2. Mentir y engañar

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 El calor era muy alto en aquel verano, no se podía estar más de un minuto sobre el sol sin ya presentar un bronceado por los rayos solares. Se debía estar con protección, por lo menos con un sombrero y unos lentes serian útiles. Pensaba el echidna guardián bajo una sombrilla cerca del altar de la esmeralda maestra, recostado en un asiento donde el sol apenas le daba.

Cada día estaba preparado para la rutinaria visita de una cierta murciélago que acudía con su intento de robarse la hermosa joya. Estaba acostumbrado a sus intentos de robo, pero aún le molestaba la obsesión de la albina por la piedra preciosa; solo la quería por su belleza y no por su poder o su gran importancia para la isla y la protección del caos. Tantas gemas hermosas en el mundo y solo deseaba está precisamente. Era irremediable.

Logro escuchar el fuerte aleteo de unas alas, siendo absurdo para el rojizo el ruido provocado por la mujer, sabiendo muy bien que la misma podía llegar sin provocar el más mínimo sonido. Era obvio que lo hacía adrede para llamar la atención del echidna para molestarlo con su charla enredosa y seductora, una treta sucia para tratar de engañarlo y hacer nuevamente el intento de robar la esmeralda.

- Hola, rojo. Hoy es un buen día para hacerse un bronceado ¿No lo crees? – La mujer le hablo tras suyo con su voz sedosa y fina, provocando que el echidna se levantara de su cómodo asiento.

- No puedes darme siquiera un día libre – Dijo de mal humor, dándole la espalda a la murciélago antes de girarse – Sera mejor que no me molestes hoy, hace demasiado calor como para...

Al voltearse, su rostro termino de completar el color de su pelaje rojo, ruborizándose con violencia al ver a la mujer con un hermoso sombrero de sol y un vestido abierto con short en la parte inferior, reluciendo bien sus piernas y brazos morenos y su pecho ligeramente rojizo por el sol que ya había recibido. Camino hasta el asiento de Knuckles con unas hermosas sandalias de tacón, descubriéndose un poco sus lentes de sol para lanzarle una mirada al echidna que quedó paralizado y con la boca abierta.

- Pero que caballero. Gracias por cederme tu asiento – Dicho eso, se sentó sobre la silla de playa y se cruzó de piernas, llevando sus manos tras su cabeza y recostarse – Ahh, nada mejor que un día de verano en este paraíso.

- Ah... Ah-a-h ¡Hey! ¡Ese es mi asiento! ¡Ladrona! – Apenas si logro recuperar su compostura, volviendo en si para ver a la atrevida mujer que ahora no tomaba mucha atención de sus insultos - ¿A qué has venido? ¿Para tomar sol? ¡No engañas a nadie con eso, Rouge!

La murciélago se bajó los lentes de sol, viendo de reojo el rostro de Knuckles antes de recorrer su mirada por el cuerpo del echidna, haciendo que se sintiese acosado con la simple mirada picara de la mujer. Ella soltó una suave risa estirando su cuerpo junto a sus alas que fueron acorrucadas en su espalda.

- Tienes razón, siempre vengo aquí por una sola cosa – Llevó su mirada al altar donde se divisaba en la sima el hermoso verde de la esmeralda – Pero hoy hace mucho calor, como tú dices, y he decidido tomarme un pequeño descanso. Estar escabulléndome y ocultándome en las sombras para poder robar tu preciosa esmeralda maestra no favorece nada a mi piel.

- No le veo nada de malo a tu piel – Comentó de brazos cruzados, no pudiendo evitar apartar la mirada de las piernas de Rouge.

- ¡Oh! Gracias. Pero creo que necesito un poco más de sol para estar perfecta – Dijo presumida, dirigiéndose con confianza al rojo que no pudo evitar ahogarse en un gruñido por sus palabras mal entendidas.

- ¡N-no me refería a eso! – Protestó avergonzado, escuchando como respuesta las risitas juguetonas de la albina – Agh, no tengo tiempo para esto – Se acercó a la murciélago quedando al lado de ella de pie, levantando más su sombrero para que le viese - Te tienes que ir, ahora.

- Oh, no seas malo, Knucky. Ven, podemos compartir asiento – Ella se movió, dándole espacio suficiente al echidna que meneo rápido su cabeza en negación por la imprudente invitación – Entonces busca tu propio asiento, cariño.

- ¿Eh?... ¡No! Me refiero a que te vayas de la isla ¡Largo! ¡Vete! ¡Shu! – Trató de espantar al agitar sus manos como si tratase de un minino callejero.

Rouge no le gusto el trato, soltando un monosílabo indiferente por el comportamiento del echidna, respondiendo ante esto con mover una de sus alas, estirándola tras Knuckles y volverla a retraer, jalándolo para que cayera sentado a su lado. El pobre soltó un quejido molesto por haberlo tumbado, pero de inmediato quedo paralizado por la cercanía entre la seductora murciélago que tomaba su brazo para reposar su cabeza en el hombro del guardián, tomando su mano para que no pudiese retirarla.

- Por qué tienes que ser tan frio conmigo incluso en días de tanto calor – Susurró la murciélago, frotando su cabeza cariñosamente contra Knuckles, haciéndolo exaltar tanto que sus latidos lograban oírse a la tan pequeña cercanía entre ellos.

- ¡¡Hng!! ¡Yo! – Trató de moverse para escaparse de las agiles y suaves manos de la mujer, pero tratando de levantarse solo logro que los senos de Rouge rosaran su pecho, paralizándolo de la vergüenza por su torpeza - ¡Deja de...! ¡Jugar conmigo! No puedes obtener todo lo que quieres solo con quererlo, tonta murciélago.

- Eso obviamente lo sé, Cabeza hueca – Se incorporó, separándose del cuerpo del echidna, liberándolo de la presión que se formaba en su cabeza por el contacto – Pero eso lo hace más atractivo para mí. Mientras mayor sea el reto, es más divertido.

- Por supuesto, es lo único que te mantiene aquí casi todos los días – Comentó Knuckles, sentándose a su lado, esta vez más tranquilo al ver que los intentos de engatusarlo cesaron.

- Claro... Eres un excelente guardián, jamás has dejado que alguien te robe la esmeralda – Dijo con un tono sarcástico, costándole al echidna entenderlo al decirlo de manera tan seria.

- Claro que si, yo... ¡Hey! – Gruño al entender el sarcasmo solo sacando unas risas bajas de la murciélago – Yo... Tengo que admitir que no soy un excelente guardián... ¡Pero hago lo que puedo! Y tú no me haces el trabajo más fácil.

- Por favor, Knucky. Tu vida sería aburrida sin mí – Contestó moviendo sus hombros coquetamente, viendo de lado a su compañía.

Estuvo por decirle lo contrario a Rouge, pero quedo con la boca abierta un momento y decidió callar, cruzándose de brazos sin saber qué otra cosa decir para convencer a la murciélago de marcharse, ya siéndole irremediable volver a tratar de convencerla con palabras de no volver para robarle.

Dejo escapar un suspiro agotado, viendo la espalda de la albina, pensando demasiado las cosas que siempre ocurría entre ellos con cada visita de la escurridiza ladrona. ¿Realmente como no había logrado robarle aun la esmeralda maestra? Era lo que su simple mente no lograba descifrar, suponiendo entonces que solo lo hacía para atormentarlo o por un plan más grande y siniestro, no queriendo ser engañado como en el pasado y desconfiar de ella.

- Puedes quedarte por hoy, pero si te veo intentando robarte la esmeralda... Dejare de ser un caballero contigo – Dijo luego de mucho tiempo de silencio, recibiendo una leve sonrisa de la murciélago. Él se levantó del asiento y camino hasta un sendero, viendo de reojo a la sonriente chica.

- Gracias, rojito y por favor, tráeme una malteada de coco, ya que estas – Pidió guiñándole el ojo.

- ¡No soy tu sirviente! – Dijo en voz alta para dejarle en claro eso a la mujer que ahora ocupaba su lugar, despidiéndose la misma al mover su mano elegantemente, acomodándose mejor para disfrutar del sol.

Apenas la mujer dejo de verle, se lanzó a la maleza tan rápido como pudo, ocultándose tras las plantas, vigilándola a una distancia prudente, seguro de que en cualquier momento Rouge aprovecharía para tomar la esmeralda maestra.

- Esta será la última vez que trates de engañarme, ladrona alada – Masculló bajo, colocándose unas hierbas y hojas sobre su cabeza para camuflarse mejor entre la naturaleza – Vamos... Sé que babeas por tenerla en tus manos.

Unos pocos minutos pasaron y no hubo movimiento importante de la murciélago, impacientando al echidna por ver que dejase su farsa y comenzara con sus verdaderas intenciones.

Rouge se levantó de su asiento, poniendo nuevamente en alerta al echidna que se emocionó por poder atraparla con las manos en la masa, pero las mujer murciélago solo tomo su bolso y saco de este una revista y una galleta dietética, pasando el resto del tiempo en su lectura de moda.

- No puedo creerlo... De seguro está esperando que pase más tiempo solo para ir por la esmeralda... Ladrona sin vergüenza – Se dijo así mismo en voz baja, observando aun oculto a la albina totalmente relajada.

La primera hora fue bastante para provocar a Knuckles un bronceado doloroso en su posterior, teniendo que cambiar de posición y de lugar varias veces, sin dejar de vigilar a la ladrona que en ningún momento se alejó de su lugar, tal vez solo muy aburrida de estar tanto tiempo sola.

El joven guardián pensaba que ya faltaba poco, solo tenía que aburrirse lo suficiente para ya no soportar y hacer sus travesuras nuevamente. Esta vez no estaría con la guardia baja y no volvería a perdonar a la mujer por haber jugado con su confianza. Aunque en su tiempo de espera pensó un poco más, ¿Realmente estaba él confiando en ella? Si estaba vigilándola para nada era así, realmente nunca confió en ella, pues siempre venia esa sensación de desconfianza al conocer desde un principio sus intenciones al ella misma aclarar que deseaba la joya, y aun así, le permitía, y aun así estaba ahí en su lugar, cómoda y protegida del sol a comparación de él que ya su piel se había oscurecido.

Derrotado, se escabullo lejos, llegando en poco tiempo a su cabaña, dándose un baño con agua fría para disminuir la sensación de quemado en su piel. Preparo un poco de comida y aprovecho la ocasión y tomo uno de los frutos que había recogido e hizo unos jugos de frutas tropicales. Al haber aún bastante sol abrazador, se protegió su piel con un protector solar, dejando su piel un poco brillosa, saliendo con una bandeja de bocadillos y bebidas para él y Rouge.

El murciélago se encontraba con un rostro aburrido hacia el hermoso paisaje de la isla paradisiaca, permaneciendo sentada en la silla de playa con su mentón sostenido de su mano, solo hasta que giro un poco y vio al echidna llegar. Su alas de abrieron en alto, agitándose un poco antes de que ella las retuviera al acostarse sobre ellas, cambiando su postura a una más relajada y confiada, sujetando su sombrero para dejar parte de su rostro ruborizado oculto del guardián, que dejo en la mesita la bandeja con el alimento, tomando los vasos para entregarle uno a Rouge y quedándose él con uno, sentándose al final de la silla y bebiendo un poco de su jugo en silencio, escuchando a la murciélago emitir una quejido emocionado.

- Vaya la forma en que haces esperar a una dama, pero la malteada te excusa. Está muy buena aunque le falto la pajilla y la sombrilla – Se recostó más, rosando sus piernas con las del echidna que soltó un quejido por el ardor de su piel – Oh, cariño ¿Estas bien? Solo fue un rose accidental, no te puedes alterar por eso.

- No... Es eso – Respondió con una mueca, tomando el comentario de mala manera – Lleve demasiado sol, estaba... Estaba patrullando.

- Que trabajador ¿Quieres hacerme sentir mal por pedirte un poco de servicio? – Dijo tratando de hacer molestar al rojizo pero este apenas presto atención - ¿Qué pasa?

- Sabes... A veces pienso que si realmente quisieras... Ya me hubieras robado la esmeralda maestra. Eres la mejor ladrona y espía que hay en mobius... ¿Qué te detendría entonces para no hacerlo? - Comentó de repente, viendo su vaso con su contenido, escuchando mucho silencio de la albina, provocando que titubeara – Claro, la única razón que le veo a eso es para molestarme ¿No? Es tan fácil para ti que prefieres entretenerte al frutarme contigo cada vez que peleo para que no te robes la esmeralda, es solo un juego entretenido para ti... ¿No?

La respuesta que esperaba Knuckles no llego, su espera para escuchar la afirmación de su pregunta fue casi torturadora al siquiera escuchar risas de la otra, volviendo su mirada donde Rouge, encontrándose una mirada decaída y apenada, bajando rápido la mirada apenas al encontrarse con los ojos del guardián viéndola.

Knuckles no supo que hacer o decir, solo mantuvo su mirada donde Rouge, confundido por ver esa expresión en su rostro, siendo todo lo contrario a la naturaleza confiada y presumida de la murciélago, pensando entonces que había dicho algo malo.

- ¡Pe-perdona! No quería suponer cosas, solo.

- Rojo... - Logró decir al arrastrar las palabras. Dejo su bebida de lado, moviéndose lento al gatear hasta llegar al lado del echidna y sentarse cerca de él, revelando una ligera tristeza en su rostro moreno – Eres tan inexperto que te hace un insensible con las mujeres – Respondió sin suavizar sus palabras, manteniendo su mirada en los brazos el guardián - ¿Tan mala crees que soy?

- ¡Lo lamento! No quise decir eso... - Se apresuró en decir, esperando alegrar o ablandar el semblante decaído de la mujer - Pero entonces, por qué... - Musitó aun con dudas, apretando sus puños, siéndole tan difícil pensar ahora al ver que sus palabras habían lastimado más a la murciélago que sus débiles golpes para espantarla de su isla – No entiendo...

- No lo entenderías al menos que te golpease en el rostro, así es como logras entender las cosas... - Dijo de forma tierna, mostrando una leve sonrisa al ver directamente al echidna frente a ella, acercándose con sumo cuidado para no dejar que él se alejase como siempre hacia a la muy corta cercanía – Eso ocurre con los cabezas huecas como tú.

- Jejeje, si... Puedes insultarme ahora solo porque me alivia escucharte así de fastidiosa – Comentó nervioso, ya teniendo que ver lejos de los azules ojos de Rouge.

- Knuckles... ¿Te alivia mi presencia también? – Preguntó mientras más se acercaba al rojizo, tocando las piernas de Knuckles con sus muslos, logrando alterarlo lo suficiente para perder tu tranquilidad y confianza.

- Yo... Eso creo... ¡No lo sé! Eres realmente un fastidio... Pero si... Seria todo más aburrido si no tuviera con quien pelear todos los días – Respondió inseguro, siendo una maraña de nervios al ir bajando su guardia y ver como la otra avanzaba con sus ojos tímidos y suaves, no pudiendo investigar si había alguna pizca de maldad en estos al sentir arder todo su cuerpo al verlo por mucho tiempo – Cre-creo que... Eres una buena amiga por hacerme compañía, aun... Si...

- Sigues suponiendo cosas, Knuckles – Interrumpió sutilmente, logrando hacer que Knuckles volviese y permaneciera su vista sobre sus ojos para recibir la respuesta de la albina - ¿Soy una amiga para ti?

- Si... Digo... Ah... Somos... Amigos... ¿No? O... Yo...

El calor del sol no era nada a comparación del calor que pasaba por el rostro del guardián, haciendo fuerza para no inclinar su rostro donde Rouge, viéndola asustado por estar hipnotizado por la hermosa y seductora mirada que le asechaba los pensamientos, deseando desesperadamente ponerse a la defensiva por los simples e indirectos ataques de la murciélago, pero muy dentro de él sabía que eso solo provocaría que ella no se lo perdonase, ni él mismo.

- Ya veo... - Sonrió condescendiente, viendo con ojos apaciguados a las amatistas ojos de Knuckles, no siendo suficiente para hacerlo reaccionar – Déjame hacértelo entender entonces.

Sus alas se agitaron un poco al terminar de acercarse e inclinarse, teniendo que mantener su cuerpo suspendido de la silla un momento, sujetándose del pecho de Knuckles para no perder equilibrio al levantarse un poco para poder alcanzar a besar sus labios en un suave y dulce beso duradero, sintiéndose libre al mover sus labios sobre los de él que respondió un poco lento al encontrarse en shok. Las manos del echidna temblaron, casi siendo forzadas por su corazón acelerado en sujetar a la albina de su cintura para juntarla un poco más a su sensible cuerpo, siendo un gusto enorme al terminar las piernas morenas de ella sobre las suyas, aproximando el resto de su cuerpo con el de él.

Rouge se separó lentamente, viendo con un fuerte rubor en su rostro al guardián que no permitió por mucho tiempo su separación, volviéndola a besar un poco más, acariciando su corto y sedoso cabello para inclinarse más a besarla, cediendo ella ante esto al abrazarlo de igual forma, provocando que Knuckles gimoteara adolorido bajo el beso por el tacto en su espalda, siendo nuevamente interrumpido por ella.

- Lo siento – Dijo con leves jadeos.

- Está bien, ah... No es nada que no pueda manejar – Sujetó con más cuidado a la murciélago, apenándole aun su cercanía y la posición en la que se encontraba – Eso... Estuvo bien...

- Así es – Pasó con una suave caricia su mano en la mejilla de Knuckles, sonriéndole con dulzura.

- ... Rouge...

- Oye... Todo tu cuerpo está muy cremoso – Comentó mientras sus piernas se deslizaban para bajarse de él y levantarse.

- ¡Ah! ¡Si! Es el protector solar, perdona... - Explicó apenado, rascándose la cabeza sin saber dónde poner sus manos temblorosas si no eran en la cintura de ella.

- ¿Tienes en tu casa? Puede que necesites más y yo también si vamos a pasar el resto de la tarde bajo el sol – Nuevamente su voz seductora volvía a ser escuchada por el echidna guardián que permanecía sonrojado y atontado por el beso.

- Si, aun me queda, puedo ir a-

- Yo iré a buscarlo, cariño. Tu siéntate, has trabajado todo el día, descansa un poco – Convenció al interrumpirlo y ayudarlo a recostarse en el asiento – Mereces también ser tratado como un buen caballero ¿No?

- Jejeje... Bueno... Si no es molestia – Mostró un rostro avergonzado, tratando de ocultarlo a bajar la mirada, comportándose como un pequeño niño al ser tratado de forma amable por la murciélago.

- Bien, cariño, vuelvo enseguida, tú espera aquí – Salió revoloteando con sus alas, dejando a Knuckles en el asiento, aun conmocionado por lo ocurrido con Rouge, dejando que su cabeza lo llenase de pensamientos fantasiosos en la espera de su pareja.

Sus dedos tocaron su boca, aun incrédulo de lo que había hecho, recordando con detalle el probar de los carnosos y suaves labios de la mujer, siendo suficiente para suspirar con anhelo por la albina, ansiando su pronto regreso.

Esta vez era diferente, se había abierto ante él y él lo aceptaba, finalmente despejando sus confusiones y dudas que le provocaba la murciélago cada vez que lo seducía y le coqueteaba. Ahora se sentía como un idiota por no verlo antes, provocando tanta impotencia y molestia en la mujer que le había tratado de engatusar y el simplemente evitándolo por su deber.

Esta vez ella no trataba de engañarlo como todas las veces anteriores...

Una fuerte punzada le molesto en la cabeza, haciendo frente a una realidad de la que había estado deshaciéndose luego de aquel apasionado beso regalado por su fantasiosa pareja. Quiso ignorar eso, engañarse por un poco más antes de dudar nuevamente y comprobar que era así, pero conociendo lo ingenuo que era por naturaleza, supo que no sería imposible que hubiera caído redondo, sobre todo... Porque Rouge había ido dirección diferente a donde quedaba su casa.

- ¡¡ROOOUUUUGEEEE!! – Corrió rápido al altar, subiendo tan rápido las escaleras, tropezando y caer al moverse el suelo con un gran temblor.

- ¡Oh, cariño! Ya había pensado que te habías realmente creído todo eso, jajajajajajaja – La murciélago ladrona ya iba cargando la enorme esmeralda con ayuda de unas cuerdas de cobre, elevándose junto con la gema.

- ¡¡No te lo puedo creer!! – Gruñó, levantándose rápido y llegar a la sima - ¡¡No puedo creer la gran mentirosa y manipuladora que eres!! – Vocifero, sacando pecho para gritarlo a todo pulmón - ¡¡VUELVE AQUÍ CON LA ESMERALDA AHORA MISMO!!

- Jajajajaja, lo siento, amorcito, pero no le hago caso a nadie y menos a un guardián tan patético – Se burló con afán, alejándose lentamente del echidna.

- ¿¡Cómo puedes ser tan insensible con los sentimientos de alguien!? ¡Incluso para llegar a besarme!

- Oh, por favor. No eres el primero ni el último hombre en caer rendido a mis pies Knucky. No te sientas mal por eso, es inevitable no sentirse engañado con mis besos – Le lanzó un beso al aire, dando la media vuelta para ir alejándose – Bueno, bye bye, rojito.

- ¡¡HEY!! ¡¡REGRESA AQUÍ!!

No espero más y salto para tratar de alcanzarla, siendo esquivado al ella revolotear rápido de un lado al otro, aun sin despegar del todo lejos de la isla, dando varias oportunidades al guardián de lograr atraparla, mofándose de él al ver como lo intentaba con ganas.

Fue así por un entretenido momento, logrando en uno de los saltos darle a las cuerdas que sostenía la esmeralda, cayendo finalmente lejos de las manos de la murciélago, huyendo entonces por su fracaso entre los insultos de Knuckles que le lanzaba al aire mientras se iba rápidamente.

Con su sonrisa confiada y apariencia inmutable, fue pasando por las nubes pintadas de naranja por las luces que daban por el ocaso, tomando aire profundo, sosteniendo su débil sonrisa antes de soltar un débil sollozo, ocultando rápido su rostro entre sus manos, limpiando sus lágrimas tan rápido que no dejo evidencia en su rostro al secarse con el viento. Una mueca entristecida adornaba sus pómulos enrojecidos, con los ojos topacios de la mujer que evitaba seguir mostrando sus verdaderos sentimientos, tan temerosa de no ser suficientes para nadie.

- ¿Por qué?... ¿Por qué no esperaste un poco más?... ¿Por qué no confiaste un poco más en mí?... Yo si espere... Ahí... Espere sentada confiada que me dejarías sola... Si yo pude por qué no pudiste hacer lo mismo... Realmente... No lo entendiste aun cuando te golpeo en la cara...

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