Vendetta - Cap 2

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Capítulo 2

Fue consciente de dónde estaba cuando las puertas del elevador se cerraron detrás de él. Giró con rapidez su cuerpo golpeando su pecho con el brazo del hombre que acababa de conocer. Su respiración empezó a ser errática, sus ojos se abrieron desmesuradamente, sentía que el aire empezaba a escasear en ese diminuto lugar y solo pudo tomar el brazo de Mew para apretarlo con fuerza, tomó la extremidad de ese hombre como su ancla.

Sinceramente nunca había entendido su temor a las alturas, no recordaba haber vivido un episodio en donde se viera comprometida su integridad física por causa de la altitud. Sin embargo, cada vez que se encontraba a una altura considerable todo su cuerpo comenzaba a temblar, sus manos sudaban considerablemente y su respiración comenzaba a fallar, su cuerpo se volvía un manojo de nervios y, si no lograba tranquilizarse... ¡Dios! no quería pensar en eso.

- ¡Hey Gulf, tranquilo! – habló Mew con delicadeza al ver el estado del joven.

- Necesito... necesito bajar, quiero bajar... quiero bajarme – Gulf estaba al borde del colapso. Realmente tenía pavor de estar tan alto - ¡Bájame, quiero salir de aquí, quiero bajarme! –

Preocupado, Mew lo abrazó contra su pecho y escondió el rostro del joven con sus brazos. Con cuidado acarició el cabello de Gulf y se permitió deleitarse con su aroma a aloe vera; era una fragancia fresca, limpia y agradable que le recordaba a un campo recién regado por la lluvia, sin embargo, el apretado abrazo de que el muchacho ejercía sobre su cintura lo hizo salir de la ensoñación, quizás no era el mejor momento para dejarse llevarse por el aroma del cabello negro de ese muchacho.

- Oye, todo está bien, no es necesario que me aprietes con tanta fuerza – susurró cerca de su oído.

- Por favor, por favor, por favor, quiero bajarme, quiero salir de aquí, por favor – las suplicas de Gulf eran verdaderamente angustiantes.

- Relájate, estamos subiendo a mi oficina, te prometo que no pasará nada – el empresario trataba de tranquilizarlo.

- ¡No! – gritó Gulf separándose abruptamente de la calidez que el cuerpo de Mew le brindaba - ¡No, no, no! – empezó a golpear la puerta - ¡No quiero subir! –

- ¡Gulf! – Mew volvió a apresarlo en sus brazos – Oye, cariño, tranquilízate por favor – él mismo se sorprendió cuando uso ese mote cariñoso – no te va a pasar nada malo Gulf, respira por favor – el mayor metió sus manos entre los negruzcos cabellos intentando ayudar a que el otro se calmara.

- Le temo a las alturas – soltó Gulf en un llanto lastimero.

- Lo sé – afirmó – pero no voy a dejar que nada malo te pase, estás conmigo, entre mis brazos, aquí estás seguro –

En ese instante, el menor se dio cuenta de que efectivamente Mew lo sostenía entre sus brazos acariciando con dulzura su cabello, jamás nadie había tenido un mimo así con él. Ni su madre, ni su padre, ni su nana mucho menos los supuestos amigos que lo rodeaban. El único ser viviente que le había mostrado algo de amor, era su fiel compañero felino Juu.

Apretó más el abrazo que le daba al hombre que acaba de conocer y escondió su rostro entre su cuello. Suspiró con pesar y apretó la mandíbula para evitar que las lágrimas salieran de sus ojos. Quería estar siempre así, en los brazos de Mew, disfrutando su calor, sus caricias, su voz, la seguridad que ese hombre le hacía sentir. Sabía que no lo quería, después de todo acababan de conocerse, pero no podía evitar sentirse tan cómodo ahí que simplemente cerró los ojos para olvidarse de todo. Era el abrazo que siempre había querido.

- Hemos llegado – anunció Mew cuando las puertas del ascensor de abrieron e inmediatamente el cuerpo de Gulf se tensó – estamos seguros aquí – dijo sin poder quitarse de encima al menor – Gulf necesitamos salir de aquí – pero éste seguía sin moverse ni hablar.

Mew suspiró profundamente. Él no era una persona paciente y mucho menos complaciente, nadie había logrado doblegarlo en ese sentido, ni se conmovía ni satisfacía a nadie. En realidad solo bastaba con que las cosas no se hicieran como él quería para explotar su furia sin medida, y no tenía piedad de las personas involucradas, así fueran familiares o amigos. Las palabras "serenidad, temple y tolerancia" no podían usarse a lado de su nombre en una misma oración, ni quisiera aunque fuera solo un pensamiento. Y sin embargo, ahí estaba, metido en un ascensor con un miedoso muchacho que no quería soltarlo. Suspiró y empezó a contar, quizás si llegaba a medio millón podía sentirse más sereno.

- Eres un mimado – susurró Mew – sube – indicó golpeando su muslos para que rodeara su cintura con sus piernas y Gulf de inmediato obedeció.

Asombrando a su secretaria, Mew entró en las oficinas de su empresa con Gulf a cuestas. El joven era solo un par de centímetros más bajo que él pero aun así no pesaba nada aunque tampoco era ligero como una pluma. Su aroma y su calor eran agradables, y por un momento casi olvida de quién se trataba. Se reprendió mentalmente por actuar así con el muchacho pero no había podido evitarlo, sí bien aquello era parte de su plan, ser condescendiente y comprensivo con Gulf le estaba resultado algo demasiado natural.

- ¿Pero qué demonios?... – preguntó Mild en cuanto lo vio entrar - ¿Qué le hiciste Mew? –

- No le he hecho nada – dijo con molestia – solo está asustado – aclaró.

- Seguramente te has portado como una verdadera bestia y lo has dejado así – reclamó su amigo.

- El señor Mew no me ha hecho nada malo – la voz del joven se escuchó de entre el cuello de Mew – le temo a las alturas y me pone muy mal estar aquí –

- Pero no puedo tenerte en brazos todo el tiempo – habló el empresario.

Gulf dejó de rodearlo con sus piernas, sin embargo se negaba a separarse de él. Sentía que si lo soltaba iba a en un abismo e iba a azotar contra el suelo, algo exageradamente absurdo, pero de ese tamaño era su miedo, por eso evitaba todo lo relacionado a la altitud.

Mild miraba con curiosidad y se preguntaba cómo es que esos dos habían terminado abrazados. Mew no era afectuoso, no mostraba sus sentimientos a nadie y jamás brindaba muestras de cariño a alguien, qué decir de palabras reconfortantes, estás jamás salían de su boca, es más estaba seguro que ni siquiera las conocía. Y si no lo estuviera viendo no creería que estaba cuidando en un abrazo protector al hijo del hombre que más odiaba en el mundo.

- Gulf, necesitamos hablar de mi auto – dijo Mew tratando de ser paciente – te prometo que no te pasara nada si me sueltas –

- Si lo hago me voy a caer – respondió con voz temblorosa.

- No te caerás – afirmó Mew – es más seguiré abrazándote solo que en otra posición –

Poco a poco el menor fue separando su rostro del cuello de Mew y lo miró a los ojos. Tembló, pero esta vez no por el miedo a las alturas. Sus manos seguían rodeando la cintura del mayor y no había poder humano que hiciera que lo soltara, no al menos hasta que estuvieran en la planta baja, en territorio seguro para él.

Mew quedó maravillado con la inocencia que proyectaban los ojos de Gulf. Eran de un avellana brillante, cándido e ingenuo. Aunque ocultos bajo unas gafas que no favorecían su juvenil rostro. En esos momentos, sus bellos ojos estaban llenos de temor, en verdad el terror que ese chico sentía por las alturas eran increíble e inverosímil pero bastante real, nunca había conocido a una persona con tanta fobia a la altitud. Sin saber por qué le sonrió con calidez y besó su frente. Tanto Mild como Gulf estaban sorprendidos pero no dijeron nada.

- Vamos a sentarnos en el sillón – habló Mew – estarás entre mis brazos, así que no tengas miedo –

- Por favor, te suplico que no me sueltes, por favor... por favor... -

- Gulf, necesito que confíes en mí ¿De acuerdo? – el menor asintió lentamente – ven – aun con Gulf pegado a su cuerpo caminó hasta el sillón tomó asiento y abrió sus piernas un poco para sentar al menor en su regazo, después suspiró cuando Gulf volvió a esconderse en su cuello –

- Lamento todo esto, pero es algo que no puedo evitar – dijo el menor provocando cosquillas en Mew.

- Bueno, tengo que reconocer que es la primera vez que hablo con alguien de negocios y que ese alguien literalmente está encima de mí – bromeó Mew – pero si las circunstancias son así ¿Qué más puedo hacer? –

- Pudimos haber hablado abajo – remarcó el menor – me siento terriblemente avergonzado –

- Por supuesto que no iba a hablar de negocios contigo allá abajo – respondió Mew – esta es mi oficina así que dime ¿Qué vamos a hacer con mi coche, Gulf? –

No, ese definitivamente no era Mew. Al menos no el Mew que conocía. ¿Abrazando y consolando a otra persona? ¿Cuidando con cariño al hijo de su peor enemigo? ¡No! Alguien había tomado su lugar cuando bajo y ahora estaba este impostor tratando de resolver el problema de un Bentley que estaba casi intacto.

- Dime cuánto es lo que debo pagar y lo depositaré a tu cuenta – contestó Gulf nervioso.

- Sabes que es un carro exclusivo y peculiar ¿Verdad? – cuestionó Mew.

- Sí, pero de verdad que no le pasó nada grave – alegó el menor sin despegarse del mayor – él mío quedó totalmente arruinado –

- Gulf, no es muy cómodo hablar contigo sin mirarte a la cara – dijo antes de seguir - ¿Puedes despegarte un poco por favor? –

- ¿Me dejaras quedarme en tus piernas? – preguntó – por favor, sé que es molesto pero no me siento seguro de otra forma –

- Dejaré que sigas sentado encima de mí, pero déjame ver tu cara –

Gulf se despegó un poco del cuerpo de Mew pero como advirtió, permaneció sentado en su regazo mientras que sus manos sostenían con fuerza al camisa del otro, cosa que lejos de molestarlo le causó gracia en el mayor. Ese niño necesitaba la ayuda de un psicólogo con urgencia.

- Así está mejor – sonrió – ahora, volviendo al tema de mi coche, tengo que decirte que los arreglos no se hacen en Tailandia, debo mandarlo al extranjero – cuando Gulf escuchó eso no pudo evitar tragar saliva, aquello le iba a costar una fortuna, fortuna que no tenía.

- ¿Y si mejor ese alguien que los repara viene a Tailandia? – preguntó con inocencia – puedo costear el viaje de una persona, pero no de un vehículo –

- Pero tu padre es millonario – soltó Mew – no creo que sea problema para él pagar la reparación de mi vehículo –

- ¿Conoces a mi padre? – preguntó Gulf sorprendido.}

- No personalmente – mintió – sin embargo debo conocer a mi competencia en el mercado –

- ¿También eres doctor? –

- No precisamente – dijo Mew – soy dueño de un laboratorio médico –

- Entiendo – Gulf bajó la mirada – verás Mew... Puedo tutearte ¿Verdad? – preguntó aunque ya era demasiado tarde para eso.

- Puedes hacerlo – dijo el otro con una sonrisa.

- Gracias, te decía, no quiero que mi padre se entere de esto – habló con tristeza – nuestra relación es complicada y seguramente tendré muchos problemas si se llega a enterar –

- Pero no creo que pueda negarte uno cuantos miles de bahts para saldar tu deuda conmigo ¿O sí? –

En realidad a Mew le importaba una mierda el dinero y su coche. Sacarle información de su padre a Gulf era el verdadero objetivo. Ese había sido el plan que había formulado mientras bajaba a encontrarse con él, sería amable y atento con el joven, se haría su amigo y así podría conocer otra faceta que Khalan Kanawut que con suerte serviría para destruirlo.

Obviamente no contaba con todo el temor de Gulf, pero había ayudado a tenerlo cerca mucho más pronto de lo que hubiera imaginado. Así que no iba a desaprovechar esa oportunidad. Esos raros "sentimientos" de protección y cuidado que extrañamente había sentido por él minutos atrás, los hizo a un lado. No debía olvidar sus prioridades y una de ellas era destrozar al padre del muchacho que descansaba sobre él ya con semblante más tranquilo.

