12.- Reliquias

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Yuuri avanzaba con el mayor sigilo posible, lo que le resultaba muy complicado dado que el suelo estaba cubierto de ramas y rocas y sentía que cada paso que daba resonaba en el bosque entero.

A su lado, Phichit parecía pensar de manera similar, porque permanecía inmóvil inspeccionando sus alrededores con la mirada. El trinar de un ave lo puso sobre aviso y le hizo una señal a su amigo, quien caminó hacia donde Phichit le indicó. Los dos trataban de estar tan callados como les fuera posible. Ya habían cometido un error al impacientarse que los retrasó tres días y eran conscientes que no podían demorar más o sería demasiado tarde.

─Ahí.

Si bien la voz de Phichit fue apenas un leve murmullo, Yuuri logró escucharlo y divisó algo moverse un poco más allá, entre un arbusto espinoso. Los jóvenes se contemplaron y asintieron en un acuerdo silencioso, optando por aproximarse de una vez por todas.

Atrapado entre las espinas se encontraba un perrito de pelaje dorado, el mismo que llevaran buscando desde hacía cinco días. Pese a que ya lo habían encontrado antes, cometieron el error de ir por él sin más. El animal estaba demasiado asustado y no pudo comprender a Phichit cuando quiso tranquilizarlo, por lo que terminó adentrándose más en el bosque para huir de ellos.

El cachorro los oyó acercarse y soltó un ladrido. Intentó retroceder, pero sólo se adentró más en las espinas, lo que lo alteró más. Phichit frunció el ceño y susurró algo, consiguiendo que parte de las ramas que atrapaban al animalito se apartaran, aunque sin liberarlo del todo.

─Está herido, ¿no deberíamos sacarlo? ─cuestionó Yuuri, desconcertado por el actuar de su amigo.

─Sigue demasiado asustado, necesito calmarlo primero para que no huya. Si se adentra en el bosque otra vez, quién sabe si podamos volver a encontrarlo.

Yuuri tuvo que darle la razón. Que aquel perrito hubiera sobrevivido tanto tiempo fuera de su casa y lejos de sus dueños era un milagro y no podían desaprovechar la oportunidad.

El perro chilló cuando al intentar moverse se clavó una espina en la oreja. Yuuri se agachó para auxiliarlo y el aterrado can lo mordió en la mano, rehusándose a soltarlo. El joven hizo una mueca de dolor. A pesar de su tamaño diminuto, sus dientes estaban bien afilados. Phichit hizo del ademán de acercarse a él, preocupado.

─Háblale ahora. Ha dejado de moverse así que quizás te escuche.

El mago asintió y esbozó su sonrisa más amable.

─Te llamas Tobby, ¿verdad? Hemos venido para llevarte a casa.

Pero el animalito no le hizo caso. Estaba demasiado ocupado en gruñirle al humano de gafas, manteniéndose bien prendido de su mano con sus colmillos.

─Descuida, sé que tienes miedo pero te prometo que no te haremos daño─insistió Phichit. El cachorro ni siquiera lo miró─ Nina nos pidió que te encontráramos.

La mención de aquel nombre lo hizo reaccionar. El perrito parpadeó y finalmente soltó a Yuuri, centrando su atención en Phichit y soltando un agudo ladrido.

─¡Sí, Nina! Te extraña y queremos llevarte con ella. Apuesto a que también la echas de menos.

Una serie de gemidos y lloriqueos le indicaron a Phichit que había acertado.

─Está listo y quiere ir a casa. Voy a soltarlo pero debes ser rápido al sujetarlo, no vaya a salir corriendo y se pierda.

Yuuri contuvo la respiración y apenas el ramaje se abrió, cargó al perrito a toda prisa, que si bien ya no trató de morderlo, si forcejeaba entre sus brazos, ansioso por regresar con su dueña. Phichit volvió a intervenir, murmurando y acariciándolo hasta que más o menos pudo calmarlo.

─Vámonos ya, no creo que pase mucho para que se impaciente de nuevo─recomendó Yuuri, a lo que Phichit estuvo de acuerdo.

A dos semanas de su llegada a Hystoria, Yuuri había descubierto el muro de peticiones y dedicó parte de su tiempo a cumplir con algunos de los trabajos enlistados. Arregló el jardín de una anciana, cubrió un turno como mesero en un restaurante, reparó el techo de una casa y le enseñó a bailar a un hombre que temía hacer el ridículo en su boda. Esas y otras labores le permitieron acumular algo de dinero, buena parte del cual sería enviado a su familia en Hasetsu. Sin embargo, no todos los trabajos eran pagados de esa forma. Un ejemplo, la misión de encontrar al cachorro perdido de una niña que Phichit y él acababan de cumplir.

La dueña del perro, una encantadora niña de siete años, dejó su pedido en Hystoria. Perdió a su mascota durante un día de campo con su familia y prometió entregar todos sus tesoros a quien le ayudara a recuperarlo. Yuuri se percató de que a ninguno de los otros alumnos le interesó la petición, seguramente porque intuían no recibirían mucho a cambio. Tras considerarlo, lo discutió con Phichit y ambos decidieron tomar el trabajo.

─Para muchos, las peticiones del muro son la oportunidad no sólo de obtener un ingreso extra, sino de darse a conocer, formar contactos y demostrar sus habilidades─le contó el moreno─Así que los trabajos sencillos que tienen una paga escasa o ninguna suelen ser ignorados.

Los amigos estuvieron de acuerdo en que a pesar de las dificultades, aquello definitivamente valió la pena al ver al perrito correr a los brazos de su emocionada dueña. A veces, la mayor retribución no tenía que ver con el aspecto monetario, por lo que cuando la chiquilla les entregó un cofrecito con sus posesiones más valiosas (un crayón rojo, una pulsera de cuentas, la envoltura dorada de un chocolate y unas figuritas de porcelana), no vacilaron para devolvérselo. También rechazaron las monedas que los padres de ella les ofrecieron, argumentando que simplemente habían hecho lo correcto y esa era suficiente recompensa. Aunque no se salvaron de regresar a Hystoria cargados galletas, pasteles y otras golosinas que los padres, dueños de una prestigiosa pastelería, les dieron para agradecerles.

─Todo esto debería durarnos más o menos una semana. Galletas de coco, ¡genial!─exclamó el mago con alegría, revisando una de las tantas cajas esparcidas sobre su cama─Son mis favoritas.

─Toma las mías si quieres─ofreció Yuuri.

─¡Te las cambio por mis rollos de canela!

Phichit no perdió más tiempo para comenzar a devorar las galletas soltando de cuando en cuando gemiditos de gozo. Yuuri echó a reír.

─¡No te burles! En serio están deliciosas. Saben casi tan bien como las que hacía mi madre.

─¿Tu madre? ─repitió el otro. De pronto, cayó en cuenta de que era la primera vez que su amigo mencionaba algo concerniente a su familia. A juzgar por su expresión, Phichit, notó lo mismo.

─Ah, sí. A mis hermanos y a mí nos encantaban así que insistíamos para que las preparara todo el tiempo. Por eso mi padre tuvo que intervenir y al final lo restringieron a una vez por semana. Nos opusimos y mi madre dijo que si queríamos comer galletas todos los días, las hiciéramos nosotros. Lo intentamos, pero jamás pudimos igualar las suyas.

La emoción con la que Phichit conversaba de su familia despertó la curiosidad de Yuuri, y aún se debatía si querer saber más estaría bien o se vería demasiado entrometido cuando las palabras se le escaparon sin poder evitarlo:

─¿De dónde eres?

Phichit agachó la mirada y se colocó frente a Yuuri, quien ya se estaba arrepintiendo de su imprudencia, cuando el otro tomó aire y alzó la vista, con una enorme sonrisa adornando su rostro.

─La mía es una tierra orgullosa y próspera y donde habitan hombres felices, donde el verano dura todo el año y las lluvias jamás escasean, donde los elefantes corren libres por las mesetas y la flora es rica. Hay aves de coloridos plumajes y hasta los tigres y las serpientes son amistosos. Hablo, por supuesto, de la ciudad de Krung-threp.

El de lentes aplaudió, maravillado por la inesperada presentación y Phichit le agradeció con una reverencia y se sentó a su lado después de tomar su caja de galletas.

─Suena a un lugar maravilloso─expresó con sinceridad─Me encantaría visitarlo algún día.

─¡Y a mí poder mostrártelo! De hecho, no voy allá desde que recibí mi carta. Diría que... hace unos cuatro años.

Yuuri lo contempló boquiabierto y Phichit se limitó a guardarse una galleta en el bolsillo, reservándola para compartirla con algunos de sus amigos animales.

─ ¡Eso es mucho!

─Está muy lejos de Petersburg. Más o menos... una semana de viaje por tierra, otras dos por mar y un par de días cruzando la jungla. Estarás de acuerdo en que ir y venir es complicado.

Yuuri sacudió la cabeza, incrédulo. Él llevaba relativamente poco tiempo sin ver a su familia y definitivamente los extrañaba. ¿Cómo sería estar separado de ellos cuatro años? ¿Qué motivos habría tenido Phichit para abandonar su hogar?

─Es realidad, lo que pasó era de esperarse. Mi padre es escultor y mi madre costurera, mis dos hermanos aún son pequeños. Yo soñaba con ver el mundo así que lo discutí con mis padres y me autorizaron a irme después de mi catorceavo cumpleaños─explicó tranquilo, como si le hubiera leído la mente─Vagué por mi cuenta durante poco más de dos años, hasta que conocí a Ciao Ciao en un viaje en barco. Una serpiente marina amenazaba con hundirnos y yo la tranquilicé. Resulta que pasábamos sobre su sitio de anidación. A él le impresionó mi habilidad para comunicarme con los animales y me invitó a venir a Hystoria. Lo demás, bueno... es historia─se encogió de hombros, divertido por la broma que acababa de hacer─Mi familia y yo nos escribimos con regularidad y también les envío dinero cada que puedo.

Aunque Yuuri continuaba lleno de dudas, su conversación se vio interrumpida al abrirse la puerta. Seung Gil entró y arqueó las cejas para externar su sorpresa ante la cantidad de bocadillos reunidos por sus compañeros. Phichit se apresuró a saltar frente a él, sobresaltándolo, y casi le pega en la cara con una cajita de cartón.

─Nos las dieron a Yuuri a mí como pago por un trabajo. ¡Hasta hay fruta confitada! Sé que es tu favorita, ¿quieres?

El recién llegado pareció debatirse consigo mismo durante unos instantes, al cabo de los cuales terminó por negar con la cabeza y fue a buscar un libro en la repisa, tras lo cual se marchó sin haber pronunciado palabra alguna.

Phichit suspiró y Yuuri le colocó una mano en el hombro.

─Voy a lograr que Seung Gil me acepte un día, lo juro.

Por el bien de Phichit, Yuuri esperaba que tuviera razón.

***

Yuuri pasó los días siguientes regalando buena parte de sus ganancias a sus compañeros.

─Quería darte esto para agradecerte por la información que me diste. El libro de las Cuatro Estaciones en verdad me está siendo muy útil, aunque tengo algunas dudas...

Otabek recibió una bolsita con galletas y chocolates y le hizo a Yuuri un movimiento de cabeza que significaba tanto un "gracias" como un "¿quieres preguntar algo?"

─El libro menciona de manera muy enfática que las estaciones también puede ser criaturas. Esos seres no tienen cartas como nosotros, ¿entonces como saber si uno de ellos es una encarnación?

─Las criaturas no tienen cartas, pero tienen sus propias reglas que guían sus destinos ─respondió el príncipe, y abrió la bolsa y se entretuvo en examinar un chocolate con forma de flor.

─Como que el hierro limita a las hadas, que las criaturas originarias del mar se convierten en arena si tocan tierra firme y las terrestres en espuma si pisan el agua de mar, ¿cierto?

─Sí. Ellas tienen sus propios rituales y pruebas para reconocer a aquellos de entre los suyos que desempeñarán roles importantes─le dio una pequeña mordida al chocolate y lo saboreó con lentitud─Por lo general suele ser una búsqueda para localizar algunas de las reliquias.

Yuuri asintió y frunció el ceño y escarbó en su mente sin que le arrojara algún resultado. Estaba seguro que había oído esa palabra antes...

─Las reliquias son tesoros especiales. En el caso de las estaciones poseen una parte de su poder y son su sello característico─informó Otabek, intuyendo que desconocía a qué se refería─Para que la encarnación de una estación pueda proclamarse como tal, debe reunir todas las reliquias que le corresponden y sentarse en su trono, ubicado justo en el centro de sus dominios.

─Tu de verdad eres un experto─se admiró Yuuri.

─Es algo importante para mi familia.

Yuuri abrió la boca tan sólo para volver a cerrarla sin atreverse a hacer ningún comentario. Junto a Yuuko, creció escuchando numerosas historias sobre los Altin y su reino en llamas y si bien sabía que algunos aspectos debieron ser exagerados, dudaba que existiera el suficiente grado de confianza con el príncipe para indagar sobre cuales eran reales y cuales ficción en la tragedia de su familia. Otabek se había portado demasiado bien con él y lo que menos quería era ofenderlo, por lo que optó por guardar silencio. Divisó por casualidad a un cierto maestro de ojos azules que era muy difícil hallar solo y de inmediato quiso alcanzarlo.

─ ¿Podría buscarte luego si tengo más dudas?

Altin asintió y alzó un pulgar. Yuuri le sonrió para despedirse y echó a correr.

─ ¡Profesor Nikiforov!

El aludido alzó la vista y al ver a Yuuri Katsuki, automáticamente esbozó una sonrisa.

─ ¡Yuuri! ¿Qué te dije la otra vez? ¡No me digas "profesor"! Me haces sentir como un anciano.

─¿Debo suponer que cada vez que alguien lo hace, te sale una cana y por eso tienes el cabello de ese color?

Viktor retrocedió y se llevó una mano al pecho, simulando estar herido. Yuuri reprimió una risita.

─Fue una broma, si estás dispuesto a perdonarme, te daré algo a cambio...

─¿Qué, qué? ─Viktor se olvidó de su pena para mostrarse tan emocionado como un niño de cinco años a punto de recibir un regalo. Yuuri le entregó la bolsa y su rostro se iluminó─¡Bizcochos de fresa! Son mis favoritos, ¿cómo lo supiste?

─Ehm... adiviné.

De ninguna manera mencionaría que la información fue gentilmente proporcionada por Phichit y que lo había golpeado con una almohada porque insinuó nuevamente que estaba enamorado del profesor. El recuerdo lo hizo sonrojarse, por suerte Viktor estaba demasiado distraído saboreando uno de los bizcochos y Yuuri decidió aprovechar para huir antes que notara el intenso rubor en sus mejillas y lo malinterpretara.

─Bueno, yo... me tengo que ir.

─¿Tan pronto? Ahora mismo no tengo nada que hacer. Si estás libre podríamos conversar un rato.

Yuuri se mordió el labio inferior, considerando muy seriamente la oferta. Sin embargo, al final suspiró y negó con la cabeza.

─Me gustaría, pero tengo trabajo que hacer. Estuve cumpliendo demasiadas peticiones del muro y eso me ha retrasado con mis tareas de la escuela.

─Oh, claro, eso...─asintió Viktor─Cuando yo era estudiante, me pasaba lo mismo. Me ocupaba con misiones por días y olvidaba mis tareas de la Academia. Yakov se enfadaba mucho conmigo. ¿Pero cómo iba a poder concentrarme sabiendo que había un pobre gatito atrapado en un árbol y un niño llorando, deseoso de recuperarlo? ¿O que una ancianita extravió el anillo de bodas de su esposo en su sótano y quería encontrarlo a toda costa? Me parecía más importante que escribir ensayos y reportes. Aunque... supongo que como tu maestro no tendría que decírtelo.

