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Una vez Lisa llegó a casa, se encontró con sus padres esperándola.

Por un breve instante, pensó que iban a regañarle porque reprobó el examen de Álgebra y que llevaba ocultando durante todo el semestre. Estaba lista para romper a llorar y pedir perdón por haberle ido mal en el examen, hasta que su mamá habló.

―Lisa, ¿cuándo traerás a Jennie a la casa?

Lisa hubiera preferido que le hablaran de su calificación.

Miró hacia ambos lados de la habitación, buscando la mejor forma de huir de allí. Sin embargo, sólo se quedó pegada en el sillón.

―¿Traerla? ―preguntó, con los labios temblando―. ¿Y para qué?

―¡Cómo que para qué! ―farfulló su padre―. ¡Para conocerla! ¡Quiero conocer a mi nuera!

―¡Pero es una pantera! ―explicó―. ¡Ustedes van a asustarse!

―¡Qué dices, no somos conejos, Lis! ―regañó su madre―. Está bien que seamos animales presa, pero no le vamos a tener miedo a tu novia. Ya es momento de conocerla, no es justo que sus padres te conozcan y nosotros no.

Lisa no pudo convencerlos para retroceder, entrando en pánico porque no estaba preparada para ello. Apenas pudo con el hecho de haber conocido a los padres de su novia, ¡y ahora esto! Esto no podía empeorar, ¡era la tragedia más grande de su vida!

No, esa tragedia fue cuando llegó al colegio el día siguiente, deprimida, y a la clase de Literatura llegó un nuevo estudiante que Lisa conocía muy bien. Perdió el color de la cara, espantada, y quiso hundirse en su asiento cuando reconoció el rostro de Oh Sehun, el nuevo estudiante, entrando por la puerta.

¡No era posible!

―¿Limario? ―preguntó Jisoo, cuando le vio el rostro descompuesto.

―¿Ese no es Sehun? ―farfulló Shuhua, mirándolo.

―¡Sí! ―susurró Lisa, frenética.

―¿Y quién es Sehun? ―siguió preguntando la híbrida de zorrito.

Lisa no quería hablar de ello, porque era una de las peores cosas que le pasó en la vida. De sólo recordarlo, se podía poner a llorar por la angustia.

Cuando el timbre sonó para ir al recreo, Lisa recogió sus cosas y salió casi corriendo, con sus amigas yendo detrás. Se abrió paso entre la multitud de personas, hasta el salón de clases de Jennie, y pegándosele casi enseguida cuando salió. La pantera soltó un ruido de sorpresa ante el sorpresivo gesto.

―¿Lili? ―preguntó, atónita.

―Te necesito ―lloriqueó, haciendo un puchero y sin soltarla.

Jennie no preguntó, sólo le devolvió el abrazo, llevándola al patio.

Allí, Lisa se lo explicó a medias, con la voz temblorosa. Oh era un híbrido de ardilla, como ella, sólo que un alfa. Cuando Lisa tenía diez años, fue a un campamento de híbridos herbívoros, el mismo campamento en el que se perdió y terminó en medio de una tormenta en el bosque.

Sin embargo, ese no fue el único hecho traumático que vivió. El otro, incluía a Oh Sehun.

A Lisa le gustaba Sehun, lo encontraba una ardilla alfa muy fuerte y protectora. Era bonito y su aroma a avellanas le gustaba mucho, así que no pudo evitar generar una atracción unilateral por el chico.

A esa edad, Lisa no tenía muchos amigos. En realidad, Shuhua era la única que tenía, pues el resto de los chicos, o la ignoraba, o se reía de ella por estar un poco rellenita. Por lo mismo, admiraba de lejos a Sehun, que además era muy divertido y conocido entre el resto de los híbridos del campamento. A Lisa le gustaba tanto, que en una actividad de manualidades que hicieron, le escribió una bonita carta donde le declaraba sus sentimientos, con la esperanza de ser correspondida. Después de todo, ambos eran ardillitas y tenían la misma edad, ¡era lo ideal!

Esa misma noche, se la entregó a Sehun al encontrárselo a la salida del comedor. Esperaba que el chico la leyera en privado, pero el alfa recibió la carta con una expresión de desconcierto, la abrió y leyó, antes de estallar en carcajadas.

―¡No, que asco! ―gritó, llamando la atención de todo el mundo―. ¡No quiero que la gorda esté enamorada de mí!

―Se-Sehun... ―tartamudeó, con sus ojitos llenándose de lágrimas.

―¡Eres tan repulsiva! ―siguió gritando Sehun, provocando las risas de sus compañeros―. ¿Realmente crees que algún alfa va a querer estar con alguien gorda como tú? En lugar de una ardilla, deberías ser un hipopótamo, Lisa, ¡por lo obesa!

