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Holaa, déjenle un corazoncito a Nico si esperaron la actualización 🤎


Lector: ¿Te ha pasado que conectas con alguien tan fácil que sientes que lo conoces de toda la vida?

Pues ellos se sentían así.

Podían reír, discutir, volver a reír, regañarse mutuamente y, a los cinco minutos después de pelear, ya estaban riendo bajo la lluvia.

Eran un par de locos que disfrutaban estar juntos.

Sin embargo, el fuerte viento de abril quiso separarlos. Las razones se me hacen muy extrañas aún y necesito seguir mi instinto. Ya saben, como dicen por ahí: más sabe el diablo por viejo que por diablo.

Samantha Meyer.


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El hijo del futuro presidente de la república está... (?)

Una semana después.

Todo parecía aburrido en la oficina sin mi hormiguita colorada. 

Llevaba un buen rato mirando la foto que me regaló Kim. El recuerdo desfiló por mi mente al recordar el momento: era un fin de semana lluvioso y algo lento, así que, para pasar la tarde, no se nos ocurrió nada mejor que andar haciendo bromas telefónicas.

Accidentalmente, nos enteramos de muchas cosas.

Y es que aparte de evadir responsabilidades, éramos bastante chismosos.

Total que, a medida que pasaba el día, notaba la ausencia de Kim. Actualmente contaba con un nuevo secretario; hacía todo al pie de la letra. Claramente no había mentido en su currículum como la pelirroja, y tenía todo listo a media mañana, pero me daba igual. Aunque, lo bueno que tenía era que escuchaba mis penas de amor —con tedio, pero escuchaba.

Cuando se asomó a la oficina, alzó una ceja al verme sentado en el escritorio con una cerveza en la mano.

—Está bebiendo en el horario de trabajo. ¿Es en serio?

—¿Y qué harás al respecto, Kevin? ¿Llamar al jefe? —ironicé.

Vale, me reí solo. 

—Muy gracioso. 

—Por cierto, Kevinsillo, ¿te cuento lo que me ha pasado esta semana? 

Kevin resopló con aburrimiento.

—No me pagan lo suficiente.

No me importaba, le conté igual.

—Pues, lo primero es que estaba caminando por el parque, vi un departamento y... me lo compré.

—Espere... ¿Se compró un departamento con tan solo 19 años?

—Mi familia es dueña de una cadena hotelera, ¿crees que lo pedí en cuotas o qué? —Seguí bebiendo.

—Entonces ahora vive solo.

—Ajá. Es más difícil de lo que pensaba. El otro día se me desconfiguró la lavadora.

—Uhm, no me sorprende viniendo de usted.

Este era más directo que Kim.

Ya no hay respeto.

—Bueno, lo segundo es que el otro día hablamos con Kim por celular. Solo quería saber cómo estaba, pero se le fue la señal.

—¿Ella no tiene buen internet?

—No. De hecho, ese día estaba arriba de un árbol para poder hablar.

—¿Bromea?

—En su rancho no llega muy bien la señal, ¿vale?

—Vaya, esa chica sí que lo quiere entonces.

—¿Ah, sí? 

—¿Cree que una chica anda escalando árboles para hablar con cualquiera? ¡Por supuesto que no! Si intenta hablar con usted es porque en serio lo quiere.

Suspiré. Era cierto, Kim solía ser bastante fría, pero conmigo era muy tierna y tenía un interés por mí bastante genuino.

—Es solo... —continúe— Solo que después de esa llamada no hemos hablado más. Siento que, de cierta forma, ella está en otra faceta y yo... No sé, no quiero distraerla, por mí que cumpla sus sueños. Quiere estudiar medicina. Es más inteligente mi pelirroja. 

—Qué bueno que le guste medicina y no administración, porque entre ustedes el hotel iba más para abajo que para arriba —insinuó—. Tenían como cien demandas.

—Uuh, estás hablando con un criminal entonces.

—Ay, jefe. —Kevin negó con la cabeza—. ¿No cree que debería olvidarla? 

—¿Que la olvide? ¿Es en serio, Kevin? ¡Con ella sentí algo realmente especial! ¿Y me dices que lo deje? Es como cuando conoces a alguien, te distancias y te queda un sabor amargo en la boca porque sientes que aún no termina la historia.

—¿Y por qué no la termina entonces? —A Kevin todo le parecía obvio. 

Quiero ser Kevin. 

—¡No lo sé! Mi cabeza va a explotar. Tengo muchos problemas con mis padres y eso no me deja pensar claramente. Me gustaría escapar de una buena vez, ¿sabes? 

—No duraría un día fuera de casa, jefe.

Le alcé una ceja. 

—Ya vete a trabajar mejor. 

—Se lo agradezco —suspiró con alivio.

Grosero.

Ya verás en la encuesta laboral.

Apenas se marchó y cerró la puerta, se formó un silencio que consideré pacífico. Lo estaba disfrutando hasta que alguien tocó la puerta nuevamente. Puse los ojos en blanco porque arruinaron mis minutos de paz. 

—Pase —dije sin pararme del asiento. Puse los pies sobre el escritorio y me estiré. 

Toc, toc. 

—Que está abierta la puerta, pase quien quiera que sea de una buena vez. 

Toc, toc, toc.

—¡¡¡PASEEEEE!!!

Toc, toc, toc, toc, toc. 

La puta madre. 

Con los dientes apretados y de muy mal humor, me dirigí hasta la puerta. Para mi sorpresa, era mi hermano con una expresión inmutable mientras masticaba palomitas de maíz. 

—¿Kant? 

—No, Juan Gabriel —respondió sarcásticamente.

—¿Tú no estabas preso? 

—¿Eh? Yo nunca he estado preso. 

—Pues ahora sí. ¡SEGURIDAD! 

Los guardias del lugar se acercaron, pero, para su fortuna, mi abuela Samantha apareció por el pasillo y le hizo un gesto con la mano. Llevaba un vestido color crema acompañada de una capa de lana sobre sus hombros y unos zapatos de taco bajo. Cuando me vio, no pudo evitar emocionarse de felicidad. 

—¡¡Mi niño hermoso, volví de mi viaje!! —Avanzó hacia mí, me dio un cálido abrazo y me envolvió con su aroma a jazmín—. ¿Cómo está mi bebé? ¿Cómo está el bebé de su abuela? ¿Has comido bien? ¿Te has alimentado? Quiero verte más gordito. 

Mi hermano se reía detrás cuando ella me apretaba las mejillas. Tiempo que no peleaba con ese idiota. Se había ido a estudiar a una de las universidades más prestigiosas del país y lo expulsaron por hacerse el chistosito. 

—Estoy bien, abuela —respondí alzándole una ceja. 

—Supe que Kim ya no está trabajando aquí. Es una lástima... ¿Se han comunicado? 

—Pues desde lo que le pasó en el cumpleaños de papá que ya no hablamos tanto —dije un poco resignado. 

—¿Estuvo en el cumpleaños de Richard? Leonor no me contó eso. —Mi abuela juntó las cejas con duda—. Y... ¿qué pasó? 

Le conté lo de su vestido y sobre cómo me pidió la renuncia. Samantha se mantuvo pensativa unos instantes y en silencio, como si intentara atar cabos sueltos. 

—Espera, ¿no estarán hablando de la chica de tu lib...? 

Mi abuela carraspeó y le dio una mirada fulminante a Kant, pero este le ofreció palomitas. Mi abuela le arrebató la bolsa y empezó a comer. 

—El punto aquí es que quise reunirlos porque comienzan las elecciones de su padre y quiero saber si le harán campaña política o no. No quiero que Richard presione a mis niños lindos a participar de algo que no quieren. 

—Yo creo que hay que ser honestos —opinó mi hermano—. Podemos apoyarnos como familia, pero decir que tenemos distintos ideales. Somos libres de votar por quien queramos y eso se debe respetar. 

Primera vez que dice algo coherente. 

¿Se habrá golpeado la cabeza? 

—Estoy de acuerdo con Kant —dijo la abuela—. Mi hijo tiene ideas que nos harán retroceder a 1842 o yo qué sé. Salió igual al idiota de su abuelo. Machista como nadie el veterano. 

Con Kant negamos de manera divertida y ella nos tomó a ambos de los brazos. Mencionó que nos llevaría a comer algo. Para ella seguíamos siendo sus pequeños, así que nos trataba como tal. Lo peor era que nos obligaba a comer y terminábamos llenísimos. 