─Descuida, no le diré a nadie que apruebas la irresponsabilidad.

─¡Me ofendes, Yuuri! Aunque como pago por los bizcochos te daré un consejo...─hizo un ademán para que se acercara y tomó aire─Muchos creen que la manera más rápida de sobresalir y ganar acceso a las misiones importantes, es cumpliendo con los pedidos que tienen mejor paga o que hace la gente de alto rango, pero se equivocan. El ayudar aún con las cosas más insignificantes, hará que se corra la voz sobre lo eficiente que eres, con lo que ganarás reconocimiento y serás convocado para más trabajos. Si mantienes el ritmo, te garantizo que Lilia y otros lo notarán.

─¿Fue lo que pasó con Yuri Plisetsky?

El comentario desconcertó a Viktor y Yuuri se arrepintió de haberlo soltado sin más.

─Lo lamento, oí de él y... me resultó curioso que tuviéramos el mismo nombre. Especialmente porque parece ser un joven muy maduro y serio que...

Viktor dejó escapar una estrepitosa carcajada. Fue el turno de Yuuri para mostrarse confundido.

─¡No, no! Está bien, en serio─hizo una pausa para limpiarse una lágrima─Se nota que no lo conoces. Me encantará presentártelo cuando regrese de su misión.

─¿De... de verdad? ─inquirió sin podérselo creer. Por alguna razón supuso que Viktor se opondría a que se vieran.

─Sí. Te prometo que apenas regrese, los presentaré. Y te recomiendo que uses un casco cuando lo conozcas.

─¿Y eso por qué?

─Por nada en especial.

Yuuri ladeó la cabeza en un gesto de confusión, aunque al final decidió dejarlo hasta ahí y se despidió de Viktor agitando la mano. El de ojos azules sonrió sin poder evitarlo.

Viktor estaba más que acostumbrado a recibir obsequios de sus alumnos, pero la mayoría de las veces estos conllevaban una doble intención. Ya fuera impresionarlo o cautivarlo, persuadirlo para mejorar las calificaciones de quienes se los daban o convencerlo de interceder con otros profesores en favor de sus pupilos. Sin embargo en el caso de Yuuri, tenía muy en claro que se trataba de un regalo sincero. Y es que se trataba del mismo muchacho que irrumpiera en una casa en llamas para salvar a una chica a la que apenas conocía.

Con esa idea en mente y el corazón lleno de alegría, se dispuso a seguir el ejemplo de Yuuri y terminar el trabajo pendiente en su oficina.

─¡Vitya!

El sentimiento de paz le duró hasta que se percató de que lo estaban esperando justo afuera de su despacho.

─¡Alto ahí y ni se te ocurra escapar! ─bramó Yakov, frenándolo al instante.

─Si es por el próximo entrenamiento de supervivencia, estoy de acuerdo con todos los puntos de tu programa─se apresuró a decir con su tono más seguro. Quizás así su antiguo profesor creería que ya había leído el reporte, que continuaba guardado en un cajón de su escritorio.

─¡No tienes vergüenza! ─para su mala suerte, Yakov estaba demasiado familiarizado con su actuar─¡Debiste enviar tu contrapropuesta hace una semana!

─Silencio los dos─intervino Lilia─No estamos aquí para discutir eso.

Ese simple comentario bastó para que Viktor entreviera que el asunto que querían tratar con él no tenía nada que ver con entrenamientos. Y podía adivinar qué sería.

─Yuri debió regresar hace dos semanas─comenzó Lilia, sin ganas de andar con rodeos.

─No me digas que estás preocupada por él.

─¡Claro que lo estoy! ─le espetó ella─Como directora, me preocupan todos y cada uno de mis estudiantes y Yuri no es la excepción.

─Sabes a lo que me refiero. Si lo hubieran secuestrado, ya habrían enviado una nota de rescate. Eso si no se libera o lo sueltan antes por lo difícil que es lidiar con él.

─Esto es serio, Vitya─insistió Yakov y para dar más énfasis, lo señaló con su dedo índice─Yuri es tu responsabilidad. Después de todo, fuiste tú quien lo trajo aquí.

─Sí, y no sabes cuánto me arrepiento...

─¡Vitya!

─Bueno, Yuri fue a una misión de localización. Las posibilidades son que esté extraviado o herido, que lo dudo. Seguro decidió ahorrarles el trabajo y quiso recuperar la reliquia por su cuenta.

─Ese es el problema─intervino Lilia─Tendría que habernos enviado un mensaje confirmando o rechazando si la reliquia era verdadera para enviar un grupo de recuperación que lo apoye.

─A Yuri no le gusta recibir ayuda. Si estuviera en problemas yo lo sabría.

Ese último argumento pareció tranquilizar a Lilia, más no a su marido. Yakov continuaba viendo a Viktor con el ceño fruncido y cruzado de brazos.

─Ustedes dos son iguales. Imprudentes, insensatos y jamás miden las consecuencias de sus actos.

─Por eso todos dicen que es mi hermanito, ¿no has escuchado los rumores?

Yakov rodó los ojos y se marchó hecho una furia. Lilia lo siguió, aunque se detuvo a último minuto.

─Nos avisarás si llegas a tener noticias suyas, ¿cierto?

A pesar de que fue hecha como una petición, Viktor la conocía lo suficiente como saber que en realidad era una orden. Asintió con solemnidad y la mujer se retiró. Viktor aguardó a perderlos de su rango de visión para entrar a su oficina y cerrar la puerta con llave. Además, cuidó de que las ventanas estuvieran cerradas y con las cortinas corridas. Seguro de que nadie lo observaba, extendió la mano derecha al frente, con la palma abierta y se concentró...

Los primeros intentos resultaron infructuosos, y no fue sino hasta el cuarto que ondas azules se materializaron, y poco a poco fueron cristalizándose hasta formar un prisma de hielo que giraba sobre su eje lentamente. Bajo otras circunstancias habría festejado por lograr tan rápido algo que siempre le costó trabajo, sin embargo, tenía otros asuntos más urgentes que atender.

─Yuri, ¿dónde estás?

Nadie le contestó. Viktor gruñó por lo bajo y golpeó el prisma con el dedo índice de su mano libre.

─¡Llamando a Yuri desde Hystoria! ¿Por qué no respondes?

─Porque no se me da la gana.

El de ojos azules se debatió entre celebrar que había acertado, puesto que una respuesta así denotaba a todas luces que Yuri estaba perfectamente; o enfadarse porque no se reportara antes.

─¿Se puede saber qué estás haciendo? Yakov y Lilia vinieron histéricos a preguntarme por ti.

─Cumpliendo lo que me encargaron.

─Ajá, y como eres tan noble y responsable apuesto a que quisiste hacer más de lo que te correspondía, ¿o me equivoco?

Silencio. Viktor procedió a darle otros golpecitos al prisma ya que no estaba de humor para esperar y su táctica tuvo el efecto deseado.

─¿Quieres, maldita sea, dejar de hacer eso? Me produce escalofríos, es muy molesto.

─El que debería estar molesto soy yo─le señaló Viktor, alzando ligeramente la voz, y el prisma se fragmentó de una de sus caras─ ¿Crees que me gusta recurrir a esto para comunicarme contigo? ¿Qué tal si alguien me descubre?

─Pues entonces ten cuidado y déjame en paz. Sé lo que hago y puedo cuidarme solo.

Viktor rodó los ojos. En el fondo, reconocía que Yuri tenía razón. A pesar de ser tan joven, era un diestro combatiente, superando por mucho a alumnos mayores. Aunque no dejaba de ser un adolescente que se creía invencible y que no temía correr riesgos, con todo lo negativo que eso implicaba.

─Mierda.

No fue la palabrota lo que alertó a Viktor, sino el tono en que fue dicha. De inmediato se inclinó sobre el prisma, como si de esa forma pudiera ver lo que sucedía, si bien estaba al tanto que era imposible.

─¿Yuri? ¿Yuri? ¿Qué ocurre? ¡Responde!

─¡Me descubrieron! Deja de hablar...─una pausa─ Me distra... ¡Maldición!

─¡Dime dónde estás! ─un trozo de cristal se desprendió del prisma─Le diré a Celestino que me envíe ahí ahora mismo.

Yuri no contestó. Viktor se paseó inquieto por su oficina escuchando los gritos y las maldiciones que el más joven soltaba. Era obvio que estaba peleando, contra quien o quienes, no tenía ni idea. El prisma se fragmentaba cada vez más y Viktor se obligó a detenerse y a inhalar y exhalar hondo varias veces para conservar su estabilidad mental. No podía perder su única conexión con Yuri en un momento tan crítico, sobre todo porque desconocía si sería capaz de efectuar otra conjuración exitosa. En verdad detestaba quedarse sin hacer nada.

─Oi, anciano. ¿Sigues ahí?

Viktor casi deja caer el prisma de la impresión. Ignoraba cuanto tiempo había transcurrido, pero desde su puno de vista llevaba horas preocupándose.

─¿A quién le dices anciano? ─se ofendió, disimulando un suspiro de alivio lo mejor posible─Más importante, ¿estás bien? ¿Qué pasó?

Me atraparon infiltrándome. Eran mercenarios sin cerebro. Dudo que alguno supiera la manera correcta de empuñar una espada.

─¿Y por qué te costó tanto derrotarlos?

─¡No me costó! Sólo eran muchos, ¿bien? Al parecer quien tiene la reliquia prefiere la cantidad sobre la calidad. Si el resto de su sistema de seguridad es así de malo, no tardaré nada en recuperarla.

─Te estás exponiendo demasiado.

Y tú te estás volviendo aburrido como un anciano.

Irritado, Viktor cerró el puño y al instante se arrepintió. El prisma terminó por destruirse, convirtiéndose en pequeños trozos de hielo que se derritieron y evaporaron en segundos. El de ojos azules gruñó y maldijo por lo bajo. ¿Qué le costaba a Yuri ser paciente y esperar por una vez en su vida?

Viktor prácticamente se dejó caer en su silla, apoyó los brazos en su escritorio y ocultó el rostro. Aquello había resultado desgastante, aunque al menos tenía la certeza de que su joven protegido se encontraba bien, lo que tranquilizaría a Lilia y Yakov momentáneamente. Sin poder evitarlo, reflexionó en lo curioso que resultaba que conociera a dos chicos con el mismo nombre y personalidades tan diferentes. ¿Qué pasaría cuando ellos se encontraran?

─Esperar para ver...─se dijo a sí mismo, tras lo cual, finalmente se dignó a sacar el reporte de Yakov para leerlo, no fuera que se apareciera por ahí a revisar si había terminado su trabajo.

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NOTAS FINALES:

Y al fin tenemos la entrada de Yuri... o algo así. Probablemente no era lo que esperaban, pero les aseguro que lo veremos muy pronto. ¿Qué creen que pase cuando Yuuri y él se encuentren?

Entre otras noticias, Unwritten ha sido nominado junto mi otro fanfic, Oceanborn, en el Gran Fanfic Final en la categoría de Mejor universo alterno. Todavía no me lo puedo creer!!! Muchísimas gracias a quienes se tomaron la molestia de enviar sus nominaciones, de verdad lo aprecio muchísimo como no tienen una idea. Se viene la fase de votaciones, así que espero seguir contando con su apoyo. Independientemente de cuál sea el resultado, el ser nominada representa para mí un logro muy grande, así que de nuevo muchas gracias.

Volviendo con la historia, dejen sus teorías aquí:

a) De la relación entre Viktor y Yuri.

b) De Phichit. Ya que tenemos más información suya, ¿eso cambia o mantiene alguna teoría que ya habían pensado?

c) De cuando Yuuri y Yuri se conozcan.

Si leyeron hasta aquí, muchas gracias!!!!

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