Capítulo O9

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—¿Vamos a pasar la navidad juntas?

Lisa se volteó a ver a Jennie, que le habló mientras jugaba con Haerin a hacer una torre de bloques. La chica estaba terminando un informe para una de sus clases cuando la alfa habló.

—Pensaba en ir a ver a mis padres ese fin de semana —respondió Lisa, frotando sus ojos por el cansancio.

—Mmm...

—Puedes ir conmigo —sugirió de pronto, sin pensarlo mucho. Jennie levantó la cabeza, una expresión curiosa en su rostro—. Estoy segura de que mis papás estarán felices con tu presencia.

Jennie se puso de pie y Haerin empujó la torre de bloques, que se desarmó una vez golpeó el suelo. La alfa sonrió al verla agarrar su pobre peluche de gato y como lo golpeaba contra el suelo.

—Ven, debes descansar —le dijo Kim, agarrándole la mano y empujándola para ponerse de pie.

—Tengo mucho trabajo —se quejó Lisa, pero dejó que Jennie la arrastrara hasta el sillón, sentándola en sus piernas—. Ah... hueles tan bien, Nini...

La más baja hundió su nariz en el cuello de la
omega, olisqueando su aroma de vainilla, tan dulce y atrayente para ella. Sin pensarlo dos veces, le dio un beso encima de su glándula de feromonas, sonriendo al oler la forma en que su aroma pareció intensificarse.

—Tú hueles mejor —suspiró Jen, escuchando las risas de las cosquillas que la pelinegra soltaba—, me dan ganas de comerte.

—Puedes comerme —dijo Lisa, riéndose otra vez.

—Pequeña cosita atrevida —gruñó.

El apodo envió una ola de satisfacción por el cuerpo de Lisa. ¿Cuánto llevaban saliendo? Más de un mes, octubre estaba terminando y no se podía sentir más feliz. Jennie era muy atenta con ella y Haerin, iba a verlas cuando podía y la mimaba un montón. Eso era lo mejor, sentirse tan amada.

Kangsan no fue así, en ese noviazgo breve y doloroso. El alfa siempre dijo que no quería que los vieran en público, y cuando llegaban a estar juntos, sólo quería follar con ella. Nunca se dio el tiempo de darle un abrazo o un beso cariñoso, sin doble intención.

Quizás eso era lo que más le gustaba de Jennie. No la presionaba en nada, siempre sus movimientos eran precavidos, como esperando la negativa. Ni siquiera había dado indicios de querer darle un beso, porque Lisa no sabía cuán preparada estaba para eso.

¿Y si besaba mal?

No quería decepcionar a Jennie, por muy tonto que sonara.

—Estoy harta de hacer tu trabajo —se quejó Lisa, sintiendo los dedos de Jennie acariciando su cintura.

—Te pasa por dejarlo a última hora —señaló Jen.

Lisa infló sus mejillas.

—Ti pisi pir dijirli i iltimi hiri —barboteó, indignada.

Jennie soltó unas carcajadas contra el cuello de la menor, provocándole más cosquillas.

Papa —gritó Haerin, reventándoles su burbuja de risas—, ¡papa!

—Parece que quiere tu atención otra vez —se burló Lisa, poniéndose de pie para volver a su computadora.

Jennie, sin poder evitarlo, le dio un apretón en el culo. La omega chilló por la sorpresa, volteándose y dándole un golpe en el brazo, a lo que Jennie volvió a reírse.

Lisa regresó a su trabajo, aunque con una sonrisa en los labios.

***

Sus compañeros parecieron olvidar brevemente lo ocurrido con Jennie semanas atrás, porque no volvieron a molestarle. Aunque si le estaban haciendo la ley del hielo o algo así.

Menos Miyeon y Sehun. Éste último era un chico alfa, muy guapo y atractivo. Muchos omegas morían por un poco de su atención.

Sorprendentemente, unos días atrás comenzó a acercársele poco a poco. Miyeon y Sehun eran amigos muy cercanos, y fue ella quien los acercó, especialmente cuando les asignaron un trabajo de a tres. Lisa se llevó muy bien con él enseguida, además de que no parecía mirarla feo por tener una hija. Incluso, cuando los invitó a su departamento y conoció a Haerin, jugó un ratito con ella. Hae no le hizo quite alguno, parecía muy feliz con esa atención recibida.

—Oye, ¿qué pusiste de conclusiones? —le preguntó Sehun una vez llegó a clase, sentándose a su lado. Miyeon todavía no aparecía.

—Pura mierda —suspiró Lisa, sacando su informe—. Siento que repetía en todo momento lo que dije párrafos arriba. Odio estos trabajos.

—Voy a reprobar esta materia otra vez —se quejó Sehun, que era un año mayor que ellas y no pasó la asignatura el año pasado.

—Pero mira el lado positivo —Lisa le acarició el hombro con una mirada comprensiva—. Como vamos, los dos lo vamos a reprobar.

Sehun soltó una carcajada por la diversión y Lisa también se rió, sacudiendo su cabeza. El alfa era muy agradable.

—¿Qué es tan divertido, señorita Manoban?

Lisa se sobresaltó al escuchar la grave voz de Jennie detrás de ellos, y se percató que todo el curso estaba en helado silencio. Sehun cerró la boca.

—Uh... na-nada... —barboteó Lisa, volteándose para ver a Jennie bajando las escaleras, con el ceño ligeramente fruncido.

—No me gusta que interrumpan mis clases de esta forma, señorita Manoban —dijo la alfa.

La omega ladeó la cabeza, un poco confundida por las palabras de la mayor. Vale, que ellas no demostraban la relación que tenían frente a otros, tenían un acuerdo previo que cumplir. Sin embargo, Jennie tampoco le trató antes de esa manera.

—Pero... —Lisa miró la hora en su celular—, pero todavía quedan unos minutos para que comience la clase, profesora Kim.

Jennie pareció quedarse congelada un momento, antes de que el rubor golpeara sus mejillas con furia. Lisa sintió ganas de acercarse y darle un beso en uno de sus cachetes, pero tuvo la sensatez de mantenerse en su asiento.

—¿Qué fue lo que hablamos en nuestra última clase? —gruñó Jennie, dando por terminada esa conversación.

Lisa quiso hundirse en su asiento. Sehun, a su lado, parecía querer desaparecer de allí.

Jennie, mientras tanto, quería darse golpes contra la pared y además golpear al estudiante Oh por haberse sentado al lado de Lisa. Nunca pensó en sí como una tipa celosa o posesiva, pero al entrar al salón y ver a su omega tan cerca del alfa, ambos riéndose, sintió la molestia en su interior. Además del deseo de ir donde Lisa y gruñirle a ese otro estudiante.

Por eso mismo, no pensó bien sus palabras y actuó tan idiotamente. No pudo controlar bien sus celos y eso le provocó un gran desliz.

Mientras explicaba los contenidos de esa clase, vio a Sehun inclinándose y susurrándole algo a Lisa. La omega le sonrió a ese alfa con un poco de timidez.

Oh no, Jennie se sentía como una niña pequeña al que le estaban quitando su caramelo. Así debía sentirse Haerin con Lisa, y ahora la entendía mucho mejor.

—Señor Oh —dijo, quitándose los lentes que solía usar. Vio a ese alto muchacho sobresaltarse, palideciendo—, hemos estado hablando sobre la estimulación temprana en los niños, ¿puede recordar la importancia de esta?

—Es... mmm... re-reconocer el potencial de cada niño y niña —barboteó Sehun—, y así potenciar el desarrollo de ellos.

—¿Qué tipo de desarrollo? —continuó Jennie, girándose a la pizarra y anotar la idea de Sehun. Si bien quería ponerlo nervioso, reconocería sus conocimientos.

—El... el cognitivo, lo... lo emocional...

—¿Y qué más?

—Lo social —intervino Lisa.

—Agradezco sus palabras, señorita Manoban, pero no le estoy preguntando a usted —replicó Jennie, y Lisa calló—. ¿Algo más, señor Oh?

—Lo motriz —agregó Sehun, pues revisó sus apuntes a tiempo.

—¿Y de qué forma se puede estimular tempranamente estas cosas?

—Me-mediante la repetición...

—¿Cuál es la importancia de los padres en esto?

Sehun ya entró en pánico con tantas preguntas, su estómago dando vueltas porque eso parecía un interrogatorio al que le iban a poner una calificación. Lisa, a su lado, tenía el ceño fruncido ligeramente.

—Son ellos los... los encargados de llevar a cabo esto.

—¿Y?

—Y... —humedeció sus labios. El silencio en la habitación era abismal—, no... no lo re-recuerdo, profesora...

Jennie suspiró, escribiendo algo en la pizarra. En palabras mayúsculas, se leía un VÍNCULO EMOCIONAL, antes de voltearse para hablar sobre eso.

—Se refuerza el vínculo padre e hijo —señaló, acomodando sus lentes otra vez—, los padres conocerán, mediante la estimulación, las necesidades, las inquietudes, los gustos...

Sehun suspiró con alivio al notar que el interrogatorio acabó. Lisa seguía con las cejas arrugadas, siguiendo los movimientos de Jennie a través del cuarto, como si tratara de descifrar algo.

Y pareció notarlo media hora después, cuando se inclinó hacia Sehun, y Jennie levantó la voz de lo que estaba hablaba.

La alfa estaba de tan mal humor que los despidió diez minutos antes, ordenándoles dejar sus informes sobre la mesa. Lisa se despidió de Sehun, esperando que todos sus compañeros dejaran los informes primero, y acercándose de los últimos. Kim empezó a guardar algunos en su maletín.

—Señorita Manoban —dijo Jennie, llamando su atención—, acompáñeme a dejarlos a mi oficina, por favor.

—Está bien —asintió, juntando los últimos trabajos y cargándolos, siguiendo a Jen fuera de la sala.

La castaña iba unos pasos delante de ella, con los labios arrugados en señal de enojo. Lisa sonrió de lado, sin dejar de ir detrás de ella, y pensó que lo mejor no sería decir algo. Sin embargo, no pudo contenerlo demasiado.

Cuando se dio cuenta de que no había nadie cerca suyo, abrió la boca.

—Celosa.

Pudo ver a Jennie crispándose ante sus palabras y soltó una carcajada por la diversión. Especialmente cuando vio el rubor invadiendo el rostro de la mayor, ya no por el enojo, sino por la vergüenza.

—No sé de qué hablas —gruñó la alfa.

Lisa volvió a reírse.

—Celosa —dijo, un poco más fuerte, y el color aumentó en la pálida piel de Jennie.

—Basta, Lis —bufó—, eso es...

—Celosa —repitió por tercera vez, sin poder creerlo.

Jennie buscó la llave de su oficina, abriéndola con una mueca de disgusto. ¿Tan transparente era acaso? ¿O es que Lisa ya le conocía muy bien?

Dejó su bolso sobre la mesa y Lisa hizo lo mismo con los trabajos que cargaba. Sin pensarlo dos veces, la omega fue donde Jennie y la abrazó por el cuello, sin dejar de sonreír con un poco de diversión. La alfa quería hacer una rabieta por eso.

—No debes estar celosa —comenzó a decir Lisa, llamando su atención—, yo te quiero a ti.

—Mmm —murmuró Jennie, abrazándola por la cintura—, ese alfa es atractivo.

—No tanto como tú —replicó la pelinegra—, y Sehun es un amigo —le miró con seriedad ahora—. Jennie, de verdad, ¡actuaste muy mal allí!

La alfa se sintió como un cachorrito siendo regañado, hasta podía ver como si unas orejas invisibles se aplastaran contra su cabello por la vergüenza. Lisa tenía algo de razón, centró su molestia contra Sehun, cuando ellos no habían hecho nada malo.

—No lo controlé —se quejó, apenada—, es que cuando te veo, quiero tomarte en brazos y estar contigo.

Ahora el rubor golpeó a Lisa en sus mejillas por sus palabras. Sonrió, observando los bonitos ojos de Jennie, y decidió que ya era momento de dar otro paso.

—Te quiero —le dijo.

Jennie le iba a responder que ella igual le quería, sin embargo, de pronto no pudo hacerlo porque Lisa se inclinó y la besó. En la boca. Los labios de Lisa sobre los suyos en un beso dulce y lento, ambas bocas conectando bien.

No lo pensó dos veces y le devolvió el beso, gruñendo por el placer al sentir el cuerpo de la menor contra el suyo. Las feromonas de Lisa se extendieron alrededor de ellas con rapidez, y de pronto, la omega gimió en el beso, especialmente cuando el agarre de Jennie se afianzó.

La alfa se dio cuenta de que no podía parar. No, ahora que probó los labios de la chica, tan dulces y adictivos, supo que no la iba a poder soltar jamás. Jennie quería besarla más y más y más veces, hasta cansarse (lo que nunca iba a pasar, honestamente).

Se alejó en busca de aire, observando brevemente los labios hinchados de Lisa, su expresión colorada, los nervios brillando en sus ojos. Por dios, Jennie no lo resistió y volvió a besarla.

—Jen —gimoteó la omega, segundos después.

—Otro más —pidió, y Lisa no pudo responder porque la mayor volvió a besarla.

Estuvieron así varios minutos largos, sólo compartiendo risas y besos y más risas, las feromonas extendiéndose entre ellas con suavidad.

—Ya, ya —reclamó la tailandesa, diez minutos después—, tengo que irme, Nini...

—No —protestó Jennie.

—Sí, tú tienes otra clase ahora —trató de mantenerse firme, pero cedió al ver la mirada de cachorrillo de Jennie—. ¿Vas a cenar a mi casa en la tarde?

Jen sonrió ampliamente.

—¿Y me darás más besos? —preguntó, dándole ahora un piquito.

Lisa se rió.

—Los que quieras, mi alfa —respondió con coquetería, y Jennie no lo resistió: le dio un apretón en el culo.

Valió la pena, se dijo segundos después y con su brazo doliendo por el golpe que recibió. Claro que valió la pena.

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