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Seok Jin había hecho de TaeHyung un auténtico desastre, más de cuatro veces en lo que iba de la tarde, madrugada, TaeHyung estaba aprovechando cada maldito segundo con su Alfa. Seok Jin estaba teniendo sumo cuidado con su pierna herida y también sumo cuidado de no volver  a lastimarlo, pero a TaeHyung le gustaba duro y a él resultaba que también. Justo como ahora, en pleno amanecer tenía al Omega clavado contra la cama con sus piernas en alto y gimiendo descaradamente.

— ¡Mí Alfa, más! —TaeHyung era descarado, ruidoso y eso le encantaba a Seok Jin. Como le encantaba.

—Mmm... —las mandíbula filosa del castaño estaba apretada, sus ojos estaban rojos, aunque él no lo sabía—. Dilo otra vez...

—Mi Alfa  —soltaba sin aliento.

TaeHyung abría sus ojos, los cuales venían muy apretados mientras gemía como... Bueno, Omega en celo, valga la redundancia. Cuando enfocaba al Alfa erguido por encima de él, apretando sus caderas y golpeando duro dentro, justo en ese punto dulce que lo hacía delirar, sus ojos captaban los rojo sangre de Seok Jin.

—Precio-... ¡Jin, más! —antes de poder dar su halago al Alfa, terminaba gimiendo lo mismo que minutos atrás.

"Más duro, Jin"
"Más profundo"
"Házlo otra vez"
"Márcame, Alfa"
"Márcame"

Y cuando veía que Seok Jin no cedería, pedía nuevamente que lo follara duro. Tenía todo tipo de sentimientos en su interior, estos volvían a su lobo muy inestable, estaba enojado porque sabía que el cabeza dura de Seok Jin no lo marcaría y él sabía que lo hacía para cuidarlo, pero él lo deseaba y lo deseaba tan mal que dolía. Luego lo besaba de forma desgarradora, lo mordía y tiraba de su carnoso belfo inferior frustrado, mientras sus brazos y piernas se enroscaban en la anatomía del castaño, quien no dejaba de golpear dentro una y otra y otra vez.

Las últimas embestidas se estaban llevando todas la fuerzas del Alfa, por lo que, apoyaba su peso sobre el del Omega, sudados y juntos, se movía sin dejar de embestirlo con dedicación mientras que TaeHyung clavaba sus uñas en su espalda. La misma estaba sentida de las veces anteriores y sus hombros estaban marcados por todos lados mientras que él intentaba enfocarse para no morder el largo y seductor cuello del que el Omega era dueño. Seok Jin solo chupaba, o lamía suavemente la zona de la unión entre el cuello y el hombro, aquello contrastaba de manera profunda a comparación con la forma dura de golpear dentro del chico.

Un poco más y nuevamente TaeHyung se corría fuertemente entre ambos, gemidos mezclados con algo de sollozos y lágrimas que abandonaban sus ojos. Su aroma inundando las fosas nasales de un Seok Jin que volvía a anudarse con él mientras temblaba visiblemente por los efectos de su fuerte orgasmo. Estaba realmente desgastado cuando se dejaba caer encima de TaeHyung. En seguida sentía los largos dedos de este ir en dirección a las hebras sudadas de su nuca y enredarse en ellos sin apuro.

Sobre el pecho del Omega, subía y bajaba mientras exhalaba todo el aire retenido. Pegaba su nariz a la piel acaramelada del azabache y soltaba sus feromonas que delataban lo mucho que estaba a gusto. Su lobo interior estaba en paz y agotado, su aroma a canela se mezclaba nuevamente con el de TaeHyung, logrando que fuera dulce y cítrico, haciendo que ambos guardarán aquel momento en el cofre de los recuerdos. Aún no era el tiempo de aferrarse demasiado y lo sabían, pero a la vez era inevitable. El tiempo pasaba en completo silencio, cuando Seok Jin sentía la respiración profunda y calmada de TaeHyung, notaba que también había dejado de jugar con su cabello por lo que, sabía que estaba dormido. Con sumo cuidado abandonaba el interior de su Omega, se iba en dirección al baño y tiraba del condón, al verlo notaba que el látex se encontraba roto.

Su cabeza comenzaba a maquinar intentando hacer memoria y estaba muy seguro que estaba intacto cuando se lo coloco e inclusive cuando había salido con sumo cuidado del interior de TaeHyung, por lo que intentaba calmarse cuando notaba sus uñas—o mejor dicho garras—clavadas en su palma. Se deshacía del condón lavaba sus manos y mojaba su rostro para calmarse, de inmediato las garras pasaban a ser sus pulcras uñas. Salía del baño y comenzaba a revisar suavemente el cuerpo de su Tae.

—No estoy dormido y tampoco me hiciste daño —susurraba TaeHyung, con voz ronca.

Seok Jin se sentaba sobre la cama y lo miraba preocupado.

—No me regañes por verificar que estes bien —pedía con dulzura.

TaeHyung se giraba en dirección a él. Tenía la misma pinta de cansado, pero satisfecho. Le regalaba una sonrisa pacífica y acariciaba el muslo del Alfa con total parsimonia y ojos brillosos, la mano de Seok Jin iba en dirección a su mejilla y lo acariciaba con dulzura y devoción, logrando que TaeHyung cerrará sus ojos y suspirara de forma que, Seok Jin lo veía demasiado sensual y dócil.

—Eres tan hermoso —murmuraba el castaño.

— ¿Lo crees? —preguntaba Tae, acercándose a Jin para pedir más de ese tacto.

—Realmente lo creo... Solo puedes mejorar y volverte cada vez más precioso —su dedo índice iba en dirección al lunar que TaeHyung tenía justo en la punta de su nariz—, debes tener muchos pretendientes ¿cierto?.

TaeHyung abría sus ojos divertido y notaba la mandibula tensa del castaño, recién se animaba a preguntar por la vida amorosa del Omega.

—No realmente —respondía sonriente—, solo tengo uno desde mis inicios y coincidimos en junior, pero lo detesto. De hecho, detesto a todos los alfas —admitía.

Seok Jin abría sus ojos—. ¿Por qué?

—Porque no son tú —admitía—. Te quiero a tí, ahora más que nunca. No solo se trata de calmar mi celo, se trata de satisfacer mis ganas de tí... Menos que menos dejaría que alguien me toque ahora.

TaeHyung levantaba su torso de la cama, su cabello amarronado lacio, estaba enmarañado y lo hacía verse adorable e irreal, tan atractivo y hermoso que, lograba arrebatarle el aire a Seok Jin, quien no perdía de vista ninguno de sus movimientos y se encangarba de revisar su espalda, también de paso.

—Ya... —pedía TaeHyung, buscando su rostro—. Estoy bien, lo hicimos varias veces y no volviste a lastimarme en ninguna —murmuraba dulcemente.

Seok Jin suspiraba una vez más y relamía sus labios, seguido de cerca por las orbes celestes del Omega—. ¿Por qué me miras así? —cuestionaba.

TaeHyung sonreía—. Solo me preguntó cuando podremos repetir y quedarnos así, para siempre.

Seok Jin alzaba sus cejas, esbozando una bonita sonrisa—. Nos veremos, vendré en ocasiones, si es que así lo quieres

— ¿Solo si yo lo quiero? ¿Tú no lo querrás? —cuestionaba herido.

Seok Jin enseguida acunaba el rostro ajeno entre sus manos y lo miraba fijamente—. La distancia y el celo no son un problema para mí. Puedo controlarlo, de hecho creo que lo exageran un poco con eso de que no pueden contenerse...

—No eres normal Jin... —replicaba TaeHyung—. Y lo digo de buena manera. Tú tienes este autocontrol envidiable... Eres diferente, por eso puedes sobrellevarlo con facilidad.

Seok Jin hacía un mohín adorable—. No me siento diferente

—Lo eres... Y eso es motivo suficiente para que sepas que yo puedo aguantar. Aguantaré, confío en ti y en el hecho de que tú podrás mantenernos en calma.

Seok Jin miraba hacia otro lado y tronaba su cuello en el proceso—. Sé que no quieres que lo mencioné, pero hablo en serio cuando digo que puedes... Estar con alguien más, no podría permitir que sufras de este modo ¿Qué tal y si no puedo brindarte la calma necesaria a tal distancia?

—No quiero estar con nadie más y no estaré con ningún otro estúpido Alfa —Seok Jin lo miraba y notaba lo obstinado que TaeHyung seguía siendo—. Si tú no puedes, yo iré. Nos turnaremos.

El Alfa lo miraba preocupado y le daba un suave y casto beso en sus labios.

—Primero hay que saber que está sucediendo —murmuraba—. He trabajado mucho con mis padres en estos años como para saber que algo se está moviendo y no en vano estamos aquí

— ¿Qué crees que sea? relamente... —TaeHyung pasaba saliva—. ¿Realmente crees que algo muy malo este pasando?

—No lo sé, pero quiero estar al tanto... —mencionana el castaño, mirándolo con ternura—, no hagamos muchos planes antes de saber que está sucediendo

—Lo lamento —soltaba TaeHyung—, mí plan es quedarme contigo, sin importar qué...