- Sabes, prefiero que no – dijo Gulf – tengo algunos ahorros en mi cuenta, dime cuánto te debo y te lo pagaré –

- No tengo el dato exacto pero algunos miles de bahts seguramente sí serán –

- ¿Qué tantos miles? – preguntó nervioso el joven.

- Mmm – Mew elevó los ojos intentado valuar los daños – quizás sesenta o setenta mil, puede que sean más –

- ¿Setenta mil bahts? – gritó el menor – no puedes estar hablando en serio –

- Es un carro exclusivo –

Gulf suspiró y bajó su mirada. Adiós a sus ahorros de toda la vida para conocer Suiza. Pues aunque su padre era millonario, él no lo era. Khalan Kanawut pagaba sus estudios, le había comprado un pequeño departamento, se encargaba de su seguro médico y mensualmente le pasaba una mesada de unos pocos bahts para que comprara ropa, no obstante el pequeño Gulf tenía que cubrir sus demás gastos personales, como los de traslado, alimentación y en general todo lo que necesitara, así que por las tardes al terminar sus clases salía disparado al pequeño pero bien posicionado taller de carpintería en donde trabajaba medio tiempo y así poder ahorrar para cuando terminara la escuela darse de regalo un viaje a Suiza.

Ese había sido su sueño desde que vio un documental que hablaba de aquel hermoso país. Sin embargo, ahora, por un descuido suyo ese sueño no se iba a poder realizar, al menos no en un mediano plazo.

- En realidad no tengo tanto dinero en mi cuenta – dijo con pesadez – quizás sean cerca de unos once mil bahts – confesó – estaba ahorrando para mi viaje a Suiza, pero si me das la oportunidad de pagarte a plazos lo haré –

- ¿Once mil bahts? – preguntó incrédulo el mayor – un viaje económico a Suiza cuesta alrededor de veintinueve mil bahts, estás muy lejos de tu meta –

- Si, el viaje pensaba hacerlo al terminar la universidad –

- ¿Estudias? – cuestionó Mew –

- Por supuesto ¿Qué creías? – sonrió de lado.

- Seguramente medicina como tu padre – comentó más como una afirmación que como una pregunta.

- No – dijo con simpleza – en realidad estudió Literatura y letras –

¿Literatura y letras? ¿Estaba hablando en serio? ¿Por qué el único hijo de un reconocido médico, dueño de varias clínicas y laboratorios no estaría estudiando lo mismo que su padre para heredar todo ese imperio después? ¿Cuáles eran los planes de aquel deshonroso médico que había robado los proyectos de su padre? ¿Quién se iba a quedar con las Industrias Kanawut? Aunque si lo pensaba mejor, a él no podía importarle menos, después de todo su objetivo era destruir los laboratorios del padre de Gulf.

Todo ese tiempo Mild estuvo sentado en la silla de Mew, detrás del escritorio, escuchando atentamente al joven y a su amigo que se veía verdaderamente cómodo con la presencia del muchacho, por eso había "decidido" convertirse en aire y observarlos a los dos. Sin embargo, supo que no era del todo ignorado cuando Mew giró su vista a él cuando el menor soltó lo que estaba estudiando. Ambos fruncieron el ceño, confundidos.

- ¿Es por eso que la relación con tu padre es mala, porque no estudiaste lo que él quería? – se aventuró a preguntar Mew.

- Si conoces a mi padre debes saber que no soy el hijo de su primer y único matrimonio – habló Gulf a lo que el mayor asintió con la cabeza aunque aquella información realmente la desconocía – bien, mi mamá fue una hermosa enfermera que trabajaba con él, su error fue meterse con un hombre casado y quedar embarazada de éste – suspiró – en pocas palabras soy su hijo "bastardo", aunque el único que tiene – por algún motivo a Mew no le gustó que se expresara de él mismo como bastardo – y como no fui deseado, a él le importa un bledo lo que pase conmigo –

- ¿Entonces él no te mantiene? –

- Me pasa cierta cantidad al mes, paga mis estudios, me compró un departamento y claro, paga mi seguro médico – bufó – pero no es más que un "pequeño" pago por mi silencio –

- ¿Es por eso que tu padre dice que eres hijo de un primo lejano? – preguntó MIld uniéndose a la conversación. Mew lo volteó a ver enseguida y con la mirada preguntó el cómo sabía eso, su amigo solo apuntó a su celular indicándole que lo estaba viendo en ese momento –

- Si – dijo Gulf – así es que, si me pasas tu número de cuenta transferiré mis ahorros, de ahí de iré pagando semana con semana –

- ¿Y cómo es que piensa pagarme? ¿Qué vas a hacer para conseguir el resto del dinero? – preguntó Mew.

