Capítulo O6

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Jennie había impregnado a Haerin en su aroma, otra vez, y la bebé parecía encantada con eso.

―Huele demasiado a esa alfa ―comentó Haein, observando al bebé jugando en el suelo, junto a Jisoo.

―Casi como si fuera su hija ―agregó Jisoo, y Lisa la miró con mala cara.

―¡Babububa! ―gritó Haerin, agarrando el peluche de gato y golpeándolo varias veces contra el suelo con una sonrisa de felicidad.

Lisa solamente suspiró, sacudiendo su cabeza con algo de pesar. Era lunes y acordó juntarse con sus amigos en su pequeño departamento para ponerse al día, y por supuesto, el tema de Jennie no pudo ser evitado.

La omega no tuvo más remedio que contarles acerca de esa cita de "amigas" que tuvo con Jennie y en donde la alfa le habló del interés que tenía en ella. Luego de esas palabras, Jennie pareció entender que Lisa necesitaba un tiempo para poder pensar bien en lo que le dijo, y cambió de tema, comenzando incluso a jugar con la pequeña bebé. Haerin estaba más que feliz con esa atención.

Y cuando se separaron... Jennie solamente le dio un beso en la mejilla, dejándola también a ella un poco impregnado en su olor, y Lisa quería que la tierra se la tragara por la vergüenza. No podía entender cómo su omega se alteraba tanto con un simple beso, en especial porque Lisa prometió nunca más comportarse como una omega tonta y enamoradiza. Ella no iba a cometer el mismo error dos veces.

―¿Creen que sea bueno? ―preguntó de pronto, llamando la atención de Haein y Jisoo―. ¿Esto? ¿No debería detener los avances de Jennie?

―Depende ―dijo Haein, tan elegante como siempre―. ¿Te gusta o no?

―No lo sé ―admitió Lisa―. Es decir... es una persona guapa. Muy guapa.

―No tanto como yo ―replicó el más alto.

―Puede que más guapo que tú ―le soltó Jisoo.

―Cuando salíamos, decías que yo era el hombre más guapo del universo ―contradijo Haein.

―Mentí.

―¡No estamos hablando de su fallida relación! ―regañó Lisa, enfurruñado, y sus amigos sonrieron con inocencia.

Cuando tenían dieciséis años, Jisoo y Haein intentaron una tonta relación que se basaba más en el sexo y pasarla bien. Fue fugaz y corta, pero muy intensa para los chicos, que decidieron acabar en buenos términos antes de que su amistad pudiera decaer. Lisa estuvo muy preocupada al inicio de que eso pudiera afectar su relación con ellos, pero los dos fueron muy maduros para que no ocurriera, aunque a veces lanzaran ese tipo de bromas juguetonas.

Además, se sumaba el hecho de que Haein ya tenía una prometida, Sana, una bonita omega que era adorable con todo el mundo.

―Tienes razón —afirmó Jisoo, volviendo a mirarla, y tomó en brazos a Haerin para sentarla en sus piernas. La bebé hizo vibrar sus labios antes de llevarse el pobre peluche maltratado a la boca―, ¿te gusta o no?

Lisa decidió pensarlo antes de volver a contestarles.

No había mentido cuando les dijo que Jennie era guapa. Al menos, para Lisa, tenía un atractivo magnético que provocaba que sus piernas temblaran. A todo ese se le sumaba que era muy inteligente, hablando siempre con esa voz ronca y grave, que volvía loca a su omega. Y... y parecía muy encantada con Haerin, lo que era también muy importante.

Sin embargo, Lisa...

―Me gusta mucho ―les admitió, y Haein comenzó a silbarle―, pero eso no quita que sea mi profesora. Y mayor. ¿Y si quiere aprovecharse?

―Le podemos golpear entre Soo y yo ―respondió el pelinegro.

―¡Estoy hablando en serio!

Haein comenzó a reírse, con esa risa de limpiavidrios.

―¡Bububu! ―gritó Haerin.

―¡Deja de regañarme por todo! ―gritó Haein.

Jisoo rodó los ojos, poniéndose de pie y agarrando al bebé de las axilas para acurrucarla contra su pecho. Haerin ahora empezó a chupar su dedo, feliz de estar siendo mimada.

―Si te gusta, entonces deberías arriesgarte ―Kim frunció el ceño―, no de la forma en la que te arriesgaste con el idiota de Kangsun.

―Se llama Kangsan, Soo ―suspiró Lisa.

―Debería llamarse pedazo de mierda ―replicó Haein.

Kang Kangsan. Lisa cerró sus ojos al pensar en su exnovio y padre de Haerin, del que no sabía nada ni le veía desde que sus padres le sacaron del colegio. Kangsan era un alfa muy guapo que, durante la secundaria, tuvo siempre a muchos omegas detrás de él, pero un día se fijó y encaprichó con Lisa.

La pelinegra fue muy ciega, pensando que la atención y cortejo de Kangsan iban en serio y, quizás, iba a ser su alfa. Pero Kangsan sólo quería hacer rabiar a sus padres, una familia de clase alta, así que decidió que sería buena idea meterse con una omega tan ordinaria como ella. Lisa cayó en sus redes sin pensarlo dos veces, y cuando tuvo lo que quería de ella, dejó de prestarle atención. Fue peor cuando llegó a casa del alfa y le contó de su embarazo, con su madre escuchándolo todo.

No sólo Kangsan no quiso hacerse cargo de Haerin, sino que los padres del alfa la echaron a gritos diciendo que esa bebé no era de su hijo. Lisa nunca se sintió más humillada en su vida.

―Pero Jennie parece una buena chica ―agregó Haein, devolviéndola a la realidad―, por lo que vi, se ve muy interesada en ti y en Haerin. Si la bebé no la aprobara, tendría mis dudas, pero... pero Haerin parece adorarla también.

―Y es lo que me preocupa ―respondió Lisa―, que Haerin se encariñe y al final termine en nada. Eso sería...

―Yo creo que acabará bien ―dijo Jisoo, recogiendo el chupete de Haerin para dárselo―, Hae tiene muy buen ojo para elegir a las personas. Si no, mira como trata a Haein, el máximo idiota del mundo.

―¡Mira, mocosa de pacotilla, a mí me respetas!

―¡Mami! ―gritó Haerin de pronto, y Lisa se enderezó de golpe, parpadeando. Incluso Haein bajó la almohada que pensaba lanzarle a Jisoo, mientras esta miraba a la niña.

―¿Esa fue su primera palabra? ―barboteó Lisa.

―¡Mami, mami! ―el bebé apuntó a Lisa, saltando en brazos de Jisoo―. ¡Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaami!

―¡Haerin, acabas de decir tu primera palabra! ―gritó Lisa, entusiasmada y poniéndose de pie.

Jisoo le entregó al bebé, que la abrazó por el cuello sin dejar de barbotear muchos "mami", y Lisa tuvo que contenerse de romper a llorar por lo grande que estaba su cachorrita. Incluso Jisoo parecía muy emocionada, mientras que Haein observaba a la pequeña, pensativo.

―Espero que la segunda palabra que aprenda sea Haein ―farfulló el chico, con una sonrisa en los labios.

¡Dota, dota! ―chilló Hae, y eso sonaba muy parecido a "idiota".

Haein ya no podía aguantar la indignación mientras que Jisoo se reía en el suelo. Lisa estaba muy feliz en ese instante.

***

El martes era uno de los días más pesados que tenía en la universidad, pues tenía cuatro clases: dos en la mañana y dos en la tarde. Salía cerca de las siete de la tarde, agotada y cansada.

Bostezando por el sueño, se despidió de Miyeon y caminó hacia fuera de la Facultad, guardando sus cuadernos en la mochila.

―Lalisa.

Se sobresaltó al escuchar la voz grave de Jennie, volteándose a verla y tuvo el loco pensamiento de que debía arreglarse para verse más guapa. En su lugar, sólo dejó caer su estuche.

Antes de poder agacharse a recogerlo, Jennie se le adelantó.

―¿Ya ha acabado tu día? ―dijo la alfa, tranquila.

Lisa agarró el estuche que la mayor le tendió, guardándolo.

―Sí, ha sido un largo día ―dijo, sonriendo con timidez―. ¿Usted también terminó, profesora?

―Sí, ya van a cerrar la Facultad ―Jen comenzó a caminar y Lisa le siguió, cerrando su mochila con todo ya guardado―. ¿Quieres que te lleve a casa?

Lisa se sobresaltó ante el ofrecimiento, su instinto enloqueciendo ante la petición. Sin embargo, trató de controlarse para no parecer tan torpe y estúpida, aunque quizás no lo estaba logrando.

―No quiero molestarla, profesora Kim...

―No es ninguna molestia ―le sonrió―. Me sentiría más feliz si yo te llevara, pero si no quieres, no es problema alguno.

Lisa mordió su labio inferior.

―Está bien ―aceptó, convenciéndose de que no tenía muchas ganas de tomar el bus y aguantar un viaje largo hacia su hogar.

―¿Ya te han puesto evaluaciones? ―preguntó la castaña cuando se dirigieron al auto.

―Algunas para dos semanas más, estoy un poco nerviosa porque no quiero que me vaya mal, es muy importante para mí.

―Me imagino ―Jennie le abrió la puerta y Lisa se subió al asiento del copiloto. La alfa se sentó a su lado unos segundos después―, pero estoy segura de que te irá bien. Eres muy estudiosa.

Lisa sintió sus mejillas coloradas, bajando la vista por los nervios que le invadieron. El aroma de la mujer estaba por todas partes, alterando demasiado a su omega y sintiendo ganas de recibir un abrazo, pero sabía que no sería bueno. Ella ni siquiera estaba saliendo con Jennie.

―Muchas gracias, profesora ―dijo Lisa, sin dejar esa tonta timidez que le ponía las mejillas rojas.

―Jennie ―insistió la alfa―, todavía te cuesta, ¿no?

―Es que... si se me sale en clases, sería muy horrible ―salieron del estacionamiento―. No quiero que ellos crean que... que tenemos algo o...

―Ouch ―se burló Jennie, y Lisa comenzó a juguetear con sus manos―. No te preocupes, Lalisa, lo entiendo. Pero... tú sabes que la universidad no prohíbe las relaciones profesor-alumno una vez no te haga más clases, ¿cierto?

La omega la observó de golpe, y sin poder evitarlo, comenzó a liberar feromonas de atracción. Jennie las olisqueó, haciendo un gesto vago de gusto porque significaba que la pelinegra estaba interesada en ella.

―Sí, es que... es que mis compañeros igual empezarán a hablar y quizás... quizás piensen que usted me hizo pasar de curso a cambio de algo...

Jennie se detuvo en un semáforo en rojo, volteándose a mirarla. Lisa no pasó por alto los ojos oscurecidos de la chica ni el hecho de que, en ese instante, sus feromonas se estaban mezclando con las de Jen.

―No te preocupes ―la más baja volvió a sonreírle una vez dio verde―, si te va mal en mis exámenes, ten por seguro que no voy a pasarte.

Lisa comenzó a reírse sin poder evitarlo.

Unos minutos después, Jennie se detuvo fuera del edificio. La omega se quitó el cinturón y buscó valor para hablarle.

―¿Quieres pasar a tomar un café? ―le preguntó, su tono nervioso. Jennie le miró―. Es una forma de agradecerte por haberme traído.

―Me encantaría ―aceptó, apagando el auto.

Ambas entraron al edificio y al ascensor, y Lisa marcó su piso. Estuvieron en un cómodo silencio, tan tranquilo gracias a esa extraña complicidad que poseían, y no tardaron en detenerse frente a la puerta. La menor tocó el timbre.

―¡Lisa! ―saludó Momo, la sonriente niñera de Haerin que vivía en el piso de arriba―. ¡Qué bueno que llegaste, Lisa!

Lisa le sonrió a la beta, que volvió a entrar recogiendo a Haerin, que gateaba en el piso.

―Gracias por cuidarla, Momo ―le dijo a la japonesa, dándole la pasada a su profesora―. Ella es una amiga, Jennie Kim.

―Un gusto ―saludó Jennie, educada y calmada como siempre.

―¡Hola! ―Momo sentó a Haerin en su sillita para comer, y cuando se hizo a un lado, la bebé vio a Kim.

―¡Baba! ―chilló, emocionada.

Para fortuna de Lisa, Momo no hizo alguna cara rara ante el entusiasmo de Haerin por ver a Jennie. La alfa pasó directo a saludar a la niña, tan feliz, así que la omega aprovechó para pagarle el día a la niñera. Momo no tardó en despedirse, y pronto volvieron a quedar ellas dos solas, aunque con una bebé en medio.

Lisa colgó los abrigos, yendo a la cocina para comenzar a poner la mesa, pero Jennie no tardó en aparecer para ayudarle. La omega le agradeció internamente a Momo por haberle preparado un puré de verduras a Haerin, porque definitivamente no tenía ganas de hacer eso en ese momento.

―¡Mami! ―chilló Haerin, cuando la vio entrar al comedor otra vez. Desde que había aprendido a decirla, que se la pasaba repitiendo como un lorito.

Jennie enarcó una ceja, pellizcándole la nariz al bebé.

―¿Su primera palabra? ―dijo, encantada―. Felicitaciones, Haehae.

―Baba ―Haerin agarró la mano de Jennie, queriendo chuparle el dedo, pero la alfa se la retiró con rapidez―. ¡Baba!

―No, está sucia, pequeña ―regañó Jen.

―Ya dijo la primera palabra, pero todavía no da indicios de caminar ―comentó Lisa, echando el agua caliente del hervidor a las tazas, mientras Jennie iba a lavarse las manos―. Sé que cada niño tiene un proceso distinto, pero me preocupa un poco todavía.

―Todavía está a tiempo ―le dijo la mujer, sentándose en la mesa―. ¿Quieres que le dé de comer, cariño?

Lisa estuvo a punto de tropezarse con el hervidor en la mano, recuperando la compostura con rapidez. El rubor pintó ahora su rostro con fuerza, tan rápido que pensó que iba a explotar. Jennie puso una mirada de arrepentimiento inmediato y se instaló, un momento, un silencio extraño entre ambas.

La omega dejó el hervidor en la cocina, sacando un vaso de agua para beberla con rapidez. Al volver, vio a Jennie dándole de comer a Haerin.

―Lo siento ―se disculpó la castaña una vez Lisa se sentó, todavía un poco colorada―, no quería incomodarte, sólo... sólo no lo pensé.

―No importa, me agarró desprevenida ―se sorprendió a sí misma al decir eso, aunque sabía que era cierto―, yo... La verdad es que... me gustó mucho, Jennie. Me gusta mucho ―agregó, incapaz de levantar la vista por la vergüenza.

Sin embargo, Jennie le agarró de la barbilla, elevándole el rostro. Lisa deseó que le diera un beso, tan nerviosa en ese instante, pero la alfa solamente le acarició el labio inferior, con ojos intensos.

―Puedo decirte como quieras ―dijo Jennie―. Cariño, hermosa, bebé...

―¡No! ―chilló Haerin, rabiando―. ¡No!

Las dos miraron a la pequeña, que golpeaba sus manitos cerradas en puños contra su mesita. Lisa se rió.

―Creo que ella quiere ser la única bebé ―habló la extranjera, con una risa suave.

―¿Sí? ―Jennie bajó la voz―. No importa, te puedo decir bebé a solas, cariño.

Lisa, definitivamente, no sabía en qué se estaba metiendo, pero realmente le gustaba mucho.

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