dieciocho

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


Lautaro, malas noticias.


Pero antes de ellas, tu madre se ha dado cuenta de los urracos que me siguen hasta la casa. Los cuervos falsos no conocen discreción alguna, se quedan en el jardín observando la ventana de tu cuarto. Entonces ahora madre se sienta por las tardes y les ofrece tortillas de maíz como si fueran palomas.

Sonríe mucho cuando los ve, cuando estos le aceptan la comida, cuando los ve esconder los pedazos detrás de las macetas.

A veces les habla y los urracos les responden.

(Esta vez, sí he sido yo).

La mala noticia: Puede que me haya triturado un dedo mientras hacía un oso.


Puede.


Digo puede porque... Hablando hipotéticamente, en el caso de que me haya lacerado un dedo, ¿te molestaría?

Concluiré que no. Si no te iba a molestar un cuello quebrado después de saltar de la ventana, ¿qué te puede molestar una pequeña herida en el dedo?

Fue un evento curioso. Déjame relatarlo que Aura está cocinando y se tarda demasiado al hacer eso. Tengo tiempo antes de que venga a ofrecernos cosas quemadas.

Estaba pensando en Nina y, de alguna manera, cuando pienso en Nina, pienso en un oso. Un oso pequeño. Así que quise hacer uno. No, no tengo idea de por qué pienso en osos cuando pienso en ella. Porque Nina no es peluda ni tampoco tiene garras. Nina es delgada y de piernas largas. Se le marcan líneas curiosas en ellas cuando corre. Nina tampoco gruñe, no tanto... La he escuchado sacar un pequeño quejido extraño, parecido a un gruñido, cuando no le salen las cosas bien en esa clase de símbolos desgraciados.

Y en ese río de pensamientos, noté que algo rojo fluía de tu dedo índice de la mano izquierda. Lautaro, no era la primera vez que yo sangraba, pero sí la primera vez que lo hacía en este cuerpo tuyo.

Había olvidado por completo lo cálida que es la sangre humana. Salía y salía y salía. Me atreví a separar un poco más la piel. Pude ver delgadas fibras que se querían desprender unas de las otras. Tu carne latiendo. Tuve que aventar el oso lejos antes de mancharlo con tu sangre, oso que aún no encuentro.

Tu madre lloró. Aura se rió. Ambas me ayudaron a lavar. No tuve que hacer nada. Me lavaron. Me llevaron en el auto. La mano arropada con una playera tuya. El rojo asomándose entre las telas. Madre preguntaba cosas. Aura reclamaba otras. Llegamos a la casa de los enfermos. Ahí, en ese lugar lleno de dolores, ambas me miraban de manera extraña.

Me miraban con, eso que ustedes llaman, amor.


¿Por qué dejaste todo esto, Lautaro?


¿Y qué quiere decir Aura con eso de que no contestas los mensajes? Dijo algo de un teléfono. ¿Es esa máquina rara donde ves imágenes en la palma de tu mano? La tuya ya no sirve, no sé qué hice.

Ahora tu mano tiene un par de puntadas. Quedará una curiosa cicatriz, según el doctor que te cosió. Otra más para tu colección de heridas.


Una más no importa, ¿verdad?


Lo siento. Debería estar cuidándote más.



Hazme un favor y mira a los cuervos como tu familia te miraba a ti.

-Atentamente, Lautaro falso.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro