005. A Bond From Trust

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━━ chapter 005
a bond from trust

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Las palabras de Valkyrie perduraron en la memoria de Hiccup más tiempo del que le gustaría admitir. Tal vez fuera porque ella nunca perdía los estribos de aquella manera. La única vez que Hiccup pudo explicar algo así fue cuando ella lo arrojó del muelle al agua. (Eso también había sido por su culpa... parece un patrón recurrente). Se adentraba en el bosque con un pez en una mano y su escudo (bueno, uno nuevo) en la otra. Los pájaros silbaban, los animales hacían sonar las hojas y los arbustos, y sus botas hacían crujir las ramas bajo sus pies. Pero ninguno era más fuerte que sus propios pensamientos, un torrente de culpa por lo que ella había dicho. ¡Así que madura, elige un bando y sé un vikingo!

Nunca había sido un vikingo. Al menos, no el vikingo que la gente quería que fuera. Era una decepción, el enano de la camada, una molestia como un insecto pestilente en la mesa del comedor que necesitaba ser aplastado bajo el pie de una criatura mucho más grande. Hiccup se sentía como ese insecto y el pie era su padre, o Valkyrie, o cualquier otro vikingo de Berk.

Y ahora... si supieran lo que había hecho, o lo que no pudo hacer... ¿qué pensarían de él? ¡Así que madura, elige un bando y sé un vikingo!

Llegó a la brecha entre las rocas que conducía a una zona pequeña y abierta. En el centro había un pequeño estanque, deslumbrante a la luz del día. Era un lugar bastante tranquilo, con algunos árboles agitándose en el aire fresco, un pájaro aquí o allá, el sonido del agua golpeando la orilla y retrocediendo, el viento crispando la hierba... Había una criatura escondida entre la belleza; una bestia, decían todos. Pero Hiccup se encontró argumentando lo contrario. Miró a los ojos del Night Fury que debía matar... y no pudo bajar el cuchillo. No sabía por qué... pero así como él decidió no matar al dragón ese día, la criatura decidió no matarlo a él. Decían: un dragón siempre va a matar, pero éste no lo hizo. El más peligroso de todos los dragones había dejado vivir a Hiccup.

Le intrigaba, tanto como la mirada en los ojos del dragón que estaba junto a él hace dos días. Había algo en los ojos de la bestia que no podía explicar, algo que le hacía sentir como si estuviera mirándose en un espejo a sí mismo.

(Tal vez por eso estaba tan intrigado, después de todo.)

¡Así que madura, elige un bando y sé un vikingo!

Hiccup no sabía que bando elegir. Ese Nadder lo habría matado hoy en la arena, pero este Night Fury le había dado una segunda oportunidad en la vida.

Se acercó a la rotura de las rocas y se escondió detrás de su escudo. Con un ruido sordo, raspó la roca cubierta de musgo y no pudo arrastrar los pies más. Con el corazón acelerado, sus ojos verdes miraron por encima del borde de hierro y no pudieron ver al dragón por ningún lado. Con la mano libre, levantó el pescado, tratando de no hacer una mueca ante el tacto viscoso o el olor, porque eso también existía. Tan rápido como pudo, lo arrojó por encima del borde y aterrizó a unos metros de distancia sobre la hierba.

Esperó allí un segundo para ver si el Night Fury aparecía. Pero no fue así. Se asomó de nuevo y apretó los dientes. Avanzó más olvidándose de su escudo, sólo para quedarse atascado. Hiccup frunció el ceño, genial. Lo intentó de nuevo y no dio resultado. Simplemente genial.

Al darse cuenta de que iba a tener que intentarlo, tomó una gran bocanada de aire, como si estuviera sumergiéndose bajo el agua, y se arrastró debajo del escudo hacia la abertura. Suspiró al intentar sacarlo desde el otro lado. ¿Por qué te pasan todas las cosas malas, Hiccup? Sólo había que hacer una cosa. ¡No es de extrañar que Valkyrie se enojara contigo!

Girando sobre sus pies, comprobó si el Night Fury estaba cerca. Su estómago se retorció al no saber dónde estaba.

—Oh, Thor, sálvame... —murmuró antes de agacharse rápidamente y recoger el pez por las branquias. Asqueroso.

Salió y miró a su alrededor... Este dragón era completamente negro, ¡¿cómo no lo veía?! El pescado se le escapaba de los dedos y lo arregló pillándolo con más fuerza, sin darse cuenta de que el Night Fury lo observaba desde encima de la roca. Escuchó el raspar de sus garras sobre la piedra, e Hiccup se giró, su jadeo se quedó atascado en el fondo de su garganta.

El Night Fury parecía un gato negro: lo miraba, se movía, merodeaba hacia él de la misma manera. Tenía la cabeza en forma de diamante, pero achatada y con unos ojos penetrantes, felinos e inteligentes. En la espalda tenía lo que Hiccup podría describir casi como aletas, que descendían hasta la cola, donde sólo quedaba intacta una aleta. La envergadura de sus alas no era tan grande como la de otros dragones con los que se había topado, pero sin duda funcionaban, pues se decía que un Night Fury era uno de los dragones vivos más veloces, por no decir el más rápido.

Aterrizó en la hierba con la cabeza inclinada para oler el pez en la mano de Hiccup. Sintió como si el corazón se le subiera a la garganta, pero Hiccup se mantuvo firme y extendió su brazo con el pez hacia el dragón.

Éste encorvó su espalda de una forma similar a la de un gato. Vacilante, se acercó más, las aletas en la punta de su cabeza temblaban de curiosidad. A medida que se acercaba, Hiccup tuvo un momento de comprensión... Era un chico. Este dragón era un chico, igual que él. Estaba nervioso, como él. Asustado, como él. Sus hombros cayeron y Hiccup no pudo evitar mirar a los ojos del dragón mientras abría su boca gomosa...

Sus ojos se redujeron a rendijas y Hiccup jadeó, retrocediendo mientras el dragón se alzaba de nuevo, mirando la punta de la daga en la cadera del muchacho. Frunció y lo miró. Alejándose más, Hiccup agarró con cuidado la empuñadura de su daga para que el Night Fury pudiera verla. Tan pronto como sus dedos tocaron la empuñadura, el dragón gruñó. El corazón de Hiccup latía aún más rápido (¡como si pudiera latir más rápido!)

Hazlo, se dijo. Y así, con un amplio espacio entre él y el dragón, Hiccup cogió la daga, la levantó en el aire para que el dragón pudiera verla y la dejó caer al suelo. El Night Fury entrecerró aún más su mirada con sospecha. El chico apretó los dientes y, con un suspiro entrecortado, enganchó la daga con el pie y la arrojó lo más que pudo al agua.

Era como si alguien hubiera accionado un interruptor en el Night Fury. Tan pronto como escuchó el ¡plop! de la daga golpeando el agua, volvió a sentarse sobre sus patas traseras, bajó las alas y sus ojos se agrandaron tanto, mirando a Hiccup de tal forma que le recordó a un niño pequeño. Las orejas en la parte superior de su cabeza se movieron, esperando pacientemente a que Hiccup le mostrara el pez otra vez.

Por un instante, lo único que Hiccup consiguió fue mirar a la criatura con asombro. Esta bestia mortal, a la que todos los vikingos inteligentes temían, lo observaba como un perro que rogaba que le rascaran detrás de la oreja. Hiccup emitió una pequeña risita de incredulidad y volvió a tenderle el pez. El Night Fury volvió a moverse arrastrando los pies hacia él, con el cuello extendido y la mandíbula abierta de par en par para coger el pez. Hiccup frunció el ceño, mirando las entrañas viscosas de su boca.

—Huh, no tienes dientes —musitó—. Habría jurado que tenías... ¡Gah!

Como el sonido de una trampa para animales, los dientes del Night Fury reaparecieron de sus encías y arrebataron el pez de la mano de Hiccup. El dragón se tragó la carpa entera torciendo la cabeza hacia atrás.

Hiccup mantuvo sus manos cerca de su pecho, observando al dragón.

—... Dientes...

Entrecerrando los ojos hasta convertirlos en rendijas, el dragón se acercó a Hiccup con seriedad, y éste jadeó, tambaleándose hacia atrás.

—Uh, uh... —la criatura hizo un ruido en el fondo de la garganta, un sonido gutural; casi un ronroneo intrigado en busca de más comida—. No, no... —Hiccup cayó de espaldas sobre la hierba, y arrastró los pies todo lo que pudo hasta que su columna vertebral chocó contra la roca—. No, no, no... —el Night Fury estaba demasiado cerca, mirando de soslayo por encima de Hiccup, y el hijo del jefe pudo ver los detalles de sus escamas, los dos orificios de sus fosas nasales por los que exhalaba aire caliente, y la huesuda línea de la frente por encima de los ojos que se perfilaba hacia abajo, hacia la nariz y la boca—. ¡Ya no tengo más!

Pensó que el dragón podría devorarlo como lo hizo con el pez, excepto que echó la cabeza hacia atrás otra vez. Un ceño fruncido se grabó en el rostro del vikingo al mirarlo... ¿estaba a punto de vomitar? (Genial, un dragón le iba a echar la pota a Hiccup, menuda suerte...)

Pero no fue vómito lo que aterrizó en su regazo. Oh no, pero hubiera preferido el vómito. En cambio, el dragón había partido la mitad de su almuerzo y se lo había entregado a Hiccup, todo viscoso y asqueroso...

El dragón se sentó sobre sus patas traseras y se quedó mirando a Hiccup. Tardó un segundo en darse cuenta de que quería que se comiera la otra mitad del pescado. Hiccup se quedó boquiabierto mirando al Night Fury, incrédulo.

—¿Es en serio...? —suspiró. Estupendo. Me hubiera gustado más el vómito que esto, gracias, reptil desdentao...

Desdentao.

Chimuelo.

Toothless.

No sabía por qué, pero le gustaba como sonaba.

El dragón miró al pez en su regazo, animándolo a comerlo, e Hiccup hizo una mueca. Pero con un aliento valiente se lo acercó a la boca y le dio un largo mordisco. Oh, qué asco, qué asco, qué asco, no vomites, no...

El Night Fury inclinó la cabeza, las orejas y las aletas temblaron. Hiccup asintió, tratando de decirle que estaba riquísimo cuando era todo lo contrario. Sin embargo, el dragón no había terminado. Tragó saliva y los hombros de Hiccup se desplomaron. ¡¿Era en serio?!

Ay, Odín... Hiccup cerró los ojos y tragó. Estuvo a punto de vomitar, pero se negó a dejarlo escapar y se lo tragó de nuevo. Se estremeció. Qué asco. El Night Fury se lamió los labios, como si le preguntara cómo sabía, y así, débilmente, Hiccup le dio al dragón una sonrisa forzada.

El Night Fury le contestó con el ceño fruncido, y entonces... hizo lo último que Hiccup hubiera esperado. Sus encías se estremecieron, se levantaron... y el dragón pareció sonreír. Hiccup perdió el aliento. Aquel ser peligroso, con su cabeza en forma de diamante y sus ojos felinos, le sonreía... inteligente, hermoso... Hiccup lo miró a los ojos, y fue como si se viera reflejado a sí mismo en el agua.

Toothless.

Elige un bando, había dicho Valkyrie... Ya había elegido al ver al dragón frente a él; feliz y con las orejas temblando. Escogió un bando, pero no el que todos querían. Nunca fue un vikingo, al menos no el que todos querían que fuera. Pero eso estaba bien... porque le permitía sentarse aquí y mirar fijamente a esta magnífica criatura. Antes de poder dudar, Hiccup se encontró extendiendo su palma para tocar al Night Fury, y cuando pensó que el dragón lo dejaría, sus ojos se estrecharon y se alejó corriendo.

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Ella consideró la posibilidad de disculparse con Hiccup, lo cual era un concepto nuevo y extraño de entender para Valkyrie. Pero al sentarse con los demás, al calor y a la luz de la hoguera, dando vueltas al pollo en el palo, echaba un vistazo a donde estaba sentado el chico, mirando fijamente las llamas, y pensaba... ¿habría sido demasiado dura? Habían estado a punto de morir, ese Nadder podría haberlos liquidado. De no ser por Valkyrie, habrían muerto. Estaba enfadada con Hiccup porque lo ponía todo difícil, y no era más que un estorbo para el resto... ¿pero eso le daba derecho a haberle gritado como lo hizo? Él no era como ellos, era larguirucho, introvertido... Stoick, su padre, el jefe, nunca le dio la oportunidad de matar a un dragón. Mientras a los demás les daban porras como juguetes para morder cuando eran bebés, a Hiccup le habían dado un palo para dibujar. Desde luego, él no sabía lo que hacía.

Lo convertía en una carga, sí. Hacía el trabajo de Valkyrie más difícil, sí. La enojaba, sí. ¿Pero también le provocaba querer disculparse? Sí, así era y eso la preocupaba. Estaba fuera de lugar. No era típico de Valkyrie la Viciosa. Le dieron ese título por una razón, y no precisamente por disculparse.

Picando su ala de pollo para ver si estaba lo suficientemente tierna, Valkyrie volvió a escuchar la infame historia de Gobber sobre cómo perdió el brazo y la pierna... La ha oído como... ¿qué? ¿Cinco mil veces como mínimo?

—¡Y de un bocado, me arrancó la mano y se la tragó de golpe! —Gobber hizo un gesto amenazador con el pollo a los adolescentes. Valkyrie arqueó una ceja y compartió una mirada rápida con Astrid—. Y vi la cara que puso... Le pareció deliciosa. Y debió de correr la voz, porque no pasó ni un mes antes de que otro me arrancase la pierna.

Hubo un eco de respiraciones de asombro de los otros jóvenes vikingos. Valkyrie mordió su pollo y logró arrancar un poco del ala y masticarla. Mientras lo hacía, su mirada volvió a Hiccup, quien en su lugar sostenía un pez, todavía mirando sombríamente el fuego. No parecía estar escuchando en absoluto.

(Seguramente sus palabras no lo habían molestado tanto, ¿verdad? Tal vez él era más gallina de lo que ella había pensado originalmente.)

Fishlegs golpeó con entusiasmo sus dos muslos de pollo.

—¿No se te hace raro pensar que tenías la mano dentro del dragón? —Astrid se alejó de sus muslos de pollo en movimiento, acercándose a Valkyrie con un ceño dudoso en su rostro. Ella no era la única. Tuffnut miró fijamente a Fishlegs con una ceja arqueada—. Si tu mente todavía pudiera controlarla, podrías haber matado al dragón desde adentro como... estrujándole el corazón...

Snotlout apuntó su pollo enojado a Gobber.

—Te lo juro, se van a enterar. Vengaré tu preciosa mano y tu precioso pie. Le cortaré las patas a todos los dragones que pille, y con los dientes.

Astrid se pellizcó el puente de la nariz y Valkyrie movió su brazo para evitar que pateara brasas en la cara de Snotlout.

Gobber sacudió la cabeza y arrancó el ala de su pollo.

—Oh, no, son las alas y la cola lo que hay que pillar. Si no puede volar, no puede escapar. Un dragón derribado es un dragón enterrado.

Valkyrie vio a Hiccup fruncir, lo que provocó que ella frunciera por igual. ¿Entonces había estado escuchando todo este tiempo? Entrecerró los ojos hacia él, estudiando el movimiento de su nariz... había algo en él... algo raro... bueno, más raro de lo habitual, y no pueden haber sido sus palabras de hoy... ¿verdad?

(¿Verdad?)

Su voluntad de examinar a Hiccup y descubrir todos sus secretos se vio interrumpida por Gobber, que se movió de repente y soltó un sonoro bostezo.

—Bueno, me voy a la cama. Vosotros también —señaló a cada uno con su comida—. Mañana empezamos con los gordos —Valkyrie enderezó la postura ante aquellas palabras, dejando que su corazón palpitase ante la idea de enfrentarse a uno de los dragones más poderosos. Hora de probarse a sí misma—. Lentos pero seguros, llegaremos hasta el Monstrous Nightmare. ¿Quién se ganará el honor de matarlo?

La mirada de Valquiria parpadeó hacia Hiccup, pero se detuvo. Se había ido. Oh, por el amor de Odín. ¿Retiró la mirada por qué? ¿Un segundo y ya se había ido? Parpadeó. ¿Qué pasó? Miró a los demás para ver si se habían dado cuenta, pero todos estaban demasiado ocupados mirando el "tatuaje" de Tuffnut, que si alguien tenía cerebro podía ver que no era más que carbón mojado. Val retrocedió hasta el asiento vacío de Hiccup, con la mirada fija en el pescado humeante y sin comer. Clavó los ojos en la noche y se levantó rápidamente. Mientras los demás estaban distraídos, ella se internó en la oscuridad, merodeando junto a las escaleras de madera que bajaban de vuelta a los muelles, y vislumbró una prenda verde y cabellos castaños.

Pensó en ir tras él, preguntándose qué estaría tramando si necesitaba salir corriendo de esa manera... Había querido disculparse con él. Valkyrie todavía tenía tiempo. Aún podía alcanzarlo. Pero no lo hizo... regresó al fuego, olvidándose de toda la experiencia. Hiccup era raro. Era normal. (Sí, era lo más natural.)

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