4.- El chico del lago

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Yuuri revisó el mapa por enésima vez, verificando que seguía el sendero correcto como bien comprobó hacía apenas cinco minutos.

En realidad, su nerviosismo estaba bien justificado en ésta ocasión. Se trataba del primer viaje que hacía fuera de casa por su cuenta, el cual además conllevaba una tremenda importancia. Menos mal, Toshiya conocía bien a su hijo y queriendo aliviar los temores que suponía podría tener, tomó las debidas precauciones y cuidó de anotar en el mapa el camino más directo y seguro hacia Petersburg, la ciudad en la que se localizaba la Academia Hystoria.

Yuuri trazó el sendero marcado con su dedo, imaginándose el tiempo que demoraría en llegar hasta su meta, identificando pueblos en los que podría parar a descasar y pasar la noche, y contabilizando tanto su dinero como sus alimentos para que no fueran a terminársele antes de tiempo.

Gracias a los arreglos hechos por Toshiya, viajar con la caravana de comerciantes le ahorró exactamente tres días, sin embargo eventualmente éstos tuvieron que seguir por su propio camino, dejando a Yuuri solo luego de despedirse y desearle un buen viaje.

─ El resto depende de mí ─ se dijo para darse ánimos.

Y como tantas veces le ocurriera, su mente se encargó de sabotearlo al hacerle recordar los cuentos de terror que Takeshi le contaba cuando eran pequeños, en los que habían bandas de ladrones y otros criminales, o criaturas malvadas listas para atacar a los insospechados viajeros y despojarlos de todo en el caso de los primeros, o arrastrarlos a sus guaridas para cenárselos en el caso de los segundos. O bien, que de hecho todo hubiera sido un malentendido y en realidad no fuera aceptado en Hystoria, o que si lo recibieran pero no como estudiante sino para tenerlo como sujeto de estudio por el fenómeno que era.

─ ¡No!─exclamó, llevándose una mano al pecho, donde la pintura de su madre decoraba su carta en blanco─, voy a estar bien, tengo la invitación y Minako me aseguró que la directora es amiga suya. Si Minako confía en ella, yo también. Todo va a estar bien...

Como requería de un apoyo extra, sacó de su bolsillo el amuleto que le obsequiara Yuuko y observó el pequeño trébol blanco de madera con atención y una sonrisa asomó en sus labios. Después, llevó su mano hacia su cinturón, tanteando la daga que Mari le dio para recordarse una vez más que aún si iba por su cuenta, no necesariamente estaba solo.

Inhaló y exhaló hondo varias veces, ya bastante más tranquilo y con su corazón retomando su ritmo normal. Le quedaban otros tres días de viaje a pie, quizás dos si dejaba de perder el tiempo y sumirse en sus inseguridades como siempre solía hacerlo.

Tras armarse de valor, se dispuso a dar un paso al frente en el mismo instante en que un ave se posó en un árbol cercano y emitió un agudo graznido que lo sobresaltó y le hizo pegar un grito, para después echar a correr a toda prisa.

Al menos eso lo ayudó a avanzar más rápido.

***

Yuuri optó por tomarse un breve receso a orillas de un lago y así beber un poco de agua y llenar su cantimplora, aprovechando también para mojarse las manos y lavarse el rostro. Se trataba de un día bastante caluroso, por lo que el agua fresca le produjo un inmenso alivio.

Puesto que aún era temprano, sopesó el disponer de algo de tiempo para darse un chapuzón y hasta para tomar una corta siesta.

Una vez más, se sumergió en la añoranza, recordando que en Hasetsu había un lago similar. En las temporadas cálidas, las mujeres acudían ahí para llevar agua a sus hogares o bien para lavar; mientras que los hombres pescaban y los niños nadaban o jugaban a sus orillas. En invierno se congelaba por completo y aunque era el sitio ideal para patinar, debido a las tormentas y las fuertes nevadas pocos se atrevían a hacerlo; especialmente luego de un incidente hacía algunos años, en que el hielo de la superficie se fragmentó y dos personas casi mueren. Una de ellas, fue el propio Yuuri. Desde entonces, sus padres le prohibieron acercarse al lago en invierno, pero al ver lo mucho que su hijo adoraba danzar en el hielo, terminaron por ceder y hasta compraron un par de patines nuevos para reponer los que perdió luego de aquel desafortunado suceso.

"En verdad, creo que fui un niño bastante mimado..." se planteó, sintiéndose un poco avergonzado de pronto.

Las aguas del lago se encuentraban en relativa calma, por lo que le fue fácil notar que algo yacía en su interior. Yuuri guardó silencio y a la curiosidad inicial le sobrevino el asombro. Se trataba de una persona, o al menos eso parecía, aunque al observarlo más detalladamente, tuvo que reconsiderarlo. Su piel era muy pálida y poseía un largo cabello plateado. Puesto que le daba la espalda, no pudo verle el rostro, aunque a juzgar por su silueta, debía ser una gran belleza.

"Podría ser una chica..."

No bien lo pensó, sus mejillas se pintaron de rojo y se quedó paralizado, sintiéndose como el peor de los criminales al estar violando la privacidad de una inocente jovencita.

Sin darse cuenta, emitió un sonido que puso a la chica en alerta. Ella giró el rostro levemente y Yuuri comprobó que estaba en lo correcto. Era en verdad preciosa. Sus facciones eran delicadas y suaves y sus ojos azules, mucho más puros que el agua del lago. Era imposible tanta perfección en una persona, seguramente debía tratarse de una sirena, o un hada.

Yuuri permaneció absorto, en tanto que ella reaccionó no con alarma o miedo, sino con alegría. Contrario a lo que se cabría pensar, en lugar de alejarse, se apresuró a nadar hasta Yuuri, eso sí, cuidando de quedar bien cubierta del cuello hacia abajo, y Yuuri atinó a regresar a la realidad hasta que la tuvo frente a él, dedicándole una sonrisa. El sorprendido chico únicamente consiguió soltar una corta exclamación y trató de retroceder, no deseando agraviarla más de lo que ya hizo, con tal mala suerte que se dio de lleno contra el tronco de un árbol, golpeándose la cabeza.

"Ahora va a pesar que además de fisgón, soy patético y torpe" se lamentó sobándose el golpe, notando que ella se cubrió la boca con la mano para disimular su risa. Al menos no estaba enojada ni le reclamó... aún "Me disculparé, le diré que no pretendía espiarla y le preguntaré si necesita ayuda" decidió, tosiendo para aclararse la garganta en un intento por salvar la poca dignidad que le quedaba.

─ ¿Eres un hada?

Adiós dignidad.

Ella dejó de reír y ladeó la cabeza, en un genuino gesto de confusión. El sonrojo de Yuuri se intensificó como mínimo otros tres tonos.

─ ¡Ah, no! ¡No quise decir eso! ─ rectificó apurado─, e─es decir... eres muy linda... ─se pateó mentalmente─. Disculpa, ¡no quise faltarte al respeto!

Una carcajada limpia lo interrumpió. Su risa también era pura y clara, como campanas de cristal, y una vez que la escuchó bien y pudo salir de su enamoramiento inicial... notó que también era masculina.

─Me han llamado muchas cosas, pero nunca un hada ─repuso divertida la chica, que en realidad resultó ser chico, desde el agua─. Supongo que es cierto lo que dicen, siempre hay una primera vez para todo. Aunque el que me confundan no es ninguna novedad, así que te perdono.

Yuuri parpadeó, desconcertado y perdido. ¿Qué estaba pasando?

─ ¿Ya no vas a decir nada? ¿Te comió la lengua el gato?─bromea el desconocido─. ¿O estás decepcionado de que no soy la linda chica que creías?

─ Ah... no, yo...─sacudió la cabeza─. ¡Es decir, sí! ¡No! –balbuceó y el otro volvió a reír─. ¿Por qué estás en el agua?─preguntó para cambiar el tema y no avergonzarse más.

─Bueno, es que me pasó algo terrible─ se acercó más a la orilla y a pesar de la poca profundidad, el joven de cabellos plateado se negó a salir─, ahí estaba yo, montando en mi caballo sin hacerle daño a nadie... cuando unos gritos pidiendo ayuda me alertaron. Así que, como el caballero que soy acudí a prestar mi ayuda... tan sólo para descubrir que se trataba de una trampa. Un grupo de maleantes me asaltó y me robaron todo lo que tenía, excepto mi vida.

Yuuri asintió, comprensivo. Ese justamente era uno de los mayores temores que viajar solo le producía y de inmediato experimentó una ola de empatía por el desafortunado joven.