- Tengo un trabajo de medio tiempo – respondió con orgullo – y puedo conseguir otro de fin de semana –

Gulf representaba una mina de oro de información para Mew. Era el "pecadillo" del "intachable" doctor Kanawut. Sería demasiado interesante tener a su lado a ese chiquillo para sacarle más información y acabar con la carrera de su padre, si no lo hacía por la vía comercial, se metería en su vida privada y no tendría escrúpulos para sacar ante el mundo la verdadera personalidad del doctor.

- ¿Y en qué trabajas, Gulf? – preguntó Mild.

- En un taller de carpintería –

- ¿Eres... eres carpintero? – eso sí que sorprendía a Mew.

- Ajá... - sonrió con timidez – pero además, me habían ofrecido trabajar como modelo los fines de semana, así que si acepto tendré más ingresos, solo que... me gustaría que no me cobrases intereses, no gano mucho y no tengo idea de lo que me tarde en poder pagarte todo –

- No te preocupes por eso, será sin intereses –

La balanza estaba de su lado. Entre más tiempo pasara con Gulf Kanawut, mayor información podría recolectar. Así que no le dio importancia al tiempo que el joven se tardara en pagar, con saber que al menos se verían una vez a la semana era más que suficiente.

Después de acordar cómo y cuándo serían los pagos, era momento de retirarse. La angustia volvió a invadirlo, su respiración se volvió agitada y agarró con más fuerza la camisa de Mew. Se sentía tan tonto actuando así pero de verdad que no podía evitarlo. Su miedo a las alturas era algo que lo sobrepasaba, por ese mismo motivo evitaba lugares así.

- Descuida – escuchó la voz de Mew – yo iré contigo a la planta baja –

- Gracias –

- Pero tendrás que caminar – advirtió – yo iré a tu lado, no te preocupes –

Y así fue, Mew entró con Gulf al elevador mientras éste abrazaba fuertemente uno de sus brazos. Una vez que la puerta se cerró, el menor se pegó al cuerpo del empresario escondiendo su rostro en el pecho de éste. Sin que el menor se diera cuenta, Mew sonrió y lo envolvió en sus brazos para darle mayor seguridad.

El recorrido fue mucho más rápido para Gulf y cuando menos esperó ya estaban saliendo del elevador aún abrazados.

- Nos vemos dentro de una semana Gulf – dijo Mew con una voz seductora.

- Sí... - fue lo único que pudo responder antes de que el impresionante hombre de negocios se diera la vuelta para subir nuevamente a su oficina –

Ya con los pies bien puestos en la Tierra soltó todo el aire que tenía contenido y dejó que su cuerpo temblara libremente como gelatina. ¡Por todos los cielos! Mew Suppasit era el hombre más increíblemente atractivo que había visto en su vida, y él había estado pegado como una sanguijuela a su asombroso cuerpo.

Aunque claramente ese hombre jamás se fijaría en él, el haber estado en sus brazos había sido lo mejor que le había pasado.

- No te atrevas a hacerle daño a ese niño – Mild reprendió a Mew en cuando éste volvió a su oficina.

- Me he portado muy bien con él ¿No te parece? – sonrió con burla.

- Precisamente por eso – alegó su amigo – tú no eres así a menos que quieras algo, y no me parece justo que te aproveches de él –

- No le haré nada malo – afirmó – pero si pienso usarlo para destruir a su padre –

- Eres un idiota –

CONTINUARÁ...

Pues si, Mew piensa usar a bebé Gulf. Y el pobre no sabe lo que le espera.

Recuerden que se aceptan cualquier tipo de comentarios, pero me reservaré de responder ofensas e insultos.

¡Hasta el siguiente episodio! Gracias.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro