8.- Marginado

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Yuuri corría lo más rápido que podía. Su primer día de clases y ya iba tarde.

"No debí desvelarme" se recriminó por haberse quedado despierto hasta tarde escribiendo cartas a su familia en Hasetsu y conversando con Phichit.

Desde que la directora los presentó y lo designó como su guía, Phichit no se le había despegado de encima, tomándose su deber muy en serio, encargándose de mostrarle la Academia entera y dándole valiosos consejos: cuando era recomendable utilizar el comedor de la escuela y cuando era preferible visitar el pueblo, con qué profesores era mejor llevar una relación cordial o de plano evitar, los mejores momentos para revisar el muro en que la gente de la ciudad dejaba sus avisos para obtener los trabajos con las recompensas más grandes y muchas otras cosas más. Además, se ofreció ayudarlo a seleccionar sus materias.

─ Como recién ingresas, te recomendaría empezar con seis o siete, hasta que te adaptes al ritmo de aquí─ le recomendó Phichit.

Al final, Yuuri eligió un total de siete y según su horario, la primera del día era esgrima. Sin embargo, si no se apresuraba llegaría cuando la clase hubiera terminado. Y como solía ocurrir cuando estaba nervioso, su mente contribuyó a empeorar su estado anímico al hacerle ver los peores escenarios posibles, que iban desde un maestro enojado que creía que no se tomaba sus lecciones con la suficiente seriedad y le asignaba una gran cantidad de trabajos extras, hasta ser expulsado de la clase de manera definitiva. ¿Lo peor? no había olvidado que Viktor Nikiforov, quien lo acompañara hasta Hystoria, era instructor en dicha asignatura, así que la perspectiva de volver a encontrarlo como su maestro le emocionaba tanto como le aterraba.

"Aunque si espero verlo, primero tengo que llegar a clases"

Lo que resultaría complicado, porque no tenía idea de dónde estaba. La noche anterior, Phichit le explicó cómo llegar al campo de entrenamiento, si bien en medio de su carrera frenética acabó por olvidarlo.

Deseando ubicarse, regresó sobre sus pasos, percatándose de que se encontraba en un magnífico jardín repleto de flores diversas y árboles de distintos tipos, arbustos podados emulando la silueta de animales y bancas y otras esculturas de mármol en torno a las cuales se hallaban reunidos algunos grupos pequeños de estudiantes. La escena maravilló a Yuuri, quien continuó retrocediendo, admirado, sobresaltándose al chocar contra algo. Asustado, dejó escapar una exclamación de sorpresa y pegó un salto, tropezando y terminando en el suelo.

"Vaya forma de iniciar mi día como estudiante aquí" se lamentó, tanteando el pasto en busca de sus lentes.

─ ¿Estás bien?

Entrecerró los ojos para divisar a un chico frente a él que le ofrecía su mano para ayudarlo a levantarse.

─ ¡Ah, sí! –gritó, percatándose que de hecho se estrelló contra él y no contra un árbol, como originalmente creyó─. Por favor discúlpame, estaba distraído y no me fije por donde iba.

─ Sí, lo noté ─ repuso el otro en tono serio que sin embargo ocultaba un deje de humor, por lo que Yuuri no supo si se estaba burlando o intentando bromear.

El desconocido le pasó sus lentes y Yuuri musitó un tímido pero sincero "gracias", y finalmente pudo observarlo. Se trataba de un joven de cabello obscuro, ojos cafés y semblante severo. Vestía el característico uniforme de la Academia, por lo que debía tratarse de un alumno más, aunque había algo distinto en él, como si estuviera rodeado por un aura de solemnidad.

─ Eres nuevo aquí─ dijo el otro no preguntando, sino aseverando y Yuuri se encogió sobre sí mismo, avergonzado.

─ ¿Soy tan obvio? ─ inquirió, suspirando resignado, y el otro simplemente se mantuvo en silencio, como evaluándolo.

─ Un poco. ¿Necesitas ayuda?

─ En realidad... sí. No pretendo molestarte, pero... si pudieras decirme cómo llegar al campo de entrenamiento principal...

El joven asintió sin pronunciar palabra y le indicó con un ademán que lo siguiera. Yuuri obedeció dócilmente, inseguro de si debería volver a disculparse por tropezar con su guía, tratar de iniciar alguna conversación con él, o mejor quedarse callado; decantándose por la última opción. Por ir sumido en sus pensamientos y dudas, falló en darse cuenta que otros de los alumnos cuchicheaban señalando a su guía, o hasta evitaban mirarlo. Pronto descubriría la razón.

Eventualmente, se detuvieron tras recorrer un tramo considerable hasta llegar a una zona abierta. Una cerca de madera y una serie de gradas delimitaban el área de prácticas y Yuuri sintió que un enorme peso se retiraba de sus hombros.

─ De verdad, muchas gracias─ expresó con sinceridad, dedicándole una sonrisa al otro, quien tan sólo le respondió con un movimiento de cabeza y alzando un pulgar─. Por cierto, soy Yuuri Katsuki. ¿Podrías decirme tu nombre?

El otro vaciló, pero al fin decidió presentarse luego de una pausa considerable.

─Otabek Altin.

***

Yuuri apenas y podía creerlo, ¡acaba de conocer al príncipe de la Tierra de los Viajeros del Fuego!

"Tengo que escribirle a Yuuko, apuesto a que se emocionará cuando le cuente".

Cuando Yuuri era pequeño y la visitaba, la madre de su amiga gustaba de contarles historias, siendo una de éstas la de la familia Altin. Ambos niños escuchaban con atención sobre su trágico destino, con su tierra consumida en un mar de llamas imposible de apagar luego de que un antepasado asesinara a sus dos hermanos para no compartir el trono, antes de que consiguieran liberar al reino. Desde entonces, los Altin esperaban a que alguien con la carta necesaria apareciera para finalizar la historia y mientras tanto, estaban condenados a ver a numerosos integrantes de la familia real caer víctimas de El Llamado, que los obligaba a luchar por extinguir el incendio y fallar, muriendo en el proceso.

"Me pregunto si él tendrá una carta rota..." se planteó Yuuri, recordando a Otabek y experimentando una súbita punzada de tristeza, "quizás por eso se veía tan serio..."

─ ¡Katsuki!

El aludido se sobresaltó, sujetando con más fuerza el mango de su espada mientras su maestro, un hombre mayor tan o más estricto que la directora, caminaba a su alrededor evaluando su postura.

─ Pasé por alto que llegaras tarde por ser tu primer día, pero no toleraré distracciones. ¿Está claro?

─ ¡Sí, profesor Feltsman! Lo siento, señor. Le prometo que no volverá a ocurrir, señor.

El hombre le echó un último vistazo y partió a corregir a los otros estudiantes. Yuuri lo divisó alejarse por el rabillo del ojo sin atreverse a variar su posición, por si regresaba.

Para bien o para mal, su profesor no fue Viktor, sino un hombre llamado Yakov Feltsman, esposo de la directora. Si debía sentirse aliviado o decepcionado, no estaba seguro. Por un lado, admitía que había esperado encontrarse con Viktor desde que su reunión con la directora concluyó, lo que no pasó. Luego, imaginó que si tomaba esgrima, lo tendría como su instructor y podría verlo de nuevo... lo que no tenía sentido. Únicamente convivieron durante algunos días, lo que no era el tiempo suficiente para convertirse en amigos, mucho menos para forjar otro tipo de relación. En realidad, visto de otra forma, también podía interpretarse como que Viktor sólo requirió de esos pocos días para quedarse bien tatuado en la mente y, porque no, en el corazón de Yuuri.

"Es mejor así. Después de todo, aquí somos maestro y estudiante" quiso mentalizarse, optando por el enfoque lógico de la situación. "Lo que ocurrió antes no importa, y de cualquier forma..."

Apesadumbrado, se llevó una mano al pecho, a su carta en blanco. En verdad, lo más conveniente era cortar el contacto por completo, antes de que se hiciera ilusiones y se expusiera a resultar herido o peor, lastimara a otros.

El resto de la clase trascurrió sin ninguna eventualidad. Salvo porque Yakov tuvo que regañar a un par de chicos que decidieron iniciar un improvisado duelo y que otro accidentalmente le cortó un mechón de cabello a una chica, no sucedió nada relevante. Yuuri se limitó a acatar las órdenes del profesor Feltsman, seguro de que pasó desapercibido. El hombre apenas se molestó en hacerle alguno que otro comentario, un enorme contraste con el resto de los alumnos, a quienes acribillaba con críticas mordaces.

─ Es todo por hoy─ concluyó Feltsman, y varios de los jóvenes soltaros suspiros de alivio perfectamente audibles, ganándose una mirada severa del profesor─. Dejen sus armas en los estantes, está prohibido sacarlas del campo de entrenamiento, pero espero que vengan a practicar en su tiempo libre. Me tomo mi deber como maestro muy en serio y quiero la misma dedicación de mis alumnos ─ al decir la última frase, centró su atención en Yuuri, quien sintió un escalofrío─. Pueden retirarse. Excepto tú, Katsuki.

El aludido se paralizó a medio camino de acomodar su espada. Un grupo de chicos se precipitaron a huir, temerosos de que el profesor los llamara también, en tanto que otros se detuvieron a dedicarle unas cuantas palabras de aliento y una chica hasta le dio un par de palmaditas en el hombro. Resignado, avanzó con la cabeza gacha hasta donde el maestro aguardaba con los brazos cruzados y el ceño fruncido, claramente inconforme.

─ Lo lamento, si fue por llegar tarde hoy, voy a tener más cuidado─ balbuceó, anticipándose a la causa del posible regaño─, o si fue por mi desempeño en la clase voy a esforzarme más.

─Eso no lo dudo─ interrumpió Yakov, indicándole con un ademán que guardara silencio─. Si de verdad eres discípulo de Minako, como Lilia me informó, es lo menos que espero de ti.

─ ¿Usted conoce a Minako? ─ inquirió Yuuri sin ocultar su asombro. El profesor simplemente asintió.

─ Mi mujer también me dijo que ella fue muy insistente al recomendarte, así que podrás imaginarte mi sorpresa de verte justamente en ésta clase.

Abrumado, Yuuri clavó la mirada en el suelo. Más que "sorpresa", al pronunciar esa palabra fue como si Yakov de hecho dijera "decepcionado". Seguro que el profesor Feltsman supuso que sería más hábil, y con sus deficiencias hizo quedar mal a Minako.

"De ninguna manera voy a poder volver a verla a la cara" se lamentó Yuuri, sintiendo que un nudo se formaba en su garganta. "Apuesto a que ellos le avisarán y Minako se arrepentirá de haber desperdiciado tanto tiempo entrenándome, y..."

─ Comprendo que tu intención fue repasar los puntos básicos, pero creo que eso es algo que eres perfectamente capaz de estudiar por tu cuenta. No hacía falta que recurrieras a una clase de principiantes. Pudiste haberme avisado a mí o a Lilia, para que te colocáramos en uno de los niveles superiores.

La corriente de pensamientos negativos de Yuuri se detuvo de golpe. ¿Había escuchado bien?

─ Honestamente, aprovecharías mejor las lecciones avanzadas─ prosiguió Yakov─, a no ser que temas afrontar el reto.

─ ¡N-no! Yo no... es decir... ─ balbuceó Yuuri, capaz de organizar sus ideas─. Me queda mucho por aprender, y recién llegando a Hystoria no me pareció prudente hacer una solicitud así. No quería... quiero verme arrogante.

─ No menosprecies tus habilidades ni dudes de las enseñanzas de tu maestra─ intervino el hombre, alzando la voz, ocasionando que Yuuri se tensara─. Lilia y yo conocemos bien a Minako, y me imagino que tu también. ¿De verdad crees que es el tipo de persona que recomendaría a cualquiera?

Yuuri lo reflexionó y descubrió que Feltsman estaba en lo cierto. La lista de estudiantes de Minako en Hasetsu era muy selecta, con pocos soportando el arduo ritmo de sus entrenamientos, pese a lo cual en el fondo Yuuri asumió que si lo aceptaba, era más por ser amiga de la familia que por que fuera bueno con la espada. Recordó que hacía algunos años, un príncipe visitó su pequeño pueblo esperando convencer a la elusiva mujer de que accediera a ser su maestra, y luego de una corta demostración por parte del joven, Minako rechazó la propuesta tajantemente.

"Ocurrió durante un invierno" rememoró, visualizando la escena en su mente. "Yo estaba ahí, y él era muy hábil. Aún así, Minako lo rechazó porque según ella no tenía nada que enseñarle, aunque nunca supe a qué se refería" contempló las palmas de sus manos, todavía incrédulo. "¿En serio soy más digno que el hijo de un rey?".

Él, originario de un pequeño pueblo, hijo de posaderos... con una carta en blanco, ¿podía sobresalir a pesar de todo?

─ Solicitaré tu cambio a las clases avanzadas─ asintió Yakov, más para sí mismo que para el ─. A partir de mañana, te reportarás con el profesor Nikiforov.

Y nada más oírlo, el corazón de Yuuri aceleró sus latidos y sus mejillas se pintaron de un intenso tono rojo.

***

Las siguientes clases de Yuuri fueron historia y etiqueta. En la primera, no tuvo demasiados problemas para acompasarse a los conocimientos del resto de sus compañeros; en tanto que la segunda era impartida ni más ni menos que por Lilia, la directora.

─ No agaches la cabeza, si haces eso los libros se caerán─ ordenó la directora, señalando la pila sobre la cabeza de Yuuri.

─ ¡Sí señora! Digo... ¡no señora! E-es decir...

─ Sólo camina, sigue la línea recta en el piso hasta el otro extremo de la habitación y regresa por donde mismo─ lo instruyó la mujer, inspeccionando la postura del joven─. Brazos a los costados, cabeza en alto y no tenses los hombros. ¡Ahora!

Yuuri obedeció y en las tres ocasiones que lo intentó, tropezó y cayó. Si bien hizo el ridículo, no fue el único. Muchos otros de sus compañeros tuvieron problemas igualmente, y de hecho, notó que eran pocos quienes cumplían exitosamente con los ejercicios de Lilia, conformando un pequeño grupo que se mantenía apartado del resto, conversando entre ellos ignorando por completo al resto. Con toda probabilidad, debían de tratarse de príncipes, princesas y nobles, contrastando con el resto de alumnos, que a juzgar por su torpeza, eran gente normal.

─ Tienden a llamar mucho la atención, ¿verdad?

Una suave voz femenina lo regresó a la realidad y al principio no respondió, asumiendo que no se referían a él, hasta que se fijó en la hermosa chica que estaba a su lado. Cabello largo y obscuro, piel bronceada, y brillantes ojos violetas... Yuuri no pudo evitar sonrojarse. Al notar que el de lentes la observaba, ella le dedicó una sonrisa.

─ Muchos de ellos llevan haciendo estos ejercicios prácticamente desde que aprendieron a caminar, pero en verdad es más difícil de lo que parece, ¿no crees? Yo, por ejemplo, sigo equivocándome─ prosiguió ella, enfadada─. Tengo la tendencia a caminar deprisa, y "eso es impropio en una señorita" ─ pronunció, imitando lo que Yuuri pensó era el tono de Lilia, permitiéndose esbozar una pequeña sonrisa─. Si quieres la verdad, Madame Baranosvkaya es más estricta que todas mis institutrices combinadas.

La expresión del de lentes se congeló, percatándose de lo que ella había dicho, comprendiendo que no se trataba de una chica común y corriente.

─ Soy Sara Crispino. ¿Recién empiezas a estudiar aquí?

─Sí, llegué hace un par de días. Mi nombre es Yuuri Katsuki.

La chica abrió muy grandes los ojos y se cubrió la boca con las manos, en un gesto de genuino asombro.

─ ¿Tú eres a quien reclutó Viktor? ─preguntó ella, y Yuuri miro nervioso a su alrededor, esperando que no hubiera curiosos pendientes de la plática─. Mi hermano me habló de ti. Aunque... no eres para nada como te describió.

Si lo último era bueno o malo, prefirió no pensar en eso. Sara, sin embargo, lucía bastante emocionada.

─ Y eso también quiere decir que eres el compañero de Phichit y Seung Gil.

─Ah... sí, los tres compartimos habitación─ dijo Yuuri, aún apenado─ ¿Los conoces?

─ Todos en Hystoria conocen a Phichit─ repuso ella con una gran sonrisa, encogiéndose de hombros─. En cuanto a Seung Gil, pues...─ su expresión dejó entrever algo por unos instantes, si bien no tardó en recomponerse─, es un poco serio, pero en el fondo es buena persona. Así que dale una oportunidad, ¿por favor? ─juntó las manos en actitud suplicante y batió sus largas pestañas para completar su acto.

Y justo en el instante que Yuuri se disponía a responder, Madame Baranosvkaya intervino, poniendo fin a la conversación al señalarles que si deseaban charlar, podían usar sus horas libres.

─ Supongo que de momento es todo─ expresó la chica, dedicándole al de lentes una sonrisa apologética─. Estaré feliz de que nos veamos de nuevo fuera de clases. Sólo que mi hermano no se entere ─recomendó en voz baja, dedicándole un guiño a manera de despedida.

Yuuri la contempló alejarse trotando graciosamente, embelesado, pensando que a pesar de todo, para ser su primer día no le estaba yendo tan mal.

***

Las siguientes materias de Yuuri: comercio y teoría de la magia, transcurrieron con total y absoluta normalidad. Optó por comercio, considerando que podría obtener conocimientos útiles para administrar la posada si resultaba que ese era su destino, en tanto que teoría de la magia era tomada por aquellos sin la habilidad de conjurarla pero que igualmente deseaban aprender del tema. Y en esta última, descubrió que Celestino sería su maestro.

─ Diría que me sorprende verte aquí, excepto que no es el caso─ observó divertido el profesor, al término de la clase.

─ Creí que tal vez podría aprender más de... mi situación─ agregó en un susurro, cuidando de revisar que nadie estuviera presente.

Sin mencionar que Yuuko, su querida amiga de Hasetsu, era una hechicera notable y despertó la curiosidad de Yuuri por la magia.

─Admiro tu dedicación─ halagó con sinceridad─ Y refuerzo mi compromiso a ayudarte a descubrir lo que oculta este misterio. Si quieres un consejo...─ Yuuri asintió con determinación y el profesor soltó una carcajada─, cardología es otra de mis asignaturas, te recomendaría que igual prestaras atención ahí, podría serte útil.

Cardología era una materia que combinaba el estudio y el análisis de las cartas con la genealogía. Por lo general, la cursaban quienes aspiraban a convertirse en lectores, es decir, a predecir el destino de una persona por medio de la interpretación de su carta, y Yuuri estaba un poco confundido de que formara parte de los cursos obligatorios en Hystoria.

─ Mis alumnos suelen buscarme para conversar si tienen alguna inquietud, y espero que tú hagas lo mismo─ le dijo Celestino, sonriendo ampliamente─. Ya sea que quieras contarme sobre cómo te va aquí, si llegas a tener un problema, o sobre otras cosas...─ trazó una cruz sobre su pecho de manera discreta y Yuuri comprendió el gesto a la perfección─, siempre estoy disponible.

Yuuri le agradeció y procedió a retirarse. Dispondría de un par de horas libres antes de su siguiente clase, las cuales pensaba utilizar en descansar y comer algo.

─ ¡Yuuri!

Hasta que se topó con Phichit. Su compañero de cuarto se encontraba junto a otros dos chicos. Habían colocado una manta en el césped bajo la sombra de un gran árbol y disponían de algunos alimentos, improvisando un día de campo.

Aunque vaciló, temeroso de entrometerse entre Phichit y sus otros amigos, la insistencia con la que lo llamaba fue tal, que terminó por acercarse.

─El clima está muy agradable, así que optamos por comer afuera─ le explicó, entusiasmado─. ¿Nos acompañas?

─No quisiera molestarlos─ repuso el de lentes, observando atento el generoso surtido de sándwiches, percatándose de lo hambriento que estaba.

─ ¡No te preocupes! Hay más que suficiente─ lo tranquilizó Phichit, ofreciéndole uno de los sandwiches─. Se lo debemos a nuestro querido Guang─ indicó con un movimiento de cabeza a un chico de cabello castaño y expresión inocente─ Cuando quieras una porción extra, pídeselo a él. Es el consentido de la cocinera y nunca le niega nada.

─ ¡No es cierto! ─se defendió el aludido, con el rostro entero pintado de rojo─ Sólo pasó una vez...

─ Una vez cada día─ corrigió el otro chico, para consternación de Guang─. Hasta te ha dejado que tomes un postre de más. La única vez que lo intenté, casi me da en la mano con su cuchara de madera─ fingió un escalofrío para darle más veracidad, fijándose en el recién llegado al concluir la broma─. Así que tu eres Yuuri. Soy Leo de la Iglesia, y él es Guang Hong─ indicó al jovencito a su lado, quien saludó tímidamente agitando la mano.

