3. Trampas

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Voy a ser totalmente honesto: hubiese recurrido a cualquier trampa por no tener que levantarme de ese sofá.

Podía oler el café y el tocino como cuando Alice cocinaba el desayuno y podía escucharla tararear alguna canción desde aquí. Y como trampas en forma de pequeños dulces en mi camino, hacia la casa del dulce de Hanzel y Gretel, la cocina estaba a unos pasos de mí, y un mesón era lo único que me separaba de la mujer de mis sueños.

Me habría gustado tener el empuje para ir descaradamente por lo que quería, pero es que no podía hacerle eso a ella, quien era supremamente feliz sin mí, y de forma muy evidente.

Por eso, fingí seguir durmiendo para poder escucharla y soñar que al llegar a la cocina me daría los buenos días con un beso y una taza de café, como era nuestro ritual. Ya hoy era otro día, habíamos hablado un poco más, y luego ella se había ido a su habitación para dejarme dormir y solucionar las cosas con su novio.

La trampa que hizo el destino para hacerme quedar junto a ella, era realmente para que hiciéramos las paces con nuestro pasado, y aunque ella lo había superado, yo no estaba listo para dejarlo ir tan fácilmente.

Entonces le dediqué un par de minutos a desear en lo más profundo de mi ser que, si fuese posible que el Dios de las casualidades me estuviera escuchando, me ayudara a prolongar un poco la oportunidad de estar junto a ella y que, con suerte, ella se diera cuenta de que podíamos estar juntos de nuevo.

Finalmente, decidí dejárselo al destino y me desemperecé sentándome en el sofá y alborotándome un poco el cabello. Busqué con la mirada mi camisa y no la localicé en un principio. Entonces me rasqué la cabeza y esperé para verla un par de metros más allá en un gancho de ropa muy bien tendida. Suspiré con cierto alivio al darme cuenta de que no estaba arrugada, y podía usarla para trabajar.

Lamentablemente, mi chaqueta no había sufrido la misma suerte, ya que estaba agolpada debajo del cojín de sofá, toda arrugada y supremamente arruinada. Medio chisté pensando cómo podía usar eso para trabajar cuando precibí el olor del café muy cerca y vi como Alice lo había servido frente a mí en el mesón.

—Buenos días, hermosa —se me escapó de los labios cuando ella se dio media vuelta y tomó su propia taza de café. Podría pensar que no me escuchó, pero la conocía bien, y sabía que me había ignorado a propósito.

—Hola, Just. Buenos días. ¿Dormiste bien? —sirvió con maestría su desayuno mientras yo me acercaba para darme un buen trago de café que me supo a gloria.

—Muy bien, de hecho.

—¿Listo para regresar al trabajo? —negué inmediatamente.

—Pero este café es un buen inicio —le bromeé cuando ella caminó hasta mi lado del mesón y se sentó en un banquito.

—Conseguí tu camisa y la rescaté, pero tu chaqueta... —narró y yo sentí la necesidad de esconderla, aunque ella ya la había visto toda arruinada.

—Mi chaqueta tampoco está lista para ir al trabajo hoy —volví a bromear cuando ella negó.

—Tengo un par de chaquetas de Joshua, en caso de que... —me retraje. Era un hecho, no iba a ponerme ropa de Joshua.

—No necesito una chaqueta —respondí intentando ser lo menos reactivo que pude, pero podía sentir un halo de humillación alcanzarme. ¿Acaso lo mejor que podría hacer sería aspirar a usar una chaqueta de Joshua? ¿Otra cosa solo suya? ¿Otra cosa que yo no podía tener?

Ok, estaba exagerando. Sé que estaba exagerando, pero era más posible que yo fuese desnudo al trabajo que usando su ropa, era algo que no estaba dispuesto a admitir justo en este momento.

—Te ofrecí una chaqueta, no un disparo —soltó Alice en una media carcajada y luego volvió a su café—. Discúlpame —añadió al ver que yo no me movía. Entonces supe que debía hacer algo para dejar de verme incómodo.

—¿Puedo usar tu baño? —le pregunté cuando ella asintió y siguió bebiendo su café mientras miraba mi chaqueta arrugada en el sofá. Definitivamente estaba mejor usar la ropa así que la deshonra de que me pusiera la ropa del "novio actual".

Caminé a pasos alargados y una vez ahí me dediqué a lavarme la cara con mucha, muchísima agua mientras pensaba en qué demonios hacía ahí. Respiré profundo mirando todas las cosas cuando metí las manos debajo del grifo y golpeé algo con el reloj cuando saqué las manos.

Una especie de ornamento del grifo se desprendió saltando y yo, en pro de no destrozarle la casa a Alice, lo intenté coger antes de que se cayera al suelo haciendo un escándalo, pero en mi torpeza me golpeé en la cabeza con el lavamanos y tuve la necesidad de retroceder un segundo.

El golpe me mareó un poco así que aguardé antes de agacharme a recoger el estruendoso ornamento metálico del suelo, pero al volverme, golpeé la tubería del lavamanos con el codo y casi cedió como si se tratara de una pajita de jugo. Se dobló de forma antinatural y yo viví un pánico supremo al ver la tubería a punto de reventarse.

Sabía que era inútil, había visto este escenario cientos de veces. La tubería era vieja, estaba muy oxidada, fea, y justo ahora yo le había dado el golpe de gracia para que se rompiera. Maldije por lo bajo pensando en cómo rayos iba a explicarle eso a Alice, cuando noté que el grifo seguía abierto. Me aproximé a cerrarlo antes de que la tubería colapsara, y al hacerlo escuché unos ruidos provenientes de la pared.

Un par de instantes después la pared comenzó a gotear y yo juro que quería morirme en ese preciso lugar. Me aproximé a mirar la tubería y apenas la toqué un chorro de agua salió de un lado, del otro y finalmente la tubería se disparó de un lado, golpeándome en el brazo. Como pude me saqué la camiseta e intenté hacer un tapón mientras me figuraba a creer que no habría forma rápida de hacer esto sin que Alice lo notara. En un par de minutos había aguas por doquier.

—Eh... Alice... —llamé mientras sostenía el mal intento de tapón que ideé para evitar que el agua siguiera saliendo.

—¿Sí? —oí un par de minutos y traté de pensar rápidamente en una forma de que esto no sonara tan mal, pero otra parte de la tubería se cayó, llevándose consigo un pedazo de pared y la cuestión empeoró un poco.

—Creo que rompí tu departamento.

—¿Tan pronto, Justin? —bromeó ella y juro que incluso el agua de tubería helado en el rostro me pareció bueno. Solté una risita y traté de detener el agua cuando ella abrió la puerta e hizo un gesto de reprobación—. Por Dios.

—No sé bien lo que sucedió, pero pídele al encargado que cierre el agua y lo repararemos cuanto antes —le juré.

—¿Estás bien? —me preguntó con un gesto de preocupación y yo asentí.

—Ve, antes de que esto dañe el suelo de afuera, ve... —le pedí mientras contenía la contingencia lo mejor posible.

Bien, lo había liado en grande. Rompí una tubería viejísima y ahora no podía dejar este alboroto en casa de Alice, hacerla quedarse en casa para recibir a un plomero y perder todo el día probablemente ocupado que tendría.

Con el cabello mojado y la ropa definitivamente indispuesta para ir al trabajo, me senté a esperarla junto a la puerta del baño mientras pensaba cómo decirle que arruiné su fontanería y que las reparaciones no eran sencillas.

Escuché sus tacones ligeros aproximarse por la parte de afuera del departamento y supe que estaba enojada. ¿Cómo lo sabía? Había escuchado esa forma de caminar cientos de veces. Parecía zapatear cuando caminaba así, como si el mundo debiera retirarse lo más pronto que pudiera mientras ella pasaba con fuego en sus hombros.

Me reí ante mi propia imagen de una Mary Alice peligrosa, sabiendo que, al menos por esta vez, quizás yo no era la razón de su enojo.

¿O tal vez sí? Después de todo, fui yo el que rompió su baño.

Cuando la vi pasar, supe que la culpa la tenía su novio. Y entonces sentí ese placer ilógico que seguramente solo Thanos entendería, tenía las gemas de infinito en mi poder otra vez, Alice escucharía lo que le dijera y podría arruinar el concepto del novio con alguna trampa que lo hiciera ver peor de lo que se veía.

Casi me imaginé levantando los dedos para chasquear alguna jugarreta que podría orquestar muy bien pero miré su ceño fruncido y los hombros levemente bajos, más que nada porque estaba agotada de tener esta pelea consigo misma. Y alejándome lo más posible de mi Thanos interior, respiré profundo para que notara mi presencia.

Entonces me miró de arriba abajo y una carcajada se escapó de sus labios haciéndome sonreír. La miré apenas y ella no podía quitar esa expresión de su rostro, así que de alguna forma traté de exagerar mi postura de bufón.

—¿Luzco como un perdedor? —le pregunté sin poder ocultar mi sonrisa al verla mirarme. Ella se recostó de la pared y se sentó a mi lado—. El suelo está mojado, vas a empaparte.

—Ya... No importa.

—¿Qué sucede?

—Ya han cerrado el surtidor agua —explicó como si fuese obvio.

—¿Huh? —inquirí algo perdido en el tema.

—Para que deje de inundarse el baño —señaló como si fuese obvio y entonces entendí que era yo el que estaba fuera de lugar.

—Ah... Sí... Eso —ella volvió a sonreír y me miró.

—Hiciste un desastre ahí, ¿no es así?

—No tanto como el que tú cargas encima —me reí.

—Al menos puedo pagar para que reparen el desastre que tú hiciste —dijo con media amargura. Yo suspiré y vi sus mejillas tintadas de rosa. Realmente estaba muy molesta y yo guardé ambas manos en los bolsillos para que el pequeño demonio sobre mi hombro simplemente dejara de gritarme que chasqueara los dedos y borrara al novio de la faz de la tierra.

—¿Josh no va a venir? —inquirí sin miedo a equivocarme.

—Josh no responde mis llamadas desde anoche —admitió dejándome boquiabierto.

—Habrá una buena razón —lo defendí, pero no porque lo apreciara, sino porque deseaba que ella se sintiera un poco mejor. Mi Thanos interior casi gritó de frustración.

—Espero que no, que sea una tontería —la miré de nuevo sin entender—. Que no le haya pasado nada malo, que esté perfectamente y se haya olvidado de atenderme el teléfono —y nuevamente pudo desarmar mis mayores impulsos egoístas con una simple frase desinteresada.

—¿Prefieres que no haya una buena razón para que se haya olvidado de algo tan importante?

—Es que deseo que esté bien —admitió, y entendí entonces lo que significaba cuando algunos decían «el verdadero amor no busca lo suyo»—. Finalmente, ya podré montarle un gran lío cuando aparezca diciendo que se le perdió el cargador.

—¿Ya ha pasado antes?

—Nunca —dijo con una sonrisa amable mientras miraba mi cabello chorreando agua. Este era el final del tema y yo supe que no quería un consejo, ni consuelo, solo quería hablar de ello para poder sentirse más tranquila al respecto—. Te vas a enfermar.

—Espero que no, solo necesito ir a casa y cambiarme de ropa —ella suspiró.

—¿Conoces a un buen plomero? —me preguntó y yo me rasqué la cabeza encontrando la respuesta a todos sus males y los míos. El Thanos de mi interior sonrió conmigo y levantó el dedo para chasquear, pero esta vez usando solamente la Gema de La Realidad, que me otorgarían el poder absoluto de esta situación, pero con un fin aparentemente desinteresado: intentar hacerle compañía para cuidarla y hacerla feliz de alguna forma mientras el novio idiota regresaba de quién sabe dónde haciendo qué cosas.

Y pues, si algo había salido mal, vaya que sabía que Alice me necesitaría, entonces yo me sacrificaría en tomar su lugar, ¿no?

—Sí, claro, te lo recomendaré —ella asintió y miró hacia adelante como buscando fuerzas para levantarse.

—¿Es de la ciudad? —yo negué.

—De las afueras —Alice sonrió nerviosa y negó.

—No creo que sea prudente que le dé entrada a mi casa a un plomero de las afueras —admitió, y yo sabía que tenía razón.

—No te preocupes, no soy peligroso —sonreí y ella por primera vez volteó deteniéndose.

—¿Estás diciendo que tú lo vas a arreglar?

—Yo lo rompí, yo lo arreglo.

—¿Hace cuánto que no haces nada de plomería, Justin?

—Hace un par de meses cuando me mudé. Tranquila, tomará solo unos días.

—¿Días? —inquirió escandalizada y yo supe que quizás pensaría que le estaba haciendo trampas. Y aunque las hubiera hecho de corazón solo para estar con ella, esta vez no creía que hubiese otra alternativa que trabajar duro para dejar su baño en perfectas condiciones.

—No es costoso, pero si toma tiempo —le aseguré. Ella frunció los labios y suspiró.

—¿No es costoso?

—Bueno, yo no cobraré nada por hacerlo, pero seguramente un plomero te cobrará su coste por horas y... —Alice sonrió.

—No puedo dejarte hacer esto, Justin. Venir a reparar mi baño después de trabajar es... —la interrumpí de inmediato.

—No voy a ir al trabajo, seguramente estará listo para el sábado si empiezo hoy —ella soltó una risita.

—¿Y aun así no vas a cobrarme? —dijo escéptica.

—Me deben unas vacaciones, no les molestará dejarme un par de días.

—No puedes estar aquí el sábado, Lanna viene a quedarse... —comenzó a razonar.

—Bueno, cuando Lanna se vaya, yo regreso y termino mi trabajo. No pasará del lunes —prometí sin complicaciones. La verdad es que me hacía feliz poder arreglar, aunque fuera uno de sus problemas. Se mordió suavemente el labio inferior como cuando estaba nerviosa y entonces suspiró.

—Mis condiciones —solicitó con seriedad.

—Adelante.

—Te llevarás mi auto para ir a tu casa, buscar tu ropa y las herramientas —dijo levantando un dedo y luego el segundo—. Yo pagaré la comida de todo el tiempo que estés aquí trabajando —asentí con suavidad—. Y lo más tarde que puedes salir de aquí es a las seis treinta de la tarde.

—Señora, sí, señora —le dije como militar cuando ella asintió lentamente y yo me levanté para ayudarla a levantar del suelo. Entonces la tomé de las manos y con un pequeño impulso quedó tan cerca de mí que no pude evitar tomar una bocanada de su aroma. Ella me miró a los ojos que estaban casualmente demasiado cerca de los suyos y su expresión de diversión por verme mojado y desalineado se borró totalmente. Entonces dio un paso atrás.

—Última condición. Si esto se pone extraño entre nosotros, deberás irte sin hacer preguntas ni renegar —me amenazó con un tono tan serio que yo asentí lentamente.

—Solo soy tu plomero, ¿está bien? —bromeé y ella negó con la cabeza y se alejó dándome la espalda.

—No voy a ignorar lo que eres, Justin. Si no debemos hacer esto, es buen momento de decirlo.

—No tengo ninguna intención de perturbar tu paz, tu compromiso, ni tu hogar, Alice —cambié mi gesto por uno serio—. Si tienes dudas, puedo irme ahora mismo.

Alice se dio media vuelta y me enfrentó mirándome a los ojos. Y yo tenía miedo de que me dijera que me fuera, aunque eso habría significado que creería que tendríamos alguna oportunidad. Entonces hice este gesto arrogante de broma con el que ella sabía que solo podía estar jugando, porque dentro de mi ser quería hacer trampas en esto, porque no soportaba la idea de estar lejos de ella otra vez y porque verdaderamente quería facilitarle la vida en algo.

Fue aquí donde no tuve otra alternativa que hacer trampas. El Thanos de mi interior levantó su mano y chasqueó los dedos para activar La Gema de La Mente, que sin dudas era uno de los trucos más sucios que había empleado por una buena causa.

Moví la pierna de un lado a otro en un intento por lucir despreocupado y me metí la mano en el bolsillo en el que tenía un teléfono que chorreaba aguas por doquier. Aproveché la emoción genuina de haber dañado el móvil como una excusa que proviene del cielo para hacer trampas. Entonces me quejé con un suspiro casi inaudible.

—A Mandy no va a gustarle esto —murmuré para mí, pero con suficiente volumen en la voz cuando capté instantáneamente la atención de Alice.

—¿A quién?

—Amanda... —dejé fluir de mis labios—. Mi novia —finalicé, y los cientos de millones de trampas que tendría que hacer para no ser descubierto se dibujaron en mi mente, eran totalmente épicas, pero serían por una buena causa.

Mientras Alice me ponía las llaves de su coche en las manos y disparaba su siguiente pregunta, yo comenzaba a rogarle a Dios que Amanda me ayudara con esto sin hacer preguntas. Después de todo, éramos cuates, ¿no? Era fidelidad de amigos lo que la hacía tener que ayudarme a mantener esta pequeña mentira piadosa que solamente tenía como finalidad hacer la vida de Alice más sencilla. Y quizás, un poquito también la mía.

—Tu novia, ¿desde cuándo? —inquirió.

—Es reciente—le bromeé mientras salíamos juntos de la casa hacia mi nueva determinación de hacer feliz a Alice todo lo que pudiera. Sin importar las trampas que debiera emprender, esto era por ella y no por mí, ¿no es así?

—¿Y qué piensa tu novia de que andes faltando al trabajo por hacerle la plomería a tu ex?

—Anoche no estaba muy cómoda —seguí mintiendo de forma olímpica y mirando en sus ojos si creía mis mentiras. No debería ser tan difícil, nunca le di razones a Alice para desconfiar de mí—. Pero tendrá que entender que somos buenos amigos —sentencié finalmente y comencé a mentalizarme de que esa sería la verdad.

Alice se encogió de hombros mostrándome con claridad el resultado de mi trampa: ella me creía y yo quería creer que eso era porque deseaba que mi mentira fuera verdad, de manera que no me sintiera tan mal mintiéndole tanto. Después de todo, esto era para ayudarla a ser feliz.

Y es así como vamos dibujando la línea histórica del libro ^^ Ya con este capítulo quedan al descubierto algunas intenciones y para donde vamos con todo esto. 

Entonces, ¿ya me pueden comentar qué les ha parecido Justin? ¿Cómo pinta todo esto? ¿Les parece correcta la actitud de Alice al respecto?

¡Espero impresiones! Jeje

Me contenta mucho que hayan pasado 3 lunes ya y sigamos por aquí haciendo magia ^^ Dios me ayude a continuar escribiendo jajaja, pero ya tenemos asegurados algunos capítulos más! Así que los dejaré para que sigan en sus cosas :3

Un abrazote! Que pasen linda semana!

Atte: E.C Alvarez

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