— ¿Qué haces ahí? – chillo hacia mi madre.
— ¿Embarazada? – balbucea – ¡Anastasia Rose Steele!
— Mamá, déjame explicarte.
Christian se ríe, así que golpeo su abdomen para que se calle y señalo el interior de la casa. ¡Bien! Este chico me metió en el lío, ahora que él me saque. Vamos los tres de vuelta a la sala.
— Mamá – señalo el sofá para que se siente – Es lo que queríamos decirte, por eso Christian está aquí.
Lo señalo y ambas giramos para verlo, él arquea ambas cejas pero no se mueve, así que tomo su mano para estirarlo y que se siente junto a mi.
— Dile – señalo a mi mamá.
— Ana y yo... – Christian voltea a verme – Estamos saliendo desde hace algunas semanas.
— ¿De verdad? – pregunta mamá con los ojos entrecerrados.
— Si, y pues... – vuelve a mirarme – Ahora está embarazada, ¿verdad cariño?
— Si, es por eso que estamos aquí.
— ¡Qué alegría! – Carla brinca del sofá con emoción – Annie, ya decía yo que por una razón no tuviste hijos con Luke.
— No, no, eso es otra cosa mamá.
— ¿Lukie? Lo de él es más un problema de desempeño – Christian se burla y mamá lo mira confundida.
— ¿Qué? ¿Conoces a Luke? – Carla arquea las cejas.
— Mamá, tú le dijiste a Luke donde estaba, él fue a Seattle a buscarme.
— ¡Por Dios! – cubre su boca con su mano – ¡Lo siento mucho, Annie! Él dijo que tenía que regresarte unos documentos del divorcio.
— Pues no, él fue a buscarme para que le diera otra oportunidad.
— Imbécil – gruñe Christian – Siempre queriendo meterse en nuestra relación, ¿Verdad tomatito?
— ¿Tomatito? – chilla mamá.
— No – sacudo mi cabeza – no preguntes.
Mamá permanece callada por unos segundos, solo mirándonos. Finalmente sonríe y se lanza a abrazarnos fuerte a ambos.
— ¡Seré abuela! ¡Gracias a Dios! – besa mi mejilla y la de Christian – Tú eres muy guapo, y muy joven. ¿Qué edad tienes?
Se aparta de mi para mirarlo, Christian solo sonríe sin saber que decir.
— ¡Mamá! ¿Eso importa?
— Pues no, hija, pero dale detalles a tu madre. ¿Su familia sabe que estás embarazada?
— Pues si, pero no porque yo lo haya dicho.
— Ana se lo dijo a su mejor amiga, que es la esposa de mi hermano.
— ¿Kate? ¿Kate está casada con tu hermano? ¡Pero qué coincidencias!
— No es una coincidencia, mamá, nos conocimos cuando entré a trabajar al restaurante de su hermana.
— ¿También conoces a su hermana? – mamá chilla de nuevo – Ustedes deben estar locos el uno por el otro.
Ladeo la cabeza mientras pienso en una respuesta, pero Christian pasa su brazo por mis hombros y besa mi cabeza.
— Ana no puede vivir sin mi.
Carla nos mira con sus ojos brillantes y una sonrisa divertida se estira en sus labios.
— ¿Cuantos días se quedan?
— Me temo que solo hoy, mañana en la mañana debemos tomar un avión de regreso.
— ¡No! ¿Estás loco? ¿Y mi camioneta?
— Déjala, no voy a manejar durante dos días con esa chatarra – dice el idiota.
— ¡Es mi camioneta! Si vuelvo al restaurante voy a necesitarla.
— ¿Para qué? Estarás en mi departamento, seguro podemos ir y venir juntos – Christian rueda sus ojos grises.
— ¿Viven juntos? – mamá balbucea.
— No – digo, pero el chico a mi lado dice Si.
— El departamento de Ana está frente al mío – le explica él – Pero pasábamos todo el tiempo juntos, ¿Verdad tomatito?
— Bueno, no todo el tiempo – arqueo las cejas – Pero si ibas a cenar seguido.
— Y por el postre – sonríe de nuevo con malicia.
Vuelvo a golpear su abdomen para que cierre la jodida boca antes de darle a mi madre más detalles innecesarios.
— No puedo dejar mi camioneta, la necesitaré en Seattle.
— ¡Te compraré un auto! Uno más reciente y seguro.
— No quiero que me compres un auto, ya tengo uno.
— Otra vez me perdí – balbucea mamá – ¿Tú también trabajas en el restaurante?
Señala a Christian, quién levanta los hombros con arrogancia y sonríe.
— Soy el dueño, suegra – yo ruedo los ojos – Mi hermana y yo lo somos, ella cocina y yo invierto el capital.
— ¡Oh! ¡Entonces eres un empresario! Joven, guapo y exitoso.
Mamá palmea mi mejilla en un gesto de aprobación, luego se aleja hacia la cocina.
— Tu mamá me agrada – se ríe.
— Claro, está encantada contigo.
— Me ama – eleva una de las comisuras de su boca – Casi tanto como tú.
— Me encanta que seas tan humilde.
Él hace una mueca, pero me alejo hasta la cocina con mi mamá. Cuando Bob regresa del trabajo, él y Christian miran un juego de béisbol en la televisión.
— Dejaré mis cosas – le digo a mamá – Solo llevaré mi ropa.
— Claro nena, sabes que puedes usar tu habitación. Nadie entra ahí.
Voy a la camioneta a traer las cajas con libros, que están encima de lo demás, pero apenas giro me encuentro con Christian.
— ¿Te ayudo?
— No, está bien, puedo llevarlas.
— Déjame hacerlo. Podrías lastimarte.
— ¿Cómo? – le gruño – yo misma las he cargado varias veces, seguro puedo hacerlo una vez más.
— Si, pero ahora estoy aquí y voy a ayudarte.
— ¡Puedo hacerlo! ¡No estoy incapacitada!
— ¡Yo lo hago! ¡Siéntate!
— ¡Idi...!
— ¡Ana! No le grites, solo quiere ayudarte.
Mamá me regaña, haciendo que Christian se adelante con la caja y gire para mostrarme su lengua.
— ¡Míralo! ¡Es un jodido niño inmaduro!
Mierda, lo pensé y lo grité. Christian finge sentirse ofendido y mamá se gira para mirarme con sus manos apoyadas en la cadera.
— Anastasia, qué forma es esa de hablarle a tu novio.
— ¡Es que él me provoca!
— Yo no he escuchado que diga algo que no sea ayudarte, por Dios hija, cálmate. Vas a espantar a Christian con tu genio.
— No se preocupe por mi, suegra – él hace una mueca de tristeza – yo así la quiero.
— Eres un tonto, Christian, ¡deja de fingir!
— Cariño, relájate. Te estresas demasiado, te van a salir muchas arrugas en la cara – dice cuando se acerca de nuevo.
— Pues uno de nosotros tiene que ser maduro y dejar de jugar.
— ¿Yo no soy maduro? Me ofendes.
— Annie, deja de pelear – mamá niega con la cabeza y se gira para entrar de nuevo a la casa – Si así son ahora no quiero ni imaginarlos cuando estén casados.
¿Qué dijo?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro