Capítulo 6

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Había amanecido el día siguiente y Jungkook y Jimin estaban en la entrada del hospital para irse a casa, el período de observación había transcurrido satisfactoriamente. El alfa había liberado sus feromonas desde temprano para mantener al rubio más tranquilo, pues se notaba algo agitado desde el cese de la acción de los medicamentos.

—Muchas gracias, señor Jeon —habló Jimin—. No solo se quedó toda la noche conmigo en el hospital, sino también me permite estar en su casa y cuidarme hasta mi cirugía.

El omega había obtenido una explicación de su situación, aprovechando su lucidez. Se le aclaró que Jeon Jungkook era un asistente asignado para que lo apoyara hasta la operación, pues las feromonas de un alfa eran necesarias para mantenerlo estable, si no podía tomar medicamentos.

Fue bastante colaborativo con las circunstancias. Todo ello apoyado por las feromonas de Jungkook, que podía notar a su alrededor, y la esperanza de no tener que volver a ese “manicomio”, como se refería al hospital donde estaba antes. Que le comunicaran la posibilidad de un tratamiento para demostrarse a sí mismo y a los demás que estaba cuerdo era motivo suficiente para poner de su parte.

—No me agradezcas, es mi trabajo.

—Pues me alegro de que me haya tocado un asistente social tan amable. Los omegas no siempre somos muy afortunados con estas cosas.

“Mantenga oculta su identidad este par de semanas. Evocar recuerdos no es bueno para Jimin aún”. Jungkook recordó las palabras de la doctora.

—Y yo me alegro de tener que cuidar a un joven omega tan hermoso. —El rubor subió a las mejillas del rubio—. Pediré un taxi.

—¿Podemos caminar? Quisiera estirar un poco las piernas.

—No creo que sea bueno para ti, todavía deben dolerte los golpes de la caída y, además, hace frío, podría empeorar tu gripe.

—Solo un poco nada más, lo prometo. Esta ropa que me dieron es calentita, estaré bien; los golpes tampoco duelen mucho.

Jungkook se quedó perdido en el tierno puchero de súplica y tuvo que ceder. Se quitó su abrigo, lo acomodó sobre Jimin y le ofreció su brazo para apoyarse.

—Entonces permítame escoltarlo, joven Park.

El omega volvió a sonrojarse, se sostuvo del agarre y apoyó su sien en el hombro del azabache. Tal vez su gesto sería tomado como una acción aprovechada de la situación, pero no le importó, la cercanía de Jungkook era tan confortable y placentera que no podía evitar buscarla y sentirse protegido en ese calor.

Caminaron juntos y, un par de cuadras más adelante, Jungkook compró un vaso de chocolate caliente para el rubio. Conversaron de trivialidades que parecían extrañamente entretenidas, la atmósfera entre ambos era tan dulce que podría parecer envidiable a los ojos ajenos.

—Ya podemos pedir ese taxi.

—¿Estás cansado? ¿Te sientes mal? —cuestionó preocupado.

—Estoy bien, pero usted parece tener frío, lo mejor será que regresemos.

El alfa no sentía frío en extremo, su suéter no era fino, pero su piel no estaba tan protegida como antes de darle su abrigo. ¿Acaso había notado ese leve cambio? ¡Cuánta amabilidad! ¿Por qué nunca notó esos gestos que, rememorando ahora, siempre estuvieron ahí?

«¡Qué tonto fui!».

—¿Señor Jeon?

—Tienes razón, volvamos a casa. —Le dió un beso en la frente.

Ya delante de la puerta, las manos del alfa sostenían dubitativamente las llaves. Incluso le había dado las próximas semanas libres a Choi para evitar posibles traumas o recuerdos indeseados, ¿por qué no pensó que su propio departamento era una caja de explosivos? Abrió la puerta y dejó entrar a Jimin primero, listo para tranquilizarlo con un mar de feromonas y un fuerte abrazo en caso de cualquier reacción exagerada, con el temor de que todo se le fuera de las manos a flor de piel.

—¿Ocurre algo? —preguntó con algo de miedo al ver que el rubio se había quedado paralizado en medio del salón.

—No es nada... Este lugar me transmite mucha confortabilidad.

El temor porque aflorara el recuerdo de aquel niño curioso que trató de grabar en su retina cada detalle de su hogar, de cierto modo, se desvaneció. ¿Tan llenos de él habían estado los pensamientos de Jimin como para olvidar el resto de los detalles, o tanto era el sufrimiento provocado por su recuerdo que todo detalle había sido borrado? Cualquiera que fuese la respuesta, por motivos distintos y a la vez similares, dolía en su pecho.

El estado general de Jimin continuó mejorando en los días siguientes, no volvió a tener fiebre y los hematomas de la caída comenzaron a cambiar de color. La compañía mutua se había convertido en uno de los placeres más grandes. Cocinar juntos, ver la televisión, leer libros y debatir sobre ellos, incluso limpiar y ordenar juntos. Cada pequeño intercambio de palabras era un tesoro, cada salida estaba llena de sonrisas, cada momento se volvía único e irremplazable; se volvía especial.

A los ojos de Jungkook nunca escapó la belleza ajena, mentiría impunemente si dijera que no había sido cautivado en más de una ocasión, como también sería infame negar las miradas que compartían, la química que se cultivaba. Pero no daba un paso más, se mantenía firme a pesar de las ganas que se alojaban en su cuerpo y le eran transmitidas también desde el de Jimin. Era incorrecto, ahora era distinto al pasado. ¿Por qué? Porque dentro de él había comenzado a crecer un sentimiento distinto que le hacía querer protegerlo, que le hacía desear tratarlo como alguien especial.

Jimin era especial, sí. Su sola compañía se había vuelto tan agradable y placentera que gracias a ella el alfa logró conocer el placer en la convivencia, en las sonrisas, en los pequeños y simples momentos. Todo era tan novedoso y atractivo a los ojos de un hombre que solo había disfrutado de los placeres carnales y sufrido inconscientemente el vacío de la soledad, que resultaba inevitable querer más de esa deliciosa simpleza por mucho, mucho tiempo.

Sin embargo, hubo un hecho que pasó por alto. Si él no era el único que experimentaba esas sensaciones, ¿qué le garantizaba una cohibición por la otra parte.

Justo la mañana antes de que se cumplieran las dos semanas, mientras arreglaba su traje para salir a resolver un asunto de trabajo, sintió una presencia detrás suyo y se volteó

—¿Ocurre algo, Jimin? —Ver las mejillas enrojecidas y la expresión tímida en el rubio lo hizo preguntar.

El reflejo de la determinación apareció en la mirada de su inquilino, quien se movió con decisión y presteza hacia adelante. Antes de poder procesar lo que sucedía, los labios del omega estaban sobre los suyos. ¡Oh, Dios! Jimin lo había besado.

—Que tengas buen día... Estaré esperando tu regreso —dijo el menor con las mejillas encendidas a más no poder y corrió a su habitación a toda velocidad.

¡Kyaaaaaaa! ¡Lo ha besado! ¿Y ahora qué?
¿Alguien más se emocionó? Yo sí, y eso que lo escribí 🤭.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro