10. Firme

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Miraba a Joshua trabajar con una pasión increíble, poniendo detalle especial en cada pedazo de ese viejo papel de hace cien años que ya yo había dado por muerto.

—Hay que saber cuándo rendirse —le dije recostada de la mesa mientras él tomaba las pinzas y ponía una gota de un químico en el papel amarronado.

—Sí, es verdad —expresó Joshua sin soltar el papel y exponiéndolo un poco a la luz del reflector, esta se aclaró al menos un tono—. Todavía no es tiempo de rendirnos con este —yo paseé la cabeza de una mano a la otra y me encogí de hombros—. Para ser tú, te rindes muy fácilmente.

—¿Qué quieres decir con eso? —pregunté.

—¿Ya terminaste con Justin? —soltó sin previo aviso. Yo negué y me reí ante su forma demasiado directa de expresar su nueva aversión por mi novio.

—Lo amo —expliqué, él hizo una mueca—. ¿Qué?

—Hay que saber cuándo rendirse —repitió él.

—Eso no es justo, tú tienes dos horas peleando con un papel que no vale nada, y te emocionaste ahora que aclaró medio tono. ¿Yo tendría que dejar a mi novio de la escuela sólo porque tenemos un problema? —Joshua sonrió.

—Creí que no era "solo un problema" —suspiré. Realmente no lo era—. Con todo el respeto, Alice, si amas a Justin, a mí no me lo parece —ladeé la cabeza—. Quedarte sufriendo al lado de un idiota, por costumbre no es amar a nadie —arqueé las cejas y me incorporé en la mesa mientras él volvía a soltar un par de gotas sobre el papel.

—¿Y ese ataque repentino de sinceridad? —le pregunté. Él se encogió de hombros.

—Me molesta como te trata —replicó siendo totalmente directo y logrando sorprenderme una vez más. Si bien Joshua era mi mejor amigo y teníamos mucha confianza en todo, él tendía a reservarse su opinión respecto a Justin.

Lo cierto era que habíamos estado peleando demasiado durante estas dos semanas después de la petición de Joshua. Y aunque Justin todavía no sabía qué era, yo tampoco tenía ganas de decírselo bajo estas condiciones. No estábamos bien, y la pelea iba a extenderse durante al menos dos meses más si yo decía lo que iba a hacer con las palabras y en el momento equivocados.

Joshua había sido testigo un par de veces de alguna discusión que yo hubiese tenido con mi novio, y por supuesto, de mi frustración. A mí no me gustaba demasiado hablar sobre Justin, porque era mi preferencia no ventilar demasiado mi relación con Joshua después del tema del compromiso que me había dejado la vida desordenada.

Pero este era el día en el que Joshua, queriendo protegerme, no se reservaría más su opinión, y yo tendría que escucharla y darle la razón, porque el muy necio siempre la tenía.

—¿Entonces? ¿debo dejarlo? —inquirí tratando de resumir todo rápidamente. Él sonrió.

—Yo no te permito que me digas qué hacer con mi libro —aclaró—. Tampoco deberías permitirme que te diga qué hacer con tu novio.

—No lo hago, solo quiero tu opinión —no era tanto porque fuese a cortar con Justin por lo que él dijera, sino porque me daba cierta perspectiva de la dirección que estaba tomando la relación, y si yo no tomaba algo de perspectiva, acabaría asesinando al rubio petulante que tenía por novio.

—Creo que debes ser firme con él, como con todo en la vida —soltó sin más preámbulos—. Si lo amas, ámalo, si no... Déjalo —me quedé inmóvil tras su respuesta lógica y obvia que no había considerado hasta ahora—. Si él te ama, y tú lo amas, no hay razón para que sigan torturándose, ¿o sí? Nada es tan importante como eso —ladeé la cabeza al verlo tan concentrado mirando su papel. Lo expuso de nuevo a la luz y este cambió de color.

Era verdad. Pasaba demasiado tiempo enojada con Justin. Tanto que me olvidaba de que lo amaba, y que eso no había cambiado por el tiempo que llevara enojada por su actitud de idiota. Lo cierto era que lo seguía amando, y no quería terminar con él todavía.

Además, Joshua tenía razón. La cosa se nos estaba poniendo cuesta arriba, y tendríamos que cambiar demasiado algunos aspectos si esto iba a funcionar. Pero todavía creía que valía la pena intentar.

—Debería decirle a Justin —inquirí un momento después, Joshua espabiló.

—¿Qué cosa?

—Que le defiendes.

—¿Le defendí? —preguntó soltando el libro con delicadeza para quitarse los guantes—. Creí que ibas a dejarlo —bromeó con esa sonrisa torcida suya que era súper encantadora. Yo reí con él—. No soy de peleas, Alice. Pero si vuelve a sujetarte con esa brusquedad estando cerca de mí, creo que ya no podremos ser amigos —yo fruncí el ceño.

—¿Tu y yo?

—El señor Mitchell y yo —volví a ladear la cabeza extrañada ante su respuesta inesperada.

—¿Son amigos?

—No, pero si me toca empujarle para que se aleje de ti, definitivamente no llegaremos a serlo —lo pensé por un instante y realmente mi vida sería más fácil si los dos hombres más importantes en ella se llevaran un poco mejor. Pero no podía obligar a nadie a soportar al otro.

De un momento a otro, el papel del libro viejo comenzó a humear, y cuando Joshua lo notó se volvió para ponerse los guantes inmediatamente. Sin embargo, el papel comenzó a consumirse, y Joshua, tratando de apurarse tropezó la mesa con los químicos que estaba usando.

Yo me aproximé para poner ambas manos sobre la mesa y evitar que se cayera todo cuando él se volvió a tropezar al intentar alcanzar el libro, entonces un frasco de ácido clorhídrico concentrado rodó por la mesa y estuvo a punto de caer sobre su pie cuando di un medio salto y lo empujé contra la pared para que no acabara sin zapato y con quemaduras de segundo grado.

Josh tuvo que sujetarme con fuerza de las caderas para evitar que me resbalara al intentar mantenerme de pies. Entonces vi que había logrado meter el libro en la cámara de oxígeno para que dejara de hacer combustión.

—Deberías botar ya ese maldito libro —me quejé tratando de regular mi respiración por todo lo que había tenido que hacer en tan poco tiempo. Fue entonces que noté que Josh no me había soltado.

Giré mi rostro hacia él y vi sus ojos color miel centrados en sus manos posadas con delicadeza sobre mi cadera. Pero cuando me giré completa para tener una mejor posición y sostenerme por mí misma su rostro quedó tan cerca del mío que podía sentir su respiración.

Me miró con una profundidad tan interesante que me envolvió por completo haciéndome sentir en casa. Un hormigueo empezó en la base de mi estómago y se fue esparciendo por mi cuerpo a medida que me dejaba embriagar por la sensación de seguridad y la belleza innegable de Joshua.

—Qué curioso —susurró levantando una mano para peinarme el cabello detrás de la oreja—. Estaba por decirte lo mismo de tu novio —continuó cuando su mano se quedó detenida en la parte baja de mi mejilla y descontrolaba por completo todo lo que creía saber con certeza hasta hacía dos minutos atrás.

¡DISCÚLPENME! Pero me fue totalmente inevitable quedarme mirando a sus hermosos labios rosados curvarse en lo que parecía ser una sonrisa más hermosa de la que jamás había visto. ¡Y vaya que Josh sonreía bonito siempre! El pulso se me disparó y yo juraba que iba a darme un infarto si no descubría qué rayos era lo que estaba sucediendo.

—Yo... —murmuré tratando de poner algo de orden dentro de mi ser, pero sin demasiado éxito. Entonces súbitamente su expresión cambió y me soltó dejándome con una absoluta sensación de vacío que me desesperó incluso más que antes.

—De verdad discúlpame, Aly. No sé qué sucedió —se excusó pasándose las manos por la cara y caminando un par de pasos más allá. El sonido de un vidrio roto cuando lo pisó me hizo espabilar.

—Yo... —repetí recordando la sensación embriagante de hacía unos segundos.

—No tienes que decir nada —expresó poniéndose los guantes para recoger. Yo me aproximé y lo agarré del brazo.

—Josh... No ha pasado nada —él, en lugar de estar tranquilo, pareció que algo le dolía. Tragué grueso sabiendo que en este punto si había algo de descontrol.

—Si, no ha pasado nada —se volvió a recoger los vidrios del suelo. Me agaché a su lado para ayudarle, pero tan pronto como estuve frente a él, se levantó y se quitó los guantes alejándose tanto de mí que me dolió un poco.

—Joshua... —lo llamé sabiendo que estábamos por arruinar todas las cosas.

—Es que... Al... Sí pasa algo —se quejó llevándose las manos a la cara y luego al cabello con cierta frustración. Yo me quité los guantes y caminé hacia él cuando trazó una línea invisible entre nosotros con un gesto de su mano.

Él quería que yo me alejara de él y yo juraba que me iba a morir si eso sucedía. Y no en el aspecto melodramático, sino que literalmente una parte de mi moriría si terminábamos esa conversación con el rumbo que estaba tomando.

