CHAPTER THREE

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𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐓𝐇𝐑𝐄𝐄

( a dragon always attacks to kill! )

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HILDA SE ENCONTRABA CAMINANDO AL ENCUENTRO CON LOS jóvenes que comenzarían su Entrenamiento de Dragones, Hipo se encontraba a unos metros detrás de ella caminando con pesar. Él realmente no quería estar allí y eso Hilda lo sabía, pero si quería estar segura de que su hermanito iba a poder defenderse en un futuro... Éste era el camino.

Astrid al verla llegar la recibió con una sonrisa, la cual fue contestada de la misma forma por Hilda, quién se acercó a ella.

— ¿Estás lista para comenzar con tu entrenamiento?— le preguntó al llegar a su lado, ubicando una mano en su hombro.

— Estoy lista desde que nací— le respondió la rubia, provocando que la mayor diera una pequeña risa, antes de acercarse a las puertas del recinto, encontrándose con Bocón, quién se le acercó para susurrarle.

— ¿Realmente crees que esté listo?— le preguntó, ahora que Estoico no estaba para escucharlos.

— Jamás lo estará si no lo entrenamos— respondió antes de escuchar las pisadas de los jóvenes acercándose a ellos.

Bocón les dio una mirada, antes de abrir la reja que les permitiría el acceso al recinto.

— ¡Bienvenidos al Entrenamiento de Dragones!— exclamó con los brazos extendidos, permitiéndoles la entrada.

— No hay vuelta atrás— suspiró Astrid antes de dar el primer paso para admirar el lugar.

— Espero llevarme quemaduras grandes— dijo Brutacio.

— Yo espero mordidas, como en el hombro o la espalda baja— siguió Brutilda.

— Sí, solo es divertido si te llevas cicatrices— les contestó Astrid dándole una leve mirada a Hilda, quién río por la conversación.

— Sí es verdad, ¿no?— la voz de Hipo se hizo presente, entrando con el hacha que le había regalado su padre—. Me encanta el dolor.

— Ay, genial— se burló el rubio— ¿Quién lo dejó entrar?

Hilda se acercó por detrás para propinarle un golpe en su cabeza, que le bajó su casco vikingo hasta sus ojos.

— ¡Empecemos!— exclamó la pelirroja como si no hubiera hecho tal acción, dándole la seña a Bocón para que cerrara la puerta—. El recluta que lo haga mejor, ganará el honor de matar a su primer dragón en frente de toda la aldea, como yo lo hice años atrás.

— Hipo ya mató a un Furia Nocturna— habló Patán, antes de preguntar— ¿Eso lo descalifica?

El grupo rió mientras se seguían burlando, pero al ver el rostro de Hilda a su lado, se callaron siguiendo su camino hasta el centro del recinto.

— Tranquilo, eres pequeño y débil— le habló Bocón a Hipo mientras lo llevaba junto a los demás, que miraban a Hilda frente a varias puertas de madera—. No serás un blanco obvio, pensarán que estás loco o enfermo, e irán tras los jóvenes más vikingos.

— ¡Detrás de estas puertas hay algunas de las especies de dragones que aprenderán a combatir!— habló Hilda antes de comenzar a señalar cada una de las puertas—. ¡El Nadder Mortífero!

— Rapidez 8, Armadura 16— comenzó a murmurar Patapez.

— ¡El Cremallerus Espantosus!

— Más 11 camuflaje por dos.

— ¡La Pesadilla Monstruosa!

— Poder de fuego 15.

— ¡El Gruñón Tambaleante!

— Ataque 18, Armadura 16.

— ¡Ya cállate!— le gritó a Patapez, antes de rodar sus ojos—. Y el Gronckle— terminó antes poner su mano en la palanca que abriría la puerta.

— ¡Espera, espera!— exclamó Patán asustado— ¿No nos enseñarán primero?

— Somos firmes creyentes de aprender en la marcha— le contestó Bocón, antes de que Hilda bajara la palanca, dejando salir al dragón con una sonrisa cínica.

Los jóvenes comenzaron a correr desaforados como gallinas sin cabeza, en busca de algún escondite.

— Hoy aprenderán a sobrevivir, si el dragón los quema están muertos— comenzó a hablar Hilda, mientras caminaba alrededor de la acción, deteniéndose justo antes de que el Gronckle se estrellara contra la pared a su lado, para luego continuar como si nada— ¡Rápido! ¿Qué es lo primero que necesitan?

— ¿Un doctor?— preguntó Hipo.

— ¿Rapidez 5?— siguió Patapez.

— Un escudo— afirmó Astrid, haciéndola sentir orgullosa.

— ¡Escudos, corran!— exclamó la pelirroja, provocando que todos corrieran hacia ellos.

— Su escudo es la pieza más importante de su equipo— comenzó a explicar Bocón, a la vez que Hilda ayudaba a Hipo a levantarlo, antes de empujarlo a la acción—. Si tienen que decidir entre una espada y un escudo, ¡elijan el escudo!

Los gemelos comenzaron a pelear entre ellos por un escudo, siendo un blanco fácil para el dragón, quién atinó a darle al escudo con su fuego.

— ¡Brutacio, Brutilda! ¡Están fuera!— gritó Hilda—. Los escudos sirven para otra cosa.

— ¡Ruido!— exclamó Bocón— ¡Hagan mucho ruido para desorientar al dragón!

Astrid comenzó a golpear su hacha contra su escudo, provocando que todos las copiaran y generando más orgullo en Hilda. El dragón comenzó a marearse, haciendo torpe su vuelo.

— Todo dragón tiene un número limitado de tiros— Hilda siguió la explicación— ¿Cuántos tiene un Gronckle?

— ¿Cinco?— preguntó Patán.

— ¡No, seis!— lo corrigió Patapez antes de que el fuego del dragón le quitara el escudo.

— ¡Patapez, fuera! ¡Uno para cada uno de ustedes!— exclamó Bocón, antes de ver a Hipo escondido— ¡Hipo, sal a pelear!

— ¡Patán, adiós!— gritó la pelirroja al ver que el fuego también lo alcanzaba, luego de distraerse coqueteándole a Astrid.

Otra bola de fuego fue a parar al escudo de Hipo, provocando que éste saliera volando de sus manos, comenzando a rodar por el predio. El pequeño castaño empezó a perseguirlo.

— ¡Le queda un tiro!— avisó Hilda, antes de ver cómo el Gronckle perseguía a su hermanito quién quedó contra la pared acorralado— ¡HIPO!

La pelirroja no dudó en correr a toda velocidad hacia el dragón, saltando sobre él antes de que tirara el fuego sobre su hermano. El Gronckle comenzó a centrarse en ella, por lo que Bocón sujetó su boca con su garfio para llevarlo nuevamente a su corral. Hilda se bajó de un salto, provocando aplausos de los aprendices, antes de correr nuevamente hacia su hermanito.

— ¡Con ese son seis!— exclamó el mayor refiriéndose al fuego— ¡Vuelve a la cama, salchichón con patas!

La pelirroja paró a Hipo de un movimiento, dejándolo algo aturdido.

— Recuerden, un dragón siempre...— les habló a todos los jóvenes, antes de mirar a Hipo—...Siempre, ataca para matar.



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Hipo había desaparecido luego del entrenamiento, por lo que aún sin rastro de él, Hilda, Bocón y el resto de los jóvenes se encontraban en el Gran Salón hablando sobre lo que ocurrió con el Gronckle, mientras disfrutaban de la cena.

— ¿En qué se equivocó Astrid hoy?— preguntó la pelirroja, sentada sobre una de las mesas, mientras miraba a todos los presentes frente a ella.

— Calculé mal mi salto— le respondió la rubia—. Fue torpe, me arruinó el giro hacia atrás.

— Sí, lo notamos— se burló Brutilda.

— No, no, estuvo bien— siguió Patán—. Eso fue muy "Astrid".

— Ella tiene razón, deben exigirse mucho— continuó Hilda, viendo como Hipo entraba al Salón y se sentaba en la mesa en la cual ella se encontraba— ¿En qué se equivocó Hipo?

— En que se presentó— respondió nuevamente Brutilda.

— En que no se lo comieron— siguió Brutacio.

— Quiere hacer todo a su manera— finalizó Astrid.

— Gracias, Astrid— le contestó Bocón, antes de dejar un libro sobre la mesa—. Tienen que vivir y respirar todo esto, El Manual de Dragones.

— Todo lo que sabemos de los Dragones que conocemos— continuó Hilda, aún dando miradas furtivas a su hermano, mientras bebía de su hidromiel—. Terminamos por hoy, estudien.

— Espera, ¿quieres que leamos?— le preguntó Brutacio.

— Si aún estamos vivos— siguió Brutilda.

— Eso no sirve— habló Patán— ¿Por qué leer palabras cuando puedes matar las cosas de las que hablan las palabras?

Aquello fue lo último que escuchó Hilda, antes de salir del Gran Salón con la tormenta sobre su cabeza. La cual realmente deseaba que no alcanzara a los barcos de su padre en su travesía.







¡Tercer capítulo de Valhalla! ¡Y he vuelto a Wattpad!

Pudimos ver a Hilda en acción en cuanto al entrenamiento y más de su relación con Hipo.

Espero que les haya gustado y me digan qué piensan de la historia♥





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