─Pero... no explica porqué estás en el lago.

─Esa es la siguiente parte de la historia. A pesar de lo ocurrido, me dispuse a continuar con mi camino de todas formas...─ Yuuri arqueó una ceja, no seguro si considerarlo valiente... o imprudente─, cuando me crucé con un grupo de chicas que venían hacia acá y por supuesto que no haría nada por mancillar su inocencia ni perturbar la castidad de sus ojos, así que...

─ ¿Te metiste al lago?

─ Salté hacia el lago ─lo corrigió, haciendo un gesto similar a un puchero para demostrar su inconformidad por ser interrumpido─. Y he estado aquí desde entonces.

─ Pero... si ya no hay nadie ─le hizo notar, revisando a sus alrededores─. ¿Por qué no has salido?

─ ¡Oh, no!─ soltó un exagerado respingo─. ¿Y qué si vuelvo a toparme con otro grupo de doncellas? No podría vivir conmigo mismo si atentara contra su virtud.

Yuuri lo contempló con la boca abierta sin poder explicarse esa línea de razonamiento. Antes, su primera impresión de ella... él, fue que se trataba de una persona tranquila y seria, pero en el poco tiempo que habían conversado, concluyó que era todo lo contrario. Instintivamente, sus ojos bajaron hacia el lado izquierdo del pecho del desconocido, aún medio cubierto por el agua y éste reaccionó cubriéndose con su largo cabello.

─ ¿Acaso no te enseñaron que es de mala educación ver las cartas ajenas sin permiso? ─lo cuestionó en tono petulante, sobresaltándolo.

─ Sí, tienes razón... lo lamento ─se disculpó sinceramente arrepentido, puesto que él tampoco querría que lo espiaran, aunque por otros motivos─. Ahm... ¿necesitas ayuda?

─ ¡Vaya, creí que nunca me lo preguntarías!─gritó emocionado─. A decir verdad, sí. Ya llevo un buen rato aquí dentro y aunque el agua está deliciosa, ya estoy un poco aburrido. ¿Podrías prestarme algo de ropa?

Yuuri vaciló. Por alguna extraña razón, sentía que no debería involucrarse, como si estuviera a punto de saltar de un precipicio en un acto de fe. Aunque por otro lado, sería impropio retractar su oferta. Suspiró resignado.

─Está bien.

***

Yuuri aguardaba pacientemente de espaldas, con los ojos cerrados y un intenso sonrojo decorando su rostro, a que Viktor, el joven del lago, terminara de vestirse.

Cada cierto tiempo, tenía que luchar contra el impulso de girarse y contemplarlo, presa de la curiosidad por descubrir su carta... y porque no, echar un pequeño vistazo a esa perfecta y maravillosa piel blanca que parecía ser tan suave al tacto...

"¡No! Basta, ¡no soy un pervertido!" se recriminó, sacudiendo la cabeza como si eso le ayudara a quitarse la idea tan impura "Él es tan sólo otro chico, justo como yo..."

En realidad, un chico increíblemente atractivo. Si se basaba exclusivamente en su físico, bien podría pasar por un noble, o el hijo de un rey, lo que hizo que Yuuri inevitablemente volviera a cuestionarse sobre la carta que el de cabellos plateados poseía. Como mínimo, debía ser un As o un Uno. Tal vez, incluso un Rey.

"Aunque creo que le iría mejor una Reina..."

─ ¡Listo!

Yuuri se sobresaltó y finalmente pudo abrir los ojos, para encontrarse con Viktor vestido con un sencillo pantalón café y una camisa azul celeste. A pesar del atuendo tan simple, su elegancia no disminuyó en lo absoluto, o hasta aumentó, al ser resaltada por las ropas tan mundanas.

─ ¿No tendrás otra cosa? ─le preguntó, examinándose a sí mismo─. El color de ésta camisa es horrible y no combina para nada con los pantalones...

─Es lo único que hay ─repuso Yuuri, alzando ligeramente la voz sin poderse explicar la causa de su enojo─, si no te gusta, puedes andar desnudo ─concluyó irritado y prefiriendo asumir que su sonrojo era debido a la ira, si bien sabía que era mentira.

─Supongo que tienes razón...─suspiró Viktor, luciendo de pronto muy abatido─. Acabas de ayudarme, no debería ser tan crítico. ¿Me perdonas?

Y la inesperada respuesta tomó a Yuuri completamente desprevenido. Ahora se sentía culpable por enojarse por algo tan trivial como que juzgaran su gusto en la ropa, considerando que Viktor estaba recuperándose de un asalto que por suerte no terminó en algo peor.

─Ah... sí, claro. No pasó nada...─balbuceó apenado por enésima vez en lo que llevaban de conocerse.

─ ¡Qué bueno! ─exclamó Viktor más que complacido, batiendo las palmas─. Me habías dicho que tu nombre es Yuuri, ¿cierto? –el aludido asientió y Viktor rió, divertido.

─ ¿Qué es tan gracioso?

─ Nada, simplemente recordé que conozco a otra persona con el mismo nombre y que ambos son muy diferentes.

"¿Se está burlando de mí?" se planteó, inseguro si tiene un motivo válido para enojarse. Viktor se limitó a dedicarle una radiante sonrisa, ajeno a su inseguridad.

─ Así qué, ¿tú también estabas viajando?

─ Sí, voy hacia Petersburg.

─ ¡Oh, vaya! ¡Qué afortunada coincidencia! –Yuuri sintió un escalofrío─ Yo también voy hacia allá ─informó con alegría, en tanto que Yuuri se debatía si haber empleado la palabra "afortunada" era apropiado─ Nuestro encuentro debe ser obra del destino. O mejor dicho, escrito en nuestras cartas, ¿no lo crees?

Yuuri tragó grueso, intuyendo a dónde va la plática y sin que le agradara en lo más mínimo.

─ Y por eso, creo que lo más conveniente sería que fuéramos juntos.

─ ¡EH! ¡E─espera, espera!─lo interrumpió, negando enérgico y con exagerados ademanes para poner su rechazo de manifiesto─ ¡No puedes decidir eso sólo así!

─ ¿Por qué no? Es lo mejor que podemos hacer. Vamos a donde mismo, ¿cuál es el problema?

─ ¡Acabamos de conocernos! No sabemos nada el uno del otro.

─ ¿Eso es lo que te preocupa? ─arqueaó una ceja─ Mi nombre es Viktor Nikiforov, tengo veintidós años, soy instructor de esgrima, mi caballo se llama Makkachin, soy soltero y...

─ ¡No me refiero a eso!

─ Si lo que quieres que te diga es mi carta, lo lamento mucho. Ese es un se─cre─to─ finalizó con un dedo sobre sus labios para darle más énfasis─. De ahí en más, puedes preguntarme lo que quieras.

─ ¡Tampoco se trata de eso!

─ ¿Y entonces?

Yuuri vaciló. Aunque si es honesto al decir que le causa desconfianza viajar con un desconocido, su mayor angustia era que acabara por ponerse en evidencia y se descubriera que era una anormalidad, un bicho raro... una carta en blanco.

─ Si temes que trate de propasarme contigo, te prometo que eso no pasará ─garantizó Viktor y Yuuri no supo si sentirse aliviado u ofendido─ Soy un caballero y mi honor es lo más importante. Jamás me atrevería a lastimar a alguien.

"En realidad, no te ves para nada amenazante..."reflexionó Yuuri, lanzándole una larga mirada al joven de largos cabellos, piel blanca y expresión inocente "Más bien, me parece que quien es propenso a ponerse en peligro, eres tú"

Y por esa misma razón, no podía dejarlo marcharse por su cuenta.

─De acuerdo, tú ganas...─accedió desganado y Viktor celebró atrapándolo en un fuerte abrazo que lo dejó paralizado.

─¡Gracias, Yuuri!─le dijo emocionado y en medio de su efusividad, le dio un rápido beso en la mejilla que ocasionó que su mente dejara de funcionar y que el corazón le latiera tan rápido que casi se le sale del pecho─ ¡No te vas a arrepentir!

Yuuri no estaba para nada convencido de eso.

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NOTAS FINALES:

De verdad, tenía muchísimas ganas de escribir éste capítulo XD El encuentro entre Yuuri y Viktor estaba programado para pasar en el pasado pero como me explayé de más, creí que lo mejor sería dedicarle uno exclusivo a ésta parte.

Also, hice un pequeño dibujo con motivo de éste capítulo:

Si leyeron hasta aquí, muchas gracias!!!!

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