Vendetta - Cap 1

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Hola a todos los que han llegado a Vendetta (que significa "venganza" en italiano). Sé perfectamente que les dije que mi nuevo proyecto MewGulf sería de un cantante ciego y su fan, pero sinceramente se me acabó la inspiración y mejor la dejé pendiente, espero que algún día aquella historia pueda ver la luz. 
Sin embargo, acá les dejo mi nueva aventura. Espero que sea de su agrado y que lleguen al final conmigo. 

Vendetta
Por: Adriana Jongcheveevat


Capítulo 1

Bastaba con solo verlo para sentirse intimidado o intimidada, según fuera el caso. Así de potente, intensa, reacia y firme era su presencia; si alguien preguntaba cómo describir a Mew Suppasit probablemente no se encontraría la palabra adecuada para definir del todo a ese hombre, de verdad que no existía. Se viera por donde se viera, hablar de Mew implicaba usar términos como, arrogante, altanero, soberbio, orgulloso, altivo, vanidoso... y quizás ese no era un léxico precisamente positivo, no obstante y pese a tener una descripción de él bastante adversa, nadie se atrevía a faltarle el respeto, nadie. Sin excepción.

Pero quizás, de entre todos los adjetivos calificativos que podían describir a tan peculiar hombre, la palabra rencoroso debía ir al principio de tan larga lista, porque si había algo que Mew no toleraba bajo ninguna circunstancia y sin ninguna excepción, era el engaño y la traición. Pobre de aquella persona que quisiera tomarle el pelo o que le diera una puñalada por la espalda pues probablemente su vida sería tan miserable que, morir, literalmente, sería el mejor de los alivios.

Pasaban de las nueve de la noche de un viernes cualquiera y él seguía en la oficina. La sede del corporativo del cual era propietario y presidente ejecutivo se encontraba en el edificio de uso mixto más alto de todo Bangkok, tan alto como su ego y su autoestima, el MahaNakhon, un peculiar inmueble con trescientos catorce metros y setenta y siete pisos, que albergaba en sus primeros veinte un hotel de lujo perteneciente a la prestigiosa cadena de hoteles Ritz–Carlton, boutiques de las marcas de ropa más exclusivas tanto nacionales como extranjeras, un gimnasio de alto rendimiento mixto, varios bares con diversas temáticas y en los dos últimos pisos las oficinas centrales de Bangkok Medical Lab, el laboratorio médico más famoso de toda Tailandia, que tenía sus sucursales estratégicamente ubicadas cerca de todos los hospitales del país.

En ese edificio se llevaban a cabo todas las funciones administrativas y financieras del laboratorio, decisión explícita del mismísimo dueño, el reservado y enigmático Mew Suppasit, que por comodidad había decidido ubicar las oficinas de su imponente negocio en ese lugar pues él era el dueño del penthouse que se encontraba justo en la cima de la edificación, al cual llamaba hogar.

Parecía que no tenía nada mejor que hacer que estar hablando de negocios con su mejor amigo y leal empleado, Mild Suttinut. Mientras la gente normal salía a divertirse en los múltiples bares de la urbe, él prefería quedarse en casa o en la oficina elaborando estrategias que permitieran que su laboratorio siguiera siendo líder en el mercado. Por nada el mundo debía dejar que la empresa que le había costado tanto levantar se viniera abajo, al menos no hasta acabar y dejar en la completa ruina a la persona que había destruido su familia, el único hombre al que consideraba su peor enemigo y al que debía aniquilar por completo, el reconocido médico epidemiólogo Khalan Kanawut.

- ¿Me puedes explicar cómo es que no estaba enterado de que el doctor Kanawut tiene un hijo? – preguntó Mew a su amigo visiblemente molesto. Si bien no podía culpar a Mild por su propia falta de interés de la vida personal de dicho doctor, le fastidiaba que alguien, sin importar de quién se tratase, le hiciera ver que no lo sabía todo como deseaba aparentar.

- Pensé que lo sabías, pero que no querías involucrarlo en tu venganza – respondió Mild con una tranquilidad difícil de creer teniendo enfrente a un Mew severamente enojado.

- ¿Y cómo es que lo sabes tú? – cuestionó sin quitar su expresión enfurruñada.

- Él me lo dijo – respondió.

- Él te lo dijo... – repitió mientras asentía con su cabeza.

Mild era su mejor amigo desde la escuela secundaria. Un chico al que siempre tenía que cuidar pues sufría de acoso y burlas debido a su estatura y al corte de cabello que usaba, el cual no había cambiado a pesar de los años y por el que había recibido el apodo de "el pequeño honguito". Ese chico, era el único que se había quedado en los buenos y malos ratos, principalmente en los peores, como en el declive de su padre como doctor, en la enfermedad que éste tuvo debido a su depresión y en su posterior fallecimiento, del cual el único culpable era el doctor Kanawut.

- ¿Y dónde se vieron? – preguntó Mew con falsa sonrisa – platícame cómo fue su encuentro – la molestia seguía presente en el tono de su voz - ¿Acaso fueron a tomar un café y se contaron las buenas nuevas? – Mild conocía perfectamente a su amigo, así que el sarcasmo o los comentarios mal intencionados que éste le soltaba lo tenían sin cuidado. 

- En realidad el chico chocó tu Bentley Continental justo esta mañana cuando yo pasaba por la mansión del doctor Kanawut – dijo con tranquilidad.

- ¿Qué demonios hacías tú con mi Bentley? – preguntó Mew furioso. Ese vehículo de lujo era demasiado costoso y exclusivo, por ende las reparaciones tenían que hacerse fuera de Tailandia, si es que el suyo tenía reparación.   

- Tú me enviaste a ese lugar para saber con quién se había reunido tu peor enemigo ¿Lo recuerdas? – respondió – "Si tu coche está en el taller llévate el mío, pero tienes que averiguar con quién se vio ese hombre en su casa"... fue lo que dijiste – Mild no perdió oportunidad de imitar a Mew.

- ¿Y bien? –

- Como pensaste, la reunión solo fue con dueños de pequeñas farmacéuticas, nada importante en realidad – respondió Mild.

- Eso no, ¿Qué pasó con ese muchacho? – lo del padre del mismo pasó a segundo plano.

- Yo iba pasando por la calle y él en lugar de pisar el freno piso el acelerador cuando salía de su casa, por la parte de atrás cabe mencionar – relató – es un joven bastante simpático – sacó su teléfono móvil y le mostró un par de fotografías del chico.

- ¿Tuviste tiempo de tomarle fotografías? - preguntó Mew confundido.

- Para demostrarte que se hacer bien mi trabajo –

Mew observó la pantalla del teléfono de su amigo y entrecerró los ojos, era un chico bastante simple, con gafas, alto, delgado, cabello negro, tez acanelada, nada fuera de lo común, pero era el hijo de un médico millonario que había forjado su fortuna a base de engaños y mentiras que habían hundido a su familia, pues el "prestigioso" doctor Kanawut había robado las investigaciones de su padre y las había presentado como suyas, acabando así con la carrera de su progenitor.

Después de que el padre de Mew muriera, este se había prometido vengar su muerte y hacer pagar a los responsables por la tristeza que lo acompañó durante sus últimos años de vida, y por ese motivo se había preparado para levantar una empresa y que ésta fuera la mejor en el mercado de la medicina, solo para esperar que la empresa de Khalan Kanawut tuviera problemas y él aprovechar la crisis para terminar de hundirlo, así como él lo había hecho con Kao Suppasit, su padre.

Mew se puso de pie y caminó por la oficina de un lado para otro con el teléfono de Mild en sus manos, se sentía frustrado por no saber qué Khalan tenía un hijo, es decir, sabía que había estado casado pero llevaba años divorciado, además de que nunca lo había escuchado hablar de su hijo.

- ¿Y cómo fue que llegaste a la conclusión de que este joven es simpático? - preguntó Mew - de verdad que siento curiosidad – el enojo de Mew parecía no desaparecer.

- Oye, entiendo que la noticia te haya puesto de mal humor – dijo Mild – pero si te digo que ese chico es amable y agradable es porque de verdad lo es, nada que ver con su padre – comentó – se puso muy nervioso con lo del accidente porque a pesar de que él tuvo la culpa, tu preciado Bentley solo tuvo un rasguño mientras que su carro quedó destrozado –

- No comprendo como el hijo de un millonario doctor maneja una chatarra como esa – indicó Mew señalando el vehículo que aparecía en la foto que le había mostrado Mild.