Seok Jin esbozaba una sonrisa ladina y negaba con su cabeza—. Eso ni siquiera entra en cuestionamiento —tiraba suavemente de TaeHyung y apoyaba su frente sobre la de éste—, eres mío.

El delicioso escalofríos que bajaba por la columna de Tae, con dirección a su zona sur, logrando que inclusive su entrada volviera a humedecerse, lo hacían temblar en conjunto con aquella voz, la voz que, Seok Jin ni siquiera había usado con sus padres en la charla de horas atrás, pero que si lo hacía en aquel instante para recordarle a él y a su lobo interior que ya tenían un dueño, sin importar qué... Era suyo, pertenecía a Seok Jin, nada ni nadie cambiaria aquello.

Horas mucho más tarde, ese mismo día, Tae-Eul se encontraba en un hermoso vestido de color bordo, largo, entallado y elegante. Era una version más femenina y delicada de su propio hijo. Tan bella y radiante, pero tan consumida por la preocupación. No dejaba de mirar su maldito reloj, TaeHyung le había mencionado hacía cuarenta minutos atrás que asistirían y que dejara de insisirir en los llamados. La copa de vino en su mano, aún estaba llena y sus ojos, fijos y clavados en a entrada.

—Vendrán —mencionaba Gon Huan, acercándose cautelosamente a la mujer—. Seok Jin es responsable, solo deben estar atrasados y es entendible

—Ya deberían haber llegado. Solo deben ducharse y ponerse el bendito traje —afirmaba ansiosa—. No son mujeres que deben de retocar maquillaje y peinado

—No —musitaba el Alfa a su lado—, pero están en pleno calor... Cada momento es propicio para saciar las ganas

— ¿Cómo puedes estar tan tranquilo? —soltaba la mujer en un susurro lleno de cólera—. Tu hijo podría morder a TaeHyung y él no puede salir de Japón

—No lo hará —afirmaba—. Deberías comenzar a relajarte, Seok Jin es... —Gon pensaba cuidadosamente sus palabras. No quería ser un presumido por ser padre de un puro Alfa, pero la verdad era que Seok Jin estaba, inclusive, fuera de sus conocimientos y escaparetes—. Él cuidará de ambos, Tae-Eul ¿por qué te niegas a ver lo bueno en Seok Jin?

La mujer suspiraba—. No es eso —replicaba con más calma—, no podría imaginarme a TaeHyung con nadie más que no fuera tu hijo —afirmaba con honestidad—, pero Seok Jin es algo... Impresionante y me da miedo que no puedan estar sin el otro cuando todo está tan complicado, Gon.

El padre de Seok Jin suspjraba—. Lo sé —apretaba su mandíbula—. Sunny no ha dejado de llamarme, no quiere que lo pierda de vista y espera que volvamos cuánto antes... —otro suspiro abandonaba los labios del hombre que era una versión más tosca y dura de Seok Jin—. Realmente creo que se han visto, tanto en el momento justo, como en el peor de todos.

Tae-Eul suspiraba—. Tienes que entender que TaeHyung es de casta débil, solo no quiero verlo sufrir y ya lo está haciendo porque Seok Jin decidió no marcarlo. Lo cual le agradezco, pero sé que no es bueno para el lobo interior de Tae... Es muy joven aún, ambos

—No es tu desición ni la mía. Jinnie y Tae siempre fueron algo fuera de lo común —afirmaba—. Nosotros no creemos en la existencia de los destinados, pero Sunny lo hace —afirmaba con calma y veía a Tae-Eul chistar—, ella lo hace y ellos también. Inclusive tu hijo, si su Omega ya lo reclamó no intentes persuadirlo esperando cambiar su mentalidad. De ahora en más hay un antes y un después y como sus padres, debemos respaldarlos y cuidarlos

—Solo quiero que mi hijo no sufra —afirmaba la mujer—. TaeHyung no va a olvidar estas horas con Seok Jin

—Puedes dejar que venga con nosotros —mencionaba con cautela.

La mujer suspiraba y apretaba el puente de su nariz.

—TaeHyung es mi único hijo —mencionaba con calma—. ¿Que clase de madre hubiera sido si lo hubiese dejado de niño con ustedes? —Gon Huan no respondía, de hecho, la entendía. Él tampoco hubiera dejado a Seok Jin con otra familia a la edad de trece, justo cuando estaba en una edad dónde un hijo, más que nunca, necesita del consejo y la guía de sus padres—. Y ahora, dejarlo ir, tampoco me haría una mejor madre. La escuela de Tae es uno de los lugares seguros y no estaría tranquila con mi hijo en uno de los países con la taza más alta de-....

—Tranquila —pedía el Alfa con esa voz de mando—. Te entiendo y haremos que ellos lo entiendan también.

Tae-Eul volvía a suspirar hasta que sentía una mano posarse en su cintura. Do-San, su esposo, se reunía con ellos.

—Estoy odiando este ambiente —mencionaba el padre de TaeHyung—. Pretendiendo que no esta pasando nada mientras bebemos algunos cócteles y degustamos comida muy cara...

—Si, bueno... —respondía Gon—, sabes que la apariencia de calma en estos momentos es lo que necesitamos. No estoy de acuerdo, pero empezar a esparcir el pánico no es una opción.

Do-San asentía y después de pasear su mirada por los invitados de alto rango y de diferentes países y ciudades, lo miraba fijamente—. ¿Sabes si están en camino?

—Seok Jin mencionó que aún no han salido. Le pedí que me avisará de inmediato en cuanto estén en la calle.

Los padres de Tae asentían y Gon podía sentír ligeramente como el aroma de su amigo intentaba calmar a su Omega al lado, el clima era tenso en la fiesta y la espera por los jóvenes, los tenía a los tres en un estado de alerta y ansiedad constante.

Mientras tanto, Seok Jin se encontraba frente al espejo, viendo su imagen por segunda vez. La primera que se había preparado, TaeHyung no había podido evitar arrastrarlo fuera de dicha prenda para pedirle que lo tomará otra vez.

—No puedo hacer esto... Voy a saltarte de nuevo encima —mencionaba con una dulzura innata, casi cruzando la súplica—. Te ves increíble...

—Puedes estar sin saltarme encima —Seok Jin lo miraba mientras se ponía la corbata, pero seguía siendo malo en el nudo y con sus ojos avellanas le suplicaba a TaeHyung ayuda.

El Omega llevaba también un traje negro y se había tomado dos dosis de supresores para calmar su celo, estaba tranquilo... Pero sabía que no había sustancia alguna que le sirviera si él quería ser tomado por su Alfa. Sus pasos lo dejaban a centímetros de Seok Jin y su traje gris oscuro, su cabello castaño estaba peinado hacia un lado, pero aún con hebras cayendo sobre si frente como flequillo. Se veía tan atractivo y tan joven, pero desbordaba esa fuerte presencia que, hacía a TaeHyung sentirse demasiado orgulloso del hombre en el que se convertiría muy pronto.

Un digno Alfa que velaria por su manada y sería—hasta tomar su lugar—alguien de ayuda a su comunidad. Si, Seok Jin estaba destinado a ser grande y a veces aquello lo hacía sentirse, solo un poco, insignificante y esa misma sensación le hacía no querer interferir en lo que sea que el destino tenía preparado para él.

—Estás muy callado —mencionaba Seok Jin, golpeando con su aliento el bonito rostro del Omega, quien estaba muy concentrado haciendo el nudo de la corbata.

— ¿Qué quieres que diga? —soltaba con una sonrisa juguetona, cosquilleandole los bordes de sus labios.

Las manos de Seok Jin tomaban su cintura—. Estás preocupado...

TaeHyung finalizaba, acomodando su camisa y finalmente apoyaba su frente sobre la ajena—. ¿Crees que este pasando algo muy malo?

—No estaríamos aquí si así no fuera —respondía Seok Jin.

— ¿Crees que podremos seguir en contacto? —sus orbes miraban las de Seok Jin con preocupación.

—Mientras no dejes de llamarme o de atender mis llamadas cuando no podamos vernos, estoy seguro que... —afirmaba con total convicción—, estaremos bien.

TaeHyung enrollaba sus brazos alrededor de largo cuello ajeno—. Prometelo

— ¿Promesa de meñique con un beso de lengua de por medio? —se burlaba relajado.

TaeHyung no podía evitar reír, hasta que el teléfono sonando del Alfa, llenaba el lugar con su estridente y ruidosa melodía. Seok Jin lo tomaba de su bolsillo con una mano, mientras que, con la otra seguía sosteniendo a TaeHyung de su cintura.

— ¿Padre? —respondía—, si, si. Ya estamos listos —afirmaba, recibiendo un puchero de TaeHyung—. De acuerdo, vamos en camino. Hasta luego.

TaeHyung resoplaba, clavando sus dientes en el cuello de un Seok Jin que gemía ante la sorpresa.

—No hagas eso... —sentía los dientes morder un poco más—. Tae... —el Omega mordía otro poco, robando un gruñido más ronco desde el fondo de la garganta del castaño y recibiendo un fuerte apretón de los brazos que se enrollaban en su cintura y lo apretaban buscando fricción y calor—. Ya, bebé.