La cosa es que los días transcurrieron sin novedad. Me estaba preparando para ir a la universidad y las canchas de mi fundación ya habían sido estrenadas. Se inscribieron más niños de lo que esperé; muchos de ellos provenían de familias con padres inestables, así que era una gran distracción para ellos estar fuera de casa.  

Y pese a que jugamos varias partidas, no dejé ganar a ninguno. Ja. 

Y respecto a Kim, ya nada era igual. Pocas veces me respondía y me daba la impresión de que su actitud había cambiado un poco. Era como si la persona que había conocido ya no estaba. Cada uno había tomado un camino distinto y la comunicación entre nosotros sin ser incómoda parecía una opción lejana. Sin embargo, yo... yo seguía extrañándola. 

¿Tal vez cometí algún error? 

—Ve a buscar la pelota —le dije a mi hermano para que gateara hacia ella. Sin embargo, el pequeño Tom se puso de pie por primera vez y cayó en los arbustos. 

Eso pasa por dejarme a a cargo. 

Corrí para alcanzarlo y lo tomé en mis brazos luego de caerse. Le di un beso en la frente y le sobé su suave cabellera. Lo sorpresivo fue que, cuando nos acercamos a los setos, distinguí el sonido de una extraña conversación —o más bien discusión— entre mi abuela y mi madre. 

—¡Humillaste a Kim, Leonor! 

—¡Ella no pertenece aquí, Samantha! ¿Quieres dejar de meterte en los asuntos que no te corresponden? Si lo hice fue por el bien de mi hijo. 

—Todos tus hijos se han criado con niñeras ¿y crees saber qué es lo mejor para ellos? 

—Escucha: esa tal Kim o cómo se llame es una pobretona que está todo el día sacándole leche a las vacas. ¡No está al nivel de Nicolás! 

—Aaah, vas a hablar de dinero... ¿Te recuerdo qué eras antes de casarte con mi hijo? 

Era suficiente. No necesité escuchar una palabra más para querer dirigirme hasta donde ellas. Tenían que explicarme qué mierda le hicieron a Kim. 

—Siempre te he dicho que no se debe escuchar conversaciones ajenas. 

Me giré al escuchar esa voz gruesa. Mi padre estaba frente a mí con una expresión más fría de lo habitual. 

—¿Qué le hicieron? —decidí preguntar, pese a que parte de mí no quería escucharlo—. ¿Qué carajos pasó? 

Papá sonrió de una manera calculadora y eso me erizó la piel. 

En ese entonces sabía que la respuesta no me iba a agradar para nada, y las advertencias con arruinarle su candidatura se plasmaron en amenazas de mi parte. 

De ahí supe que yo era peligroso para él. 

Oh, oh, ahora estoy metido en un graaaaan problema.

Kim Harrison.

Odiaba las visitas con todo mi corazón. 

—Chicas, estamos en problemas. —Papá cerró la puerta luego de que el agua lo dejara empapado—. Sus tías chismosas vienen hasta acá. 

—¡Cerremos las cortinas y apaguemos las luces! —propuse rápidamente. 

—¡Ay, no! —Kass soltó un quejido al aire mientras miraba por las persianas—. ¡Vienen con los bebés! 

—¡Y son unos malcriados! —añadí. 

—¡Hagan sus maletas y nos cambiamos de país! —Papá entró en pánico. 

—A ver, a ver... —intenté calmar la situación—. Tal vez solo vienen de pasada esperando a que pase el temporal y ya. 

—Nop. —Kass observó cuando se bajaron del furgón—. Vienen con maletas. 

—¿QUÉ? —gritamos con papá al unísono. 

Y es que no había nada bueno en que llegara un cúmulo de personas a alojarse en casa. Tienes que atenderlos, conversarles; prestar el baño; pasarles tus juguetes a los críos... Te gastan luz, agua, energía, tiempo...

Vale, tal vez estaba algo asustada. Y no porque no quisiera a mis tíos, sino que era por... una situación en particular. Quizás algo llamado: "Tengo una tía que destruye mi autoestima y prefiero mantenerla lejos".

A Kass la trataba de maravilla, le decía que cada año se ponía más bonita, que iba a tener a muchos chicos detrás de ella y que su cuerpo era prácticamente perfecto. A mí solo me saludaba y me decía que había crecido desde la última vez que nos vimos.

La verdad era que Kass siempre fue la consentida que jamás hacía nada en casa y yo la que ayudaba a papá. A mi abuela le encantaba ver bonita a la gente y Kass cumplía con sus requisitos. A mí siempre me pillaba como mendiga porque estaba todo el día haciendo cosas. Lavando la losa, haciendo el aseo, viendo los animales y cultivando alimentos. Decirle a Kass que ayudara en algo era pelea asegurada. 

De pequeña escuchaba a mis tías hablando con mi madre. Le decían que Kass iba a ser muy linda y coqueta cuando grande. Que era delicada y femenina. Yo seguía jugando como cualquier niña mientras escuchaba esos cometarios, pero no entendía por qué jamás me dijeron algún cumplido. ¿Acaso yo no era bonita?

Crecí intentando destacar en distintas cosas para que mi familia me viera también. Pero siempre creí que la belleza le ganaba a cualquier otra cosa.

Lo peor era que a veces me veía bonita frente al espejo. Sin embargo, la gente no veía lo mismo que yo. A lo mejor era que Kass tenía mejores gustos para vestirse y pasaba más tiempo cuidando cada detalle de su imagen personal. No lo sé, qué sé yo.

Total que, cuando tocaron el timbre y papá abrió con tedio, tuvimos que saludar a cinco tías, dos primos púberos y tres niños.

Papá y yo intentamos cocinar algo de manera rápida. Kass, por otro lado, conversaba con mis tías hasta que papá le hizo un gesto fulminante para que pusiera la mesa. 

—Ay, qué grandes que están mis niñas. —Mi tía corrió la silla y se sentó con los demás—. Kass, tú sobre todo, cada día estás más linda. Debes tener muchos pretendientes. 

—La verdad es que no —respondió mi hermana mientras colocaba los platos—. Nadie. 

—¿Ah, no? Pues aquí estamos esperando a que presentes a un novio alguna vez. 

—O novia. 

Kass intentó incomodar a una de mis tías que tenía inclinaciones homofóbicas. Y funcionó. Luego de aclararse la garganta y reír nerviosamente, bebieron vino.  

—¿Y tú, Kim? ¿Estás de novia con el chico que vimos en televisión?

Dejé de revolver la ensalada cuando lo mencionaron. Me dolía pensar en Nico porque no lo podía sacar de mi cabeza.

Papá me miró con condescendencia y yo le esbocé una sonrisita resignada, continuando con la ensalada. Él sabía que yo sentía cosas por Nico y entendía que ese tema me afectaba.  

—No estoy con nadie tampoco, tía —suspiré con aburrimiento. 

—Ay, me recuerda tanto a su madre... 

Bien, otro tema que me dolía hablado sin filtro. 

—Sí, Kim se parece mucho a su madre, aunque la belleza de Luna no tiene comparación. Era tan joven y hermosa. 

—Sí, Luna irradiaba encanto —opinó otra de mis tías—. No digo que tú no seas linda, Kim, pero tu mamá tenía una belleza inexplicable. 

—Kim también es hermosa —se incorporó mi hermana. 

Sorpresivamente, papá dejó de picar las papas, se dio vuelta y se aproximó al comedor algo enfadado. 

—A ver, en mi casa no se habla de eso. Tanto mi esposa como mis hijas son hermosas y esto no es una competencia, ¿escucharon? Si quieren hablarnos, que sea de otro tema que no sea hablar de la apariencia de los demás, menos de mis hijas. 

Y todo se quedó en silencio tenso. Hasta mis primos más pequeños dejaron de pintar en sus cuadernos para mirarlo con la boca abierta. 

Bien, admito que fue incómodo, pero satisfactorio. 

Nadie se atrevió a decir una palabra, así que el único sonido que se reprodujo fue que otra de mis tías largó la cadena del baño y salió sobándose el estómago. 

Cuando se sentó, hicieron un tenso choque de copas y comenzaron a preguntarnos sobre el campo, los animales y hasta del temporal. 

—No había saludado a nadie —dijo la de dolor estomacal—. ¿Cómo están? 

—Me alegra mucho verla, tía Mary —le sonreí cuando coloqué la ensalada en la mesa—. ¿Cuándo se van?

—Oh, cariño, nos vamos en un par de días. Una lástima. Y yo que quería pasar mucho tiempo con ustedes...

—Sí, una lástima. Por mí que se quedaran toda una vida —sonreí irónicamente. 

La luz parpadeaba, de seguro que era por el viento. Creí que era mejor no sentarse e ir a buscar un generador al gallinero. Así que dije "con permiso", me quité el delantal y me puse la chaqueta mientras echaba un vistazo a la noticia de último minuto. 

Subí el volumen porque la risa de mis tías no me dejaba escuchar. 

Y esta noche informamos que el hijo de Richard Meyer, candidato a la presidencia se encuentra desaparecido. 

La noticia está consternando a todo un país ante las especulaciones de un posible secuestro. El joven llamado Nicolás Meyer de diecinueve años fue reportado como desaparecido luego de salir de casa hace veinticuatro horas. 

—... candidato, candidato, ¿cree que esto se trate de un secuestro? ¿Hay alguien detrás de todo esto o solo creen que se escapó? 

—No estoy al tanto aún. Mi mujer y yo estamos muy preocupados por Nicolás y tenemos a agentes buscándolo por todo el país. Es por eso que necesitamos la ayuda de la ciudadanía. Quien encuentre a mi hijo, recibirá una recompensa de mil trescientos dólares, y en efectivo.

El control remoto resbaló de mis manos y se desarmó en el suelo.

No... 

Me cubrí la boca con ambas manos. 

No podía ser posible...

—¿Kim? —Papá habló desde el comedor—. ¿Qué pasó? 

Intenté hablar, pero las palabras simplemente no me salían. Kass y mi padre se levantaron rápidamente de la mesa para ver el televisor. 

El hijo del medio de los Meyer siempre se ha caracterizado por su rebeldía y por su curiosa honestidad al hablar. ¿Será su desaparición una estrategia para arruinarle la candidatura a su padre? 

Tenía que ser un malentendido, no lo creía en absoluto, por lo que tomé mi celular y comencé a llamarle, pero ¡maldita sea! no tenía buena señal. 

Le pedí a papá y a Kass que también intentaran comunicarse. Llamé a Andrea para que le hablara a Carla. Quizás ella sabía dónde se había metido Nico. Era su mejor amiga.

Salí de casa en busca de mejor cobertura y un relámpago surcó por los cielos. Bajé la escalera de la entrada techada y recibí toda la potencia de la lluvia mientras tenía el teléfono en la oreja. 

Tal vez en el gallinero había mejor conexión. 

Corrí y abrí la puerta de madera de un empujón. Las gallinas se sacudieron y cacaraquearon del susto. Me vi incapacitada a prender el flash del celular porque se me había mojado, así que opté por buscar el interruptor de la luz, nerviosa.

Sin embargo, antes de encontrarlo, alguien estornudó. 

Y como si mi instinto se hubiera potenciado, me lancé hacia el extraño sin pensarlo. Lo tomé del brazo y, rápidamente, lo lancé al suelo.  En un parpadeo, me coloqué sobre él y puse un atornillador cerca de su pecho. 

Agitada, me quedé en silencio unos instantes mientras mi cuerpo se mantenía sobre el suyo. 

—¡Auch! —soltó un quejido. 

Me di cuenta de que era un chico que llevaba una sudadera oscura, un gorro negro y un cuello térmico. Cuando le quité la tela del rostro pude ver unos labios que me resultaron familiares. 

—¿Nico? 

—Hola, Kim. 


NOTA DE AUTORA:

AAAH, ahora empieza lo de compartir cama, mantener secretos y hacer muchas locuras y tensión de la que nos gusta. 

Realmente espero que les guste esta nueva parte porque será una locura y vuelve el humor :D 

Aunque acuérdense que igual las hago llorar jajajaj 

¿Qué le habrá pasado a Nico? 

Si les gustó el capítulo no olviden dejarme su voto y comentar si desean, aunque siempre lo hacen y eso me pone feliz. 

No olviden mi IG: LiaBenavid3s <3 

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