Aún si era obvio que los otros tres ya tenían una amistad bien establecida, Yuuri descubrió asombrado que le era fácil relacionarse con ellos y supuso que en gran medida se debía a Phichit. El moreno procuraba incluirlo en la conversación y si acaso Yuuri se mostraba incómodo o nervioso, intervenía para aligerar la tensión. Incluso Guang y Leo se mostraban accesibles y amables. Durante la plática, pese a que no hicieron referencia a sus cartas, Yuuri pudo entrever sus posibles destinos. En el caso de Leo, la música parecía jugar un rol predominante, mientras que basándose en las clases de Guang, todo parecía apuntar a que se convertiría en un héroe.

─Es cierto, Guang, serás compañero de Yuuri─ avisó Phichit, tomando otro sandwich─. Él también eligió danza dentro de sus materias.

─ ¡Oh! Entonces, supongo que tu destino es ser un bailarín o un artista─ expresó suspirando─. No sabes qué envidia me das.

─Si te soy honesto, no es tan así─ lo rebatió apenado─. Simplemente bailar es algo que me gusta hacer y me recomendaron que al venir aquí, aprovechara para aprender.

─Ya que lo mencionas, siempre puedo hacerme idea de la carta de otros viendo sus clases, pero contigo no parece haber un patrón─ reflexionó en voz alta Phichit, y Yuuri casi se ahoga con su comida─. Es un poco de todo. Si me fijo exclusivamente en esgrima, tu símbolo son las espadas, pero la danza me dirige a los corazones. Ahora, los diamantes y comercio suelen ir de la mano. Y respecto a teoría de la magia, sé que muchos aventureros no mágicos la cursan para prepararse, así que podríamos relacionarla con los tréboles.

Yuuri requirió emplear todas sus fuerzas para permanecer en su sitio y no salir corriendo, deduciendo que eso se vería más que sospechoso y no haría sino incrementar la curiosidad de Phichit . El moreno era demasiado observador. Si tan sólo lograra cambiar el tema...

─ ¡Ah!

Por suerte, no tuvo que hacer nada. Inesperadamente, Phichit guardó silencio y esbozó una gran sonrisa, contemplando un punto detrás de Yuuri, quien preso de la curiosidad, se giró para averiguar de qué se trataba.

─ ¡Seung Gil! ─ llamó a su compañero, agitando la mano con entusiasmo, un enorme contraste con Leo y Guang, los cuales intercambiaron una mirada repleta de nerviosismo─. ¿Tienes horas libres? ¿Por qué no comes con nosotros?

Yuuri se limitó a guardar silencio, confundido por la reacción de Guang y Leo. Los comprendía en parte, ya que desde su desafortunado primer encuentro con su otro compañero de habitación en su forma animal, casi no pudo hablar con él y seguía sin saber cómo tratarlo; si bien el miedo de los otros dos le resultaba excesivo.

─No, gracias─ respondió cortante el recién llegado, al tanto de la incomodidad generada por su presencia, por lo que siguió con su camino sin mirar atrás. El ánimo de Phichit decayó evidentemente.

─ Vamos, chicos...─ comenzó a decirles a Leo y Guang─, ya se los he repetido miles de veces. Seung Gil no es malo, ¿no pueden darle una oportunidad?

─ ¿Y si cambia de pronto y nos ataca? ─ cuestionó Leo, temeroso.

─ Sólo ocurrió una vez, y ninguno de nosotros había entrado a Hystoria aún.

─ Pero otros que sí lo vieron dan la misma versión ─apostilló Guang, su voz apenas más alta que un susurro ─. Si el profesor Celestino no hubiera estado para contenerlo, Sara Crispino no...

Al reconocer el nombre de la chica de su clase de etiqueta, Yuuri dejó escapar un grito ahogado, interrumpiéndolos sin querer, recordándoles que seguía ahí.

─ Leo, Guang, muchas gracias por compartir esa información─ reprendió enfadado Phichit, pasándole un brazo por los hombros a su amigo más reciente, para confortarlo.

─ Creo que será mejor que nos vayamos─ sugirió Leo y a continuación se levantó junto con Guang, ambos claramente arrepentidos de lo sucedido.

Los chicos murmuraron un rápido aunque genuino "lo siento" a manera de despedida, dejando a Yuuri solo con Phichit, aún tratando de asimilar lo que acababa de oír.

─ Apuesto a que ahora le pedirás a la directora que te cambie de habitación.

─ ¿Qué?─ reaccionó Yuuri, confundido por que el tono de Phichit pasara de denotar enfado a una profunda tristeza─. ¡No! Yo no... ¿por qué haría eso?

Phichit cuidó de echar un rápido vistazo a su alrededor para asegurarse de que nadie más estuviera presente.

─ No quería que te enteraras así, esperaba que pudieras conocer mejor a Seung Gil y formarte tu propia opinión de él sin que interfirieran los rumores, pero ya no importa ─suspiró y sacudió la cabeza, resignado─. La carta de Seung Gil... es una Sota. Y lo que Leo y Guang dijeron también es cierto. ¡Antes de que me digas nada! ─exclamó apresurado al notar la expresión escandalizada de Yuuri─, déjame explicarte, ¿sí?

El de lentes asintió, vacilante. Phichit le dedicó una pequeña sonrisa de gratitud.

─ Seung Gil llegó a Hystoria casi un año antes que yo, así que no estuve presente cuando el incidente ocurrió, pero el profesor Celestino me contó y no es como ellos creen─ aclaró de inmediato, asombrando a Yuuri por su vehemencia al hablar─ A los cambia formas jóvenes se les dificulta controlarlo, por lo que es frecuente que si se ponen nerviosos o se asustan, tomen su apariencia animal sin querer y cuando pasa, su consciencia humana queda relegada.

─Entonces... ¿el ataque no fue a propósito?

─ En lo absoluto. Unos chicos lo sorprendieron y él se transformó─ aclaró Phichit, entreteniéndose en contemplar el sitio por el que Seung Gil había pasado─. Debió sentirse muy asustado y confundido, y sus instintos de lobo le dictaron que escapara. De modo que cuando Sara Crispino se atravesó en su camino, sólo pudo verla como un obstáculo del que tenía que deshacerse.

─ Pude conocer a Sara, estamos juntos en etiqueta─ interrumpió Yuuri, decidiendo que algo dentro de la historia no le cuadraba─. Conversamos un poco de Seung Gil y no me da la impresión de que le guarde algún rencor, más bien todo lo contrario.

─ Sara es siempre tan dulce y amable─ expresó Phichit, complacido─. El problema, es su hermano Michelle. Como Guang hizo el favor de informarte...─ gruñó, frunciendo el ceño e inflando las mejillas y aunque su enfado era genuino su expresión resultaba un tanto cómica─, Celestino logró intervenir a tiempo. Aturdió a Seung Gil y él recuperó su forma humana frente a todos, por lo que lamentablemente su carta quedó en evidencia.

Yuuri sintió un escalofrío y requirió apretar los puños con fuerza para no llevarse las manos al pecho. Por unos instantes, se puso en el lugar de Seung Gil y se imaginó cómo sería si su secreto se revelara; y la perspectiva hizo que su corazón acelerara sus latidos del pánico.

─Aunque fue un accidente, Michelle no lo vio así y se encargó de contarle a la escuela entera que Seung Gil era una Sota y por ende, un villano en potencia que casi mata a su hermana. Hasta intentó hacer que lo expulsaran─ se quejó Phichit, canalizando su enojo en arrancar pequeñas briznas de hierba─. Y me parece muy injusto. Creo que ya es lo bastante difícil preocuparse por el futuro que las cartas señalan, ¿también debemos dejarlas que definan nuestro presente y que releguemos nuestro pasado?

Las palabras de Phichit hicieron eco en Yuuri, admitiendo que estuvo a punto de hacer eso al caer presa de la incertidumbre provocada por su carta en blanco. Por suerte contó con el apoyo de sus seres queridos, que era mucho más de lo que otros disponían.

─ Ya podrás imaginarte el resto. Como suele ocurrir con las Sotas y aquellos con cartas rotas, a Seung Gil lo marginaron, y lo siguen haciendo. Antes de mí, tuvo cinco compañeros de habitación y todos ellos solicitaron mudarse porque aún sí él nunca les hizo nada, igualmente le temían─ sacudió la cabeza, como si le resultara difícil asimilarlo. ¡Y es muy cruel! La carta de alguien no debería ser pretexto para rechazarlo. A la gente se le olvida muy fácil que un villano puede tener cualquier carta y si alguien tiene una carta rota, esa persona tomará la mayor parte de la tragedia. No es como una enfermedad que pueda contagiarse...

Para ese punto, Yuuri contemplaba a Phichit con los ojos y la boca bien abiertos. Cuando lo conoció, creyó que se trataba de un joven alegre y entusiasta que carecía de preocupaciones, pero al oírlo hablar, se vio obligado a reconsiderarlo. Pocos se hubieran expresado de aquellos con destinos menos afortunados de una manera tan apasionada. ¿Qué circunstancias habrían motivado a Phichit para desarrollar una opinión así?

El moreno pareció percatarse de su excesivo entusiasmo y torpemente, recompuso una sonrisa, llevándose una mano a la nunca, avergonzado.

─Lo siento. Siempre tiendo a emocionarme con esa historia─ soltó una risita nerviosa─. Es sólo mi forma de ver las cosas, no tienes porque estar de acuerdo. Y si quieres cambiarte a otro dormitorio, lo entenderé.

─ ¡No, No! ─gritó Yuuri, lleno de determinación─. Estoy de acuerdo contigo, lo que ocurrió con Seung Gil fue una injusticia, y sobre las cartas...─negó con la cabeza, aún con miedo de quedar en evidencia─. La verdad, no sé mucho del tema, pero no deberían influir en nuestro trato a otros.

Ya que sería muy hipócrita de su parte discriminar a Seung Gil por ser una Sota, siendo que él carecía de una carta en especial. Aunque claro, no iba a mencionarlo en voz alta, por más comprensivo que Phichit aparentara ser.

─Así que... ¿te quedarás con nosotros?

Más tardó Yuuri en asentir, que Phichit en lanzarse sobre él y atraparlo en un fuerte abrazo, sobresaltándolo.

─ ¡No sabes qué gusto me da! ─ exclamó, lleno de júbilo─. Desde que te vi, supe que seríamos grandes amigos y esto lo confirma.

─ ¿Eh? Pero...─ dudó, un tanto confundido─. ¿No es muy pronto para eso? Es decir, recién nos conocemos.

Para Yuuri, que siempre tuvo dificultades para hacer amigos, que alguien le ofreciera abiertamente su amistad y sin ponerle ninguna condición, le resultaba sumamente inusual. Phichit no pensaba igual.

─Yo creo que si dos personas están de acuerdo, el tiempo es lo de menos─ repuso, rompiendo el abrazo, si bien cuidó de no perder el contacto visual, para demostrarle que era sincero─. Yo quiero ser tu amigo, ahora que si tú no...

─ ¡Ah, no! Bueno... sí. Yo... lo que quiero decir es... ─balbuceó, sonrojándose y requiriendo hacer una corta pausa para organizar sus ideas─. Sería un gran honor que fueras mi amigo.

Nuevamente, Phichit se le arrojó encima y volvió a abrazarlo. En ésta ocasión, Yuuri logró corresponderle, si bien su mente le hizo reflexionar acerca la tragedia de Seung Gil, y fue más consciente que nunca de que sólo bastaría un paso en falso para quedar expuesto y ganarse el rechazo de la gente. O quizás, algo peor.

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NOTAS FINALES:

¿Son esos los ecos del SeungChuchu acercándose en la lejanía? Quizás. En esta historia todo puede pasar.

Disculpa por la demora. No sé porqué me fue tan difícil escribir este capítulo. Literalmente lo terminé hace dos semanas y desde entonces lo estuve leyendo y editando y borrando y reescribiendo sin que me acabara de convencer. Al final lo único que necesité fue que aplazaran mi exposición de avances de fin se semestre para recuperar las ganas por escribir. Espero no haberlos decepcionado. Otabek tomará más importancia conforme pase la historia y Yuri igual aparecerá eventualmente. Por lo pronto, volveremos a ver a Viktor!!!! Y les prometo una épica revelación también.

Si leyeron hasta aquí, muchas gracias!!!!

P.D: En relación a la imagen, me moría de ganas de dibujar un Otabek estilo príncipe de manga shojo XDDD que técnicamente es algo así dentro de la historia, espero les guste.

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