TaeHyung cesaba su suave mordida, apenas quedaba una pequeña marca. Su lengua lamía la zona, subiendo hasta el lóbulo del Seok Jin y tirando de este con sus dientes.

—Creo que jamás tendré suficiente de ti, Alfa —soltaba sin aliento.

—Ni yo de tí —respondía Seok Jin, intentando calmar su erección y las sensaciones que su cuerpo sentía y necesitaba sentir—. Vamos, mi padre no quiere que se haga más tarde. Ponte tus zapatos y salgamos

— ¿Y si quiero follar en la maldita fiesta? —preguntaba El Omega con su voz ronca y sus ojos brillosos.

—Me lo pides y te lo daré —aseguraba el Alfa—, pero ahora salgamos de aquí. Sonaba extraño con eso de no salir a altas horas de la noche.

TaeHyung exhalaba el aire contenido y se alejaba a duras penas del cuerpo firme de su Alfa y el calor que este emanaba. Todas las partes más sensibles de su cuerpo eran botones delicados en los cuales no quería tener puesta su cabeza y atención o sería un desastro aquella velada. Solo podía rogar en que terminara rápido o luego de las buenas nuevas los dejarán irse, para fundirse nuevamente en esa cama de aquel hotel que, dejaría en ambos los mejores recuerdos para sobrellevar los momentos difíciles que se presentarían.

En el auto, Seok Jin encendía el estéreo para mantener un ambiente ameno. Pero notaba a su Omega demasiado ansioso.

—Háblame, bebé... —susurraba, mientras ponía su auto en marcha.

—Te hablaré de lo que sea para no pensar —respondía el Omega—. ¿El imbécil de Ho-Seok sigue siendo un imbécil?

Seok Jin apenas sonreía recordando al chico que hizo de su niñez y adolescencia un maldito infierno.

—Hace más de dos meses que no sé nada de él —respondía. TaeHyung giraba su cabeza en su dirección y sus ojos detonaban sorpresa—. Dejo la manada y la comunidad, huyó —mencionaba—, sus padres se han cansado de buscarlo. Los hombres de mi padre también lo han hecho, pero es como si la tierra se lo hubiese tragado. Así que no sé, aunque igual antes de irse seguía siendo el mismo imbécil.

TaeHyung aún no salía de su asombro—. ¿Crees que algo malo le pasó?

Seok Jin fruncia el ceño y negaba con una sonrisa irónica—. El imbécil es un alfa, nada malo le pasó, solo que no quería seguir allí conmigo a cargo... Me lo dijo sin tapujo millones de veces

—Si, bueno. Siempre se sintió acomplejado contigo y en eso radicaba su maltrato —afirmaba TaeHyung.

Seok Jin asentía—. Jamás entenderé su obsesión conmigo

—Nunca le hiciste caso, jamás... Aún como Alfa, me habías mencionado antes de... —TaeHyung mordía su labio—, en una de nuestras charlas me dijiste que su voz de mando te parecía estúpida y te causaba gracia oírlo, pero no tenías intenciones de doblegarte. Siempre fuiste algo extraordinario... Él lo sabía mucho antes que tú.

Seok Jin suspiraba y lo miraba con dulzura—. Tú siempre creíste que yo sería extraordinario

—Y más de que nunca lo creo y lo confirmo —añadía—. Me da mucho orgullo ser tu Omega y tu amigo.

Seok Jin lo miraba, luego sonreía y con su auto en marcha afirmaba—. Eres el amor de mi vida, no solo mi amigo.

TaeHyung sentía su rostro tornarse casi carmesí y le gustaba la sensación. Le gustaba lo que Jin seguía provocando en él y no cambiaría aquella sensación por nada del mundo.

—Siempre fuiste el amor de mi vida solo que era muy niño para darme cuenta —respondía dulcemente, casi con algo de timidez. Seok Jin le sonreía y guiñaba el ojo para que se relajara y lograba robarle una sonora risa—. Otra maldita mania que no se te quita, eh... ¿Así conquistaste a ese Omega de nombre WooYoung?

Seok Jin arrugaba su ceño—. Yo no conquiste a nadie, nos hicimos amigos por las exactas razones que mencionaste cuando hablábamos de Ho-Seok.

TaeHyung pensaba a qué se refería y miraba confundido—. No entiendo —replicaba cortante. Seok Jin suspiraba y sabía, sabía que sus siguientes palabras ocasionarían un mala itrrepretacion por parte de su Omega—. Estás pensando demasiado ¿por qué piensas demasiado?

TaeHyung se había puesto irritante en una fracción de segundo y Seok Jin no podía dejar de encontrarlo divertido.

—WooYoung es como tú... —afirmaba.