La niña estuvo llorando toda la noche en brazos de Shuhua, que trató de consolarla lo más posible. Fue una fortuna que el campamento terminara una semana después, pero tuvo que soportar las burlas de todo el mundo en lo que quedaba del campamento. Sehun la ignoró por completo después.

Cuando Jennie escuchó su relato, Lisa estaba desatada en lágrimas otra vez, con el corazón doliendo por los recuerdos. La pantera la seguía abrazando, emitiendo un ronroneo bajo que servía, sorprendentemente, como una forma de calmarla.

―Oh, bebé ―suspiró Kim, apenada―, ojalá te hubiera conocido antes, así te habría defendido de todos esos idiotas.

―¿Te gusto a pesar de estar gordita? ―preguntó la de ojos redondos, llorosa.

―Te amo a pesar de todo ―aseguró Jennie―, te amo sin importar qué. Eres mi omega, mi dulce y bonita omega.

Eso era lo que quería oír de la castaña. Le gustaba saber que alguien si podía quererla de esa forma, a pesar de no ser una hermosa y perfecta omega.

―Mis papás quieren conocerte ―le dijo, dándole un beso en los labios, que Jennie aceptó con gusto―. ¿Puedes ir el sábado a almorzar a mi casa?

―¡Claro que sí! ―la agarró de las mejillas y le dio más besitos, de esos que tanto le gustaban a Lisa―. Así conoceré a mis suegros.

Sus palabras le causaron risa, y volvió a recibir nuevos besos en su boca.

Lisa, para el resto de las clases, fingió no conocer a Sehun y no verlo, a pesar de que muchas veces sintió los ojos del alfa puestos en ella. Lo que menos quería era mirarlo, de seguro si la reconocía, se volvería a burlar de ella como lo hizo cuando eran más pequeños.

Shuhua pareció contarle a Jisoo, que no hizo más preguntas y también se puso en modo sobreprotector a su alrededor. A pesar de ser omega también, Jisoo a veces podía asustar a la gente que las molestara, siendo agresiva y gruñendo con ira. Lisa estaba agradecida de tener tan buenas amigas.

Sin embargo, no podía estar siempre acompañada. Y cuando tocó el timbre para la última clase, que era de Química, Jisoo y Shuhua se adelantaron a hablar con la profesora, pues les fue mal en el último examen y querían ver la posibilidad de hacer un trabajo para subir sus calificaciones. En ese momento, mientras Lisa buscaba un libro en su mochila, fue que sintió un aroma a avellanas cerca.

Levantó la vista y se encontró cara a cara con Sehun.

El pánico entró en ella.

―Con permiso ―jadeó, bajando la vista.

―¿Lisa? ―preguntó el alto, llamándola directamente―. ¿Eres Lalisa Manoban?

Mordió su labio inferior, asintiendo con furia.

―¿Me recuerdas? Soy Oh Sehun ―añadió.

Lisa miró a su alrededor con desespero, como buscando a alguien que le ayudara. Sin embargo, el pasillo se estaba vaciando y no veía a nadie conocido cerca.

―Um, sí ―tartamudeó.

―Fuimos al campamento de verano juntos ―se rió con suavidad, como si los recuerdos fueran agradables―, wow, estás... Hueles muy bien, Lisa.

Se sobresaltó ante sus palabras, todavía algo desesperada. Sin embargo, le miró a los ojos, y sólo vio suavidad allí. Aunque de seguro sólo se lo decía para después decir algo hiriente.

―Mmm, gracias ―murmuró―, de-debemos ir a clases...

―Ah, sí ―él rascó su nuca, ahora viéndose apenado―. Lo que quiero decirte es que... ―se preparó para el insulto―, lo siento mucho, no me porté bien contigo ese verano.

Abrió los ojos con sorpresa, aturdida por lo que estaba escuchando. Sehun se veía ahora incómodo, como si no supiera bien qué decir, y Lisa también estaba fuera de sí. No entendía un poco lo que pretendía con eso.

―¿Cómo? ―preguntó.

―Lo lamento demasiado ―dijo Oh, honesto―, lo que hice... lo que dije, fui muy inmaduro y cruel contigo. No estuvo bien que lo haya hecho. Pensé en pedirte perdón cuando volviera a verte en el campamento, pero no te vi más.

Claro que no, luego de lo ocurrido, Lisa nunca más quiso ir a ningún campamento.

―Ah...

―De verdad que lo siento ―añadió Sehun.

En ese momento, como si fuera un ángel salvador, Miyeon apareció por el pasillo, silbando. Le dirigió una mirada de desesperación a la prima de Jennie, que la interpretó enseguida, y corrió en su auxilio.

―¡Lisa, hola! ―gritó, sobresaltando a Sehun, que retrocedió un paso―. ¿Qué haces aquí todavía, acaso te perdiste?

