02 | Alpha

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Lisa dio un pequeño brinco del susto.

—Joder —emitió un pequeño siseo. Bajando por el par de escalones y observando a la alfa de manera acusadora—. ¿Se puede saber qué haces aquí? Espera. ¡¿Cómo rayos supiste dónde vivo?!

La castaña sonrió juguetonamente, dejando de recostarse en el frondoso árbol para avanzar hacia ella.

—Te ves tan preciosa como siempre.

—¡Kim!

—Oh, vamos, tranquilízate.

—¿Cómo debo tomarme el hecho de que estés parada en frente de mi casa? —se cruzó de brazos, intentando enfrentarle con la mirada.

—Como las mejores intenciones de una alfa que quiere cortejar a su omega —se encogió de hombros, Lisa trató de no soltar un jadeo ante tal osadía escuchada—. Y bueno, también como la muestra de que tus amigas ya me aceptaron.

—¿Qué ellas qué? —la omega realmente estaba viendo de la mejor forma que ir a la prisión no sería tan mala. ¿Cuánto valían las vidas de las traidoras que tenía por amigas?

—Fue un gran favor —sacudió levemente su cabello y se colocó al lado de Lisa—. ¿Y qué estamos esperando? Debemos llegar temprano a la universidad —habló con frescura, mirando con adoración a la más alta.

—Oh, no, ni creas que iré contigo hasta allá.

—¿Por qué no? Pienso hacer de esto una linda costumbre.

—Yo digo que te vayas deshaciendo de esa idea, te podría costar muy caro —intentó amenazarla. Jennie rió con cierta diversión, le encantaba que la chica fuera así.

—¿Qué tan cara? —y tan desvergonzada como siempre, se acomodó a milímetros de distancia con la omega, ambas rozando sus pechos.

—Puedo patearte hasta dejarte sin descendencia —habló entre dientes, tratando de verse inmune a la cercanía pero siendo delatada cuando sus mejillas se colorearon de un tono rosa—. Aléjate ahora mismo, Kim.

—¿Qué? —fingió sentirse dolida—. ¿Piensas dejar a tu alfa sin la posibilidad de darte cachorros muy bonitos en un futuro? —chasqueó la lengua—. Eso sería una gran pena —el rostro de Lisa enrojeció efusivamente—. Aunque debo admitir que me encanta tu personalidad —aprovechando, rodeó la fina cintura de la omega con uno de sus brazos, dejándola perpleja—. Aceptaré que lleves el mando en nuestro matrimonio.

—¡Deja de decir tonterías! —reaccionó, esforzándose en mantener el brazo de la alfa fuera de su cuerpo.

—Uh, también puedo ser una tonta por ti —le sonrió ampliamente, quedando muy cerca del rostro adverso—. Pero no es momento de hablar de nosotras, por ahora tenemos que llegar a la universidad —reforzó el agarre impuesto y la dirigió sin problema alguno. Aunque que claro, el único problema eran las quejas que soltaba Lalisa una y otra vez.

—Kim —soltó un profundo suspiro—. Estoy tratando de todas las formas posibles el no perder la paciencia debido a tu actitud. Lo único que debes hacer es soltarme y largarte muy lejos de mí.

—Tsk, por supuesto que no —alzó su pequeño dedo en negación—. De ninguna manera. ¿Porqué te empeñas tanto en querer ser agresiva?

—Solo quiero estar tranquila, después de eso nada te incumbe.

—Todo lo que tenga que ver con mi futura omega me importa—canturreó, divisando que no muy lejos de ellas, se encontraba la universidad.

—No soy tu omega.

Jennie se detuvo, poniéndose frente a la pelinegra.

—Pero puedes concederme una oportunidad, tan solo una —esta vez su tono de voz salió aún más relajado. Viendo fijamente a Lisa mientras que con cuidado la sujetaba de la cintura con ambas manos—. Por favor.

—Ahg, Jennie —se quejó con sutileza, el aura había cambiado plenamente a uno penoso. Su corazón no dejaba de latir con desenfreno. Carraspeó, siguiendo con la postura de no dejarse engañar—: Quítate ya, no dejaré que te acerques a mí si es que llegamos tarde.

La alfa hizo un pequeño puchero, como si fuera tan solo un cachorro siendo regañado por su mal comportamiento. Lisa sintió que podía morir ante la imagen tan adorable que la coreana transmitía.

—Camina, Kim.

La mencionado alzó la vista nuevamente y se acercó lo suficiente como para susurrarle al oído.

—Aún no me ha dado una respuesta concreta, así que seguiré insistiendo —se alejó levemente—. Alguien como tú es imposible de volver a encontrar y no me cansaré hasta ser tu amante a tiempo completo —le mostró otra de sus sonrisas sinceras y tranquilas, mientras que por dentro todo estuviera tan revuelto y alterado como cuando la vio por primera vez.

Lisa quedó tiernamente boquiabierta. ¿Por qué siempre esa alfa la dejaba sin nada que decir? Se sentía perdida ante la profundidad de sus palabras. Jennie guardó cierta distancia y metió sus manos en los bolsillos de su chaqueta.

—Avancemos.

La omega asintió sutilmente, caminando a la par que la castaña. El clima era agradable, fresco viento acariciando sus rostros y el silencio podía definirse como algo cómodo entre ambas.

—Hey, por aquí —nuevamente la voz de la alfa la sacó de su trance. Dándose cuenta que estaba pasando de frente, sin percatarse que la universidad estaba a casi dos metros detrás.

Manoban se avergonzó levemente por su descuido, pero Jennie tan solo le siguió sonriendo. Las miradas curiosas no tardaron en llegar. Todos cuchicheaban sobre su llegada. Algunas omegas matando con la mirada a Lisa y otros alfas maldiciendo a la suertuda de Kim.

La pelinegra mordió levemente su labio inferior. Sacando a flote su lado arisco nuevamente.

—Bien, será mejor que separemos caminos antes de que creen más cosas en sus cabezas huecas.

—Yo no tengo ningún problema —comentó Jennie, encogiéndose de hombros.

—Pero yo sí —respondió, frunciendo su ceño—. Si a alguien se le ocurre fastidiarme o emparejarme contigo, quien sufrirá las consecuencias serás tú.

—No importa, yo seguiré aquí hasta que me des una oportunidad —le sonrió de lado, enfrentándola para dejarle en claro que sus sentimientos iban muy en serio—. Pagaría hasta mil dólares porque me tomarás del collar —comentó bajito, acercándose peligrosamente a la omega.

—Jennie... —intentó advertirle. La aludida relamió sus labios luciendo seductor y se acercó a su oído para susurrarle un: —Te esperaré a la hora de salida.

La cercanía que había entre ambas ponía demasiado tensa a Lisa, tanto que nuevamente se ruborizó.

—Voy a hacer todo lo posible, omega —habló cuando estuvo más lejos, sacudiendo su cabello, dejando cierta parte de su frente expuesta y guiñándole un ojo para dar media vuelta y avanzar al pasillo principal.

La tailandesa soltó un hondo suspiro, como si hubiera estado conteniendo la respiración por unos largos minutos. Trató de reincorporarse emocionalmente y siguió su camino como si nada de lo visto y escuchado hubiera alterado su corazón.

[...]

—¿Se puede saber quién de ustedes le dio la dirección de mi casa a Kim?

Rosé y Somi se miraron entre ellas de inmediato. Una maldiciendo el que Mina sea un año mayor y no estuviera junto a ellas para soportar el mal genio de la omega y, el otro, rezando por la que profesora no revisara la tarea.

Bueno, no estaban sincronizadas mentalmente del todo.

—Uhm. ¿Kim? ¿Dirección? —balbuceó la más alta—. No, yo no.

—Tuvo que ser uno de ustedes. ¡Ayer me dejaron a solas con ella! —gritó en medio de un susurro, tampoco es como si quisiera que los demás supieran algo del tema.

Rosé miró a Somi, y al ver que esta no reaccionaba, le dio un dizque sutil codazo. La rubia chilló dramáticamente ante el contacto, mientras que la otra seguía sonriendo con "inocencia".

—Hablen ahora mismo antes de que vuelva la maestra.

—¿Sabes? También está Mina —agregó la australiana.

—Ella es cercana a la mejor amiga de tu alfa.

—¡Que no es mi alfa! —gritó fuertemente y con exasperación, todo el aula era silencio absoluto. Los alumnos y justamente la profesora (que acababa de entrar) la miraron con atención.

Lisa quería morir en ese mismo instante. Ya no sabía cuántas veces se había ruborizado en esa maldita mañana y peor aún, haciendo el ridículo frente a los tontos de sus compañeros.

—Señorita Manoban, a la oficina del director.

Definitivamente ese no era su día.

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