Capítulo Extra

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— ¿Y éstas?

— No.

— Pero son iguales a las otras — Gruñe mi esposo.

— ¡Pero no tienen el color correcto, Christian! — Grita mi cuñada con su voz chillona.

— ¿Y cuál maldito color es ese?

— Salmón, y estoy ocupando solo las esferas rosas.

Mía señala el lado del pino navideño que está decorando, en un estilo degradado desde el blanco en la punta al rojo en la base. Mi siempre amable esposo está a su lado, cuestionando cada adorno.

— ¿Es necesario todo este lío en el restaurante? Las personas vienen aquí por la comida, Mía, no por la decoración.

— ¡Pero es parte del ambiente! ¡La calidez y la comodidad de todos!

— Es solo una maldita excusa para poner flores y campanillas por todos lados — Se cruza de brazos.

— Teddy ama la decoración, ¿Verdad Bebé?

Ambos giran hacia nosotros, que estamos sentados en un cómodo sofá viéndolos discutir por todo. Teddy tiene un pequeño bastón de caramelo en sus manos.

— A mi hijo le da igual tu pésimo gusto en decoración.

Christian se acerca para tomar al bebé en sus brazos, lo lleva hasta el pino para que toque las esferas, pero el pequeño Grey de 8 meses las arranca.

— ¡Teddy, no! — Grita Mía — Bebé travieso.

— ¡Lo ves! ¡Las odia! — Mi esposo sonríe.

No puedo evitar poner los ojos en blanco. Christian solo actúa como un hombre maduro cuando está en asuntos del trabajo, el resto del tiempo sigue siendo el chico tonto que me enamoró.

Y supongo que en realidad soy más fértil de lo que creía, ya que quedé embarazada hace dos meses y bajo el efecto de los anticonceptivos.

— ¿Nena? ¿Nos vamos? — Christian sacude su mano frente a mi.

— Si, lo siento, estaba pensando en los adornos — Miento.

— ¿Quieres decorar nuestra casa?

— No lo sé, me gustaría hacerlo por Ted.

— Pero contrataremos una decoradora, alguien que sí sepa lo que hace — Gruñe hacia su hermana.

— ¡Grosero! — Chilla ella de nuevo.

El restaurante está cerrado esta tarde, sobre todo porque Kim está de vacaciones con su hija y Mía no se atreve a sustituirlo en la cocina.

— ¿Eso significa que dejaremos los obsequios de Teddy bajo el pino?

— Si, eso sería divertido. Tal vez no lo recuerde ahora, pero le mostraremos fotos de su primera navidad — Sonrío hacia él.

— Aún faltan varias semanas — Dice Mía — Ni siquiera es diciembre.

— Pero ya podemos comprar los regalos — Mi esposo frunce el ceño de nuevo — Tal vez un pequeño auto eléctrico.

— No creo que sea buena idea, amor — Niego levemente con la cabeza — Aún no sabe caminar, dudo que pueda permanecer sentado en un auto por su cuenta.

Antes de que pueda responder, Teddy hace un puchero gracioso y comienza a sollozar en los brazos de su papá. Christian sostiene su cabeza para besarlo, pero su expresión cambia.

— ¿Ted? ¿Te duele algo? — Mi hijo llora más fuerte — Su cabeza está caliente.

Dice hacia mi, así que me levanto del sofá para ir a tocar su carita.

— Tienes razón, parece fiebre.

— ¿Fiebre? ¿Está enfermo? ¡Prescott!

La nana de Teddy estaba sentada en la mesa más cercana a la puerta, así que acude al llamado de mi esposo.

— ¿Señor Grey?

— ¡Vamos! Tenemos que ir a la clínica ahora.

Christian sostiene a Teddy con un brazo y con el otro lanza su suéter encima de mi hijo. Al sentirse apretado, mi pequeño comienza a forcejear.

— ¡Ted, no! Espera.

Comienza a caminar hacia la puerta, donde Prescott ya tiene encendida la Suv y entra en el asiento de atrás con Teddy.

— ¡Christian! ¡Yo también voy! — Le gruño porque casi se van sin mi.

— ¡Yo quiero ir! — Mía me sigue.