―Hola, Miyeon ―dijo, agarrándola del brazo con gusto―. Ya iba a clases...

―Vamos, iré a dejarte ―respondió Miyeon, dirigiéndole una mirada a Sehun―, a mi prima no le agradaría saber que dejé a su novia sin protección ―tiró de ella y Lisa se dejó llevar―. ¿Te contó el otro día que amenazó con comerme si no te cuidaba?

Lisa se rió ante sus palabras, mucho más aliviada de estar a salvo ahora. Sin embargo, eso no quitó que haya quedado un poco intrigada con lo que acababa de hacer Sehun, y es que no se esperaba nada como eso.

Si Sehun hablaba en serio, era la primera vez que una persona le pedía perdón por sus burlas.

Pero no se iba a quedar a averiguarlo. Tal vez sólo quería agarrarla desprevenida para molestarla y hacerla sentir peor.

Le dio las gracias a Miyeon cuando la dejó fuera del salón de clases, corriendo a sentarse con sus amigas. Poco después Sehun apareció, pero volvió a ignorarlo.

Para su propia fortuna, Jennie pasó a buscarla al salir de clases. La abrazó, sin importarle si estaban en público, y se inundó por su aroma. Le gustaba mucho el olor de su alfa.

―Lisa ―llamó una voz conocida.

Miró de reojo a Sehun. Era un poco gracioso, porque Sehun era un alfa delgado, incluso más que Jennie, pero su aroma le provocaba muchos nervios a Lisa.

Jennie gruñó en advertencia, y Lisa tuvo que haberse asustado, pero sólo se pegó más a ella. Su omega sabía que Jennie jamás le haría daño.

―¿Pasa algo? ―preguntó su novia―. ¿Te está molestando, bebé?

Con Jennie a su lado, se sentía un poco más en confianza. Sabía que nada le pasaría si Jennie estaba con ella.

―No, tranquila, mi amor ―le aseguró, pero no se alejó de ella―. ¿Necesitas algo, Sehun?

Sehun se removió en su lugar.

―No, nada ―rascó su nuca―. Nos vemos por ahí. Fue un placer volver a verte, Lisa.

Y se marchó, tranquilo.

Lisa frunció el ceño, sobresaltándose repentinamente cuando sintió un beso suave dejado en su cuello.

―Jamás volverá a hacerte daño ―le prometió.

Lisa sonrió, hipnotizada por los lindos ojos de su alfa.

―Te amo ―le aseguró, enamorada.

Jennie le dio otro beso. Nadie haría sufrir a su omega nunca más.

***

Cuando llegó el sábado, Lisa estaba nerviosa otra vez, ¿y si las cosas se salían de control?

Anong se encontraba ayudando a su mamá a preparar la cena. Su hermana mayor estudiaba Gastronomía, así que sabía preparar platos que incluyeran carne para Jennie. Lisa, mientras, estaba limpiando la casa de arriba hacia abajo con los mellizos, que más que ayudar, se ponían a corretear entremedio de ella. Por último, su papá estaba cuidando a Canny, que tenía dos años y por lo mismo no podía ayudar en nada.

―Lis, ¿por qué estás tan nerviosa? ―preguntó su mamá―. No le haremos nada malo a tu novia.

―En el peor de los casos, ella nos va a comer ―señaló su padre.

―¡PAPÁ! ―gritó Lisa, horrorizada.

―¡Era una broma, cachorra! ―bufó el hombre.

Lisa estaba segura de que su padre se llevaría muy bien con el de Jennie. Ambos parecían tener un sentido del humor retorcido.

Media hora después, el timbre tocó. Lisa entró en nervios una vez más, pero trató de controlarlos para no dar una mala imagen, y corrió a abrirle la puerta a Jennie.

Sonrió cuando la vio con una flor en su mano, que se la entregó con una mirada tímida.

—La vi y pensé en ti ―le dijo Jennie, acercándose y dándole un beso.

―Qué dulce eres, Jendeukie ―se rió Lisa.

―No me digas así ―gimoteó la mayor, avergonzada.

Lisa la llevó al interior de la casa. Era un poco más pequeña que la de Jennie, pero también más desordenada, pues tenían muchas cosas en las que podían colgarse al ser todos híbridos de ardilla. Los mellizos ya estaban en el comedor, hiperactivos y listos para jugar.

―Ella es Kanya ―presentó.

―¡Hola, novia de Lis! ―gritó la niña.

―Y él es Ten ―continuó la chica, colorada.

―¿Serás la esposa de noona? ―preguntó el niño.

Lisa enrojeció con más fuerza, que Jen temió que pudiera estallar por los nervios. Sin embargo, lo encontró muy adorable también, así que sólo se rió ante esas palabras.

―Claro ―dijo Kim, dándole un apretón de manos―, cuando seamos más grande, será mi esposa.

