Capítulo nueve: Cálido beso

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Y tal como aquel doctor había dicho, Jennie iba mejorando de a poco. Sin embargo, eso no quitaba la decepción que la alfa sentía de sí misma al enterarse oficialmente que no se presentaría más que para cantar sentada frente al público el día de las premiaciones.

No había nada más que refutar, tuvieron una reunión y la decisión fue tomada por el bienestar de la joven castaña. Que para nada la tenía feliz o satisfecha.

¿Cómo asistir a un evento tan importante si no dará el 100% que tanto se esforzaba en mostrar?

Realmente maldijo el día en que fue tan bruta de mezclar sus sentimientos con el trabajo, distraerse para terminar recostada en un sillón y solo practicar su canto.

Sin embargo, a pesar de ello, también tenía en cuenta a sus fans. Le debía a su público muchas cosas y sinceros agradecimientos. Por lo que la idea de faltar a las premiaciones tampoco era una opción viable.

Ahora mismo se encontraba intentando darle atención a la programación de la televisión. Casi ya era de noche y no tenía nada más qué hacer debido a que sus ensayos se cancelaron. El tema del canto podía darse desde el propio estudio que tenía en su apartamento y dar una última revisión de equipo un día antes del evento.

Soltó un suspiro mientras su estómago se removía en señal de tener hambre. Ni siquiera tenía ánimos de comer algo a pesar de que su cuerpo lo exigía.

Iba a cerrar sus ojos ante el aburrimiento hasta que su puerta fue tocada tres veces. La alfa no quería alterarse, pero al tener un sentido del olfato demasiado agudo, podía reconocer fácilmente aquel aroma que tenía envuelto a su corazón.

—Nini, soy yo... —anunció con calma, dudosa—. Lisa.

La mencionado borró todo rastro de cansancio, pero antes de que la emoción logrará surcar una sonrisa en sus labios, recordó la razón por la cual ahora trataba de evitarla.

Ya no era aquella Jennie aspirada a ser su alfa y a la vez temiendo no ser correspondida. Ahora era la chica de ilusiones rotas y un corazón lleno de inseguridades.

—Jen, sé que está ahí —agregó—. ¿No me dejará visitarle?

La omega detrás de la puerta decía cada palabra con cierta dificultad. Sinceramente no sabía si el haber ido al apartamento de la mayor era lo correcto.

Cierta parte de ella la extrañaba, recordando las veces en las que pasaban mucho tiempo juntas sin pensamientos de por medio. Cuando ambas sonreían genuinamente y creaban anécdotas con cada cosa que sucedía.

¿A dónde se había ido todo aquello? Lisa sintió que algo cambió repentinamente. ¿En qué momento el verse cara a cara se le era tan difícil? Ansiaba su compañía, pero también sabía lo que eso podía significar.

La omega suspiró, quizás sí debía darse su tiempo. Para no seguir confundiéndose y volver a la antigua relación que había formado con su unnie desde que se conocieron.

Miró las bolsas que había comprado con la comida favorita de la joven alfa y decidió no insistir en visitarla para ver cómo seguía con la lesión. Quizás estaba ocupada y podría verla cuando haya más gente alrededor.

Dio una vuelta con lentitud. Le faltaba comprender por qué se sentía tan decaída, puede que sea a que no estaba acostumbrada a recibir una respuesta negativa o un rechazo por parte de Jennie. Se sentía extraña.

Pero el sonido desesperado de la puerta abriéndose la sacó del hilo de sus pensamientos.

—Lili... —la llamó, el tono de voz era lo suficientemente fuerte. No quería que se fuera.

Lisa mordió el interior de su mejilla a la vez que se quedaba quieta. Volteando su cuerpo para saludar a la mayor.

—Le traje algo de cenar —alzó las bolsas, mostrándole una sonrisa de labios cerrados—. Hace mucho que no la consentía y quería saber cómo estaba luego de todo lo sucedido con la presentación.

—Oh, muchas gracias, Lisa —con cuidado, ladeó su cuerpo al borde de la puerta—. Pasa, por favor —pidió anhelante.

La omega vaciló un poco. La idea era dejarle la comida, preguntarle sobre sus días e irse tan pronto como pudiese. No obstante, ahí estaba, adentrándose mientras la fragancia de Jennie se destilaba en todo el lugar. Sonrió al sentirse tan cómoda.

—Traeré unos platos para servir la cena —avisó—. ¿Ya cenaste? —la omega negó algo apenada ante su falta de responsabilidad con las comidas, pero es que estaba tan concentrada en terminar un par de composiciones para el próximo álbum del nuevo grupo que terminó por descuidarse—. Entonces no te irás de aquí hasta comer conmigo todo lo que compraste —dijo en tono amable, realmente el gesto que la omega tuvo con ella había hecho escombros el muro que tanto se forzaba en crear—. Por cierto, muchas gracias. No se debiste haberte molestado.

—No diga esas cosas. Hace días que no he podido verla y me preocupé —se sinceró impulsivamente.

El corazón de Jennie latió tan fuerte que aunque no quisiera, evidenciaba que el impacto de la omega en ella, seguía siendo la misma.

Yendo junto a Lisa, ambas sacaron platos y cubiertos en medio de un ambiente cómodo. Acomodaron todo en la isla de la cocina y la omega le ordenó con cariño a Jennie que se sentara mientras ella terminaba de servir.

Para la alfa era inevitable no perderse en las suaves facciones de la menor, por lo que se encontraba con el brazo flexionado y el mentón reposando en su mano derecha. Apreciando sus movimientos, como si fueran una pareja conviviendo cotidianamente.

Daría mucho porque realmente eso se hiciera realidad.

—¿Prefiere comer aquí o en el living? —le interrumpió inconscientemente, poniendo la cena en una bandeja y esperando la respuesta de la alfa.

—Uh, quizás allá para ver alguna película. ¿Te parece? —preguntó, para ella era muy importante la opinión contraria.

—Es un buen día. Venga con cuidado, yo llevaré esto —se adelantó, llegando a la zona y dejando la fuente en la pequeña mesa.

Ambas se sentaron en el alfombrado suelo. Lisa repartía la comida mientras que la castaña buscaba algún programa o película aceptable. Cuando terminaron con ello, la omega le pasó un par de palillos a Jennie y decidieron degustar de la cena.

Alfa y omega se encontraban al lado de la otra, sumergiéndose en una conversación trivial y fluida en medio de sonrisas. Realmente se habían echado de menos.

—Es un poco difícil, aún me disgusta la idea —comentó la alfa, siendo observada atentamente—. Pero tampoco es como quisiera quedarme sin hacer algo, por lo que estoy practicando una de mis canciones del álbum anterior.

—Me alegra mucho, unnie. Fueron accidentes que a cualquiera le puede pasar... —como enamorarse de una persona que no sabe si es la indicada, meditó la coreana—... Además, no falta mucho, y por lo que me contó, ha mejorado notoriamente —le sonrió con dulzura y comprensión.

Jennie la necesitaba ahí con ella, como ahora, hablando de sus días; dándose apoyo, ella también podía ser su soporte, podía darle todos los abrazos que la omega quisiera y ser su hombro en donde llorar. Podía cantarle cuando tuviera días malos, demostrarle cuánto la amaba frente a todos y así mismo podía amar cada centímetro de su piel cuando estuvieran entre cuatro paredes. Adorarla con todo lo que le cabía en el alma y susurrarle lo perdidamente enamorada que estaba por ella.

Su mente le jugó otra vez una mala pasada, dejando de comprender lo que decía la omega pero viendo con devoción latente aquellos redondos y brillantes labios.

La tensión se sintió en el aire, Lisa guardó silencio ante la mirada adversa. Inconscientemente se detuvo también a apreciar los rosados y carnosos belfos de la alfa. Su cabeza perdiendo las sinapsis para una idea coherente.

Jennie tuvo el impulso.

Era ahora o nunca, tenía que atreverse a enfrentar. Perder o ganar, cualquiera era una probabilidad.

Y fue así cuando la mas baja se inclinó hacia Lisa suavemente, acunando una de las níveas mejillas para amarla con la mirada. Siendo recibida por unos preciosos ojos grandes, expectantes a lo que podría suceder.

La tortuosa distancia se acortó, sus labios se encontraron con viva sensibilidad. El encaje era perfecto, Jennie dio el primer movimiento, ambas explorándose con cuidado y cierta timidez.

La omega le correspondió, besar nunca se había sentido tan maravilloso como ahora. Llevó sus manos al cuello adverso e inclinó ligeramente su cabeza para hacer del contacto algo más íntimo.

Jennie se sentía el cielo, probar la boca de la tailandesa era el anhelado paraíso. Las emociones en su pecho se aglomeraban, sus respiraciones se fundían haciéndolas densamente cálidas.

Cuando necesitaron del tiempo y la calma, la omega se separó casi siendo abrupta. Abrió los ojos con incredulidad, no creyendo que había sido besado y que no lo detuvo en el primer instante que Kim mostró interés.

¿Qué pensaría sobre su persona ahora? Ella tenía a Jungkook y se había besado con su mayor. ¿Qué clase de omega haría eso?

—Y-yo me tengo que ir —dijo con dificultad. La vergüenza cubriéndolas por completo.

—No, espera —la alfa ignoró el leve dolor en su tobillo y se levantó con rapidez—. Lo siento, yo...

—No, fue mi culpa; lamento lo sucedido.

Ahora debes pensar que soy una cualquiera, aquello murió en su garganta, le daba pena decirlo.

—Quédate, yo... —Jennie intentaba tomar más de ese valor que hace minutos atrás tuvo—. Necesito decirte algo, por favor...

—Es muy tarde, t-tengo trabajo —intervino, no podía mirarla a los ojos—. Adiós —fue lo último que dijo, cerrando la puerta con fuerza y no queriendo volver.

Los ojos de Jennie se enrojecieron. ¿Qué había sido ello? Se besaron, podía jurar que la omega también lo había disfrutado. Pero... ¿Por qué la estaba abandonando sin darle la oportunidad de confesarse?

Los antiguos estragos en su corazón volvieron. Esa sería otra noche en donde no podría dormir.

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