Me subo en el lugar de atrás, con Ted y Christian, Mía y Prescott adelante. La agente conduce a toda velocidad por las calles hasta la clínica de especialidades.

— Tranquilo, bebé — Acaricio su cabecita porque no deja de sollozar.

— ¿Le duele algo? ¿Cómo lo sabremos? — Pregunta mi esposo en un susurro, como si el bebé entendiera — ¿Y si tienen que inyectarlo?

— Hablaremos con el pediatra, lo revisará y nos dirá que es, manten la calma.

Le digo, pero él sigue con el ceño fruncido y abrazando a Teddy con fuerza. Cuando por fin llegamos, bajamos de la camioneta lo más rápido posible.

— ¡El pediatra! ¿Dónde está? ¡Es una emergencia! — Mi esposo irrumpe en la recepción.

— Christian — Le gruño.

— ¿Hay alguien aquí? ¡Mi hijo está enfermo!

Una enfermera joven aparece detrás del mostrador, su semblante es de sorpresa y alarma cuando mi esposo camina hacia ella.

— ¿Dónde está el pediatra?

— En el consultorio 8, señor...

— Grey. Dígale que estamos aquí para una consulta de urgencia.

— Oh, si, si permítame.

La enfermera tropieza un poco por los nervios pero consigue adelantarse en el pasillo hacia los consultorios. Golpea la puerta suavemente, pero la poca paciencia de mi esposo termina por hacerla a un lado.

— ¿Usted es el doctor? — Lo escucho preguntar.

— Si, ¿Puedo ayudarlo?

Escucho la voz dentro del consultorio, pero mi esposo no se mueve así que me acerco a su lado para hablarle bajito.

— ¿Qué ocurre?

— No te asustes nena, pero este chico le robó el uniforme a su padre — Me dice con mucha seguridad — ¿Puede llamar a alguien con más experiencia?

¿Qué?

Me acerco a la puerta para ver, y un chico de cabello negro está sentado en la silla frente al escritorio. Parece muy joven, pero lleva una bata bordada con su nombre.

— ¿Alguien más? — Se ríe — Yo soy el pediatra, el doctor Robbins. Pasen.

Christian camina hacia la mesa de exploración con Teddy aún en sus brazos y lo sienta para que el doctor pueda revisarlo, yo tomo asiento en la silla.

— A ver pequeño, ¿Qué te duele? — Balbucea el doctor revisando la pancita de Teddy.

— Es un bebé, no habla — Le gruñe mi esposo.

— Ya lo sé, señor...

— Grey.

— Señor Grey, no se preocupe.

Revisa la boca y los oídos del bebé, luego mide su temperatura con un pequeño aparato electrónico que no parece termómetro.

— No hay inflamación o irritación, pero si fiebre y malestar. Parece ser un resfriado común.

— ¿Parece? ¿Solo lo parece? — Gruñe de nuevo Christian con la paciencia al límite — ¿Esa es su diagnóstico?

— Si.

El joven doctor sonríe, pero mi esposo no sonríe en lo más mínimo.

— ¿Y cuál es el tratamiento, doctor?

— Vitamina C, mucho líquido y reposo — El doctor vuelve a sonreír y justo ahora creo que lo hace para provocar a Christian.

— Bien, gracias — Interrumpo — Vamos cariño.

Sujeto a Christian de la cintura para alejarlo del doctor antes de que ocurra un homicidio. Levanta a Teddy en brazos de nuevo, lo cubre con su suéter y me hace una seña para que salgamos del consultorio.

Apenas hemos caminado un poco por el pasillo cuando la voz pausada del doctor nos llama.

— ¡No olviden pagar la consulta con la enfermera!

Christian se detiene bruscamente, haciéndome chocar con su espalda. Voltea para dejar a Teddy en mis brazos, antes de gruñir con los dientes apretados.

— ¡Pediatra de mierda! — Dice antes de lanzarse hacia él.

¡Christian!

~ • ~


¡El que te debía, linna2248!

¡Feliz cumpleaños, hermanita!
😘😘😘

Con este extra damos inicio a los maratones de las historias nuevas.

Si aún no las han leído, las encuentran en mi perfil hermosas!

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