«2»

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


El frió golpeaba directamente a su rostro, quemándole las mejillas y coloreándoselas completamente de rosa. Frotaba sus manos en busca de un poco de calor, y al no obtenerlo, decide meterlas en los bolsillos de su único abrigo color negro, ese que a duras penas había podido comprar. Caminaba con cortos pasos, observando los nombres de las calles para dar con la dirección que ya se había aprendido de memoria luego de casi perforar la tarjeta al mirarla tanto. Freno cuando frente a él, pudo leer en esas grandes letras cursivas:

Tempo
Academia de arte avanzado y alto prestigio.

Decir que no se sintió intimidado, definitivamente sería una vil mentira. El chico lo dudo muchísimo, sobre entrar o regresar por donde había llegado. Un suspiro pesado y largo lo ayudó a liberar la frustración que en su momento sintió, trono sus dedos para liberar el nerviosismo que lo consumió, mordió su labio inferior al imaginar una serie de sucesos posibles que no terminaban nada bien y justo cuando planeaba girar y marcharse, una voz le habló.

—¿Eres nuevo aquí?—aquella pregunta lo obligó a girar con los hombros algo tensos. Sus ojos terminaron topándose con un chico de pálida tez, boina roja y ojos profundamente oscuros.

—Mmm, no realmente—murmuró sintiéndose poca cosa a su lado. Es decir, el chico se veía bastante elegante y prolijo, a Jimin apenas le habían alcanzado las coronas para llegar en el tren de las cuatro, su regreso sería a pie.

—¿Aterrado?—le habló nuevamente con una sonrisa escasa de burla en su rostro, luego abrió la puerta del lugar, pero no entró—Yo iba a morir de un infarto la primera vez que vine, el nombre de la escuela impone demasiado.

—Ni que lo digas—susurró acompañado de una risita nerviosa.

—Pero hey, sólo es una fachada, el señor Olle es una increíble persona—continuó, Jimin guardó silencio—Oh, pero que tonto y descortés de mi parte. Mi nombre es Oliver Olsson. Estudio aquí, la nieta del señor Guidetti y yo somos compañeros en la escuela—se presentó extendiendo su mano, como todo el buen mozo que era.

—Ericksson—se limitó a responder correspondiendo aquel apretón de manos.

—Un placer.—dijo el tal Oliver y al momento en que su reloj sonó sé alejo bruscamente—Rayos, ¡Es tardísimo! Mi clase comenzará pronto. ¿Entrarás?—cuestionó señalándole la puerta abierta.

El rubio lo odio por un segundo al hacerlo sentir presionado de esa manera, luego le agradeció mentalmente, porque siendo sincero consigo mismo, si Oliver no hubiese llegado, él ya estaría de camino a casa. Así que, armándose de valor, subió el par de pequeños escalones y entró con el chico de cabello negro pisándole casi los talones.

—Yo tocó el violonchelo desde los siete, pronto haré una audición para la real academia y así poder graduarme en música—continuó la charla aún cuando caminaban por ese largo pasillo con paredes guindas y blancas—¿Tú tocas algún instrumento?

—No realmente—contestó al momento en que una melodía de piano entraba por uno de sus oídos y salía por el otro—Diría que, mi instrumento, es mi voz.

—Oh, entonces eres cantante—expresó con una notable emoción—¡Yo siempre quise cantar! Pero resulta que soy terrible para ese trabajo. Mi mamá dijo que casi la dejo sorda.

El rubio guardó silencio un poco incómodo, no sabía de qué otra manera continuar la conversación. Sin embargo, ese silencio no duró mucho. Oliver se detuvo abruptamente, haciendo que Jimin hiciera lo mismo.

—Está es la oficina del director. Entra, habla sobre tu inscripción, te dará tu voucher de pago y podrás venir a estudiar a partir de mañana—explicó risueño—Suerte. Supongo que te estaré viendo muy seguido—y sin decir nada más, o tan siquiera despedirse, el chico dio la vuelta y velozmente abandonó el pasillo.

—Supongo—susurró el rubio quedando frente a frente con aquella puerta de madera. El nerviosismo volvió a invadirle, sin embargo, decidió no pensar demasiado y simplemente tocó.

Unos segundos pasaron, antes de que una grave voz le dijese que podía pasar, y así lo hizo.

—Oh, eres tú—fue lo primero que el anciano mencionó, al verle parado junto al marco de la puerta—Así que, al final te animaste a venir.

—Bueno, yo...—divagó entrando de lleno—Pasaba por aquí, y dije: ¿Qué puedo perder al intentarlo? Quizá sólo la poca dignidad que me queda y el orgullo que no debería tener.

El viejo soltó una ligera carcajada, y le indicó con la mirada que tomara asiento. El chico se quitó el abrigo y los guantes, pero decidió dejarse ese gorro que le cubría toda la cabeza.

—No tengo dinero—fue directo—Lo digo, porque el chico de allá afuera me dijo que...

—No voy a cobrarte nada—le interrumpió el director, silenciándolo por completo.

Jimin lo miro casi boquiabierto. «¿Cómo era eso posible?» se cuestionó. Cortos suspiros se le escapaban cuando intentaba hablar, decir lo que sea para sacar información, pero nuevamente se quedaba callado. Hasta que una pregunta específica si se planteó.

—¿Por qué haría eso?

—Porque...en mis veinte años de carrera, nunca, nadie, me había consolado tanto con una canción. Jamás—respondió siendo lo más sincero—Y porque, no me gustaría vivir con remordimientos al saber que un talento nato como el tuyo se desperdiciara, cuando está en mis manos hacer algo al respecto.

El chico nuevamente, no supo que decir. Simplemente le indico con la mirada al anciano que continuará.

—Me gustaría ayudarte a educar tu voz. Si me dejas, claro.


—¡Estoy en casa!—exclamo el rubio terminando de adentrarse al remolque. Aún así, lo único que le recibió fue el silencio.

Se desabotonó el abrigo para botarlo en el pequeño sofá de cuero, se quitó los zapatos, y botó los guantes junto con aquel papel para meter su solicitud a la reciente academia visitada. Sin embargo, al prestar más atención, pudo observar los platos a medio comer sobre la mesa en la cocina, varias cosas esparcidas sobre el suelo, y definitivamente supo que algo malo había pasado.

—¡Annika!—gritó sintiendo esa angustia creciendo en su pecho—¡¿Mamá?!

—Aquí...—pudo escuchar apenas un bisbiseo proveniente de la única habitación.

El chico se apresuró a entrar, observando las sábanas fuera de su lugar, todo envuelto en el desastre. Y apenas en una esquina encontró a su madre en cuclillas, recargada sobre la pared blanca con algo de moho, sosteniendo su cabeza.

—¿Qué fue lo qué...? ¿Dónde está Annie?—dijo parado desde la entrada.

Su mamá guardó silencio, sólo se limitó a señalar con un movimiento de cabeza hacia él armario tan pequeño, que apenas alguien podría caber de pie ahí dentro. El rubio abrió las dos puertas de color café ya algo desgastadas, encontrándose con su pequeña hermana abrazando sus piernas a su pecho, la ropa manchada de comida y su pelo rubio todo desordenado.

—Maldita sea—murmuró sacándola de ahí tomándola en sus brazos. Automáticamente, la pequeña envolvió sus piernas en la cadera del muchacho, y escondió su rostro entre su cuello y hombro—¿Qué rayos pasó? ¿Viktor regresó?

—Nada que sea de tu asunto—le respondió su madre, dejando a la vista el moretón que comenzaba a hacerse notar alrededor de su ojo.

—Es de mi asunto cuando pones en peligro a Annika, si algo le pasa, yo...

—Si algo le pasa, ¿Qué?—interrumpió poniéndose de pie—¿Qué va a hacer un muchachito bueno para nada como tú? Sabes que si le hablas a la policía, servicios sociales se los llevará a ambos y terminarán separándolos.

—Me la voy a llevar—respondió—Voy a quitártela en cuanto sea mayor de edad y pueda deshacerme de ti, Greta.

—¡No si yo me deshago de ti pri...

Y sin decir nada más. Tomó sus cosas de nueva cuenta, una chamarra para la pequeña y salió de aquel remolque, dejando a su madre con la palabra en la boca.

—¿A dónde vamos?—le cuestionó la pequeña.

—A un lugar muy bonito—le respondió terminando de colocarle su pequeño abrigo rosado—¿Tienes hambre? Te conseguiré algo delicioso.

—Quiero ir a casa—murmuró.

Jimin soltó un suspiro pesado, se plantó frente a ella quedando a su altura. Pero antes de hablar, un ligero golpe en la mejilla de la nena llamó su atención por completo, y fue como una bala impactando directamente a su corazón. Apenas reaccionó, él la abrazó fuertemente, mientras sentía ese miedo en su interior, mientras la furia le recorría las venas.

—Yo soy tu casa, Annika—susurro cerca de su oído—¿De acuerdo?—cuestionó separándose lentamente de ella.

Un nido en su garganta comenzó a formarse. ¡Dios! Estaba tan perdido, no sabía que hacer. Apenas si tenía suficiente dinero para comprar algo que comer, ¿Dónde pasarían la noche? Comenzaba a hacer tanto frió que incluso podía sentir como quemaba sus mejillas, pero se negaba a regresar, no iba a hacerlo, al menos no esa noche sabiendo que Viktor podría regresar en cualquier momento.

—¡Maldición! Perdóname—clamó soltándose a llorar frente a sus ojos—Soy un pésimo hermano mayor. No debí dejarte sola con esa mujer y la basura que tiene por novio—dijo sorbiendo su nariz—¿Podrías perdonarme?—suplico—¿Podrías perdonar al fiasco que tienes por hermano?

—Yo no tengo nada que perdonarte, Minnie—le respondió la niña sonriéndole.

Y algo dentro del pecho de Park se rompió.

Dentro de él, algo se rompía siempre.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro