Última voluntad

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La televisión encendida reproducía una pasarela donde varios modelos masculinos y femeninos mostraban lo mejor de sí con prendas que escapaban del conocimiento de Leni, aquellos arreglos y encajes eran simplemente divinos, no podía categorizarlos de otra forma, con cada persona que pasaba desfilando su deseo crecía más y más de poder entrar en aquel mágico aparato y estar allí, vivir esa sensación, observar como sus propias manos podían crear piezas de ese nivel e iluminar el mundo, pero algo le llamaba la atención, en algún punto los modelos masculinos comenzaron a fijarse en ella.

Era extraño, como si no estuviesen mirando directamente a la cámara, miraban mucho más allá, como si la visión de estos fuese única y exclusivamente dirigida a Leni, con aquellos ojos fríos mientras posaban y volvían, siempre mirándola, siempre pendiente, con cada varón era lo mismo, algo que ponía un tanto nerviosa a la chica, hasta que uno de estos se detuvo en mitad de la pasarela, como si todo el mundo menos él se hubiese congelado en aquella pantalla, penetrándola con esa expresión fría artificial, siendo peor todavía el hecho de que este tenía un peculiar color de cabello: blanco.

Nerviosa la muchacha busco el control para poder apagar el aparato, no le interesaba seguir viendo aquel espectáculo, ni el mejor de los diseños podría hacerla retomar el gusto por ese desfile, pero aquel objeto destinado a acabar con aquella incomodidad no desaparecía, aquellos ojos no dejaban de verla ni de seguirla, su nerviosismo aumentaba gradualmente entre más era observada pero el dichoso control no aparecía.

- Leni.

La silenciosa sala se había llenado de esa palabra, ese nombre, uno que le erizo la piel por lo vacía que había sido pronunciada esa palabra.

Toc

Toc

Toc

La puerta de madera había sido gentilmente tocada, 3 golpes precisos para llamar la atención de la muchacha quien giro todo su cuerpo para centrarse en ese lugar, un sonido que no volvió a repetirse, el día soleado del exterior parecía haberse ocultado detrás de espesas nubes grisáceas las cuales cortaron su pobre iluminación hacía el comedor, el segundo piso y el exterior, como si hubiesen apagado la bombilla de esos lugares y su mundo se hubiese disminuido a esa habitación, recorriéndola rápidamente con la mirada, viendo como el televisor ahora se encontraba apagado.

- ¿Dónde está?

Esa profunda voz parecía haberse producido en su propia mente, sus brazos se tensaron mientras se acercó a la chimenea buscando la barra con la que abrían la leña en navidad, apenas sosteniéndola mientras veía como esta temblaba en sus manos, mirando para todos lado, la puerta, la escalera, el comedor, la ventana, en ese orden, uno cada vez, sin detenerse, hasta repetir el ciclo.

- (Temerosa) ¿Q..Quién está ahí?

- ¿Dónde está?

- N..No se acerque.

- ¿Dónde está?

Nuevamente el golpeteo de la puerta, tres golpes precisos, tres sonidos adicionales fuera de su propia voz en aquel pequeño mundo donde ella era la única protagonista.

- N..No sé de q..qué me habla.

- ¿Dónde está?

- N..No lo...

Una mano se poso en la oscura ventana, una que se deslizaba en como si le apuntara.

- ¿Dónde?

- No lo sé.

- ¿Dónde?

- Yo no...

- ¡¡¡¿Dónde?!!!

La puerta sonaba, la mano seguía deslizándose mientras el cristal parecía resquebrajarse, pasos comenzaron a escucharse por la oscurecida escalera, sonidos precisos que iban lentamente aumentando, mejorando, volviéndose más fuertes y recurrentes.

- ¡¡¡¿Dónde?!!!

- (Llorando) ¡No lo sé!

El golpeteo de la puerta se volvió una fuerza desenfrenada que comenzaba a romper la madera, el cristal comenzó a resquebrajarse como si fuese una tela de araña desde el centro donde solo quedaba la marca de vapor de una palma, los pasos en la escalera parecía que corría a toda velocidad por bajar desde el segundo piso, todo siempre con una dirección: Leni.

- ¡No lo sé! ¡No lo sé! ¡No lo sé!

El arma improvisada cayo al suelo mientras Leni se agachaba y cerraba los ojos, poniendo sus manos en sus oídos en un triste e inútil intento de dejar de oír, gritando una única respuesta para la única pregunta que se hacía.

- ¡¡¡¿Dónde está?!!!

- (Aterrada) ¡¡¡No lo sé!!!

De pronto todo el ambiente se volvió silencio, la iluminación había vuelto, la ventana estaba intacta y el televisor seguía reproduciendo aquella pasarela. Leni aun temblaba violentamente mientras abría sus ojos ahora cubiertos en lágrimas en búsqueda de cualquier señal humana, revisando nuevamente los lugares, en el mismo orden, levantándose lentamente.

Pero en el momento que se alejo de la chimenea pudo sentir algo, un pequeño vaho gélido detrás suyo, respirando en su cuello, tan sutil que podría ignorarlo y seguir con su vida, tan leve que bien podría ser una pequeña brisa rebelde... pero estaba allí.

Esa sensación, estaba allí.

Algo había allí.

Sentía como cada fibra de su cuerpo le decía que no lo hiciese, que siguiese su camino sin importar que y no voltease, pero como si su cuerpo no respondiese a sus propias ordenes lentamente comenzó a voltearse, quería luchar contra sus propios músculos para que no lo hicieran, quería salir de allí, correr lejos, pero su cuerpo lentamente se volteó... y lo vio.

- ¡¡¡Maldita inútil!!! ¡¡¡Dímelo!!! ¡¡¡Dímelo desgraciada!!!

Su brazo esta vez no fue por su cabello, se desvió hasta su cuello, levantándola mientras le cortaba el aire y sentía como su vida se drenaba lentamente ante esos ojos inyectados de adrenalina que parecían podían explotar en cualquier momento, solo para contemplar su último y miserable aliento.

- ¡¡¡Dímelo!!!

- (Ahogada) No... lo... sé...

- (Furioso) ¡¡¡Ahhhhhh!!!

- Crack -

- (Aterrada) ¡¡¡Ahhhhhh!!!

La agitada chica lo primero que hizo al despertar fue llevar sus manos a su cuello mientras tosía culpa de la fuerza del grito con el que había despertado, sintiendo como su corazón se azotaba contra su pecho mientras luchaba por respirar.

No era la primera vez que tenía ese sueño, el mismo sueño donde aquel anciano volvía para terminar el trabajo, un terror que no podía sacarse de la cabeza, sus ojos rápidamente comenzaron a llenarse de lágrimas mientras intentaba pensar sacarse aquella imagen de su cabeza, esos ojos asesinos con los que bien podrían haber acabado con ella sin mayor dificultad.

Así paso unos minutos, envuelta en su propia miseria, completamente sola hasta que pudo desahogar todo el dolor de ese día de su pecho mientras abrazaba con fuerza a su único compañero en forma de oso, acercándose tímidamente a la ventana, como si esperase que en cualquier momento el anciano la atravesase para acabar con ella, esa rutina había comenzado desde el día siguiente y sentía que cada vez le costaba más acercarse a ella, los deseos de salir de la habitación tampoco eran muy grandes, apenas salía cuando el hambre o sus necesidades biológicas le superaban e incluso en esos casos intentaba hacerlo todo lo más rápido posible para regresar a su lugar seguro.

Las clases no importaban, se había hartado de contestar los mensajes de sus amigos por el teléfono, pero los gritos... cada vez que alguien gritaba podía sentir como si la puerta que le separaba del resto de la casa comenzase a ser forzada, como si alguien comenzara a golpearla con la suficiente fuerza para astillar la hoja y reventarla, los gritos solo provocaban que todo fuese peor, odiaba los gritos, odiaba salir, tenía miedo, mucho miedo.

Terminaba recostada en su cama pensando, pensando de que formas podría volver a aparecer el anciano, como podría defenderse, cada caso que se producía en su mente se volvía peor pero todos tenían una constante, el anciano aparecía y ella...

Era cuando las lágrimas volvían a acumularse.

Volvía a sufrir.

Volvía a dejarse caer en la cama.

Y el ciclo se repetía.

Tal como su sueño.

El momento donde más tranquila se sentía era cuando aparecía Lori, aunque le hablaba poco y cortante al menos le hablaba, era la poca seguridad que podía sentir por más que sus palabras le recordasen que en la desgracia se ven las verdaderas intenciones de la gente... pero si eso era cierto, ¿Dónde estaba su madre? ¿Por qué no estaba con ella?

Aquel día al verla se enojó y luego desapareció, desde ese día no la había vuelto a ver.

¿Acaso se había enojado con ella? ¿Por qué se habría enojado con ella? Era el anciano el que tenía la culpa, ese anciano de cabello blanco fue el que causo el desastre, ¿Por qué le había abandonado? Ella incluso le había protegido, era su querida madre después de todo, entonces... ¿Por qué?

En ese momento su estomago comenzó a molestarla, le tomo un momento pero logro conseguir el suficiente animo para levantarse, solo sería una visita rápida hasta la cocina para comer algo y volvería, por lo que se encamino hasta la puerta y, suspirando, giro la manilla de la puerta.

- ¿Dónde está?

Aquellas palabras paralizaron en el acto a la muchacha, notando como, para su horror, habían sido pronunciadas por alguien peliblanco.

Un suave chillido salió de su boca al notarlo, poniendo rápidamente su mano sobre su boca para ocultar su grito por el susto, algo que para su terror no sirvió de nada, pues aquel ser peliblanco le había notado, volteándose para verle.

- ¿Hola?

La chica cerro rápidamente la puerta, por lo que Lincoln estaba seguro de que su saludo ni siquiera había sido escuchado antes de que le cerrasen la puerta con esa violencia, curiosamente era la reacción original que había esperado en la gente que vivía en esa casa, y considerando las palabras que Lucy le había dado posiblemente era la otra mayor, aun así no era su prioridad en ese momento así que se retiro hacía el primer piso ya que la habitación que había revisado donde se supone habitaba Luna se encontraba vacía.

- ¿Dónde estará?

Al bajar noto que tampoco se encontraba nadie en la sala e investigar más profundamente el resto de las habitaciones era algo que no quería hacer, no quería tener más problemas como el que acababa de tener con esa chica que ni siquiera respondió su saludo, también estaba la posibilidad de encontrarse con la famosísima Lynn, su intención de hablar con Luna no era superior a su gusto por evitar los problemas innecesarios.

Pensando en eso termino llegando a la cocina, lugar donde Luan se encontraba sacando vegetales de la nevera.

- ¿Has visto a Luna?

La castaña miro de reojo a Lincoln, haciendo un ligero graznido molesto antes de retomar su visión de los vegetales.

- Esta en la cochera.

- Gracias.

No hubo más interacción, tampoco era necesaria, sentía la hostilidad y era todo lo que necesitaba para no insistir en hablarle más.

Al llegar a la cochera pudo notar que Luna rebuscaba entre varias cajas apiladas en una de las esquinas, además de notar que la susodicha se encontraba cubierta por una considerable cantidad de polvo.

- Luna.

- Ah, little guy, ¿Qué necesitas?

- Estaba conversando con Lisa y después de notar algunas cosas, creo que Lisa tiene algo mal en sus ojos y debería ir al médico.

- ¿Cómo?

- Creo que ella no ve nada.

- Mmm, eso no es bueno, ciertamente no es bueno.

- ¿Verdad? Creo que deberías llevarla a que la revisen.

- Si... pero no por el momento.

- (Confundido) ¿Por qué?

- Tenemos otros problemas, no tenemos demasiado dinero y lo de Lisa no es algo de vital importancia, - Luna se sentó sobre una de las cajas mientras miraba de forma reflexiva a Lincoln. - No es algo que comprometa su vida.

- Ella no puede ver, si es algo importante, me dijo que nunca ha visto un vehículo, ¿Qué va a pasar si sale a la calle sola?

- Lo sé, te entiendo y claro que me preocupa, sigh, pero no es algo de vital importancia como el hecho de que tenemos que comer, durante las vacaciones conseguiré un trabajo y buscare la forma, pero ahora es un poco difícil.

- Entiendo. - Dicho esto el chico se retiró.

- Sigh, un problema a la vez Luna.

Lincoln podía entender el punto de Luna, el dinero no era algo de lo que se pudiese disponer tan fácilmente, aunque había tenido un periodo donde pudo sentir que tenía la seguridad de que no carecería de este gracias al anciano el temor de que si no lo distribuía bien era algo latente, uno que al llegar a ese lugar y luego de escuchar la discusión de las dos mayores sabía no debía descuidarse, al final del día escapaba del rango de cosas que podía hacer.

Con una mezcla de molestia e impotencia volvió al cuarto donde noto como Lisa seguía observando su cuaderno de dibujos, pasando rápidamente de página.

- Sigh.

- Lo siento, quería seguir viendo que más tenías.

- No te preocupes, puedes seguir.

- ¡Gracias!

Dicho esto siguió pasando de páginas, solo duraba unos cuantos segundos antes de continuar con la siguiente además de que notar que su ceño se había fruncido considerablemente, tal como la había visto los primeros días que llego, con esa expresión que parecería molesta, recordando las palabras de Lucy sobre Lisa, la niña ni siquiera lo tomaba como un problema, vivía con eso, posiblemente nunca se lo había planteado y nadie había visto esa conducta de forma extraña, al menos ahora tenía una fecha para que esto ocurriese, una vez empezaran las vacaciones...

- Yo ya no estaré aquí.

Luna se había mostrado como alguien amable, no podía negarlo, pero si había pasado tanto tiempo sin que nadie lo notase, ¿Qué ocurriría cuando él se fuese de esa casa? Nada le daba garantía de que aquellas palabras fueran cumplidas tal como todas las promesas que le habían hecho antes, podría sonar bien, pero... simplemente no estaba totalmente seguro.

- ¿Lincoln?

- ¿Uh? Dime Lisa.

- ¿Qué es esto? - Dijo mientras apuntaba a uno de los dibujos, algo bastante trivial como lo era un helado.

- Pues... un helado, si te soy sincero no tengo idea porque lo dibuje.

- ¿Helado? Es algo en exceso delicioso.

- ¿Te gusta el helado?

- Me encanta, algunas veces mamá Lori aparecía con un helado, son algo duros pero deliciosos.

- ¿Duros? Ahh... hablabas de las paletas.

- ¿Paletas?

- Si, las paletas heladas, esas son duras aunque sabrosas, lo que tengo ahí es un helado de crema, se derrite en tu boca con solo tocar tu lengua.

- Se derrite...

Lisa comenzó a fantasear con ello, estas "paletas heladas" eran sabrosas y refrescaban mucho en verano, pero la idea de que algo se derritiese en tu boca como lo eran algunas cosas más suaves que comía, como lo era la mermelada, sentirlo con los sabores de las paletas comenzaba a lucir como la mayor delicia que esta lograse imaginar al punto que solo de pensar lo sabroso que podría ser comenzó a babear, causándole algo de gracia a Lincoln quien veía como la niña se perdía en sus evidentes dulces pensamientos.

- Quiero probar.

- Hoy es un poco tarde, tendrá que ser otro día.

- Pero quiero probarlo...

- Jeje, tendremos mucho tiempo durante el vera...

Lincoln por un momento lo olvido, para él no habría tiempo de verano, no al menos en Royal Woods.

La sonrisa de Lincoln se rompió en ese momento viendo con algo más de seriedad a la pequeña quien seguía fantaseando a su lado aunque esperando la respuesta del chico la cual no aparecía.

- ¿Lincoln?

Este solo puso su mano sobre la cabeza de Lisa y acaricio un poco su cabeza antes de seguir su camino, comenzando a sacar unas pocas cosas de las cajas, lo suficiente para el uso diario mientras volvía a apilar las cosas que sabía no usaría en ese tiempo.

- (Preocupada) ¿Lincoln?

- Ahora no Lisa, este es uno de esos momentos donde alguien no quiere hablar, y lo mejor que puedes hacer es dejarlo tranquilo.

- Entiendo, ¿Hice algo malo?

- No, pero necesito pensar, solo, por favor.

- Entiendo, ¿Podemos seguir conversando más tarde?

- Si Lisa, pero por ahora déjame solo, por favor.

La niña quería cuestionar nuevamente pero se detuvo, acatando la petición del muchacho y retirándose lentamente de la habitación, cuestionándose que paso.

Tal como le había prometido minutos antes decidió bajar al primer piso con tal de no sucumbir a la tentación de preguntarle cosas, pero su mente en ese momento no estaba enfocada en esa tarea sino en que podría haberle pasado al chico que su animo hubiese cambiado tan drásticamente, sus pasos eran cortos y torpes pero finalmente llego a la escalera, mientras su mente estaba enfocada en una cosa, Lincoln.

Era divertido aprender, su curiosidad hacía las cosas era enorme, pero era más divertido cuando Lincoln era quien le decía las cosas, escucharlo molesto o feliz explicándole cosas le daba gracia, eran más sensaciones que cuando intento preguntarle cosas a mamá Lori o cualquiera otra de sus hermanas las cuales eran evasivas rápidas o palabras frustradas mientras intentaban pasar de ella lo antes posible, pero escucharlo reír, enojarse, avergonzarse o dudar de como explicarle algo eran tantas emociones diferentes que sus deseos de conocimiento querían saber más, ver más cosas, sentir más cosas, por lo que con una sonrisa se retiró mientras se llevaba consigo aquel cuaderno aquel agradable chico.


Horas después, en cierto hotel de Royal Woods

Leonard observaba con calma su teléfono, más concretamente el número que había guardado de Lincoln, había intentado llamarlo una gran cantidad de veces pero todas habían sido ignoradas por completo, el mismo día en que lo llevo con Albert era entendible, pero ahora que tenía algo de tiempo para procesarlo esperaba, aunque fuese por molestia o por curiosidad, que le contestase, así que solo suspiro antes de dejar el aparato sobre la mesa y apoyar su cabeza sobre esta.

Lo mismo había ocurrido con su hijo, ignorando todas y cada una de sus llamadas, posiblemente había vuelto a su hogar lejos de ese pueblo, quizás simplemente no quería comunicarse con él, era extraño, con tantos años internado en navíos lejos de su familia, ahora que estaba en tierra se sentía más solo que nunca, y lo peor era que podía recordar perfectamente el rostro de Lincoln.

El terror con el que le miro cuando se conocieron, el dolor cuando Albert pronuncio aquellas palabras, el vacío cuando se despidieron.

Todo había salido como quería, Rita desaparecida, Albert encerrado, Lincoln dispuesto a irse con él, la paciencia había sido su herramienta y la psicología su golpe clave, pero todo lo que había logrado en su acercamiento era recordar como su nieto lo había pasado mal y ahora ni siquiera le contestaba el teléfono.

- Dale tiempo al tiempo Leonard, la paciencia es una virtud.

Mucho atrás había aprendido esas palabras, quien le enseño casi todo lo que sabe de buques le dijo aquello, estar encerrado en altamar teniendo ocasiones donde solo quedaba mirar al océano infinito o jugar a las cartas con el viciado humo de un cigarro envolviendo su nariz pensar siempre es una opción, esperar también, pero... ¿Su cruzada valía el dolor de su nieto? Esa era una muy buena pregunta.

- Ya me jubilé, no puedo volver a la mar, aposte todo a ese muchacho, jeje, creo que me estoy impacientando mucho.

Leonard miro por la ventana, el cielo comenzaba a teñirse de un suave color naranja, posiblemente le quedaría menos de una hora a la luz solar, tiempo más que suficiente para viajar a ese lugar.

- Mi casa está preparada, inscribir a Lincoln en una primaria no va a ser difícil, se ve que es un chico listo y debe tener buenas calificaciones, me pregunto si preferiría el cuarto de Leo o el de su padre... Lynn...

El anciano levanto su cabeza y bebió de un solo trago el resto del vaso con vodka que tenía a su lado, levantándose mientras caminaba fuera y se dirigía a su vehículo, no había bebido demasiado y ese pueblo no tenía demasiada vigilancia policial, tampoco es que hubiesen muchos delitos, si tuvo a su familia durante un tiempo allí fue por eso hasta que su esposa falleció, quizás era la razón por la que se mudó, quizás era para tener un lugar más cerca de su trabajo, no le importaba, después de todo llego rápidamente a su destino hacía el cual camino tranquilamente, notando como las últimas personas del lugar parecían estar abandonándolo.

- Disculpe señor, - Apareció un sujeto, posiblemente un encargado o guardia del lugar. - El paso esta cerrado de noche y la hora de cierre es en media hora.

- Es tiempo suficiente, no te preocupes.

- Le avisare cuando de la última ronda entonces.

El lugar parecía casi completamente vacío, algo siniestro por momentos gracias a la leve brisa que le acompañaba en su caminar pero aquel naranja que comenzaba a apoderarse de todo el entorno convertía el ambiente en uno solemne, siendo sus pasos junto al acompañados por el ligero movimiento de las hojas de los arboles hasta que llego a cierto monumento en el piso, notando para su sorpresa que allí ya se encontraba alguien.

- ¿Leo?

- (Sorprendido) ¿Papá?

- Yo... creía que ya no estabas en este pueblo.

- Y yo no esperaba que vinieras a ver sigh... esta tumba.

- Bueno... estoy aquí, tengo algo de tiempo libre, supuse que bien podría... ya sabes, visitarlo.

- ¿No que Lynn ya no era tu hijo?

- Mi corazón sigue herido Leo, que haya preferido a esa familia antes que nosotros es algo que me lastimara hasta el último de mis días... pero con todo y las estupideces que hizo, Lynn sigue siendo mi hijo.

- Sonabas muy convencido cuando lo negaste esa vez.

- He tenido tiempo para pensar.

- ¿En qué? ¿En como ya no puedes culparlo por más cosas?

- En que un padre no debería tener que ver la tumba de su hijo.

La molestia de Leo desapareció parcialmente en ese momento, dando un paso para distanciarse de la tumba de Lynn.

Leonard en silencio acepto el acto, avanzando para poder leer bien la leyenda sobre escrito en la lápida.

- Lynn.

Puso su mano sobre el esta, simplemente cerrando sus ojos por algunos segundos en meditación, intentando recordar inútilmente el rostro de su hijo, solo recuerdos de un pasado distante venían, ni siquiera era capaz de imaginar como se vería en sus últimos momentos pese a que su nieto había declarado su parecido, pero eso no le bastaba, era una frase que bien podría haber sido dicha al aire, su propia mente, sus propias memorias eran incapaces de poder formar una imagen reciente cuando pensaba en el muchacho, un pensamiento que se extendió a unos pocos minutos donde no se pronuncio ninguna palabra, todo lo que podía saber era que allí estaba Lynn, el que alguna vez cargo en sus brazos y correteo en inocente juego, el que tantas veces abrazo y conforto en el pasado, era su hijo quien descansaba ahí.

- Si hubiera sabido que ese camino lo llevaría a esto, yo... sigh, no importa, no podemos cambiar el pasado, supongo que en este punto solo debo consolarme pensando que está descansando.

- Él quería mucho a sus hijos, demasiado.

- ¿Te lo dijo esa niña?

- Pude notarlo en ella, es una buena chica.

- Supongo que esa es tu forma de honrar su legado.

- Lo intento, pero ya le fallé en eso.

- (Confundido) ¿Y por qué dices eso?

- Mira la lápida a su lado.

Leonard pudo entenderlo fácilmente, pero eso no lo hizo más sencillo, cuando sus ojos se posaron en ese apellido y en la fecha de nacimiento simplemente cerro sus ojos con dolor.

- Me llevaré a las niñas, creo que es la razón por la que no tuve hijos, no sabría decirlo papá, es un presentimiento, cuando converso con Lori siento que puedo ver a mi hermanito en ella, es una buena chica de corazón, solo una que ha tenido una vida dura.

- Esas son palabras mayores hijo, cuidar de... ¿Cuántas son?

- Ocho descontándola a ella. - Apunto a la lápida.

- Cuanta... dedicación a ser padre.

- Lynn siempre fue un poco obsesivo con las cosas que le gustaban, ¿No recuerdas cuando escucho por primera vez la música country?

- Ni lo menciones, fueron semanas horribles de escucharlo cantarlas todo el día, ¿Y cuando se obsesiono con las cosas inglesas? Recuerdo como le pedía a tú madre de desayuno platillos raros.

- ¿Eran salchichas?

- No recuerdo, pero si que hizo un desastre hasta que consiguió una beca para estudiar un tiempo allá.

- Era sorprendente como todo lo podía llevar al siguiente nivel.

- Era un buen chico, uno que... que...

Leonard dudo, no sabía como continuar esa frase, ¿Qué podría decir de la memoria de su hijo menor? Lo había insultado muchas veces, había escupido en su recuerdo y culpado de varias cosas, le había pedido a su otro hijo que se olvidase de él y se concentrase en una venganza trivial contra él como lo era educar a sus nietos para demostrar de alguna forma a ninguna persona que su pensamiento era el correcto.

- Que... q..que...

Nuevamente lo intento, recordar ese rostro que tanto tiempo intento guiar por el buen camino, con certeza nunca estuvo realmente mucho tiempo con él, sus viajes podían durar meses antes de volver a verle, en ocasiones podía notar diferencias entre visitas, ¿Cómo iba a recordar bien un rostro que cambiaba más rápido de lo que podía recordar? ¿Cómo podía culparlo por tomar tantas decisiones cuestionables cuando había estado ausente en los momentos donde fueron tomadas?

- Q..ue...

Todo lo que sabía es que se quedo cerca de una mujer que le hacía daño, criando a una familia que se caía a pedazos y si algo sabía de Lynn era que no era alguien que se diese por vencido fácilmente con las cosas, cada idiotez que hizo en el pasado terminaba con él avanzando hasta el final para volver con una sonrisa ya sea por una victoria o derrota, pero... cuando pudo haberlo apoyado, guiado en un momento tan oscuro, ¿Qué hizo? Se fue, dejo que su dolor le consumiera y prefirió renegar del muchacho en vez de resistir aquel agrio suceso y apoyarle como la familia que eran, si eso hubiese cambiado, si en ese momento hubiese dado media vuelta e insistido que podrían encontrar una solución.

- Q..Q..ue...

Se volteo para sentir ese pedazo de piedra una vez más, leyendo solo para que esas letras en búsqueda de un error, de una falsedad, que ese no fuese el nombre de pequeño, apretando con fuerza el inerte objeto mientras se dejaba caer, incapaz de seguir leyendo esas palabras.

Sintiendo como su pecho se estrechaba y su visión se bloqueaba, como si fuese un milagro de que aquella prueba fuese demasiado borrosa para poder contemplarla y creer en ella dejo que sus propios sentimientos aflorasen, dejando caer su mano en la seca tierra para comenzar a escarbar en ella, poco a poco mientras sus pantalones comenzaban a llenarse de esta, sus manos comenzaban a arderle, un dolor que no le importaba, cuando sintió como una mano era depositada en su hombro simplemente la saco sin importarle nada, solo quería continuar, excavar, sacar todo lo que le separaba de su muchacho, quería recordar su rostro, quería grabarse una ultima vez esa sonrisa que por tanto quiso proteger y un día simplemente desecho, la punta de sus dedos comenzaron a sangrar ante la fricción, había dejado caer su cuerpo solo para poder seguir moviendo toda esa estúpida tierra que lo estaban separando de su muchacho, no le importaba el traje, el tiempo, el dolor o sus pensamientos.

Todo lo que quería era verle una vez más.

- (Preocupado) Papá, detente por favor. - Dijo mientras intentaba nuevamente detener a su padre.

- ¡¡¡Déjame carajo!!! ¡¡¡Déjame llegar donde él!!!

No importaba cuando excavara ni la violencia con la que tomase el terreno, sus manos ardían como si las hubiese puesto en fuego y la tierra comenzaba a teñirse de un oscuro carmesí ante las impotentes manos de un hombre que lo rechazaba, esa tumba, ese lugar, esa situación, la sola idea de no poder recordarlo, nada de eso podía ser cierto, todo era un turbio juego del destino que le castigaba por su terquedad el cual una vez llegase donde su hijo acabaría, toda esa dantesca burla hacía su persona se terminaría mientras gritaba desesperado el nombre del hombre cuyo corazón ansiaba ver más que nada en ese momento.

- ¡¡¡Déjame verlo una última vez maldita sea!!!

La tierra donde se apoyaba cedió ante el creciente agujero, provocando que terminase volcado en aquel desesperado intento por acabar con esa cruel broma, tropezando en la mezcla de tierra y sangre que sus destrozadas manos habían provocado, su cuerpo le dolía por el golpe pero tenía que continuar, levantando su torso una vez más solo para que su rostro quedase mirando directamente la lápida una vez más, justo frente a sus ojos, enfocándose en aquel nombre una vez más, observando aquella desgarradora leyenda una vez más: Aquí yace Lynn L. Loud.

- (Llorando) ¡¡¡Ahhhhhhhh!!!

Como pudo se recompuso e intento seguir excavando, pero esta vez Leo lo tomo sin el menor atisbo de gentileza, sacándolo del pequeño foso que había hecho con sus propias y ensangrentadas manos.

- ¡¡¡Suéltame!!! ¡¡¡Suéltame carajo!!! ¡¡¡Tengo que llegar donde él!!! ¡¡¡Déjame verlo carajo!!!

- ¡¡¡Él murió papá!!! ¡¡¡Ya no puedes verlo!!!

- ¡¡¡No!!! ¡¡¡Me niego, déjame, voy a llegar donde él!!!

- ¡¡¡Él no...!!!

- ¡¡¡Déjame verlo!!! ¡¡¡Déjame verlo!!! - Sus fuerzas comenzaron a agotarse, incapaz de ganarle al agarre de su hijo mientras sus brazos comenzaban a caer tal como aquellas frías lágrimas por sus mejillas. – Déjame por favor... él no... no pudo irse sin que nos hallamos visto una vez más...

Cuando noto que el anciano había dejado de luchar Leo convirtió el agarre en un abrazo, quedándose a su lado mientras el anciano seguía pidiendo una sola cosa: volver a ver a su hijo una vez más.

Ambos quedaron allí, Leo en silencio mientras escuchaba a su padre llorar, esporádicamente luchar para soltarse y continuar pero sin la fuerza para oponerse a su hijo hasta que pudo controlar un poco el dolor que no dejaba de aumentar, más cuando pudo controlar el llanto fue que Leo rompió el abrazo, levantándose del piso.

- Vamos papá, no es bueno que sigamos aquí.

- Solo... snif, quiero estar un momento más.

En ese momento Leo puso delante de él su teléfono, mostrando una imagen donde Lynn se mostraba felizmente abrazado a Lori, si bien su rostro denotaba cansancio podía ver que disfrutaba plenamente de aquella sensación, observando la pantalla con felicidad de estar allí, junto a su hija, con una mirada incluso optimista, el anciano tomo con sus manos el dispositivo y aunque la imagen se oscureció por las marcas de sus manchadas manos no pudo evitar fijarse en aquella sonrisa.

Algunas líneas menores de edad cerca de los ojos, grandes entradas en su cabello, el contorno de sus parpados con tonalidades ligeramente opacas, pero sobre todo... esa gran sonrisa fijada en aquella imagen.

- Él pudo haber escogido un camino difícil, pero dudo que se arrepintiera de lo que hizo, para él sus hijos eran su mundo y los escogió hasta el final.

Leonard observo en silencio, absorto esa aquella imagen antes de cambiar su visión a aquella tumba ahora convertida en un desastre de tierra desperdigada por todos lados.

- Me gustaría... enmarcar la imagen, ¿Puedo?

Leo asintió con la cabeza, en silencio, fue lo único necesario.

Su padre devolvió el teléfono en ese momento y se encamino hacía la lápida, dándole un pequeño beso a esta antes de separarse nuevamente y mirarla solemnemente.

- Lynn... yo... se que te falle, no supe ser un padre para ti, no pude ser alguien en quien confiaras cuando tuviste tus momentos de debilidad y más me necesitaste, pero... me voy a esforzar en que tu legado, esa familia a la que le diste tu corazón, si lo sea... te lo prometo... hijo.

Nuevamente se acerco y dio un último beso, una última marca de su mano quedo plasmada en la piedra, como si fuese un ritual suyo pactado con su propia sangre donde dio media vuelta y comenzó a alejarse de esta, Leo no dijo nada, ya vería como arreglar aquel pequeño desastre, pero en ese momento siguió a su padre en silencio.

Si algo había comprendido con su hermano era que no podía dejar que las rencillas le separasen de su familia, no otra vez.

Por lo que camino, deseando que tanto su corazón como el de su padre pudiesen finalmente comenzar a sanar de aquella desgracia, orando en silencio porque su hermanito pudiese descansar en paz, aquella promesa que acababa de hacer y que ahora cobraba mayor fuerza al saber que su padre finalmente comprendía aquella ultima voluntad no escrita, la cual estaba seguro sería la esencia de su hermano: ellos cuidarían de su familia.

- Papá, debo tratarte esas manos, vamos a...

- No, cometí error tras error, y perdí mucho tiempo más aquí luego de cometer otro gigantesco error que debo ir a solucionar ahora.

- Papá, al menos déjame limpiar tus heridas, ni siquiera podrás conducir bien así.

- Debo llegar con mi nieto, por favor Leo.

- ¿Nieto? ¿Lincoln? No importa, primero te atiendo y luego has lo que quieras.

- Esta bien.

- Pero papá, ¿Por qué ahora?

- Le hice un daño terrible hijo, no me importa lo que yo crea, necesito priorizar que él este bien.

Leonard miro fijamente a su hijo, tan seriamente como nunca antes lo había sido.

- Así sea que yo no le importe más.

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