Capítulo 11

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— ¿Ana? ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?

Christian apoya sus manos en mis hombros y tengo que presionar los labios para no sollozar más.

— ¿Fue Luke? ¿Qué te hizo ese idiota?

No digo nada, así que pasa su brazo por mis hombros y me guía hasta la puerta de su departamento. Sostiene las llaves con la otra mano, luego me empuja hasta su sofá para que me siente.

— Ana, dímelo, ¿Qué te hizo Luke?

— Es un grandísimo idiota.

Christian se sienta en su mesita de café y toma mi rostro con sus manos para que lo mire.

— Vamos, sé más específica. Yo también soy un idiota pero no te hago llorar.

— Tienes razón – una sonrisa triste se estira en mis labios – Pero tú no vas a tener un hijo con otra y esperas que yo lo críe.

— Bastardo, hijo de puta – gruñe y se levanta de un salto.

Sin decir una palabra, se dirige a la puerta y sale por ella, cerrándola. Lo siguiente que escucho son gritos, aunque no distingo qué dicen. Cuando los gritos cesan, le siguen los golpes.

Luego el sonido de cristal rompiéndose, choques, golpes secos y gruñidos. Pongo las manos sobre mis orejas para no escuchar ningún ruido.

Ni siquiera estoy segura de cuánto tiempo ha pasado cuando Christian entra de nuevo a su departamento con golpes en el rostro y la camisa medio rota.

— Luke se fue, lo eché.

— Gracias – lo miro mientras se sienta de nuevo frente a mi – Pero llegó aquí gracias a ti.

Me río y Christian arquea una ceja, aunque eso hace que escurra un poquito de sangre.

— Bueno, eso me enseñará a meterme en mis asuntos.

— Por favor – me burlo.

— Dime, ¿Por qué él quiere que le ayudes con su bebé? ¿Te engañó?

— Honestamente, no lo sé. Teníamos discusiones desde que entré a la editorial porque quería que estuviera en casa cuidando a los niños.

— ¿Cuáles niños? – sus ojos se abren mucho por la sorpresa.

— Bebés que nunca llegaron, desde que nos casamos lo intentamos y no pude quedar embarazada. Ese es el problema entre nosotros.

— ¿Y ahora va a tener un hijo con otra mujer? Eso es retorcido.

— Si.

— Escucha, no soy bueno diciendo cosas motivacionales y esas mierdas, pero si quieres llorar puedes hacerlo.

— Gracias, de verdad. No esperaba que tú... – presiono mis labios para detener las palabras.

— ¿Que fuera bueno contigo? – termina él y yo asiento – No lo soy, pretendo que hagas la cena antes de que te vayas.

Ruedo los ojos, haciéndolo reír. Luego se detiene cuando el gesto hace que le duela el golpe en la ceja. Estiro mi mano hacia él para tocar la zona que ahora está rojiza.

— ¿Te duele? Creo que deberíamos ponerle hielo.

Le digo pero no responde. Mi dedo traza la línea de su ceja, haciendo que una mueca de dolor cruce otra vez su rostro. Detiene mi mano para apartarla pero no me suelta, solo me mira fijamente.

— Luke es un idiota, tomatito, no dejes que te haga llorar. Nunca.

— Espero no volver a verlo, jamás.

Su boca se abre para decir algo, pero las palabras no salen y la vuelve a cerrar. Sus labios. Estoy mirando sus labios delgados y suaves.

No sé si él avanzó hacia mí o yo hacia él, pero nuestros labios se juntan. No es el mismo Christian de siempre, intenso y exagerado para besar.

En cambio se toma su tiempo, incitándome a corresponderle el beso. Un beso que comienza de forma inocente como un gesto de gratitud hasta dejarnos sin aliento.

Mis manos se aferran a su cabello corto y froto con mis pulgares la parte posterior de sus orejas en una caricia. Un gemido escapa de su garganta antes de tomar mis muslos con sus manos grandes y arrastrarme a su regazo.

— Ana – susurra.

Esa es mi señal para apartarme, pero no lo logro completamente. Sus labios me buscan y me atraen de nuevo a un beso más intenso. Dios, me deja sin aliento.

De pronto estoy confundida. ¿Estoy vulnerable? ¿Me desquito de Luke? ¿O me estoy aprovechando de Christian? Mis pensamientos se detienen en el preciso instante que su lengua se desliza en mi boca.

Un gemido proveniente de mi lo hace sonreír. Sus manos continúan apoyadas en mis muslos, pero esta vez me sostiene al tiempo que se levanta conmigo en brazos.

Tengo que sujetar mis piernas en su cadera para que pueda soltarme y abrir la puerta de su habitación. O por lo menos creo que lo es, porque no enciende la luz y así me deja caer sobre la cama.

Él continúa sobre mi mientras deja un camino de besos por mi cuello hasta mi pecho. Desabotona mi blusa para continuar su camino por encima del sostén y hacia mi vientre.

Mis manos siguen acariciando su cabello cuando ligeros gemidos salen uno tras otro de mi boca. Dios, mi piel se eriza cuando pasa las yemas de los dedos por el borde de mi pantalón.

No quiero detenerme. No voy a detenerme. A la mierda con hacer las cosas bien y tener consideración por los demás. Justo ahora lo único que quiero y necesito es vivir el momento.

Antes de que siga bajando, tomo su camiseta por los hombros y la estiro para que se la quite. Es el único momento en el cual se aparta, para sacar la prenda por encima de su cabeza de un tirón.

Mierda. Debajo de esa sencilla camiseta se esconde un cuerpo perfectamente marcado y tonificado. Mis piernas tiemblan cuando desabotona el pantalón y baja el cierre.

Se endereza en el borde de la cama para tirar de mi pantalón hasta sacarlo. Mientras hace lo mismo con el suyo, me apresuro a quitarme la blusa y lanzarla a algún lugar del piso.

Lanzo también el sostén para que ambos quedemos desnudos. Su piel suave y cálida me estremece cuando se apoya contra mi cadera.

Sus ojos me buscan como si pidiera permiso antes de entrar en mi. Una risita nerviosa se me escapa en el momento más inapropiado, ¡pero es que es tan grande!

Sus movimientos son lentos pero profundos, hasta que toma el ritmo. Lo acerco a mis labios mientras él sigue empujando una y otra vez en un balanceo delicioso.

Estoy jadeando, gruñendo y gimiendo tan fuerte que creo que los de el piso de abajo se dan cuenta. Mi cuerpo se tensa con el orgasmo hasta que se relaja.

Christian se aparta solo para empujar mi cadera para que gire en la cama, boca abajo. Tira de mi cintura hacia él, pero con la mano que apoya en mi espalda me indica que permanezca con el pecho abajo.

Entra de nuevo tan profundo que vuelvo a jadear. Su liberación está cerca, así que acelera sus movimientos obligándome a sostenerme de la sábana para no ser lanzada por el otro extremo de la cama.

Gruñe algo y presiona mi cadera con sus manos, un pellizco que me estremece de nuevo. Permanece ahí de pie junto a la cama acariciando mi espalda baja mientras su respiración se tranquiliza.

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¡Hola! ¡Hola!

Gracias mil por leer, votar y comentar. De verdad, no me canso de leer todos sus comentarios.

¡Agradezco todo el apoyo y la oportunidad!

Sobre todo con las nuevas historias, que el inicio siempre parece lento y cuando menos espero estoy preparando el final.

En fin, fui alentada pacíficamente (@XimenaGomez5) a terminar éste capítulo y no dejarlo a la mitad, así que aquí lo tienen.

¡Disfruten! 😘😘

P.D. ¡Saluditos a las chicas del club! 👈👈😏

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