• Parte 6

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Orquídea había ingresado a una sala individual de cuidados intensivos mientras que Thomas fue llevado a una sala común porque no presentaba signos de haber inhalado grandes cantidades de humo, él se encontraba estaba y despierto.

Nathaniel tenía un humor de perros por lo que le habían dicho, pero intentó calmarse cuando recordó lo que ella le había dicho, que separara las cosas que había dicho de ellos al pueblo.

El médico se acercó a él para comentarle cómo se encontraban ambos, pero le dijo que debiera tener paciencia con la recuperación de la joven porque presentaba las vías respiratorias lastimadas por el humo que había inhalado sin darse cuenta y por lo menos tenía que quedarse internada quince días. Apretó los puños que estaban a los costados de su cuerpo y preguntó por las habitaciones de ambos.

—En la número 200 está Thomas, y en la 300 está Orquídea, dentro de varias horas le avisaré de un nuevo informe médico de la joven.

—Gracias, doctor.

Una vez que el hombre se alejó de él, se encaminó hacia donde se encontraba Thomas.

Thomas se encontraba algo desorientado porque lo último que había recordado era haberse levantado del sillón en donde se había quedado dormido y luego caer al piso cuando intentó apagar el incendio y no pudo porque se desmayó cuando se sintió sofocado.

—¿Qué haces aquí? —Quiso saber viéndolo entrar al cuarto.

—Estoy aquí de manera obligada, estás aquí gracias a Orquídea que te salvó de ser quemado.

—Solo recuerdo que me quedé dormido en el sillón y al despertar, la casa se estaba incendiando y no pude apagar el fuego porque me desmayé.

—¿Estabas borracho?

—No, me sofoqué, no podía ir a la cocina para buscar agua, sentía flojas mis piernas y terminé desmayado.

—La mujer que te salvó es la misma que por tu bronca de ser rechazado hablaste mal. Orquídea es demasiado buena y no tiene rencor porque ella cree que después de todo eres un buen hombre.

—Si de verdad lo eres, vas a pedirle a ella disculpas cuando todo esto termine, porque en estos momentos está en una habitación con cuidados intensivos —expresó con enojo en su voz.

—¿Por qué? ¿Qué le pasó? —Abrió más los ojos cuando escuchó aquello.

—Inhaló demasiado humo y tiene las vías respiratorias lastimadas.

—Lo siento, Nathaniel, no sabía que iba a suceder esto —respondió apenado y llamándolo por primera vez por su nombre.

—No te estoy echando la culpa del incendio, pero me da rabia la situación. Eres un embustero y busca problemas, siempre has sido así y si quieres de verdad que una mujer te tome en serio, deja de hacer estupideces.

—Suenas como mi padre.

—Debe de estar cansado de ti y por eso te dice las cosas, ¿cuándo entenderás y asentarás cabeza? —inquirió con molestia y Thomas agachó la cabeza—. Siempre has querido conquistar a las chicas poniendo por delante el dinero que tienes, quieres que todos estén cerca de ti por el dinero, a las mujeres como Orquídea no se las puede conquistar con dinero.

—Lo sé, soy un bueno para nada, solo tengo dinero y con él pienso que puedo tener lo que quiero y conquistar a quien me gusta, por ejemplo, a Orquídea, pero de alguna manera siempre supe que ella no estaba interesada en mí.

—¿Y por qué le insististe hasta el punto de decir mentiras sobre lo que supuestamente le hiciste?

—Porque siempre me sentí inferior a ti —admitió con lágrimas de bronca—, me daba celos de saber que tú tenías a quien querías y yo a nadie, solo tengo dinero.

—Si fueses diferente en tu modo de ser, puede que alguien te preste atención, de lo contrario seguirás teniendo un odio dentro de ti injustificado.

—Me gustaba la madre de Felicity, pero cuando supe que salía contigo, miré para otro lado para saber si alguien quería conocerme, luego me gustó Geraldine y ahora Orquídea, y con ninguna me quedé, la única decente te la quedaste tú.

—Thomas, ni siquiera sabía que querías tener algo con ellas y antes de que me digas algo, ni la madre de mi hija y tampoco Geraldine fueron buenas mujeres.

—Lo supe, pero cuando apareció la niñera de tu hija, sabía que no era como las demás.

—Y no es como las demás, si cambias tu actitud de arrogante y mentiroso, es posible que conozcas a una buena mujer y que el resto de las personas te tomen en serio.

—Gracias por el consejo a pesar de no merecerlo y de verdad espero que se recupere pronto.

Alguien golpeó a la puerta cortando la conversación y entró, era el jefe de bomberos que había estado en el incendio.

—Buenas noches, quería saber si podría hacerte unas preguntas.

—Buenas noches, ¿qué necesita saber?

—¿Estabas solo antes de que sucediera el incendio?

—Sí, había regresado cansado de los campos que tengo y me eché en el sillón para tomar una siesta antes de ir ducharme.

—¿Tenía el hogar encendido?

—Sí, encendí algunas leñas porque sentí frío y luego me quedé dormido.

—Eso fue lo que provocó el incendio, las chispas que saltaron hacia la alfombra. Recomendación fundamental, jamás deje cerca algo tela, cuero o sintético cerca del hogar porque terminan sucediendo estas cosas.

—Gracias por el aviso, ¿quedó algo de la casa?

—El techo se vino abajo y algunas paredes también, algunos ambientes del interior no fueron tan afectados, pero presentan quemaduras.

—Entiendo, muchas gracias por avisarme.

—No hay de qué, gracias por la cooperación. Buenas noches a los dos.

—Buenas noches.

—Cuando mi padre regrese del viaje va a querer matarme, no sé cómo haré para rehacer todo.

—Pon dinero para eso, ya que alardeas de tenerlo, utilízalo para algo bueno y reconstruye la estancia.

—No sé nada de construcciones de casas.

—Ve al predio de construcción y ellos te asesorarán, no es complicado, así que, el dinero lo puedes poner para comprar todo e incluso contratar gente de ese lugar para que te pongan en condiciones de nuevo la casa.

—Lo haré apenas salga de aquí, gracias otra vez.

—Tal parece que gracias a Orquídea nosotros quedamos en una habitación charlando sin una pelea de por medio.

—Eso parece —afirmó Thomas.

—Te dejaré descansar.

—Gracias una vez más por los consejos que me diste.

—No fue nada.

Nathaniel salió del cuarto y se dirigió al piso de arriba donde se encontraba Orquídea.

Al entrar, tomó una silla y se sentó a su lado, le sujetó la mano que tenía libre de la vía intravenosa, se la besó y lloró en silencio. Colleman no podía creer lo que estaba pasando.

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