Vendetta - Cap 8

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Capítulo 8

El grito que soltó Gulf era desgarrador y doloroso pero al mismo tiempo terriblemente excitante y enardecedor. De esa forma reafirmó que absolutamente nadie había entrado en aquella húmeda, caliente y deliciosa cavidad que estaba extraordinariamente apretada y hacía a su miembro palpitar exaltado y dispuesto a liberar toda su esencia en esa bella cueva.

- Mew... me... me duele... - sollozó el menor que estaba en su regazo con la virilidad del mayor entrando en su ser.

- Lo sé... - el mayor chupaba sus pezones para distraerlo de ese dolor – pero te acostumbraras y sentirás placer... solo relájate – pidió Mew.

Gulf ya había escuchado que el sexo entre hombres era doloroso si él participaba como el pasivo, y estando con Mew Suppasit no había oportunidad alguna de escoger el rol de su participación en dicho acto. El empresario siempre era el activo y esa era la última palabra. Sin embargo, jamás había imaginado que dolería tanto, sentía como la hombría del mayor desgarraba todo a su paso en su interior y ahora solo quería sacar el miembro de Mew y aliviar el malestar de su trasero, sin embargo el empresario parecía tener otros planes que no implicaban salirse de él.

- Mew.... –

- Respira... solo respira... gatito, te prometo que te gustará –

A esas alturas Mew no pensaba detenerse, no podía y sobre todo no quería. Se sentía extasiado dentro de Gulf, quería entrar y salir de él cuantas veces soportara su cuerpo, si eran horas, días, meses o años él con gusto aceptaba pues tenía la confianza y se sentía tranquilo de tener una enorme resistencia. En cuanto al menor, él solo debía acostumbrarse a él, únicamente a él.

- Gulf... - gimió su nombre – necesito moverme... -

- Me duele... me duele mucho... - volvió a quejarse el más joven.

- Me moveré lento, tranquilo –

Y tenía razón. Mew tenía toda la boca llena de razón. Cuando sintió el vaivén de aquella virilidad que tenía dentro empezó a disfrutarlo, se sentía mejor cuando se movía que cuando se quedaba quieto. Si bien el dolor seguía presente ahora se mezclaba exquisitamente con el placer. Jamás imagino que podría disfrutar tanto un calvario como ese, sentía que por dentro su cuerpo se rompía ante los embistes aun no tan violentos del mayor, pero justamente de eso quería más, mucho más. Había descubierto que tenía un lado masoquista durmiendo en su inconsciente.

Mew ayudaba al cuerpo ajeno a recibir con mayor precisión su miembro, sus grandes manos sujetaban con posesividad la esbelta cintura de Gulf dejando sus delgados y finos dedos marcados en la blanquecina piel. Su competente boca succionaba con gusto una de las tetillas de Gulf que se mostraban orgullosa y dolorosamente erectas.

Nunca imaginó que su primera vez sería en la parte trasera de un carro de lujo en un terreno abandonado a mitad de la nada. Tampoco había fantaseado con que lo haría con un hombre, poderoso, rico, guapo, sexy y perfectamente dotado. Y ni en sus más remotos sueños, Gulf había creído que él mismo fuera tan ardiente a la hora de hacer el amor.

- Mew... - se escuchó gemir a sí mismo y lejos de avergonzarse se sintió mucho más excitado.

- ¿Verdad que ya no duele tanto? –

- No... ahora se siente muy bien - admitió sin descaro. 

Eso era todo lo que Mew estaba esperando, que Gulf se familiarizase con ese dolor y poco a poco lo transformara en placer. Solo la primera vez dolía como el infierno, pero después... después se disfrutaba como en la gloria. No había mejor cosa en la vida que la satisfacción de llegar a un orgasmo potente, intenso y apasionante perdiéndose en la cumbre del clímax.

Poco a poco iba ajustando el ritmo de sus penetraciones, atrás dejaba sus embistes tranquilos y sosegados para darle paso a unas arremetidas mucho más enérgicas y apresuradas. Al mismo tiempo tomaba el grácil cuerpo de Gulf para ayudarlo a recibir más profundamente su hombría, lo subía y bajaba en perfecta sincronía para que aquel delicioso agujero se encontrara gustosamente con su dura y erecta masculinidad.

En respuesta, los gemidos del menor solo aumentaban satisfactoriamente produciendo una armoniosa melodía digna para la erótica situación que compartían. Mew podría jurar que nunca en su vida había escuchado unos gemidos tan excitantes que endurecían mucho más su caliente miembro.

Por instinto, Gulf comenzó a saltar más erráticamente sin dejar de jadear. Se sentía caliente, excitado, impaciente... pero sobre todo absolutamente estimulado, necesitaba ya, apaciguar su ansiedad. Mew había dejado de chupar sus pezones para mirarlo con fogosidad, toda su expresión estaba cargada de pasión y deseo, se lamía los labios mientras lo observaba brincar con verdadero entusiasmo encima de él y ¡Joder! eso lo calentaba más, sentía una corriente eléctrica recorrer su cuerpo con la penetrante mirada de Mew sobre él.

Echó su cabeza atrás pero rodeo el cuello del mayor con sus manos. Aquello no se sentía rico, se sentía delicioso, sabroso... enteramente satisfactorio. Se olvidó de todo, de su nombre, del, del hombre que lo embestía, del lugar en donde estaba, de sus problemas, de tus temores... de todo menos del placer que tan generosamente le daba el pene de Mew en su interior.

- Oh... Mew... Mew... Mew... -

- Dime... passerotto... - susurró el mayor acercándose a su oído. (Significa, pajarito, en italiano).

No puedo... no puedo más... -

- No te contengas... suéltalo todo –

- Pero... pero... y... y tú... - a pesar de lo nublada que sentía su mente, se preocupaba por la satisfacción y el placer el mayor.

- Descuida amore mío... - era la primera vez que Mew usaba cariñosos motes italianos cuando tenía relaciones sexuales – yo voy a venirme dentro de ti en cuanto tú acabes... -

Gulf no solo soportó más y cuando escuchó lo que Mew le haría a su cuerpo se dejó llevar por el remolino que se había originado en su vientre y que salía disparado en forma de líquido blanquecino manchando todo a su paso.

- Eres tan sensible gattino... - Mew delineó con sus dedos la hermosa silueta de Gulf que agitado seguía disfrutando de los espasmos post orgasmo. (Significa, gatito, en italiano)

No pude aguantar más... -

- Nadie dijo que tenías que hacerlo –

- Es imposible contenerse con un hombre tan guapo, sexy, ardiente y que encima que me habla al oído en italiano... - suspiró Gulf aun con la respiración agitada.

- He oído que los literatos tienen cierta debilidad por la jerga italiana – comentó Mew sin dejar de embestirlo con lentitud. Gulf solo puso asentir un par de veces con la cabeza - ¿Así que estoy cumpliendo tu fantasía, eh? –

- Puedes apostar que si – afirmó con entusiasmo. 

Mew sonrió complacido y atrapó sus labios para nuevamente embestir su cuerpo con ímpetu y vigor. Se sentía tan bien entrando y saliendo en esa entrada que él había estrenado y saber que era virgen, lo excitaba más. Quizás era un pensamiento muy machista, pero a su defensa tenía que decir que él era un verdadero macho Alfa.

Las manos de Gulf lo sorprendieron cuando sus uñas se enterraron en su espalda y un espasmo lo sorprendió sacudiendo todo su cuerpo en respuesta a esa acción. Anteriormente ninguno de sus amantes había hecho algo así, nadie antes lo había "marcado" como lo estaba haciendo ese muchacho.

De pronto sintió que aquello ya no era solo cosa de "señalar" a Gulf como suyo, el menor también lo estaba haciendo al dejar aquellas sutiles pero posesivas huellas sobre su piel. Consciente o inconscientemente Gulf también lo estaba reclamando como suyo, y eso... no lo asustó. Sin embargo, Mew no era de nadie, no tenía dueño y si Gulf pensaba que con eso lo iba a tener comiendo de su mano, estaba terriblemente equivocado.

- Mew... siento... como crece más... -

- Estoy a punto de correrme gattino... -

- ¿Si? – preguntó Gulf sorprendentemente emocionado - ¿Me dejas ayudarte? –

- ¿Ayudarme? – preguntó Mew que cada vez sentía más cerca su orgasmo y que apenas podía hablar.

- Si – Gulf se acercó para morder sus labios.

- Muéstrame cómo –

Gulf sincronizó sus movimientos con duras penetraciones que Mew ejercía sobre su cuerpo, mientras el mayor entraba en su interior, él se empotraba con fuerza para que Mew llegara hasta el fondo. Sin duda aquello encantó al empresario pues de su boca salió un enérgico gemido que maravilló a Gulf.

Estaba tan cerca de vaciarse en el menor que sus jadeos ahora estaban acompañados de palabras obscenas confirmando lo excitado que estaba y lo mucho que disfrutaba aquello.

- Eres tan delicioso – Mew lamió su pecho – me pones muy caliente pequeño Gulf –

- Dámelo todo Mew Suppasit.... dámelo ahora – ordenó. 

Dos estocadas más y la semilla del empresario salía a chorros dentro de Gulf haciéndolo gemir al sentir la líquida invasión en su interior. Mew tembló por varios segundos mientras dejaba salir toda su esencia. Gulf aprovechó la desorientación del hombre que lo había marcado como suyo para tomar sus mejillas y besarlo.

¡Y por todos los Dioses del Olimpo! Nunca había experimentado una sensación como esa con un simple beso. Estaba tan aturdido qué ni siquiera sabía qué nombre darle a aquello que estaba sintiendo, pero la calidez, la ternura y el amor que Gulf le transmitía lo vencieron dejándose llevar y correspondiendo a ese beso con frenesí.

- Ha sido increíble Mew... -

- No parece que fuera tu primera vez, gatito... -

- ¡Oye! – Gulf hizo un puchero.

- ¿Qué pasa? – preguntó el mayor tratando de regular su respiración.

- ¿A dónde se fue mi seductor hombre italiano, eh? –

Mew solo pudo sonreír y acariciar la espalda de Gulf. Fue en ese instante que supo que le iba costar mucho alejarse del menor, y es que había disfrutado como nunca del sexo que habían tenido. Ninguno de sus amantes lo había llevado tan alto, nadie había sido capaz de lograr un orgasmo tan prolongado en él, con ninguna persona se había sentido tan satisfecho, pero ese chico que seguía encima de él contento y ufano era un Kanawut. Él era el enemigo, y aunque había pasado un rato muy agradable con él, los planes de acabar con su padre y deshacerse de él seguían en pie y una buena follada no iba a desviarlo de su camino.

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Después de su fabuloso encuentro en el carro de Mew, Gulf había marcado la línea de su "relación", el menor no solo demandaba la atención del empresario, de alguna manera se había adueñado de su tiempo.

Ya no solo se veían cuando Gulf debía pagarle la semanalidad a Mew. El menor se había quitado la capa de timidez y retraimiento y le llamaba cada que quería verlo, que prácticamente era diario y con eso había conseguido de alguna manera alejarlo de Oliver ya que el muchacho lo había convertido en su chófer personal y le pedía ir a recogerlo después de su trabajo con el francés para llevarlo a dónde necesitaba ir.

"Necesito ir a ahí"... "Debo ir allá"... "Acércame a"... era lo que Gulf siempre le decía y él... él tan solo salía de su oficina, bajaba al estacionamiento y arrancaba el auto con rumbo a dónde estaba Gulf para trasladarlo a dónde quería. Pero no es que el joven tuviera control sobre él, ¡Oh! Por supuesto que no, tan solo lo hacía porque claramente tenía recompensas muy satisfactorias e increíbles como: noches de sexo y mayor información del doctor Kanawut, y eso era lo importante.

Cada vez que Gulf iba a visitar a su padre, le contaba con lujo de detalle todo lo que hablaban, todo lo que su padre le decía, todo lo que su padre hacía y en general soltaba cierta información de la vida que llevaba a lado de aquel hombre que era su progenitor. Y lo mejor es que él no tenía que preguntar absolutamente nada, el joven se desahogaba de manera increíblemente natural. En más de una ocasión se llegó a preguntar cómo y por qué Gulf le tenía tantísima confianza.

Así que, ser el chófer particular del heredero Kanawut no era un sacrificio después de todo. Ganaba Gulf y ganaba él. Aunque no siempre podrían ganar los dos, tarde o temprano solo uno se iba a llevar la medalla de campeón y ese sería él.

- Vaya, vaya, vaya, el señor Suppasit tiene una sonrisa en su rostro – habló Mild mientras entraba en la oficina aplaudiendo - ¿Se debe acaso a un simpático chico de sonrisa encantadora y ojos soñadores? –

Eso era una parte que se negaba a aceptar. La satisfacción del buen sexo y el agradecimiento mudo de la información que Gulf le daba no era todo lo que lo tenía de "buen humor". En la soledad de su habitación, después de una jornada de trabajo intensa y una ducha relajante, se tiraba en la cama pensando en el único hijo del doctor Khalan. Y esos pensamientos no eran precisamente de venganza, sin saber cómo de repente se encontraba pensando en lo bien que se sentía al lado de él, en lo divertido, ocurrente y simple que era.

Estar a su lado era muy fácil. Y aunque lo no dijera en voz alta, el sexo y la información se estaban volviendo solo una excusa para poder verlo, estar a su lado y... sentirse bien.

- Gulf no tiene nada que ver con mi sonrisa – mintió, pero nadie sabía de eso.

- Que conste que yo no dije "marcas" – se burló Mild. Ganarle una a Mew era complicado así que cuando lo hacía se permitía disfrutarlo.

- Sé que te refieres a él no es necesario decir su nombre –

- Bien mi amigo, pero déjame decirte que parece que ya has caído en los encantos de Gulf – comentó sin dejar de burlarse – es como que te tiene comiendo de su mano –

- No seas idiota Mild –

- Lo digo en serio – exclamó – todas tus salidas de la oficina tiene que ver con él – afirmó con seguridad – que si tienes que llevarlo aquí, que si lo vas a dejar allá, que si vas a recogerlo más allá... lo único que escucho últimamente es "Voy con Gulf, voy por Gulf" –

Su amigo tenía toda la razón, pero por nada del mundo iba a reconocer que estaba empezando a sentir algo por el menor. No lo reconocería ni para él mismo ni para nadie más. Primero estaba su venganza y ni Gulf Kanawut con sus "encantos" lo iba a desviar del camino.

- Sabes perfectamente que Gulf solo es un medio para conseguir vengarme de su padre – declaró Mew con una sonrisa arrogante adornando su rostro – no tengo ningún interés de involucrarme con él más tiempo, de hecho estaba pensando en terminar con esto de una buena vez – anunció mientras giraba su vista hacía la ventana.

- ¿Dejarás a Gulf? –

- Por supuesto, la empresa de su padre va mal, los rumores de que tiene negocios turbios son cada vez más fuertes y ser el chófer de Gulf se ha vuelto un fastidio, además ya no creo que pueda darme más información, ya no lo necesito – expresó con voz triunfal.

- ¿Y no pudiste simplemente preguntarme todo lo que querías de mi padre desde el principio? –

Esa voz... aunque estaba llena de dolor sabía que era la voz de Gulf. Mew y Mild inmediatamente giraron su cabeza hacia la puerta y efectivamente el menor se encontraba ahí, con los ojos llorosos, mordiéndose los labios y con los puños cerrados. ¿Qué tanto había escuchado?, se preguntó Mew alarmado.

- ¿Qué estás haciendo aquí? – cuestionó Mew.

- No tienes ni una maldita idea de lo que me ha costado venir hasta aquí y darte una sorpresa – dijo Gulf apretando la mandíbula y una pequeña pelota para estrés que estaba en su mano izquierda – no pensé que el sorprendido sería yo –

- Gulf... -

- No me digas nada Mew – lo detuvo – fui muy ingenuo al creer que por primera vez en mi vida alguien estaba feliz de tenerme a su lado, si mis padres no me quieren, si mis amigos no me quieren ¿Por qué Mew Suppasit lo haría? – preguntó reteniendo las lágrimas que amenazaban con salir - ¡Creí que yo te importaba, maldita sea! –

- Espera Gulf creo que... -

- ¿Qué? ¿Me vas a decir que es un mal entendido? ¿Qué estabas hablando de otro Gulf? – el enojo y la decepción que sentía en esos momentos le daban el valor de encarar a Mew, porque de otro modo no podría hacerle frente – lamento no haber sido de mucha ayuda para la recolección de datos de mi padre, pero como te dije en un principio mi relación con él es pésima, solo soy estorbo en su vida, es más fácil que tengas información de él por medio de un detective – le soltó con sarcasmo –

- Gulf, tienes que escucharme – dijo Mew con seriedad.

- No tengo que hacer nada – respondió con molestia – jugaste conmigo Mew, te burlaste de mí, acabo de escuchar de tus propios labios que soy un fastidio – sin poder contenerse más empezó a llorar – y yo... ¡Yo como imbécil queriendo superar mis miedos por ti!, cambiando mi imagen solo para agradarte, entregándome a ti porque pensé que eras el hombre correcto para mí – gritó con todas sus fuerzas - ¡Mírame! Aquí arriba, en qué sabe que piso... solo por ti – sollozó - ¡Y resulta que también soy una molestia y un fastidio! – le aventó la pelota que tenía en mano la cual golpeó el rostro de Mew – nunca había querido mejorar, cambiar, ser mejor persona hasta que te conocí, y quizás está mal... pero... quería estar contigo... - le dijo Gulf – no sé y no me interesa saber qué asunto tienes con mi padre, pero a mí no me involucres más en tus estúpidas venganzas – se dio la vuelta y salió corriendo de la oficina.

- ¡Gulf! – Mew salió corriendo detrás de él, pero solo alcanzó a ver como el elevador se cerraba con el menor tirado en el suelo de éste.

No lo pensó dos veces y se dirigió al otro ascensor con vista panorámica al exterior. Maldita la hora en la que Gulf había decidido vencer uno de sus más grandes miedos. Debía aclararle que sí, quería vengarse de su padre, pero que no era un fastidio, aquello lo había dicho solo para mantener su orgullo en alto, para no sucumbir ante la idea de que sentía algo más por él. ¿Qué cosa? Ni él lo sabía, o tal vez solo no quería reconocerlo aún-.

CONTINUARÁ.... 

Gulf se ha enterado de la clase de jugarreta que Mew estaba haciendo con él. ¿Qué creen que pasará?... ¿Podrá perdonarlo Gulf? ¿Mew siquiera pedirá disculpas?... ¿Por qué corre detrás de él? Han empezado los problemas para Mew... o quizás no. 

Recuerden que se aceptan cualquier tipo de comentarios, pero me reservaré de responder ofensas e insultos. 

Hasta el siguiente capítulo. 

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