- No comprendo como el hijo de un millonario doctor maneja una chatarra como esa – indicó Mew señalando el vehículo que aparecía en la foto que le había mostrado Mild.  

- ¿Tenía seguro? – preguntó Mew.

- Creo que sí – dijo Mild – el joven tenía prisa me dio los documentos del vehículo, quedamos que vernos después para ultimar detalles, pero me pidió que no le dijera absolutamente nada a su padre –

- Bien, dame los documentos yo me haré cargo personalmente – soltó Mew de repente.

- ¿Por qué? - preguntó el menor viendo confundido a su amigo.

- Por que te lo estoy diciendo - respondió - me interesa conocerlo, el conocimiento es poder, lamento no haber sabido que Khalan tenía un hijo – hizo una pausa al ver el semblante preocupado de Mild – no le haré daño, y si es tan agradable como dices quizás hasta nos llevemos bien – pero Mild sabía que eso último lo decía con ironía.

- A tu madre no le gustará esto, Mew –

- Lo sé, ella es demasiado buena –

- Ella también está lidiando con la depresión que sufre a raíz de la muerte de tu padre – le recordó Mild – no le causes más angustias –

- No la pienso involucrar en esto – se defendió Mew – sé que ella y papá nunca quisieron hacer nada en contra de los Kanawut porque a pesar de todo siempre los consideraron sus amigos – Mew apretó los puños – pero yo jamás podré perdonarlos por ser los responsables de todas las penas de mi familia -

Mew miró los ojos a su amigo con una determinación avasalladora, Khalan Kanawut no sabía lo que le esperaba, el hijo de su amigo, el cual destruyó, se iba a encargar de acabar con él mucho más pronto de lo que esperaba.

.

.

.

Gulf Kanawut observó el imponente rascacielos en pleno centro de Bangkok y sintió miedo. Siempre había sido un chico inseguro, escondido en las sombras de un apellido bastante conocido en Tailandia del cual no podía vanagloriarse pues su padre se lo tenía prohibido. Él era el hijo de un desliz que su progenitor había tenido mientras seguía casado con su primer y única esposa, que por supuesto no era su madre, sin embargo era el único hijo que había tenido pero jamás lo reconocía como tal, en las pocas ocasiones que lo había presentado con alguien, éste decía que era hijo de un primo lejano, lo cual pocos creían por el enorme parecido que tenían. No obstante, un selecto grupo de familiares y amigos sabían su procedencia pero su silencio estaba comprometido por las "bondadosas" sumas de dinero que su padre les hacía llegar con tal de que no dijeran nada.

Entonces, cuando se metía en problemas él solo debía arreglar sus errores, y preferentemente sin aprovecharse de su apellido, por eso mismo evitaba meterse en líos, procuraba actuar de manera cautelosa y premeditada para evitar controversias y pasar malos ratos, sabía que era muy ingenuo y la gente solía aprovecharse de él, así que estar al pie de un edificio con tan importante asunto lo hacía temblar, esperaba poder arreglar las cosas con el dueño del vehículo. Si tan solo no hubiera estado tan asustado ese día, nada de eso hubiera pasado.

Nervioso, entró al edificio para dirigirse inmediatamente a la recepción. Ahí una chica de cabello negro, tez morena y sonrisa brillante lo recibió con una sonrisa, era bastante hermosa.

- Buenos días ¿En qué puedo ayudarlo?

- Busco al señor Mild Suttinut, soy Gulf Kanawut – dijo tratando de no mostrar su nerviosismo.

- ¿Mild Suttinut? – preguntó al chica al desconocer el nombre - ¿Sabes a qué empresa pertenece? –

- No realmente, solo me dijo que podía encontrarlo en este edificio –

- Si gustas tomar asiento, trataré de averiguar en qué área de encuentra –

- Si, muchas gracias –

La recepcionista empezó a buscar en el listado del personal registrado como trabajador de las compañías que estaban en el edificio. Más de quinientas personas figuraban en dicha lista. Sin embargo, de inmediato apareció en la lista el nombre de la persona que buscaba el chico y lo llamó con la mirada.

- El señor Suttinut se encuentra en el último piso, trabaja para Bangkok Medical Lab –

- ¿Último... último piso? – Gulf tragó saliva – le temo a las alturas – confesó nervioso –

- Descuide señor, nuestras instalaciones son muy seguras – indicó la mujer – puede tomar el elevador cerrado o el elevador con mirador a la calle -

- ¿Y no puede decirle al señor Suttinut que baje? – preguntó Gulf con inocencia – puedo esperar el tiempo que sea necesario –

- Veré que puedo hacer por usted – la chica lo miró extraño y de inmediato tomó el teléfono para comunicarse a Bangkok medical lab. No tuvo que esperar mucho para que tomaran la llamada –

- Bangkok medical lab –

- Hola Mame – dijo la chica – tengo un caso complejo y complicado -

- ¿Qué sucede? – preguntó la recepcionista al servicio del laboratorio médico.

- Hay un chico buscando al señor Suttinut –

- Hazlo subir para verificar si tiene cita o si no agendarle una –

- Ese es el problema – dijo la mujer sin dejar de ver a Gulf – el chico le teme a las alturas y me pidió que le dijera al señor Suttinut que si puede bajar él –

- ¿En serio? – Mame no podía creerlo - ¿Está loco o qué? Me daría mucha vergüenza decirle eso al socio de mi jefe –

- ¿Entonces le digo que tiene que subir él? – preguntó viendo la cara de terror de Gulf al escucharla. Mame suspiró con fastidio.

- Iré con el señor Suttinut y te regreso la llamada – dijo al fin - ¿Quién lo busca? –

- Gulf Kanawut – indicó.

- De acuerdo, en momento te regreso la llamada – expresó Mame y cortó la comunicación.

- Su secretaria hablará con él – le dijo la mujer a Gulf.

- Gracias – dijo el muchacho y se sentó a esperar la respuesta de la secretaria.

Si bien el socio de su jefe era una persona bastante simpática y amable, el dueño de la empresa para la que trabajaba no lo era tanto. En realidad no tenía una sola pizca de amabilidad o encanto, vamos era el hombre más guapo que pisaba la faz de la tierra, pero la actitud que tenía le quitaba toda la gracia. Menos mal que ese extraño muchacho buscaba al señor Suttinut y no a su jefe.

- Adelante – se escuchó la voz de Mew cuando su asistente tocó la puerta.

- Lamento la interrupción, pero buscan al señor Suttinut en la recepción del edificio –

- Hazlo subir – indicó Mew con seriedad.

- Lo que sucede es que – hizo una pausa pasando saliva – el joven pidió que el señor Suttinut bajara ya que le teme a las alturas –

Un largo silencio de más de un minuto se hizo presente. Mild miró con extrañeza a la mujer mientras que Mew no quitaba su cara de pocos amigos. Jamás en su vida había escuchado semejante idiotez. Estaba de acuerdo en que hubiera personas con temor a las alturas, pero aquello era inauditamente estúpido. Bufó molesto, porque así era él, se molestaba por casi cualquier cosa.

- ¿Quién me busca? – preguntó Mild con amabilidad.

- El joven Gulf Kanawut – indicó la mujer.

Sin pensar lo que hacía Mew se puso de pie. Desde que se había enterado de su existencia, no había podido quitárselo se la cabeza, y es que no se trataba el hijo de cualquier persona, era el primogénito de su peor enemigo. Y tenía un plan perfecto para éste, uno que si bien no implicaba dañar al muchacho, si lo haría con su padre.

- Yo bajaré – dijo Mew sorprendiendo a Mame.

- Señor... -

- Mew ¿Estás loco? el chico ni te conoce – Mild también se puso de pie.

- Dije que iré yo –

- Pero Mew –

- Yo me haré cargo del asunto de Gulf Kanawut a partir de ahora, te lo dije aquella noche –

- No quiero que le hagas daño al muchacho con tu estúpida venganza –

- Tú no me vas a decir qué hacer y qué no hacer ¿Te queda claro? – dijo Mew molesto – pero descuida, no le haré nada malo –

Con la elegancia que lo caracterizaba salió detrás de su escritorio y caminó con seguridad dejando a Mild y a su secretaria sumamente sorprendidos. Ellos conocían el temible carácter que tenía el dueño de Bangkok Medical Lab, cualquier cosa, palabra, situación, comentario o mirada podía encender su enojo y si bien no le lanzaba a los golpes, si no se medía con sus palabras.

Recargado sobre del cristal del ascensor y con las manos metidas en las bolsas de su impecable pantalón de vestir color negro, Mew Suppasit bajaba directamente a la recepción principal del edificio para atender en persona un asunto tremendamente insignificante, sin embargo, el asunto era lo de menos. Ansiaba conocer al hijo de su rival, acercarse a él y hacer de ese joven su plan B para destruir a Khalan Kanawut, solo en el remoto caso que el plan A no saliera según lo planeado.

Cuando el elevador de abrió en la planta baja, acomodó el cuello de su camisa y ajustó el fino reloj Rolex que usaba en su mano izquierda. Cada uno de sus movimientos promulgaba sensualidad, era imposible verlo y no sentir "cosquillas" en el estómago, así fuera por miedo o puro placer.

En ese instante tenía la ventaja de conocer al joven y éste no sabía quién era. Así que cuando lo vio sentado en la sala de esperaba mostrándose un poco ansioso, se permitió observarlo con detenimiento. Se parecía muchísimo a su padre, aunque el aura alrededor del muchacho era más bien inocentona y claramente la juventud lo hacía ver mucho más atractivo. Miraba a todos lados con cara de asustado mientras movía su pierna derecha en un tic bastante divertido. Realmente parecía muy indefenso, y sin esperarlo nacieron en él, unas enormes ganas de correr a su lado, abrazarlo y susurrarle al oído que todo estaba bien, que nadie iba a hacerle daño. Frunció el ceño y alejó esos estúpidos pensamientos de su cabeza y sin dejar cabida a que volvieran a asaltar su mente caminó hasta el muchacho.

- ¿Gulf Kanawut? – preguntó con voz grave una vez que estuvo delante de él.

Gulf solo pudo levantar su mirada hasta toparse con unos impresionantes ojos negros, tan negruzcos como el mismo infinito. Eran sombríos y hasta cierto punto tenebrosos y aunque el dueño de estos había pronunciado su nombre, no fue capaz de responder al instante.

- ¿Gulf Kanawut? – volvió a preguntar.

- Eh... sí... sí... soy yo – se levantó con rapidez.

- Mew Suppasit – se presentó sin estirar su mano para saludar.

- ¿Eh? – Gulf estaba muy confundido y bastante aturdido con la presencia de ese hombre delante de él – disculpe... yo... creo que... creo que se han equivocado... - hablaba con mucha dificultad el sujeto frente a él lo tenía demasiado nervioso – busco... yo busco al señor Suttinut – entonces, Mew comenzó con su plan cambiando completamente su actitud.

- No te asustes Gulf – el empresario sonrió con ternura, una expresión que solo habían visto sus padres en el pasado – mi nombre es Mew Suppasit – repitió su nombre - soy el dueño del vehículo que chocaste – la forma en la que lo había dicho era demasiado amable, como si el accidente fuera insustancial, insignificante.

- ¿Perdone? –

- El Bently es mío – repitió – y conmigo tendrás que llegar a un acuerdo –

- Señor Suppasit yo... -

- Mew, por favor llámame Mew – sonrió nuevamente - ¿Me acompañas por favor? –

Y sin titubear Gulf lo siguió, no hubo forma de que su cerebro y su cuerpo actuaran de otra manera, su voz lo hacía sentir como ratón atraído por la flauta de Hamelín. Y sin darse cuenta realmente a donde iban subió al ascensor con la cálida caricia de la mano de Mew Suppasit sobre su espalda.

CONTINUARÁ...  

Empezamos con esta nueva aventura, los que me han seguido con anterioridad, saben que actualizo todos los días. 
En esta historia estaré usando "locaciones" reales de la ciudad de Bangkok, así que iré poniendo algunas fotografías para que ustedes los conozcan y les sea más fácil imaginarlo. Así como el edificio en donde vive y trabaja Mew, existe, y es bastante vanguardista. 
Espero que no les moleste esta modalidad, lo hago solo como cultura general. 

Recuerden que se aceptan cualquier tipo de comentarios, pero me reservaré de responder ofensas e insultos. 

Nos leemos en el siguiente capítulo. 
Gracias. 

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