Capítulo Extra

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Delicioso...

Gimo una vez más con los ojos cerrados para disfrutar la sensación con todos mis sentidos, pocas cosas se asemejan a esto.

Más... Uno más... — Vuelvo a gruñir y abro la boca para chupar la punta de mi dedo.

Mi dulce momento es interrumpido por los pasos que provienen del pasillo, luego los golpes contra la puerta de la habitación.

— ¿Ana? ¿Qué mierdas haces? ¿Quién está ahí? — Christian gruñe desde el otro lado de la puerta.

Genial. Abro los ojos y frunzo el ceño por la molestia de ser interrumpida. ¡Cinco minutos! Cinco minutos para mí sola, ¿Es mucho pedir?

Estoy sentada en medio de la cama, con mi shorts de pijama celeste y la blusa de tirantes suelta sobre mi abultado vientre de 7 meses. Las cobijas a mi alrededor como si se tratara de una fortaleza.

— ¡Vete, Christian!

Le grito pero destraba el seguro y empuja la puerta para mirarme. Sus ojos grises escanean la habitación antes de centrar su atención en mi y en la bolsa en medio de mis piernas.

— ¡Deja de comer chocolates! — Se acerca hasta el borde de la cama y cruza los brazos sobre su pecho — O por lo menos comparte con tu sexy esposo.

— ¿Dejaste a Teddy con tu madre? — El asiente — Gracias a Dios, recuérdame comprarle un obsequio enorme.

Adoro a mi hijo con toda mi alma, pero estar en el último trimestre de embarazo con un hijo de un año y un mes es más exhaustos de lo que imaginé. Y ni siquiera estoy hablando del otro chico en la habitación.

Christian se sienta a mi lado en la cama y sonríe, alborotando mis hormonas al instante con su delicioso aroma. Chocolate y sexo... Justo lo que necesito ahora.

— Es la segunda bolsa de chocolates, nena — Me regaña con una sonrisa — Harás a nuestra pequeña demasiado golosa.

— Creo que eso lo heredó de ti, cariño.

Palmeo su mejilla cuando se inclina a besar la comisura de mi boca, luego su lengua caliente se desliza por el borde.

— Tenías chocolate ahí — Susurra en mi oído.

Su voz hace estremecer mi cuerpo y la idea de sus abdominales cubiertos de chocolate o crema batida vuelven a asaltar mi mente.

— Sin Teddy en casa — Susurro con mi voz más sexy — Podríamos... Hacer algo de adultos.

— ¿Cómo qué? — Ladea la cabeza a su izquierda — Recuerda que no puedes tomar.

— No, no me refería a eso — Muerdo mi labio inferior — Yo pensaba en algo más... Divertido.

— ¿Quieres salir a dar un paseo? Supongo que podríamos tomarnos la mañana libre.

— ¡No, Christian! No quiero salir de paseo — Gruño con frustración — Quiero, ya sabes...

— No, no sé — Dice y lucha por esconder la sonrisa en sus labios.

— ¡Idiota! ¡Si lo sabes! — Empujo su pecho — ¿Vas a hacer que lo diga?

— Si — Sonríe divertido.

— ¡Sexo! Por Dios, quiero que me hagas el amor.

— ¿Ahora? — Arquea ambas cejas y le lanzo una mirada furiosa.

— No, ¡Mañana! Cuando Teddy esté de vuelta y...

— Mierda, nena, las hormonas te ponen muy atrevida — Me empuja para que me recueste en la cama y se apoya sobre mi.

Cuando aparta la fortaleza que era mi cobija, la bolsa de chocolates cae al piso, los pequeños Kisses rodando por el suelo.

— Te traería más de esas cosas, pero escuché tu sucia conversación con ellos. No más chocolate excitante para ti, señora Grey. No me gusta la competencia.

Intento balbucear una respuesta que defienda a los pequeños trocitos de cielo, pero mi esposo muerde suavemente mi cuello acabando así la discusión.

Sus manos se meten por debajo de mi sencilla blusa de dormir y acarician mis senos sensibles, los llena de atenciones cuando sube la blusa para dejarme al descubierto.

Acaricio su cabello, pero mis dedos ansiosos comienzan a estirar de su camiseta para quitársela. Antes de que pueda sacarla por su cabeza, lo escucho susurrar contra mi vientre.

— Tranquila nena, duérmete un rato. Papi se va a hacer cargo de mami porque está caliente.

— ¡Christian! — Chillo avergonzada, como siempre — ¿Qué haces?

— Le digo a Wilma que se duerma — Susurra — No me siento muy cómodo sabiendo que nos escucha.

Dios mío.

— ¡No se llamará Wilma! ¡Y no nos escucha! — Le digo, pero corrijo — Bueno, tal vez si escucha pero no sabe qué ocurre.

— ¿Y eso es mejor? — Se endereza para que vea su ceja arqueada.

— Si, deja de pensar en eso y concéntrate.

Ordeno sacando por fin su camiseta para ver ese abdomen, que a pesar de los numerosos antojos del embarazo pasado y este, sigue tan firme y marcado como el primer día.

Ojos lujuriosos — Se ríe de mi expresión.

— Oh, cállate.

Vuelve a lo suyo acariciando mi cuerpo, así que me dedico a disfrutar de las deliciosas sensaciones que provoca. Tengo que admitir que esto no se compara en nada a mi primer matrimonio, y la causa tiene nombre y apellido.

— Christian... — El gemido sale de mis labios como un susurro.

— Lo siento, nena — Dice y abro los ojos confundida, ¿Por qué se disculpa?

— ¿Cariño?

Está inclinado hacia mi vientre y lo mira fijamente.

— No voy a lastimarte, pero Mami quiere que Papi le haga cosas que podrían incomodarte...

— ¡Christian! — Lo interrumpo.

— ¿Qué? No deja de moverse y creo que intenta alejarme.

— No te aleja, está inquieta. Probablemente por todo el chocolate que comí.

Sigue arrodillado entre mis piernas, pero sigue mirando mi vientre. Empujo su cadera con mis talones para alentarlo a que continúe con lo que estábamos haciendo hace un momento.

Apoya las manos en la parte baja de mi vientre para ponerse en posición, penetrando lentamente. Lo que no esperé es el salto de mi pequeña por la presión de las manos de su padre.

— ¡Mierda! — Levanta las manos con rapidez — ¡Sabe lo que hice!

Dios mío.

Me casé con un niño.

— Nena, te amo y lo sabes, pero date la vuelta — Hace la seña con su dedo — No podré mirar a mi dulce Wilma a los ojos sabiendo que me cogí a su mamá y ella lo sabía.

— ¡No se llamará Wilma!

Y aún faltan dos meses más para dar a luz. Me muero.

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