Capítulo 3

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— Entonces, ¿Te gusta?

— ¡Claro que sí! Es perfecto.

La señora Lincoln, la administradora del edificio, me enseña el departamento disponible. Es una mujer muy agradable, aunque luce más grande de lo que realmente es.

Lleva un conjunto deportivo en rosa brillante y su cabello rubio recogido en un moño por encima de su cabeza. Christian dijo que en sus mejores años fue reina de belleza.

— Bien, entonces traeré el contrato para que lo firmes y entregarte la llave.

— Por supuesto – ella se aleja unos pasos pero la detengo por el brazo – Solo una duda, ¿Por qué este lugar estaba en renta? El lugar luce bastante confortable y la renta justa. Me sorprende que estuviera vacante.

— Entre nosotras, cariño – se acerca para susurrar – el otro inquilino de este piso es bastante quisquilloso.

— Oh.

Bueno, eso no puedo negarlo. Christian no es muy amable, aunque creí que solo lo era conmigo. La señora Lincoln sale del departamento y veo a Christian acercarse.

— ¿Y bien? ¿Lo rentaste?

— Si, gracias – le digo mientras camina por la pequeña cocina – Espero no causarte problemas con Mía.

— ¿Con Mía? ¿Por qué habría ella de molestarse? – pregunta con los ojos entrecerrados.

— Porque tú y ella... – balbuceo incapaz de terminar la oración.

— Mierda, no. ¿Por qué pensaste eso? Mía es mi hermana.

— ¿Tu hermana? Ay, por Dios, ¡Lo siento! – digo avergonzada – Escuché decir que Mía no quería que nadie se acercara a ti.

— ¿Y asumiste que era mi novia celosa? – se ríe – Mía es mi hermana mayor y soy su favorito. No quiere a sus empleadas babeando por mi.

— Ah, ya entiendo.

— ¿Preguntaste por mí en el restaurante? – dice arqueando la ceja.

— No, quiera saber sobre departamentos en renta y Kim te mencionó. Solo eso.

— Como sea. ¿Puedes volver desde aquí hasta la casa de Elliot?

— Tengo un GPS.

— Bien, entonces nos vemos.

Christian se da la vuelta y sale del departamento. Lo único que separa su puerta de la mía es un pequeño pasillo donde se ubica el ascensor. Y aunque el departamento no es muy grande, es suficiente para mí.

Después de firmar el contrato y entregar el depósito por el departamento, le digo a la señora Lincoln que me mudaré el viernes. Y como no tengo más que hacer, me quedo tiempo extra en el restaurante.

Tampoco he visto demasiado a mi nuevo vecino. No sé si me está evitando, pero ya no me lo tomo tan a pecho. Y pasar el tiempo encerrada en la cocina mantiene mis pensamientos en orden.

— Gracias por todo Kate, Elliot.

Les digo cuando he terminado de sacar la poca ropa que traje desde Georgia y la puse en mi camioneta.

— ¡Ana! Suenas como si no te fuéramos a ver de nuevo.

— Lo sé, es que no estoy segura de cuando podré tener tiempo libre para venir a visitarlos.

— Oye, no dejes que Mía te explote – dice Elliot – Que sea mi hermana no significa que es buena persona.

— Amén – susurra Kate.

Suelto una carcajada por la expresión de Kate y el ceño fruncido de su esposo. Me encantaría quedarme con ellos, pero necesitan su privacidad de vuelta.

— Mía no es el problema – señalo al rubio – Debiste advertirme sobre Christian.

Mierda, ¿Qué hizo ese idiota? ¿Te ha estado molestando?

— No, tiene la decencia de ignorarme. Prefiero eso a que sea grosero.

— De todas formas no dejes que te maltrate, es un idiota con quién no le pone un límite. No dejes que te intimide.

— No te preocupes, puedo lidiar con él.

Les doy un último abrazo antes de subir a la Cherokee hacia mi nuevo departamento. Pedí permiso a Mía para tomarme la tarde de hoy para hacer la mudanza, así que puedo hacerlo con calma.

Luego paz. Bendita paz y tranquilidad para mí después de mucho tiempo. Me encanta despertar en el silencio absoluto, solo interrumpido por el ruido de la televisión cuando desayuno.

Christian es un vecino tranquilo y creo que se debe a que la mayor parte del tiempo ni siquiera está aquí. De hecho me sorprende lo poco que nos hemos encontrado en estas dos semanas desde que me mudé.

Me he topado una o dos veces con alguna chica que sale de su departamento, pero también sigue el código del silencio así que no me entrometo.

Por eso, el miércoles que salgo temprano de mi turno, me sorprende que llamen a mi puerta. Es Christian.

— ¿Si? – digo tan pronto como abro la puerta.

— Ana.

— Christian – respondo en su mismo tono – ¿Qué pasa?

— Encontré algo para ti.

Lo miro confundida tratando de descifrar si es una broma o alguna tontería de su parte. Abro un poco más la puerta para situarme frente a él y es entonces que lo veo.

Christian se mueve hacia mi izquierda y puedo ver al hombre de pie detrás de él. Alto, delgado, piel pálida, cabello negro y ojos casi tan azules como los míos. Mierda.

— ¡¿Qué haces aquí?! – chillo por la sorpresa.

— Vine por ti, cariño.

— ¿Cariño? Tú jodida... – presiono mis labios para no terminar la tontería hacia su progenitora.

— Annie, cariño – dice Luke mirando a Christian – ¿podemos hablar?

— ¿Cómo me encontraste?

— Carla dijo que estabas aquí – Pongo los ojos en blanco, ¡¿Mi madre?! – Y este chico me trajo.

Los ojos de Luke buscan a Christian, quién solo sonríe. Maldito idiota. Lo miro con el ceño fruncido mientras mi ex esposo mira del uno al otro.

— ¿Quién eres tú? – pregunta Luke.

— Christian, él es Luke Sawyer.

— Su esposo – interviene él.

— Ex esposo – lo corrijo.

Me tomo un segundo para pensar cuando Christian sonríe divertido hacia Luke y de algún modo eso me irrita. Idiota entrometido. Y se me ocurre una idea.

— Luke, él es Christian, mi novio.

Inmediatamente Christian deja de sonreír divertido y ahora una sonrisa forzada toma su lugar. Luke lo mira con el ceño fruncido.

— Amorcito, ¿Puedo hablar contigo un momento? – dice con los dientes apretados.

— Por supuesto amor, ven – le digo y lo dejo entrar.

Antes de que Luke pueda dar un paso dentro de mi departamento, cierro la puerta en su cara. Lo último que necesito ahora mismo es a mi idiota ex esposo aquí.

— ¿Qué mierdas te pasa? ¿Por qué dijiste eso? – me gruñe.

— Fue tu estúpida idea traerlo aquí, ¿Por qué demonios hiciste eso?

— Llegó al restaurante y preguntó por ti, así que me ofrecí a traerlo.

— ¿Por qué? ¿No creíste que debías preguntarme primero?

— ¿Yo como voy a saber que tienes un jodido ex esposo?

— Pues ahora llévatelo de vuelta porque no quiero verlo. Tú lo trajiste, tú te lo llevas.

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