Vendetta - FINAL

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Capítulo 14 - FINAL

Era su primer cena como novios oficiales. Gulf sonrió, a su mente llegó el hermoso recuerdo de cuando vio a Mew por primera vez. Guapo, sexy y aparentemente inalcanzable. Jamás se imaginó que conquistaría a un hombre como él, tan varonil, imponente, agraciado y poderoso... sin embargo, ahora con orgullo podía decir que Mew Suppasit era suyo, su hombre, su novio, el amor de su vida. El soltero más cotizado de todo el país lo había elegido a él como su compañero.

- ¿Por qué me consientes tanto Mew? – preguntó con una sonrisa - ¿Y cómo supiste que el cerdo crujiente es mi comida favorita? –

- ¿Ves como si pongo mucha atención cuando hablas? – explicó el mayor – no pierdo detalle de nada de lo que dices –

- Parece que estás muy enamorado de mí – dijo altaneramente el menor.

- Puedes apostar que sí – respondió sin vergüenza – te has apoderado de todo mi ser, me tienes completamente en tus manos Gulf –

- ¿Sabes que yo también estoy muy enamorado de ti? –

- ¿Ah sí? ¿Qué tanto? – preguntó Mew con coquetería.

- Muchísimo – Gulf elevó sus manos y después las abrió a sus lados indicándole a Mew cuánto lo quería –

- Demuéstralo – retó el mayor.

Olvidándose un poco de donde se encontraba, Gulf se levantó de su silla y rodeó la mesa para llegar hasta Mew, se sentó en su regazo con ambas piernas a los lados y comenzó a besar su cuello haciendo a un lado el dobladillo de la camisa.

- Esta posición me recuerda mucho a nuestra primera vez juntos – susurró Gulf al oído – estabas furioso y pensé que querías golpearme –

- Estaba celoso de Kao, bebé, pero jamás hubiera sido capaz de golpearte –

- ¿Celoso? –

- Muy celoso – reconoció Mew – pero fue maravilloso poder haber sido el primer hombre en tu vida – agregó Mew pasando sus grandes manos sobre la espalda del menor –

- Y serás el último –

Gulf se mordió el labio inferior y selló esa hermosa promesa con un beso. Envolvió el cuello de Mew con sus brazos y enterró sus dedos en la melena castaña que tanto adoraba. Pegó su cuerpo al del empresario y se estremeció cuando éste lo tomó por los muslos para levantarlo y caminar con él directamente a la casa de campaña.

En el piso, bajo el techo hecho de sábanas que formaban aquella casa, se encontraban regados cojines y mantas, y Mew, con gentileza y cuidado lo depositó entre los bultos sin dejar de besarlo.

- Te amo Gulf... - susurró sin apartarse del todo de sus labios.

- Te amo – respondió el chico – te amo tanto... Mew –

Gulf se encontraba completamente acostado boca arriba mientras Mew estaba a su lado pegado a su cuerpo besando los labios del menor de los cuales era completamente adicto, y es que su sabor era tan exquisito que podía durar horas deleitándose con ellos.

El menor lo volvía loco en todos los sentidos, sus inexpertas manos lo acariciaban por todos lados provocándole escalofríos. Quizás Gulf no tenía mucha experiencia en el sexo, pero por una extraña razón sus manos sabían cómo y qué parte de su cuerpo tocar para que cayera rendido ante él. No era mentira cuando dijo que ese chico lo tenía en sus manos.

Con mucho cuidado se incorporó para colocarse encima de él sin dejar caer completamente su peso, quería que Gulf fuera capaz de sentir su calor, no que se cansara de cargarlo.

- Me encantan tus besos Mew – susurró el más joven – me robas el aliento –

- Es curioso – el mayor mordió el labio inferior de su, ahora novio, tal cómo el muchacho solía hacerlo – yo estaba pensando lo mismo –

Siguieron besándose por varios minutos, por momentos la intensidad aumentaba haciendo crecer el calor en el interior de sus cuerpos para después cambiar el ritmo a uno mucho más pausado, tierno y hasta romántico. Sus manos no dejaban de explorar la anatomía del otro, había ciertas partes que ya eran conocidas y otras más que faltaban por conocer.

Mew se alejó un poco del cuerpo de Gulf solo para poder quitarle la camisa, uno a uno fue desabrochando los molestos botones que le impedían ver la acanelada y suave piel.

- ¿Te he dicho alguna vez lo hermoso que eres? – preguntó completamente cautivado por la belleza del menor.

- No en estas circunstancias – respondió con un evidente sonrojo en sus mejillas.

- No importan las circunstancias – habló Mew – eres el ser más bello que he visto en mi vida –

Las manos de Gulf tomaron las mejillas de Mew para acercarlo a su rostro y volverlo a besar en esta ocasión con el deseo involucrado en esa húmeda caricia.

Y Mew entendió el mensaje. Con su mano derecha tomó uno de los tantos pétalos regados a su alrededor para lenta y tiernamente pasear dicho pétalo por el torso desnudo de su amante. La suavidad de la piel de Gulf y la delicada textura de pétalo rojo que alguna vez fue parte de una rosa, hacían una perfecta combinación de sublime excitación. En otras palabras, lo calentaba más provocando así mayor placer al más joven.

- Mew... -

- Cada vez que susurras mi nombre haces que me estremezca – dijo Mew al oído – nunca dejes de decir mi nombre, gatito –

- Mew... Mew... Mew... -repitió obedeciendo a su amante. 

Los gemidos de Gulf eran lo único que deseaba escuchar. Los sonidos que salían de la boca del menor lo excitaban y al mismo tiempo lo conmovían porque, jodidamente Gulf era tierno y adorable hasta en es situaciones un tanto subidas de tono. Y una cosa era segura, Mew lo adoraba, en realidad jamás pensó que alguien tendría el poder de convertirlo en un remedo de hombre que a la más mínima orden el obedecería, y quizás su novio ya sabía del enorme poder que tenía sobre él, pero sinceramente, no podía importarle menos.

Nuevamente alejó su cuerpo del de Gulf, esta vez para quitar los pantalones y la ropa interior de ambos cuerpos. Necesitaba con urgencia sentir piel con piel al menor. El calor que desprendían sus cuerpos era perfecto para una noche fresca como aquella en la que estaban a punto de entregarse uno al otro completamente al aire libre. Afortunadamente era el edificio más alto de toda la ciudad y nadie podía verlos desde otros inmuebles. No quería que nadie, pero absolutamente nadie pudiera apreciar la belleza del hombre que se entrega a él en cuerpo y alma.

- Mew, estamos en la azotea... - dijo Gulf con pudor.

- Lo sé... -

- Alguien puede venir y encontrarnos desnudos... - rio con nerviosismo.

- No voy a permitir que nadie te vea así, gatito... - expresó mordiendo el lóbulo de su oreja – nadie puede ver lo precioso que eres... solo yo mi amor... solo yo –

- ... solo tú... - reafirmó el muchacho.

Nuevamente volvieron a besarse. Sus besos eran la mezcla perfecta entre deseo y amor... pasión y ternura... sensualidad y cariño... erotismo y compatibilidad. Se deseaban de manera desenfrenada al mismo tiempo que se amaban como locura. No era solo sexo y no era solo hacer el amor, era una combinación que resultaba de ellos mismos y de la hermosa fusión que sus almas tenían. Su afinidad como pareja se veía pocas veces en la vida, estaba claro que el universo había conspirado para que ellos se encontraran sí o sí.

La boca de Mew recorría todos y cada uno de los recovecos de la piel de Gulf. Anhelaba probar cada parte del cuerpo de su novio para conocerlo completamente, quería jactarse de ser el único maldito idiota afortunado en saborear aquel maravilloso cuerpo.

- Ah... Mew... -

- Tu piel tiene un sabor exquisito – dijo mientras su boca besaba el costado de su cadera.

- Ah... Ah... ¿A qué sabe? – quiso saber el menor.

- A ti –

Sin previo aviso, metió con placer el miembro de Gulf en su boca, ocasionando que el joven se incorporara un poco por la sorpresa que esa acción había provocado. Sin embargo, a los pocos segundos se dejó caer nuevamente entre las cobijas y cojines disfrutando de la traviesa lengua y placentera boca del hombre que probaba aquella sensible parte de su cuerpo.

Era jodidamente agradable tener la boca de Mew alrededor de su virilidad. Las sensaciones que recorrían su cuerpo con esa placentera mamada, lo estaban llevando de la mano por el camino directo y sin retorno de un potente y satisfactorio orgasmo. Sin embargo, el mayor se detuvo tan súbitamente como había iniciado.

- Aún no cariño... quiero que lo hagamos al mismo tiempo –

- Mew... quiero sentirte... deseo sentir al hombre que amo dentro de mí –

- Yo también deseo sentir la calidez de tu estrecha entrada, cariño – depositó un tierno beso en sus labios - ¿Estás listo? –

- Siempre estaré listo para recibirte –

Mew tomó su propia hombría con su mano derecha y con la izquierda lo mojo con el líquido pre seminal que salía tanto de su falo como del que escurría de Gulf. Se masturbó unos minutos sin dejar de observar al chico que yacía bajo su cuerpo, y ¡Jodido el cielo! si con esa bella imagen que le regalaba el menor no lograba venirse, sin embargo, ese no era el propósito, tan solo deseaba mojar más su miembro para no lastimar a Gulf. La idea de correrse estaba contemplada, por supuesto, pero lo haría en su interior. 

No obstante, ya no podía seguir conteniéndose. Sentía como su miembro crecía y se ponía más duro en su mano y no quería acabar ahí sino dentro de la cavidad tan cálida de Gulf. Tomó sus piernas para flexionarlas por las rodillas, alineó su hombría y la acercó al cuerpo de su novio. No iba a negar que quería entrar de una sola estocada, pero eso lastimaría al chico, aunque quizás con el tiempo pudieran tener sexo duro en alguna ocasión, aquello le llamaba mucho la atención, pero por ahora quería enterrarse en Gulf y hacerlo disfrutar como nunca en su vida.

- ¡Oh... Mew!... –

- Relájate... -

- Estoy relajado, esto se siente muy bien –

- ¿Ah si? – Mew de agachó para quedar cerca de sus labios - ¿Entonces ya puedo moverme? –  

- Muévete y no te detengas hasta terminar – susurró el menor con sensualidad.

- No pensaba salirme de ti hasta que tuvieras mi esencia adentro, cariño –

Besándolo empezó el vaivén de entrar y salir de Gulf con mucha mayor rapidez y precisión. Los gemidos de ambos eran silenciados por los besos tan apasionados y excitantes que compartían. Sus cuerpos se rozaban aumentando el calor en ellos y queriendo más, mucho más de cada uno.

Las embestidas de Mew aumentaban en velocidad y fuerza, en ese momento era imposible seguir con sus labios unidos pues los necesitaban para jalar aire a sus pulmones y poder al menos, intentar respirar. En cada uno de sus jadeos se podía apreciar el enorme placer que sentían al fusionar su cuerpo de esa manera.

- Cariño, ¿Estás listo? – preguntó Mew – no creo que pueda aguantar mucho, eres tan estrecho y me aprietas tanto que ya quiero vaciarme en ti –

- Lléname de ti Mew... - pidió el otro aturdido por el placer que le daba su novio.

- Lo haré si me entregas tu semilla a cambio –

- ¡Oh Mew! – gimió descontroladamente - ¡Hazme tuyo y toma lo que quieras de mí! – sus manos se aferraron a la espalda de su amante, enterrando sus cortas uñas en ella.

Y como Mew estaba bajo el absoluto poder de Gulf hizo lo que joven muchacho le ordenaba. Empujó con más fuerza su miembro al interior del menor tocando el punto exacto que enloquecía a su novio para de igual forma masturbarlo al tiempo de sus embestidas.

Gulf sentía placer multiplicado por dos. Por una parte su entrada estaba colmada y rebosante con un pene duro, caliente y húmedo entrando y saliendo a un ritmo alucinante y embriagador. Por la otra, una vasta e ilustre mano tomaba su masculinidad para agitarla al compás de las embestidas que recibía. 

- Mew... oh... Mew... -

- Aún no, amor, aún no –

- Ah... Ah.... Mew... esto es demasiado... ah... no puedo esperar... -

- Solo un poco más por favor –

- Ah.... ¡Mew! – gritó su nombre soltando su blanquecina semilla en la mano de su novio provocando que éste se corriera dentro casi al mismo tiempo.

- ¡Gulf! – gimió salvajemente el nombre del chico que lo convertía en un extraordinario semental.

Les llevó varios minutos poder recuperarse. Mew no salió de Gulf hasta que pudo normalizar su respiración, estaba renuente a abandonar tan entrañable cueva, pero tenía que hacerlo. Inmediatamente después de retirarse del cuerpo del menor, su semen empezó a salir lentamente por ese bello orificio que tanto placer le daba, ver su propio esperma brotar del interior de Gulf lo excitó más pues era la irrefutable prueba de que ese muchacho era exclusivamente suyo.

La actividad física que habían hecho había sido fantástica. Habían terminado completamente satisfechos, llenos de vitalidad, deseosos de más....

- Cariño, quiero que vivamos juntos para poder hacerte mío siempre que lo desee –

- ¿Vivir juntos? – preguntó Gulf emocionado.

- Di que sí amor, di que sí – susurró Mew en su oído.

- Pero, es que tu departamento... -

- Oh cielo – interrumpió el mayor – no viviremos en este lugar, vamos a buscar una casa juntos, para los dos –

- ¿Puede ser de un piso? – preguntó con entusiasmo.

- Puede ser de un piso – afirmó el mayor.

- ¿Y puede tener un patio muy muy muy grande para Juu? –

- Puede tener un patio muy muy muy grande para Juu –

- Bien, entonces acepto vivir contigo – dijo Gulf besando los labios de su novio.

- ¿Solo pones esas dos con condiciones? –

- Si, solo eso –

- Eres tan fácil de complacer cariño – Mew volvió a besarlo y nuevamente se entregaron en ese lugar que pronto no volverían a pisar.

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Encontrar una casa, cerca del centro de Bangkok de un solo piso y con un patio enorme fue imposible. Ese tipo de residencias solo se podían encontrar en los distritos a las afueras de la gran urbe. Pero era el deseo de Gulf y sin importar que muchas cosas les quedaban lejos, optaron por comprar una mansión a unos cuarenta minutos de la ciudad.

Era exactamente lo que Gulf quería. Casa de un solo piso en color blanco con los tejados con el típico color "ladrillo", con piscina, áreas verdes, y rodeada de colinas y valles en donde se podía respirar aire mucho más puro que en la ciudad. En cuanto vio la casa se enamoró de ella y se lo hizo saber a Mew que la compró de inmediato y sin que su novio supiera, la propiedad la puso a su nombre.

La mudanza tardó cerca de dos meses, más que nada por algunas remodelaciones que Gulf quiso hacer como el color de las paredes, la distribución de la cocina y obviamente la habitación que ambos compartirían, y claro, la jaula de Juu.

- ¡No, no y no! – gritó Mew exaltado.

- Pero Mew - Gulf alargó su nombre a manera de berrinche - por eso quería que la casa tuviera un patio muy grande, para que Juu pudiera correr libremente – Gulf hizo un puchero pues su novio se negaba a aceptar a su querido amigo en casa – dijiste que podía vivir con nosotros –

- ¡Pero jamás mencionaste que Juu era una pantera negra de cincuenta kilos! – alegó el mayor – pensé que era un gato –

- ¿Cuándo dije que fuera un gato? – se quejó el menor.

- Pues dijiste que era peludito con garritas tullidas y suavecitas, y que ronroneaba cada vez que acariciabas su cabeza – se defendió Mew - ¡Dios! ¿Estuviste cerca de una pantera? ¿En qué estabas pensando? –

Esa era una historia que Mew desconocía de su novio. Hace exactamente dos años, su padre había ido a un importante congreso de medicina en Arabia Saudita. En ese entonces, su progenitor era respetado y admirado dentro y fuera de Tailandia, y el príncipe de aquel país estaba muy agradecido con su padre por tratar la extraña enfermedad que había contraído a través de un virus en su visita de estado a Egipto, por lo que, en un gesto de gratitud le regaló una pantera negra. Y no era para menos, la realeza de Arabia era conocida por sus obsequios tan extravagantes y exóticos.

Desde el primer momento el animal se acostumbró de inmediato a Gulf y éste estaba encantado de tener un "gato gigante" en la mansión de su padre. Sin embargo, a modo de castigo su padre mandó a "Juu" como había llamado a su "gato negro", al zoológico. Aunque a la prensa y al príncipe Mohamed Bin Salam les comentó que era mejor cuidado en aquel lugar ya que debido a sus ocupaciones como médico no podía cuidar debidamente a tan preciado animal.

Así que Gulf iba a visitarlo, y al ser el "sobrino" del doctor Kanawut y tener tanta afinidad con el felino, podía pasar y estar con él un par de horas al día.

- Ya hice cuentas y con la herencia de papá puedo mantener a Juu sin problema – dijo Gulf que estaba a nada de llorar – cuando trabaje mi sueldo irá directamente a la casa para ayudarte con los gastos –

- A ver cielo – exhaló Mew tomando las mejillas de su chico entre sus manos – no se trata del dinero, ¿Entiendes que Juu es un animal salvaje que no se puede tener como mascota? –

- Juu no es salvaje – reclamó Gulf.

- Contigo quizás no lo ha sido ¿Y si lo llega a ser? ¿Y si no me acepta? –

- Te aceptará... -

- No Gulf, no podemos vivir con una pantera negra en casa – dijo Mew con firmeza – podemos ir a visitarlo las veces que quieras –

- Entonces da igual que hubieras comprado esta casa – bajo la mirada con tristeza – ya no importa que tenga un patio tan grande... -

Gulf se dio la vuelta y salió de la casa rumbo a la piscina. Él adoraba a los gatos, siempre que veía uno corría a agarrarlo, acariciarlo y decirle que era la "cosita" más hermosa del mundo y que lo amaba. Les decía eso a todos los mininos que veía. Así que cuando Juu llegó a la mansión de su padre, se volvió loco al tener un "gato" así de grande y cariñoso. Era como un muñeco de peluche gigante al que podía abrazar y acurrucar con él. Pero Mew no lo quería y eso lo ponía muy triste.

El mayor suspiró y paseó su mano por su cabello. ¡Maldita sea! Se sentía como un malvado novio autoritario que le robaba la felicidad a su amado niño consentido. Pero siendo realistas lo que "pedía" Gulf era... demasiado... arriesgado. No quería imaginar encontrarse un día a su novio devorado por un gato gigante.

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Habían pasado dos meses desde que se mudaron por completo a su nuevo hogar. Gulf no había vuelto a hablar del tema de Juu desde entonces, se veía un poco triste, y aunque trató de convencerlo de tener un gato o dos, éste se negó y pidió no hablar del tema nunca más.

"No quiero un gato", fue lo dijo Gulf entre enojado y dolido. Después de eso, las cosas entre ellos marcharon bien. Vivir juntos había sido relativamente fácil pues ambos tenían hábitos muy parecidos, por lo que adaptarse fue pan comido.

Aun así, Mew deseaba hacer muy feliz a Gulf y por eso se encontraban ahí. A las afueras de Safari World. 

- ¿Qué hacemos aquí? – preguntó Gulf a la defensiva.

- Vinimos a visitar a Juu –

- Si no lo quieres, no tienes que venir – alegó el menor – yo vengo a verlo dos veces por semana – Mew sonrió y lo abrazó por la cintura.

- ¿Quién te dijo que no quería a Juu? – su novio no respondió – él estaba muy solo, era la única pantera negra del zoológico y aunque quisieron emparejarlo con tigres y leones, no se llevaron bien –

- Eso ya lo sé –

- Pero apuesto a que no sabías que le conseguí novia –

- ¿Eh? –

- Tuve que aprovechar ciertos contactos en el extranjero para conseguir a Jai –

- ¿Jai? –

- Una pantera negra femenina que le hará compañía a Juu –

Gulf se quedó en silencio procesando la información, miraba confundido a Mew y no sabía que decir o por qué su novio había hecho aquello.

- Sé que parece que lo hago para que no te lleves a Juu – habló el mayor, quizás leyendo sus pensamientos – pero me aterra la idea de que lo tengamos en casa y en cualquier momento el animal actúe por instinto y te lastime o te mate cariño – lo besó en la frente – perdóname por tener miedo de perderte mi amor, no quiero que estés triste, y tampoco quiero que Juu esté solo –

- Mew... - el menor estaba conmovido con las palabras del mayor.

- Sé que dijiste que no querías un gato – lo miró a los ojos – pero ¿Qué dices de abrir un santuario para gatos en el enorme patio que tenemos en casa? –

- ¿Santuario de gatos? –

- Sí, podemos acondicionar parte del terreno para hacer un hogar para gatos abandonado – explicó Mew – tú podrás cuidar a un montón de gatos que no tienen ni que comer ni donde dormir –

- ¿Estás hablando en serio? –

- Si amor – lo besó en los labios – sé que adoras a esas bolas de pelo, y yo solo quiero hacerte feliz –

- Tú ya me haces feliz Mew... - sonrió el menor – me haces inmensamente feliz –

-- ¿Y entonces qué dices? – preguntó Mew con impaciencia.

- ¡Manos a la obra! –

FIN.  

Oh sí,  hemos llegado al final de la historia. Gracias por el acompañamiento estos catorce capítulos. De verdad agradezco sus votos, sus comentarios y sus recomendaciones. Espero que el final haya sido de su agrado. 

Pero, eso no es todo, hay un pequeñísimo epílogo que no pensaba subir, fue como algo extra ya sin mucha inspiración, pero decidí publicarlo para que sepan un poquito lo que fue de la vida de MewGulf después de haber sido a visitar a Juu al zoológico. 

Recuerden que se aceptan cualquier tipo de comentarios pero me reservaré de responder ofensas e insultos. 

Hasta el siguiente capítulo. 

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