—¿Qué sucede? —pregunté con temor. Pero tenía mucho más miedo de que no dijera nada y todo fuera irreparable más adelante. Tenía más miedo de lastimarlo que de perderlo, y esto se estaba volviendo demasiado confuso, pero mi posición firme era cuidar de él, como lo había prometido.

—Hemos estado demasiado cerca —sentenció mirando sus manos apoyadas de la mesa—. Y estar tan cerca de ti es... Maravilloso —lo describió como si fuese un regalo más grande de lo que yo podía entender—. Pero me ha hecho sentir tantas cosas que creo que estoy sobrepasando los límites —sentía totalmente insoportable su declaración, porque simplemente una parte de mí estaba celebrando que esta existiera, mientras que la otra sabía que iba a acabar con nosotros—. Creo que me estoy enamorando de ti, Alice —aclaró enterrando todavía más la mirada en sus manos. Yo tragué grueso queriendo salir corriendo. Sin embargo, me metí las manos en los bolsillos y me obligué a quedarme mirando como todo se caía en pedazos.

—Pero... ¿Por qué? —dije sin poder entenderlo. Volviendo al principio de la historia yo era nadie; Nadie de Ninguna Parte. Las cosas que amaba tendían a irse y para el resto del mundo a menudo era un cero a la izquierda, ¿por qué lo único bueno que me había tocado últimamente tenía que fijarse tanto en mí?

Mi pregunta fue firme, y algo rencorosa. Una parte de mí se sentía mortalmente atraída hacia la perfección de Joshua. Pero era perfecto, inalcanzable y perfecto. ¿Y ahora estaba enamorado de mí? ¿Qué no era nada más que imperfecta, torpe e insignificante? ¿Nada más que Nadie de Ninguna Parte?

Lo cierto es que mi pregunta, lejos de hacerlo reaccionar con respecto a que no podía enamorarse de mí, pareció hacerlo enojar, porque se volvió hacia mí con una expresión bastante molesta que no supe como catalogar.

—¿Cómo que por qué? —expresó mirándome de arriba abajo—. Eres... Hermosa, inteligente, elocuente, genuina, buena y totalmente única en el mundo. ¿Cómo podría no enamorarme de ti? —me acusó. En algo estábamos de acuerdo, a él no le fascinaba la idea de enamorarse de mí, ni a mí que él estuviese en esta posición—. He tenido los mejores cuatro meses de mi vida al conocerte —fue brutalmente honesto, tumbando totalmente mi mecanismo de defensa.

La verdad era que verlo así me destrozaba la vida, pero yo no podía siquiera visitar mentalmente la posibilidad de estar enamorada de él. Porque, siendo honesta, sería fácil perderme en esos dulces ojos hermosos y esa sonrisa torcida, pero no estábamos en ese territorio, ¿o sí?

Metí el cabello entre las manos tratando de aliviar la frustración cuando sentí sus manos enrollarse en mis muñecas y sus ojos aparecieron frente a los míos.

—No, Joshua, yo... —él negó con la cabeza.

—No voy a pedirte nada, Alice —dijo bajando la voz—. No quiero que dejes a tu novio por mí, ni que sientas lo mismo que yo —entonces tragó grueso y suspiró—. Solo necesito un tiempo para... —bajé las manos y cuando me soltó yo tomé sus muñecas y le obligué a mirarme.

—No quiero perderte nunca.

—Yo tampoco quiero perderte nunca, princesa —fue honesto, pude verlo en su mirada—. Es por eso que quiero pedirte que tomemos una distancia prudencial —sentí que el estómago se me vació ante sus palabras.

—Pero...

—Solo necesito aclarar un poco la mente —expresó con la misma voz suave de siempre—. Solo necesito entender qué está sucediendo realmente —los ojos se me llenaron de lágrimas y entonces solté sus manos—. Es lo mejor para ambos.

—Nunca será mejor para mí estar sin ti —repliqué con la voz quebrada—. Pero entiendo lo que necesitas, y voy a respetarlo —Joshua asintió suavemente y se alejó un paso de mí.

Yo sentí nuevamente como el aire se me escapaba de los pulmones y se desvanecía de mí algo de un valor incalculable que yo jamás llegaría a entender.

—No voy a dejarte, Alice. Simplemente no puedo estar tan cerca de ti bajo estas condiciones —aclaró siendo totalmente firme en su decisión y yo asentí con suavidad, aunque me costara mover cada gramo de mi cuerpo.

—Me iré a casa, entonces —él frunció el ceño.

—¿A media jornada de trabajo? —inquirió mirando la hora. Me sentí confundida.

—Creí que... —Joshua negó y soltó una media sonrisa amarga.

—Te dije que no voy a dejarte —dijo—. Seguirás trabajando aquí, ¿no?

—Si necesitas estar lejos de mí... —comencé a objetar.

—Me iré a otra parte, Al. No estás trabajando aquí por mí, sino por ti, por tu talento y porque tenemos un contrato—explicó rápidamente—. Ya encontraremos una forma de vernos menos.

—Gracias —dije con total sinceridad. Sin el dinero no podría pagar el componente extra en la carrera y él lo sabía.

—No tienes nada que agradecer, te has ganado este trabajo a pulso —replicó—. Iré a beber un café, ¿quieres algo? —inquirió alborotándose el cabello como si tratara de desterrar una idea de su mente. Yo negué.

—No, está bien, gracias —dije ayudándole a permanecer firme en su decisión de alejarnos un poco.

—Bien —musitó antes de cruzar la puerta hacia la librería.

Me senté un instante en el banquito de madera en el que estaba hace un rato y una lágrima se me escurrió sabiendo que las cosas jamás volverían a ser iguales entre nosotros. Pero algo en mí se tranquilizó en sobremanera al recordar su sonrisa al pedirme que me quedara, al ofrecerme algo de tomar y al saber que él realmente no me estaba abandonando.

Era una decisión firme que él tomaba para no hacerme elegir, y que yo apoyaba para no lastimarlo, no hacerlo perder el control y no herirlo de alguna manera.

Josh se había convertido en más que un amigo para mí, era una pieza demasiado importante y yo no concebía la idea de lastimarlo de tal forma. Por eso, respetar su decisión era lo mejor que podía hacer. Y aunque era evidente que estaba tomando una decisión, era totalmente injusto abandonar a Justin por algo que lucía más perfecto que él.

¿Saben algo? Justin era totalmente perfecto al principio también. Durante el primer año fuimos la pareja que todos envidiaban y luego las cosas comenzaron a complicarse de a pocos. La convivencia, los defectos y las formas fueron apareciendo mostrándonos qué debíamos cambiar para poder seguir adelante con nuestra decisión de permanecer juntos.

Yo estaba total y completamente enamorada de Justin, a pesar de que las cosas fueran difíciles. Y si seguíamos reconfigurando nuestra relación hasta encontrar el equilibrio, entonces no existiría ninguna duda de que él era el hombre de mi vida.

Con Joshua era diferente, no había nada que configurar. Él aparentaba ser perfecto, pero, ¿acaso eso no es lo que todos aparentamos cuando comenzamos en una nueva relación? Y no digo que estuviese mintiendo, ni que esa no fuese su verdadera personalidad. Sino que no era propio en mí dejarme deslumbrar por algo nuevo cuando ya amaba profundamente a alguien por quien había sido y por quien era ahora. Sería insensato cambiar a Justin por algo que ahora lucía mejor y podría ser que más adelante fuese igual.

Lo más interesante de todo es que Joshua lo entendía a la perfección, y decidía proteger mi esencia haciéndose a un lado hasta que encontrara una respuesta más apropiada para permanecer.

Pero lo que más amaba de Joshua era su firmeza. Su coherencia. Su constancia. Porque sabía que estaba enojado, sabía que estaba tan triste como yo, pero aun así permaneció. Se quedó, se interesó por mí, quien indirectamente le estaba haciendo daño. Quien me hizo sentir segura y me prometió que no me abandonaría.

Cada que discutíamos, Justin tenía la manía tonta de dejarme hablando sola, resolviendo sola mis asuntos, y desaparecía sin más. Me hacía sentir abandonada, me dolía y honestamente me hería. Y creí que esa era la dinámica normal de las relaciones hasta que me topé con la firmeza de Josh. Que se quedaba, aunque estuviera incómodo, que me tomaba de las manos cuando sabía que tenía miedo por la discusión que estábamos teniendo y que me ofrecía un café para asegurarse de que estaba bien.

Su firmeza me aseguraba que él decía la verdad en todas las cosas y esta era una de las que me dolía más: el hecho de no poder permanecer tan a su lado como quería bajo estas condiciones.

Aproveché mis 15 minutos de descanso para terminar este capítulo con el que sé que primero me amarán y luego me odiarán jeje

¿Algún comentario? *dice con temor*

Espero que les guste alguito o.o... Gracias a todos los que me leen! Aun los que no voten ni comenten, también están en mi corazón jeje... 

Saludos!

PDT: Este capítulo va dedicado a GabbieOC <3 que está detrás de todas mis historias jeje. Ustedes no lo saben, pero ella es la verdadera genio!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro