Capítulo 5

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— Es un tipo muy simpático – dice Luke a mi espalda – Me agradaría si estuviéramos en otras circunstancias.

Doy un portazo antes de volver a la cocina. ¡Estúpido Christian! Lo hizo a propósito.

— Cierra la boca, Luke. Aún puedo echarte de mi departamento, así que cierra la maldita boca.

— Bien, pero creí que me dejarías explicar.

— Explicar ¿qué?

— Que estoy aquí por ti, vuelve conmigo Annie. Regresemos a Georgia a nuestro hogar, te extraño mucho.

Ladeo la cabeza un poco escuchando con cuidado sus palabras. Esto debe ser algo de lo más absurdo que alguna vez haya escuchado.

— ¿Me extrañas? No recuerdo que lo hicieras los dos meses que estuvimos separados, y luego los otros dos meses que te tomó pedirme el divorcio.

Apoyo mi dedo índice en mi barbilla mientras intento recordar algún indicio de que él estuviera arrepentido, pero no. Nada viene a mi mente.

— Annie, me gustaría volver a empezar, desde cero.

— De verdad no estoy de humor para escucharte. Si tienes hambre puedes buscar algo en el refrigerador y calentarlo. Puedes dormir en el sofá si necesitas, pero en serio, no quiero escucharte.

Luke presiona sus labios y sé que se está conteniendo de decir algo más. Esa era una cualidad en él que yo amaba: no le gustan los malentendidos.

Me encierro en mi habitación un rato, pero cuando salgo por un vaso de agua veo a Luke dormido en el sofá. Y aunque es mi ex, no tengo el corazón para echarlo de aquí.

A la mañana siguiente me alisto antes de salir de mi cuarto. Luke aún está dormido así que tomo un vaso de yogurt y un pan antes de salir del departamento.

Y no sé por qué tuve la absurda idea de que Luke se quedaría en el departamento. Asi que cuando Kim me avisa, sé que es él.

— Es el chico de la otra vez – señala Kim – De nuevo pregunta por ti.

— No sé si deba salir, no me gusta encariñarme con los clientes.

— Oh, ¿quieres que lo atienda Giny? O puedo pedirle que se marche.

— No, está bien. Lo haré yo, y la próxima ocasión pueden decirle que renuncié.

Kim se ríe mientras paso por las puertas de la cocina hacia las mesas. Luke está sentado en la misma mesa de la vez anterior, solo que ahora mi maravilloso vecino está de pie a su lado.

— ¡Qué mierdas haces aquí, hermano! ¿No arreglaron sus asuntos ayer? – escucho que le grita.

— ¡Ella no me escucha! ¡Es tan necia como siempre!

— Es bueno que insistas, hombre, ¡Pero no aquí!

— Lo sé, pero no quiso escucharme en el departamento, aquí tendrá que hacerlo.

— No lo haré – Le digo cuando me acerco a ellos – Este es mi trabajo y no puedes solo aparecer. Christian, cariño, ¿Puedo hablar contigo?

Él hace una mueca y tuerce los labios con fastidio. Se da la vuelta para caminar hasta el rincón en dónde está ubicado el piano.

— ¿Qué?

— ¿Qué mierdas te pasa ahora? ¿Crees que voy a olvidar lo que hiciste ayer? Te pedí ayuda con una cosa, ¡Una sola cosa y no pudiste hacerla!

— Ese es tu problema, deshazte de él o regresen a donde sea que vivieran antes. ¡Sácalo de mi maldito piso!

— ¿Eres idiota? ¡Tú mismo lo llevaste! Y no solo eso, lo dejaste entrar a mi departamento. Él debería dormir en tu sofá, no en el mío.

— Es tu esposo, Ana – me señala.

— Ex esposo, Christian.

Luego él sonríe. Hace ese gesto de superioridad que tanto me irrita y mira hacia la mesa de Luke. Yo también lo hago y puedo ver cómo mi ex no nos pierde de vista.

— Es un buen tipo. Creo que me agrada – Arquea una ceja – Si yo fuera tú, volvería con él.

— Si yo fuera tú, me metería en mis propios asuntos y dejaría de ser un imbécil arrogante.

Levanto la barbilla para mirar cómo si sonrisa se borra y sus labios forman una línea. Apoyo mi mano en su mejilla haciendo una caricia.

— Ahora sé un buen novio falso y sácalo de aquí antes de que Mía lo vea.

Giro sobre mis talones para volver a la cocina y terminar de ordenar la despensa que Kim me encargó. Después de un rato vuelvo a escuchar el sonido del piano.

Termino mi turno y me apresuro a llegar a casa. Me sorprende que Christian hiciera algo bien y sacara a Luke del restaurante, pero hay algo que no termina de convencerme.

Y lo confirmo cuando llego a mi edificio y salgo del ascensor. El pequeño pasillo está lleno de arreglos florales con mis favoritas. Sin duda este asunto de Luke se está volviendo molesto.

— ¿Por qué? ¿Por qué hiciste esto? – le digo cuando lo veo sentado junto a mi puerta.

— Rosas rojas – extiende sus brazos para señalar los floreros – tus favoritas, Annie.

— Agradezco que lo intentes, pero es muy tarde, de verdad. Solo... Detente.

— ¿Es por Christian? ¿Estás enamorada de él?

Pregunta y detengo mi expresión antes de hacer una mueca de repulsión. Suspiro haciendo tiempo para pensar, mientras abro la puerta de mi departamento.

— Si, estoy enamorada de él. Es un chico fantástico.

— Y lleno de sarcasmo. No sabía que eso te gustaba, Annie.

— Tengo que variar mis opciones Luke – lanzo mi bolso y las llaves sobre la mesita de la entrada – Tu también eras un buen chico cuando te conocí.

— ¿Entonces estás con él por mi culpa? ¿Ya no te gustan los chicos buenos?

Vuelvo a suspirar pero ahora para no soltarle una estupidez. Presiono mis labios y continuo.

— No me gustan los chicos que fingen ser buenos y luego te dejan. Creo que soy alérgica a ellos.

Camino hasta la cocina con Luke siguiéndome de cerca. Se sienta en la silla frente a la barra solo para mirarme mientras preparo la cena.

Dos golpes en la puerta nos hacen girar y me doy cuenta que la puerta no tiene seguro cuando es empujada para abrir.

— Hola cariño – dice Christian asomando la cabeza – Ya vine.

Y como no me queda más que continuar con esta farsa, le sonrío y cambio el tono de mi voz a modo meloso.

— Hola Cielo, por fin llegas – estiro una sonrisa forzada en mis labios – ¿Qué haces aquí cariño?

— ¿No es obvio, mi amor? Acepté tu invitación a cenar.

¿Mi qué?

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