Capítulo 15

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— Annie.

Mierda, la voz de Luke suena a mi espalda. Le doy otro trago a mi botella antes de girar para enfrentarlo.

— ¿Qué mierdas quieres ahora? ¿No te quedó claro? ¡Lárgate!

— No me voy, de hecho, tengo grandes noticias.

El bastardo sonríe. Se reacomoda la corbata y avanza unos pasos hacia mi.

— Voy a iniciar una filial de mi compañía aquí, en Seattle. ¿No te parece genial? Podemos estar juntos.

— Agh, no pensé que fueras tan estúpido Luke, ¿No lo entiendes? ¡Te odio!

— El odio es un sentimiento poderoso, Annie, igual que el amor. Seguro escuchaste que del odio al amor hay un solo paso.

— ¡No te amo!

— Aún. Seré paciente hasta que te des cuenta que nadie te amará como yo.

Estoy por golpearle la cabeza con la botella de vino cuando la puerta del ascensor de abre. Christian sale de él con una rubia bajo el brazo, se detiene para mirar el pasillo y luego al hombre frente a mi.

Afortunadamente Luke le da la espalda, así que no ve cuando Christian empuja de vuelta a la rubia al ascensor y presiona el botón para cerrar las puertas.

— ¡Lukie! – le grita.

Sawyer hace una mueca de fastidio y justo ahora no me importaría que le diera uno o dos golpes a mi vecino.

— ¡Aléjate! Este no es asunto tuyo. Es entre mi esposa y yo.

— ¡Ex esposa! – Le corrijo.

— ¡Es mi asunto!, es mi novia y es mi edificio – Christian golpea el hombro de Luke cuando le pasa por un lado.

Apoya la mano en mi brazo para girarme y señala la puerta de mi departamento. Cuando abro, él me empuja y cierra antes de que Luke pueda entrar.

— ¿Qué hace aquí? – me grita.

— ¡No lo sé!

— Córrelo.

— ¡Que buena idea, Christian! ¿Por qué no se me ocurrió antes?

Ahora yo le grito con sarcasmo, pero él solo frunce el ceño y apoya las manos en su cadera.

— No lo soporto, quiero que se largue ahora.

— ¿Crees que yo estoy muy feliz? ¡Cómo se supone que siga con mi vida cuando él es una jodida sombra!

El chico de ojos grises se deja caer en el sillón y apoya los brazos en el respaldo. Piensa, Ana, piensa. ¿Cómo me deshago de Luke?

— Una orden de restricción – balbuceo – pero necesito comprobar que él es un riesgo para mí seguridad.

— ¿Cómo vas a probar eso? ¿Con alergia por todas las flores que te manda?

— Bueno, no. Tendré que provocarlo o algo.

— Tendrá que ser algo en grande.

— Si. Creo que... podría salir con uno o varios chicos y traelos aquí, que Luke sepa que sigo mi vida.

— ¿Y qué hay de mi? – se señala.

— ¿Tú qué?

— Soy tu novio falso, ¿Ya estás pensando en engañarme?

— ¿Perdón? – lo miro con los ojos entrecerrados – ¿Qué ibas a hacer con la rubia? ¿Jugar con tu Xbox?

Él solo encoge los hombros, haciéndome enfurecer más así que lo acuso.

— ¡Tú me ibas a engañar primero!

— ¿Estás celosa, tomatito?

— ¡No! Haz lo que te de la jodida gana, porque es obvio que no me sirves ni para asustar a Luke.

— ¿No te sirvo?

Se levanta del sillón y viene hasta donde yo estoy parada. Apoya sus manos en mi cintura, me hace caminar de espaldas hasta que topo contra la puerta.

— ¿Lukie? ¿Sigues ahí?

Sawyer no responde, pero sus pasos amortiguados aún se escuchan, sin mencionar que el ascensor no ha timbrado.

Mi cabeza golpea contra la puerta cuando levanta mi barbilla para besarme. Sus manos sujetan mi rostro con fuerza, así que cuando apoyo las mías en sus hombros para apartarlo no se mueve.

— Christian... – susurro.

Sus manos me liberan, pero bajan hasta mis piernas para levantarme por los muslos. Mi cuerpo de nuevo golpea la puerta, haciéndome jadear de la sorpresa.

— ¿Luke? – vuelve a preguntar, se escucha un gruñido del otro lado de la puerta – ¿Escuchaste? ¿Quieres escucharla gemir?

— Imbécil – mi ex esposo responde.

— Eres preciosa, tomatito – susurra.

— ¡Christian!

Vuelvo a jadear cuando su cuerpo me presiona contra la puerta, así que rodeo su cadera con mis piernas para sostenerme. Sé lo que mi vecino hace pero, ¿Funcionará?

— Si, Ana, si... – gime Christian – Que bonito sostén.

Dice mientras abre mi blusa y yo golpeo su mano. Intento taparme, pero acerca sus labios a mi cuello para besarlo. Su barba de un día me hace cosquillas.

— ¡Quítale las manos de encima!

Luke golpea la puerta con fuerza, sobresaltándome. Maldice varias veces antes de volver a golpear la puerta.

— Llegas tarde Lukie, ya le he puesto encima las manos, la boca, la...

Lo interrumpo presionando mi mano contra su boca. Christian se ríe, pero me concentro en los pasos que se alejan y el ascensor.

— Se fue – dice él aún besando mi cuello.

— ¡Al fin! Bájame.

— ¿Quieres ir a la habitación?

— Quiero que me sueltes, ahora.

— ¿Por qué? Estamos en medio de algo bueno aquí.

Presiona su cadera contra mi, haciéndome sentir su erección.

— No es mi problema – me remuevo para que me suelte.

— ¿No lo es? Dijiste que querías tener sexo para que Lukie escuchara.

— Y ya se fue, así que gracias. Hasta mañana.

No le queda más remedio que soltarme, pero no se aparta. Lo empujo para abrir la puerta del departamento y que salga.

— ¿Qué hago con esto? – señala sus pantalones.

— Dile a tu amiguita rubia que se encargue.

— Estás celosa – se ríe con burla.

— Claro que no, no me interesas. Que ella te quite las ganas, o mejor aún, ¡Hazlo tu mismo!

— ¿Estás loca? ¡Me deshice de ella por ayudarte! Lo menos que puedes hacer es regresarme el favor.

— ¡Largo!

— Ana.

— ¡Vete! No me voy a acostar contigo de nuevo.

— Como digas – arquea la ceja – Pero vas a volver a buscarme, soy inolvidable.

— ¡Eres un idiota!

Cierro la puerta en su cara. Respiro hondo para tranquilizarme pero sigo agitada y enojada. Mierda. Necesito una ducha con agua fría.

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