— ¿A qué te refieres como yo? ¿Te recuerda a mi? o sea que te gusta...

—Woah, tranquilo... —susurraba con calma, miraba a TaeHyung y lo veía expandir sus fosas nasales y soltar todo el aire por ellas mientras apretaba sus dientes—. Él no quiere un Alfa, no anda en busca de uno y al igual que tú él es muy...

Se mordía la lengua y TaeHyung abría sus ojos—. ¿Muy qué? —cuestionaba tosco.

—Es muy atractivo...

— ¡Ajá! Te gusta —le señalaba convencido.

Seok Jin negaba y lo miraba con sus ojos cansados—. No me gusta, solo digo que es bonito y muy llamativo. Su aroma le causa mucho problemas, al menos así lo he visto y Ho-Seok lo tenía de punto hasta que note que nadie lo defendía y no sé en qué estaba pensando ese día que nos conocimos, solo sé que estaba cansado de que el imbécil se pasará de vivo con todos —admitía encongiendose de hombros—. WooYoung es temperamental como tú no me gustaba ver qué como se aprovechaba de él y un día solo me pare en medio de ambos y recibí un buen puñetazo en la nariz, de suerte no había roto mi tabique.

TaeHyung apretaba sus dientes—. ¿Te dejaste golpear por defenderlo?

—No, la intención solo era que no lo molestará ese día. No quería recibir ningún golpe, fue de sorpresa —se reía divertido por haber sido lento y no esquivarlo—, le agradó a WooYoung porque no cedo ante ningun alfa y una cosa llevo a la otra —se encogía de hombros.

— ¿Qué cosa llevo a qué cosa? —cuestionaba TaeHyung, claramente celoso.

Seok Jin paraba en un semáforo y lo miraba—. Es mi amigo y yo el suyo. No hay otra intención y tampoco lo he ayudado en nada que tenga que ver con sus días especiales de celo, ya deja de imaginar cosas que no son —su mano iba a cubrir la de TaeHyung con suma seguridad y unos ojos llenos de ternura—. Nunca tuve esa intención y no la tender ahora, él es mi amigo ¿el otro chico de cabello oscuro es tu amigo o ustedes... ?

El auto volvía a estar en movimiento.

—Dios, no. No, dios... —soltaba TaeHyung—. SeongHwa tiene su chico, Yunho. Él solo me cuida en esos momentos, no nos hacemos favores... y definitivamente nadie podrá hacer nada por mi luego de tí.

Seok Jin sonreía satisfecho, aunque también entendía que cuando el instinto animal tomaba posesión del simple y ordinario lado humano, no importaba cuánto el corazón de TaeHyung pudiera elegirlo sentimentalmente. De forma física, los Omegas eran conocidos por perder la cordura y él no juzgaría a Taehyung si eso llegara a suceder con una relación a larga distancia.

Finalmente llegaban, bajaban del auto y al instante un muchacho joven y menudo llegaba al lado de Seok Jin, ojos muy abiertos e intentando no balbucear, se comía al Alfa con los ojos, hasta que TaeHyung se paraba a su lado y tomaba su brazo con su bonito rostro bien en alto.

—Ten cuidado, es un auto rentado. Si lo rompes lo pagas —mencionaba.

Seok Jin reía apenas y dejaba al muchacho tomar las llaves e inclinarse rápidamente, para desaparecer segundos después.

—Te encantó hacer eso ¿no? —mencionaba Seok Jin, comenzando a caminar con el bonito Omega colgado de su brazo.

—Por supuesto —se paraban en el arco de la entrada, mientras eran recibidos por una chica de unos treinta años que, TaeHyung conocía como una de las secretarias de su madre, la chica denotaba sopresa en sus bonitos ojos marrones. El Omega por su parte notaba a Seok Jin mirar hacia adentro, estaba preocupado por lo que podían llegar a ser las nuevas noticias, así que sin poder contenerse, besaba su largo cuello de un casto beso y de inmediato llamaba la atención del castaño—. Estás demasiado preocupado, no pienses antes de tiempo.

Seok Jin intentaba sonreír, al menos esa era la intención, pero solo una mueca extraña se formaba en su bonito y consternado rostro. Caminaban dentro y muchos ojos se giraban a verlos. TaeHyung no estaba seguro si era porque se veían bien juntos o si Seok Jin por si solo lograba voltear esas cabezas. A la distancia veía a su madre, por poco y correr hacia ellos, un abrazo era el que recibía por parte de ésta que, solo lograba hacerlo sentir incómodo y tenso. A la distancia ambos alfas amigos, venían a paso lento. Seok Jin veía a su padre con un semblante serio.

— ¿Me dirás qué sucede? —preguntaba de inmediato.

Los adultos se miraban entre si y Do-San los llevaba a aparte, un cuarto para reunirse solo los cinco y dónde ya se habían reunido otro grupo pequeño de personas. La "fiesta" no estaba llena, todo lo contrario, se veía algo demasiado plana con una careta de tranquilidad que ninguno de los jóvenes se creía. Al entrar al despacho todos estaban tensos y los jóvenes estaban ansiosos.

—Ya... —soltaba Seok Jin—. ¿Por qué tanto misterio? ¿qué noticia deben darnos?

—Están pasando cosas. Cosas muy serias —empezaba el padre de TaeHyung.

El Omega lo miraba con su ceño fruncido y se aferraba al brazo de Seok Jin.

— ¿Qué cosa? —susurraba el castaño, apretando con su mano la que TaeHyung había metido entre su brazo y su cuerpo.

Tae-Eul suspiraba, sabía que aquella noticia no seria buena para ninguno y estaba segura que tendría a su hijo en contra un buen tiempo.

—Hacen unas semanas —comenzaba Do-San—, hemos recibido reportes de alrededor de ciento treinta y cinco desapariciones entre Japón y Corea del Sur

— ¿Desapariciones de que tipo? —cuestionaba Seok Jin.

Los adultos se miraban entre si y Gon Huan tomaba la palabra.

—Omegas, de entre diez a veinte años. Han habido desapariciones de alfas también, pero en cantidades escasas —afirmaba.

Seok Jin sentía los largos dedos de TaeHyung apretar su bícep.

— ¿Cómo en el '95'? —cuestionaba el castaño.

"La masacre del 95", una cantidad alarmante de omegas secuestrados y asesinados. Nunca se encontró a los causante de dicho acto aberrante, pero era más que obvio que militaban a favor de una sociedad más salvaje y con menos reglas de las que había en la actualidad.

—Llegamos a un trato —continuaba el padre de Jin—. Cerraremos los aeropuertos y fronteras. Nadie saldrá y nadie entrará

— ¡Eso es extremista! —soltaba TaeHyung, alejándose de Seok Jin.

Tae-Eul se posicionaba frente al joven con las manos en su pecho.

—Fue una decisión en conjunto de todos los alfas, Tae...

— ¿Y como se supone que veré a Seok Jin? —cuestionaba irritado. Tae-Eul quedaba en silencio y de repente, TaeHyung sentía las manos de Seok Jin en su hombro, el fuerte aroma a canela llegando a sus fosas nasales y como una calma ajena lo invadía—, no hagas eso... —susurraba sin aliento.

Seok Jin se pegaba tras él y con calma exclamaba—. Están diciéndonos que no vamos a vernos hasta que lo que este sucediendo se arregle.

TaeHyung giraba indignado—. ¿Por qué pareciera no importarte? ¡soy el único afectado aquí!

Las manos de Seok Jin lo tomaban con justa precisión de sus brazos—. Tae, están desapareciendo Omegas y estás dentro del rango de edad, igual que yo... Aunque corres el doble de peligro

—Es muy similar a lo que sucedió mucho tiempo atrás —mencionaba el padre de Seok Jin—. Aunque no estamos seguro que está sucediendo con los desaparecidos, no podemos encontrar pista alguna y en la reunión de ayer acordamos estar doblemente atentos. Nos dividimos los nombres de los desaparecidos para que cada uno buscará a los de su lista. Japón, Corea y Taiwan, son los más afectados, la búsqueda es demasiado complicada porque las víctimas no pertenecían a ninguna manada, algunos era huérfanos y se vuelve el doble de difícil dar con su paradero

—No queremos arriesgar a mas jóvenes... —agregaba el padre de TaeHyung.

El Omega suspiraba con sus ojos llorosos y volvía a aferrarse a Seok Jin.

—Me iré con él —afirmaba.

Do-San, quien usualmente no le agradaba meterse entre su esposa e hijo, tomaba la palabra—. Ni tu madre ni yo vamos a dejar que salgas de Japón. El peligro va a en aumento, tu escuela es un punto seguro y no vamos a tenerte lejos Tae. Y Corea tiene más desaparecidos que Japón

—Mi lugar es con Seok Jin —afirmaba entre dientes.

—Aún no —afirmaba Tae-Eul—. La cantidad mayoritaria de desaparecidos es de diez a veinte años de edad, pero también hay de entre veinticinco y treinta años. No es una gran cantidad, pero la hay... —Tae-Eul suspiraba—, los Omegas en cinta también corren el doble de peligro, entre los números hay cuatro que estaban esperando cachorros. No voy a dejarte ir Tae y sé que Seok Jin, a diferencia de tí, entiende mi posición.

—No lo obligues a responder de esa forma —pedía con rabia. La mano de Seok Jin se apretaba a su cintura y sus dedos tomaban su mentón para que lo mirará.

Esa maldita calma que Seok Jin le transmitía lo hacía sentirse cálido y a la vez enojado.

—Solo será un tiempo —mencionaba con dulzura.

— ¿Cuánto? —cuestionaba TaeHyung.

Seok Jin alzaba la vista y se encontraba con la de su padre, esa mirada de "no hagas promesas que no puedes cumplir" se reflejaba en su rostro como una gran advertencia.

—Estuvimos cuatro años separados y dos de esos sin hablar y miranos —susurraba con dulzura, acariciando el rostro de TaeHyung—. Esta separación es por un motivo más grande, no es tu madre quieriendo alejarte de mí y mucho menos yo intentando superarte —mencionaba—. Te hice un promesa, esto solo es un obstáculo más, pero no es definitivo...

—No me agrada la idea de no volver a verte por un buen tiempo —mencionaba TaeHyung.

Los adultos estaban manteniéndose en silencio ante la escena, la forma en que el aroma de Seok Jin y TaeHyung se entremezclaban, volviéndose uno completamente nuevo y complicado de definir pero exquisitamente delicioso y dulzón, los hacía no querer interrumpir el momento en el que el joven y reciente Alfa estaba intentando calmar a su Omega con todo tipo de palabras y promesas. Esa sensación que habían tenido horas atrás cuando Seok Jin les hablaba desde la puerta de la habitación del hotel y sonaba convincente, pacífico y autoritario sin siquiera esforzarse.

—Esto es un problema más grande que nosotros, no deberíamos ser tan egoístas cuando hay gente desapareciendo. Interrumpe con nuestros planes, pero cerrar aeropuertos y la frontera servirá para tener la situación más controlada... Vamos Tae —susurraba con dulzura—. Eres temperamental pero eres un chico inteligente... Sabes que es más grande que nosotros y que no romperé mi promesa.

TaeHyung suspiraba, ni siquiera se sentía con el derecho de ponerse triste porque lo hacía sentirse una auténtica mierda.

—Me perteneces a mi y nadie más —susurraba el Omega.

—A nadie mas.

Do-San, padre de TaeHyung interrumpia—. Solo serán unos meses, Tae.

TaeHyung lo miraba de reojo, ignorando lo y volvía a enfocar sus ojos en Jin—. Solo un par de meses...

Seok Jin asentía, no quería demostrar sus dudas, pero no estaba seguro si solo sería un par de meses. Si todo era como la masacre del noventa y cinco, dónde hallaban a Omegas muertos por cualquier rincón de las calles y otros pares desaparecian a raudales para no ser encontrados nunca más o para ser hallados como víctimas sin vida por alfas rebeldes que querían destruir la paz que habían logrado obtener cada manada y comunidad, verse en un par de meses, no era algo exactamente factible. TaeHyung y Seok Jin eran pequeños, por lo que apenas si recordaban lo sucedido, pero habían estudiado al respecto. Esto parecía ser algo similar, de hecho todas las piezas encajaban más de lo que imaginaban y lo único que importaba era ser cauteloso y tomar todas las prioridades que fueran necesarias para que nadie estuviera expuesto al peligro. Seok Jin no se lo perdonaría y ciertamente él también corría peligro, porque había una cantidad—minima—pero cantidad al fin de alfas desaparecidos. Todos corrían peligro.

—Solo un par de meses, estaremos bien... —afirmaba el castaño.

TaeHyung giraba para ver el rostro de los presentes y no era estúpido para notar que todos estaban esperando que su alfa pudiera controlarle. Pasaba saliva y engañaba a los adultos, a Seok Jin y a él mismo:

—Un par de meses.

Que lamentablemente, serían muchísimos, muchísimos más de lo planeado y esperado. La vida daría un giro que los mantendría alejados muchísimos más tiempo de lo esperado, con situaciones inclusive que solo aportarían para mantenerlos lejos uno del otro. Aquella noche había sido la última noche juntos, porque al finalizar la fiesta debían de despedirse y Seok Jin debía volver a Corea y él tendría que quedarse. Luego de eso, las semanas parecían interminables para ambos, los números de los desaparecidos iban en aumento y las cifras positivas de gente encontrada, no cambiaba. Nadie dejaba una huella luego de desparecer, muy pocos eran salvados a tiempo y ni siquiera sabían quienes eran su enemigo porque la cifra de Omegas y sus edades se iban modificando. Volviendo la situación cada vez más delicada para todos.

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