―¿Cómo es eso?

Y quien habló fue la mamá de Lisa, con expresión sorprendida.

Ahora la pelinegra pegó un gritito, saltando en su lugar, y Jennie también se puso como un tomate, sin saber donde meterse.

―¡Mamá! ―gritó, espantada―. Ella... ella es Jennie, mi novia...

―Y futura esposa ―añadió su padre, apareciendo también y cargando a Canny, que quería ir a jugar―, eso lo escuché muy bien.

Lisa parecía a punto de tener un ataque de pánico, pero Jennie, a pesar de estar avergonzada, dio un paso e hizo una inclinación de respeto.

―Buenas tardes, señores Manoban ―saludó―, um, soy Jennie Kim.

―Yah, Lisa, no te asustes ―dijo Anong, entrando al cuarto―. Sabes que papá y mamá no harán nada malo con Jennie.

Su novia ardillita seguía callada, sin saber qué decir o dónde meterse. Nunca se preparó para un escenario como ese, pues en primer lugar, jamás se imaginó que pudiera tener una novia. ¿Y si sus padres asustaban a Jennie?

Sin embargo, sus papás se portaron muy bien. A diferencia de lo ocurrido con los padres de la castaña, los suyos parecieron aceptar con facilidad el hecho de que saliera con una pantera. Su novia, además, fue muy educada y sólo se rió cuando dos pequeñas ardillas corretearon entremedio de sus pies.

Para la comida, parecía muy sorprendida con recibir un plato con carne. No pensó que le fueran a hacer algo especial.

―Vamos a buscar nuevas recetas ―dijo su mamá, vigilando a Canny para que comiera bien―, vas a tener que venir más seguido desde ahora, ya que estás saliendo con nuestra Lisa.

―¡Claro! ―dijo Jennie, sonriendo―. Yo feliz de venir cuando quieran, señores Manoban.

―¿No deberías decirnos "suegros"? ―preguntó su papá.

No podía ser. Su padre debía estar disfrutando esto por completo.

―Si insisten... ―dijo Jennie, sonriéndole a Lisa, que seguía colorada.

―Ya era momento de que Lisa presentara a su novia ―dijo Anong, sirviéndose ensalada―. Nos tenía con grandes expectativas por lo bien que hablaba del amor de su vida.

―¡Unnie! ―reclamó ella, avergonzada.

―¿Qué? ¿Dije una mentira? ―preguntó Anong, inocente.

―... No ―masculló, provocando más risas. Jennie le dio un beso en la mejilla, feliz.

Horas más tarde, fueron a dar una vuelta juntas. A pesar de toda la vergüenza, Lisa se sentía muy contenta de cómo resultó todo. Le gustaba formalizar, de alguna forma, su relación con Jennie.

―Pensé que a tus padres no les agradaría que tu novia fuera una pantera ―dijo Jennie, llevando de la mano a Lisa.

―¡Oh, no! ―la ardillita bajó la vista―. Es decir, algunos años lo intentaron. A veces... uh... Las ardillas tenemos un... un período de cortejo, en abril ―rascó su nuca―. Por lo normal, todas las familias se reúnen y hacen una gran cena en un parque, para poder conocer parejas o amigos ―soltó una risa forzada―. Sehun no fue el único en rechazarme de forma grosera, así que mamá y papá nunca me presionaron para tener otra pareja ardilla.

Jennie le escuchaba en silencio, sin soltar un poco su mano. Le daba un poco de pena ver a su novia así, tan afectada por culpa de gente estúpida y superficial.

―Pero tú... ¿A ti te habría gustado ser cortejada por alguien de tu misma especie? ―preguntó Kim, un poco preocupada.

―Sí ―confesó―, es decir... habría sido bonito para mí, supongo. Qué alguien de mi misma especie... ―se interrumpió, sacudiendo su cabeza―. Pero ya no importa. Me gustas tú y te quiero a ti, Jennie.

La mencionada abrazó a Lisa, recibiendo un beso en la mejilla, pero sintiéndose también un poco confundida por las emociones que burbujeaban en su interior.

¿No sería mejor que Lisa estuviera con alguien como ella?

No quiso tomarle importancia, sin embargo, quedó muy sorprendida por la casa de los Manoban. Era desordenada, no en un mal sentido de la palabra, sino por la cantidad de lámparas, redes y mallas colgadas en el techo y la pared, puestas allí para que las ardillas tuvieran dónde agarrarse. Por lo que notó, las ardillas eran animales muy hiperactivos, en cambio, las panteras...

Por primera vez, notó lo diferentes que eran, y la sensación no le gustó para nada.

Pero la ahogó. Jennie no quería preocuparse por eso, no ahora, y sólo abrazó a Lisa para hacerle saber que la amaba mucho.

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