino que no querrán saber nada de su madre a este punto, pero ella parece bastante decidida en arreglar la relación con ustedes. Y pensé... —Sus ojos se posan en su hijo mayor, como si lo que fuera a decir le pesara muchísimo, y sobre todo, le aterrara la reacción que podría llegar a tener—. Pensé que quizá lo mejor sería que fueras tú quien se vaya, Jimin.

Jimin instantáneamente se levanta del asiento y le da la espalda, negando con su cabeza.

—Mamá vive muy lejos y yo acabo de empezar la universidad aquí. No me iré.

—Pero en Busan también tienes una muy buena universidad para estudiar danza... ¿Y no crees que sería lo mejor alejarte un poco de Seúl? Luego de lo que pasó... Creo que vivir aquí te dificulta mucho el poder... Avanzar.

Jimin se enoja. Se enoja muchísimo ante ese comentario, pero lo que más le enoja es que lo que dice su padre es verdad. Tiene razón. Tiene absoluta y toda la razón. Estar en Seúl, caminar por las mismas calles que caminaba con él, visitar los mismos lugares que iba con él, estar en la misma universidad, todo eso le hace las cosas el doble de difíciles. Y seriamente, irse a Busan y empezar otra vida no le haría mal en lo absoluto. Pero no quiere. No quiere irse. Se niega a hacerlo.

Es por ese motivo que mira con seriedad a su padre y le dice:

—No voy a huir de Seúl sólo para poder seguir con mi vida sin pensar en Yoongi. Eso sería de alguien cobarde y yo no soy un cobarde —musita—. Podré avanzar incluso si tengo que verlo todos los días en la maldita universidad. 

Esas palabras hacen que su padre lo mire con confusión.

—¿Ah? ¿De qué hablas? ¿Yoongi está contigo en la universidad? Con más razón creo que deberías...

Pero Jimin no lo deja terminar, por el contrario se encamina hacia su cuarto y da un portazo revoleándose en su cama con furia. Agarra su almohada y ahoga un grito en la misma, da vueltas en su cama tratando de encontrar la calma pero le cuesta, porque en su cabeza lo único que se repite es la idea de marcharse a Busan junto a su madre. Como un mosquito insoportable que no deja de revolotearle a su alrededor, la idea de irse lo atormenta por el simple hecho de que sabe que es lo que mejor le hará en este momento.

Después de lo que ocurrió hoy, sabe y entiende que vivir con aquella ilusión de que Yoongi lo recuerde algún día está haciéndole más daño que el bien que siente cuando está con él. Es como jugar con las manos cercanas al fuego, las sientes calientes y sabes que si las acercas un poco más puedes quemarte. Eso se siente el tener una relación de amistad con Yoongi. Saber que con un mínimo movimiento puede quemarse y dejar una herida que tardará en sanar. 

Mira el techo con desolación, encontrándose ahora sin hambre y sin sueño, lo único que puede hacer es pensar, pensar y pensar. Y su cabeza no lo deja en paz ni lo hará en toda la noche si sigue así. Entonces decide agarrar su celular y tratar de distraerse, encontrándolo aún más difícil cuando ve que un número sin agendar le ha mandado un mensaje.

"Lo siento", lee. Jimin frunce el ceño observando el mensaje e ingresa al chat para ver que la persona está escribiendo. "Sé que esto es algo abrupto y puede que pienses que soy un demente, pero necesitaba pedirte perdón y no podría haber esperado a mañana".

"¿Cómo conseguiste mi teléfono?", le responde. El susodicho tarda en contestar por unos segundos.

"Ah, bueno... Es que de tantas veces que pedí las aulas para practicar me hice amigo de la secretaria y... Le mentí diciéndole que no tenía saldo para llamarte y si podía llamarte ella. Buscó tu información de estudiante y bum, allí estaba tu celular. Llamamos y como no atendiste, me dio tiempo a guardarme tu celular." 

Silencio. Jimin no sabe qué responder, será por ese motivo que Yoongi se le adelanta. "Por favor, no creas que soy un demente".

"Está bien", contesta. "Aunque la realidad es que sí creo que lo eres".

"Sí, lo acepto, yo también creo que lo soy un poco. Pero en serio necesitaba pedirte disculpas. Hoy la cagué, ¿cierto?".

"Amm... Apenas", dice, y rápidamente se le ocurre algo. "Te agendaré como demente".

"¡Oye", se queja. Jimin ruega que haya caído en la trampa y cuando lee el siguiente mensaje, entiende que sí. "Bien, entonces yo te agendaré como... Obsesivo". 

"¿Obsesivo?".

"¿Te has visto alguna vez planeando una rutina de baile? Eres excesivamente obsesivo y meticuloso. Aunque te entiendo, supongo que yo he de ser igual a la hora de componer alguna canción". Jimin mira el teléfono y sonríe, aunque no sabe bien qué responder. Sin embargo, no tiene que preocuparse mucho de eso porque Yoongi rápidamente continúa con la conversación: "Oh, hablando de eso... No te imaginas lo que encontré."

"¿Qué encontraste?".

"Mi cuaderno de escritura. Parece que son canciones que escribía cuando era más pequeño".

"Oh", sale de sus labios, porque ha leído todas y cada una de sus canciones. "Han de ser increíbles".

"No tanto", contesta. "En realidad, la mayoría son una mierda".

"¿Ah? Estás siendo humilde".

"No, de verdad, apestan. Rimaba 'tomar', con 'tocar'. Eso es aburrido". 

"¿Lo es?".

"Sí, bueno, no sé qué se le asemejará en el baile como para hacerte entenderlo, pero... Mm... ¿Supongo que los primeros pasos que te enseñan?".

"Pero esos pasos son los más importantes para luego aprender el resto", replica. "Tus primeras letras son lo que ahora te hacen el compositor que eres".

Esta vez es la persona del otro lado del celular que tarda en contestar. Jimin sonríe ante su tardanza.

"Me he sonrojado", expresa. Jimin se pregunta por qué se lo dice, podría habérselo guardado para él. "Tienes una gran habilidad con las palabras". 

"Ya...", suspira. Mirando la hora y viendo que ya son las once y media. ¿Se ha pasado una hora hablando con él? Ni siquiera se dio cuenta de haberlo hecho. "Yoongi, debo irme. Estoy algo agotado".

"Oh, está bien. Yo creo que me quedaré despierto un rato más. Al final, el tener mi celular no es algo tan terrible, ¿cierto?".

Jimin se muerde los labios y decide ignorar su último comentario. "Hasta mañana".

Rápidamente deja su celular sobre la mesa de luz y se gira en la cama observando la pared. Se encuentra cerrando sus ojos con una sensación cálida en el pecho y una vez más la idea de irse a Busan aparece en su cabeza, pero esta vez, más como una pregunta:

¿Realmente quiere perder esta sensación luego de hablar con él? ¿Realmente quiere perder todos estos sentimientos y simplemente marcharse?


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Y hasta acá el capítulo de hoy! Espero que les haya gustado bebés, nos veremos en el próximo!!

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