03 | Gotta

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Lisa estaba sentada en la larga banca (justamente afuera de la oficina del director) con los brazos cruzados y el ceño levemente fruncido. Quien sea que la viera, pensaría que la omega estaba a punto de matar al primero que se le cruzara. Y quizás la idea no era tan errónea, la pelinegra se había perdido las clases de Literatura por haber supuestamente "creado alboroto".

—Maldición —balbuceó al momento en que la campana sonó, indicando la llegada del receso. Sí, se había pasado casi toda la hora escuchando el sermón del director y la profesora ni siquiera le había indicado que podía volver al aula.

Estaba tan sumida en su enojo que no notó a cierta castaña.

Jennie salía justo de su salón con los audífonos puestos y celular en mano. No pasó mucho para cuando ambas lograron sentir el aroma de la otra. La omega ladeó la cabeza, manteniendo su posición mientras miraba alguna otra cosa que no sea Jennie. Estaba rezando para que esta no se diera cuenta de su presencia.

Genial, pensó con sarcasmo.

La alfa se había detenido justo al lado suyo, sacándose rápidamente el aparato para colgarlo en su cuello y bajando el celular al instante. Una sonrisa de labios cerrados fue lo que se dibujó en su rostro al verle.

—¿Qué me ves? —cuestionó, viéndola a penas un par de segundos.

Jennie se acercó aún más, ampliando su sonrisa.

—Veo tu carita toda enfurruñada igual al de un perrito, tus labios haciendo un leve puchero, tus pequeños-

—¡Ya entendí, cállate! —exclamó en voz baja, totalmente avergonzada.

—Tú preguntaste —se excusó, admirando triunfante el sonrojo que ocasionó en la omega. Lisa rodó los ojos—. Pero, ¿qué haces por aquí? Creí que ya estarías en la cafetería con tus otras amigas.

—Es una larga anécdota, no pienso contártela —y claro que no lo haría. Jennie era capaz de malentenderlo todo si es que le decía que la sacaron de la clase por hablar de ella.

La alfa también hizo un ligero puchero, queriéndose ver decepcionada.

—Está bien —pero de pronto su aura cambió rotundamente—. ¿Qué te parece si vamos juntas?

—Jennie... —la salida del anciano director interrumpió su posible rechazo.

—Muy bien, señorita Manoban. Espero que haya aprendido la lección —mostró una agradable sonrisa, la castaña también escuchaba con atención—. No es agradable ver que una buena alumna y omega como usted, ande gritando en clases y más aún sobre al-

—¡Director Lee! —habló en voz alta con cierto tono controlado, con miles de nervios y tratando de que el beta no la expusiera—. Me quedó muy claro todo, solo que la maestra exageró, pero bueno, eso ya no importa —trató de sonreír, con más ganas de que la tierra se la tragase que de soportar la mirada curiosa de Jennie sobre ella.

—Oh, me alegra escuchar eso —soltó una risa suave y ronca—. Bueno yo creo que, un momento —miró brevemente a Jennie—. ¿Ella es la alfa de la que tú ha-...?  

—¡Creo que debe irse! —esta vez sí gritó, interrumpiéndolo y tomándolo del brazo para darle media vuelta—. Ha de estar muy cansado y con apetito, vaya por una buena merienda —fingió hablar noblemente.

—Ay, la generación de hoy —suspiró—. Está bien, yo ya me voy. Y ya saben, cuídense mucho que son jóvenes.

Jennie la miró con confusión, la omega trató de mantener la compostura y dejar sus manos quietas. ¿Por qué parecía que todos estaban en contra suya?

—¿A qué se refería el director? ¿Estuviste gritan-...?

—Esa ya no importa —sacudió sus manos, proponiendo cualquier cosa para no hablar sobre aquello—. ¿Por qué mejor no vamos al comedor?

—¿E-en serio? —la alfa le observó con cierto asombro—. ¿No estás bromeando?

Lisa soltó un resoplido.

—Avancemos antes de que me arrepienta.

La castaña asintió efusivamente, empezando a caminar junto la menor. Al entrar a la cafetería, Mina y Jisoo se miraron con complicidad. Al parecer su pequeña idea había funcionado más rápido de lo que creían.

—Ya quita esa cara, Lili —le habló tiernamente la alfa—. Sea cual sea la razón por la que estuviste en la dirección ya no importa. Quiero invitarte algo, para que ya no andes de mal humor. ¿Qué te parece? —intentó animarla, poniéndose delante de la omega.

Lisa tuvo que detenerse por inercia. Dio una rápida mirada por todo el lugar y se dio cuenta deque estaban siendo el centro de atención.

—Jennie, nos están observando —susurró, intentando empujarla débilmente con una mano puesta en el pecho adverso.

— No me importa en lo más mínimo —respondió al instante, tomando aquella delgada mano con suavidad y cariño.

—Ah, está bien —maldecía internamente el que sintiera su rostro arder—. Pero serás tú quien pida, yo te esperaré en una mesa cerca al ventanal.

—Hecho —sonrió gustosa, besando efímeramente la palma de la omega y separándose para ir a comprar.

Lisa se sintió pequeña ante el gesto de la alfa y los ojos chismosos del resto.
Carraspeó con cierta dificultad y buscó un buen sitio, lejos de las mesas principales.

—Ya volví —canturreó Jennie con un bandeja entre sus manos y dejándola en la mesa—. Yo, uh...no sé realmente lo que te gusta, pero traje de todo un poco, bueno no todo literalmente p-pero al menos... —empezó a narrar tímidamente, rascándose suavemente la nuca mientras sus mejillas adquirían un tono más cálido. Lisa la observó fijamente, sonriendo mientras comprobaba que la alfa se veía muy tierna con esa sonrisa de encía.

—Entiendo, es decir, no nos conocemos más allá de nuestros nombres y apellidos —rió perezosamente mientras negaba con la cabeza—. Ya, siéntate, quizás podamos charlar un poco —concluyó, Jennie le correspondió la sonrisa y se sentó a su lado rápidamente.

—Entonces... ¿Por dónde empezamos? —sugirió la coreana, posando su mandíbula en una de sus pequeñas manos.

Lisa volvió a reír, mirándola con cierto brillo que Jennie hasta ese momento, no conocía.

Esa mañana, alfa y omega, se la pasaron hablando y sonriendo como si se conocieran de toda la vida. Lisa mostrando una parte sincera de ella y Jennie complacida de poder expresar sus opiniones y gustos en conjunto. Ambas dejando que la situación fluyera, permitiéndose conocer con lentitud y cierta confianza, que de a poco, iba a seguir creciendo.

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