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Jennie nunca se caracterizó por ser una chica que se preocupara especialmente por la forma en que lucía, ni mucho menos que tomara en cuenta los dichos de otras personas acerca de ella o su relación con Lisa.

Pero los últimos días, una horrorosa e intensa idea pareció asentarse en su cabeza, y no había forma de que se la quitara de allí.

―Oye, ¿crees que soy guapa?

La pregunta tomó por sorpresa a Miyeon, que le contempló a través del reflejo del espejo. Jennie no pudo con la vergüenza y terminó por desviar su vista.

―¿Qué? ―barboteó Miyeon―. ¿Esto es una pregunta con trampa?

―¡Es una pregunta seria! ―farfulló.

Miyeon seguía luciendo poco convencida de sus palabras, pero sólo terminó por suspirar, sacudiendo su cabeza.

―Claro que eres guapa, es decir, eres mi prima. No más que yo, pero...

―¡No estoy bromeando, hámster de pacotilla!

Miyeon bufó.

―¿Estás teniendo inseguridades con Lisa? ―preguntó en cambio, y Jennie se encogió en su lugar―. Bah, no te preocupes, Jendeukie. Lisa está loca por ti.

―¡No me digas Jendeukie! ―omitió el "sólo Lisa y mi mamá pueden decirme así", ya que alcanzó a callar a último momento.

Molesta consigo misma por lo que acababa de hacer, salió del baño ignorando los cuestionamientos de Miyeon. No sabía por qué, pero se había estado comportando muy nerviosamente los últimos días, y eso también ponía de los nervios a Lisa. Más que eso: le provocaba un montón de inseguridades, y lo que menos quería era eso.

Tomó aire para tratar de calmarse un poco, y aprovechando que era almuerzo, fue en busca de Lisa al comedor. Sin embargo, lo que debió convertirse en un momento de calma se transformó en furia contenida al ver a Sehun cerca de su novia. Pero le sorprendió un poco ver que Lisa no se veía nerviosa, ni asustada, ni temerosa. Parecía... bastante tranquila.

Sintió un retorcijón en su estómago al ver la bonita pareja que hacían: ambos ardillitas, con esas esponjosas colitas alzándose y sus orejitas aplastadas contra sus revoltosos cabellos. Estaba segura de que, si se acercaban un poco más, sus colas formarían un corazón. Casi sintió como le salió un tic ante esa visión.

―¡Jennie! ―gritó Lisa al verla, y le levantó la mano. Sehun le miró con el ceño ligeramente fruncido, pero la pantera corrió a agarrarle la mano a su novia―. Sehun me estaba invitando al parque de diversiones mañana.

Tuvo que haber puesto una cara horrible, pues la ardilla alfa soltó una risa forzada, como tratando de restarle importancia a sus palabras.

―Bueno, no tan así ―se apresuró en decir Sehun―. Es decir, nos han asignado un trabajo juntos, ¿cierto, Lili?

¿Lili? ¿Quién se creía ese idiota para decirle de esa forma a su bebé? Ese cretino se estaba ganando un puñetazo.

―Um, sí ―por primera vez, vio un brillo de inseguridad en los ojos de Lisa―. La profesora de biología nos ha pedido hacer parejas con especies iguales o similares a la nuestra, para ver el tema de la alimentación y nutrición o algo así...

Jennie no entendía de qué le estaba hablando, pero lo único claro que podía sacar de eso es que el idiota de Sehun estaba lanzándole miraditas a su novia. ¿Acaso creía que no lo podía ver? Era como si se la quisiera comer con la mirada. Imbécil.

―Sehun ha dicho que luego de eso, podríamos ir a algún parque ―continuó Lisa―, y le he dicho que sí.

Jennie, si hubiera estado bebiendo algo, lo habría escupido en ese instante. ¿Queeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeé?

Tuvo que haber puesto una cara muy extraña, porque pudo ver otra vez la inquietud en ojos de Lisa.

―Es decir, si tú no quieres... ―tartamudeó la chica.

Jennie miró a Sehun, que le estaba contemplando con una sonrisita de superioridad. De seguro, si Jennie se ponía en modo celosa, esa ardilla idiota lo aprovecharía para meterle en la cabeza a Lisa que era una pantera posesiva que pronto la alejaría de sus amistades. Sí, ya lo podía ver.

―No es eso ―contestó Jennie, todavía con el ceño fruncido―. Me preocupa que este idiota vuelva a reírse de ti.

Bueno, aborten misión. No fue la mejor forma de decirlo, ni el instante para hacerlo, pudo notar la forma en que el rostro de Lisa decayó. Sehun se veía tenso y fuera de sí, también sorprendido por el arrebato de Jennie.

―Lili ―masculló―, ¿podríamos hablarlo...?

―No, ya entendí ―se quejó Lisa, quitándole su mano―. Nos vemos, Jennie.

Y sin decir nada más, la ardillita se marchó a paso retraído, viéndose deprimida y muy, muy triste.

―Vaya ―comentó Sehun―, y ni siquiera tuve que... ¡Woah!

Jennie ya no pudo controlarlo más y agarró a Sehun de la camisa, tirando de él contra una pared. Pudo ver cómo el chico se intimidó ante su aspecto, y la pantera se pudo sentir orgullosa, por primera vez, de ser una carnívora con aspecto aterrador.

―Escúchame, imbécil ―le dijo, irritada―, como la trates mal y le hagas llorar, te arrancaré la cola y te la meteré por la boca, ¿entendido?

―¡No... no es necesario ser tan... tan agresiva, Jennie! ―tartamudeó la ardilla.

―¿Me has entendido? ―gruñó.

―¡Claro, claro!

Sólo ahí lo soltó y Sehun salió corriendo, asustado de que se lo pudieran comer. Jennie bufó, molesta consigo misma por lo que acababa de ocurrir. No quería ir detrás de Lisa, porque sabía que debía sentirse un poco herida con lo que dijo. Casi la hizo ver como si no pudiera dejarla sola con nadie, porque ya le iban a molestar.

Al día siguiente, en la mañana, Lisa se arregló para ir con Sehun al parque de diversiones. La verdad es que, de alguna forma, le entusiasmaba salir con él, ¡y no de una forma romántica! Eso lo tenía claro. Pero era agradable tener un amigo de su misma especie que no fueran sus hermanos. Cuando niña, las ardillitas solían molestarla demasiado porque estaba gordita, y eso hizo que se perdiera varios episodios de su vida. Sin embargo, ahora...

Sehun le pidió varias veces perdón y decidió confiar en él una vez más. Tal vez era un poco arriesgado, pero no quería pasar su vida encerrada y lejos de todo el mundo por sus miedos. Lisa quería ser capaz de enfrentarse a esos temores, para así ser una digna pareja de Jennie.

Sabía que no tenía la elegancia ni el porte de una pantera, aunque podía ser tan valiente como una. Lisa quería tener esa valentía y complementar las diferencias que pudiera tener con su pareja. Además, se esforzaría un poco más en bajar de peso para dejar de pasar vergüenzas y quererse un poco más. Tal vez nunca llegará a ser una modelo de revista, pero trabajaría en su amor propio y en sentirse a gusto con su propia piel. Ella sería digna de Jennie.

Incluso ya le perdonó el arrebato que tuvo el día anterior. Después de estar con Sehun, iría a verla a su casa y se harían arrumacos, ¡qué mejor panorama!

Por eso mismo, se puso bonita para su salida. Pintó sus labios de rosado, se aplicó rímel en sus pestañas y se vistió con una enorme sudadera verde oscuro con un sol con cara de ardilla en el centro. Le quedaba tan grande, que casi podía ser un vestido, pero le gustaban las prendas de ese tamaño. Llenó su bolsito con bellotas y fue al parque.

Sehun fue bastante amable y caballero con ella. Le dijo que estaba muy bonita y Lisa se lo agradeció, ruborizada. Subieron a juegos de poca altura y algunos de agua, y la omega se divirtió mucho. Incluso se permitió comer papas fritas, feliz por lo bien que lo estaba pasando.

A media tarde, Sehun comenzó a ponerse nervioso. Fue cuando decidieron jugar un juego de botellas. ¡El que las derribaba todas, podía escoger un peluche gigante!

―¿Cuál quieres tú? ―preguntó Lisa, cuando Sehun iba en su tercer intento.

―Um, ese de araña, para asustar a mi hermana menor ―le dijo el pelinegro, fracasando y bufando―. ¿Y tú, Lis?

―¡El de ardilla! ―dijo, señalando el peluche de ardilla que agarraba una frutilla―. Es muy lindo.

―Como tú.

Se rió ante las palabras de Sehun antes de pedir su turno. Para sorpresa de todos, Lisa derribó las botellas y pidió la ardilla, llevándose una grata sorpresa cuando, al sostenerla y apretarla, el peluche emitió un chillido escandaloso. Lisa no podía con la risa.

―Oye, Lili...

Qué raro se le hacía, pensó mientras se volteaba hacia Sehun, escuchar ese sobrenombre en labios de otro chico que no fuera Jennie. Eso le hizo extrañarla demasiado, ¿cómo era posible? La vio el día anterior y le envió un mensaje horas antes, además, pronto la vería. Pero extrañar a Jennie era algo ya natural en ella, como respirar o tomar agua. Ella amaba demasiado a su novia, era la única chica en su corazón.

―¿Pasa algo, Sehun? ―preguntó, mientras caminaban por los puestos atiborrados de gente.

―Um, sí ―la omega le prestó atención al alfa, que se veía un poco avergonzado―, la verdad es que quería volver a pedirte perdón por lo que hice cuando éramos niños. No lo pensé bien, fue muy inmaduro de mi parte y te hice mucho daño.

―Oh... ―Lisa fue a sentarse a una banca, con Sehun a su lado―, bueno, está bien, no pasa nada. Fue hace mucho...

―Sí ―concedió Sehun―, pero eso no evita que te haya dañado. Cuando se lo conté a mis padres, ellos se enfurecieron conmigo y me dijeron que no fue bueno que hiciera eso. Ellos me hicieron ver mi error.

Error. A Lisa se le hacía un poco extraño escuchar esa palabra, como si haberse reído de ella o maltratarla fuera algo que no se pudiera controlar, algo que no era premeditado. Lisa entendía un error como pasar a derramar un vaso con jugo, o empujar a alguien sin querer. Pero lo que le hicieron a ella, ¿fue un error?

―Acepto tus disculpas ―le dijo Lisa, amable y abrazando la ardilla de peluche―, no tienes que atormentarte más por eso.

―Lo hago ―se apresuró en decir, y la tailandesa lo observó con desconcierto―, es que... Lisa, cuando te vi hace unas semanas, no pude evitarlo y mi alfa enloqueció contigo.

―¿Cómo? ―tartamudeó, sorprendida.

―Sí, mira ―el color pintó su rostro―. Te traje frambuesas.

―¡Ooooooooooooh!

Ella lo miró sacar de su bolso un recipiente lleno de frambuesas, rosaditas y listas para comer. El chico se veía todavía muy enrojecido.

―Me acordé... ―continuó el pelinegro, tímido―, me acordé del campamento. Te gustaban mucho las frambuesas que sacábamos de las matas.

Una de las actividades favoritas de Lisa era buscar fresas, porque además, podía pasar mucho tiempo con Sehun. Ahí el chico era más bien indiferente con ella, antes de contarle sus sentimientos, pero no le molestaba y eso era suficiente para sentirse enamorada, pensaba la omega.

Por otro lado, era un regalo digno de un cortejo para las ardillas. Siempre los regalos de frutas eran una forma de proponer un noviazgo.

―Sehun... ―murmuró Lisa.

―Te haré la omega más feliz del mundo ―aseguró, seguro de sí mismo―, y te cuidaré de todos los que te quieran hacer daño.

Lisa miró a su alrededor, todavía algo atónita de encontrarse en esa situación. Era la primera vez que un híbrido de ardilla le pedía algo, y una pequeña parte suya, se emocionó un montón ante lo que significaba.

―Gracias ―le dijo, sonriendo con dulzura―, pero Sehun, tengo que rechazarte. Ya tengo una alfa.

Pudo notar la expresión de la ardilla ponerse un poco triste, pero Lisa no se arrepintió de sus palabras.

―Sí, lo sé ―se apresuró en decir él―, y si tienes miedo de terminar con ella...

―¡No, por supuesto que no! ―saltó Lisa, sacudiendo su cabeza―. No es eso, Sehun, ¡de verdad! ―le sonrió, avergonzada―. Es sólo que... que yo amo a Jennie, ¿vale?

―Lili ―Oh mordió su labio inferior―, es una pantera, tú y ella...

―Estamos hechas la una para la otra —afirmó, con toda la seguridad del mundo―. Tal vez es un poco apresurado, pero yo... yo realmente la amo. Mi omega la reconoce como su alfa, y vamos muy en serio.

Sehun se quedó un momento en silencio, haciendo un leve mohín de disgusto ante sus palabras. Por un breve momento, Lisa pensó que le diría alguna grosería por haberle roto el corazón, pero no fue así. Sehun sólo suspiró.

―Llegué tarde, supongo ―murmuró, desanimado.

Lisa no quiso decirle que sí. Tal vez, pensó, si Sehun hubiera llegado un semestre atrás, antes de haber conocido a Jennie, y se lo hubiera propuesto, ella habría aceptado. Lisa siempre soñó con ser cortejada por una ardilla.

Sin embargo, las cosas no siempre resultaban como uno esperaba, y la vida podía dar muchas vueltas. Y ella era feliz ahora, con Jennie.

Se inclinó y le dio un beso en la mejilla.

―Algún día ―le dijo Lisa, y fue como si se estuviera diciendo esas palabras años atrás, cuando era sólo una niña―, llegará alguien perfecto para ti. Sólo debes esperar.

Sehun asintió, apenado todavía.

Luego de eso, decidieron dejar la salida hasta allí, y Lisa se dirigió a casa de Jennie a darle una sorpresa. Ahora, más que nunca, quería abrazos y besitos de su alfa.

Llegó media hora después, tocando la puerta y siendo recibida por la madre de la familia.

―¡Hola, Lisa! ―saludó ella, animándola a entrar―. Qué bueno que la vienes a ver, anda de muy mal humor. Se ha pasado todo el día refunfuñando y ni siquiera quiso bañarse. Sigue en su pijama de gato.

Después de conversar unos minutos con la mujer, subió al segundo piso y tocó la puerta de Jennie. Pudo escuchar un gruñido.

―No quiero comer, mamá ―se quejó alguien por dentro.

―¿Ni siquiera quieres comerme a mí? ―preguntó, abriendo la puerta y asomándose.

Jennie saltó al escuchar su voz, sentándose en la cama de golpe y mirándole con desconcierto.

―¿Lis? ―farfulló―. ¿No estabas en una cita con Sehun?

―No era una cita ―le dijo, entrando y yendo a sentarse a su lado―, ¿pasó algo, Jen?

―¿Ah? Claro que no ―Jennie le agarró la mano―. ¿Por qué preguntas, bebé?

―Tu mamá dice que estás de mal humor.

―Déjala, no sabe de lo que habla ―Jennie tiró de Lisa sobre la cama, y pronto se acurrucaron entre las sábanas―. ¿Y esa ardilla?

Lisa se rió y la apretó. Resonó un chillido en la habitación que hizo a Jennie fruncir el ceño. Era un sonido muy irritante.

―¡Te la traje para ti! ―habló y enseguida la pantera cambió su cara a una de felicidad―. Como dices que siempre me extrañas, ¡ahora ya no lo harás más con ella!

Jennie recibió el peluche, sin dejar de sonreír y comenzando a llenar la carita de Lisa de besos. Eso provocó más risas en la omega.

―Pero no es lo mismo ―se quejó Kim―. No es tan linda como tú.

―Um, ¿tú crees? ―jugueteó Lisa, dándole suaves besos a la alfa en la mejilla―. ¿Y si la dejo impregnada en mi olor?

―Tal vez ahí sí...

Comenzaron a hacerse nuevos arrumacos bajo las sábanas, besándose y haciéndose cosquillas de forma descarada. Pronto, el peluche quedó olvidado y la habitación se inundó de feromonas dulces.

―Eh, chicas, ¿no están teniendo sexo?

Lisa chilló al escuchar al padre de Jennie y empujó a la pantera fuera de la cama. Jennie tenía que aceptar que el ruido que soltó Lisa era muy parecido al de la ardilla peluche.

―¡Claro que sí, digo que no, señor Kim! ―gritó Lisa, apareciendo con el rostro pintado de rojo, los labios hinchados y los ojos llorosos.

―¡Qué bueno, es hora de cenar! ―dijo el hombre, animado, y se retiró, no sin guiñarle un ojo a su hija.

Jennie lo iba a matar.

Lisa la ayudó a ponerse de pie y le dio un beso más en la punta de su nariz.

―Te invitaré cuando no haya nadie y terminaremos eso ―le susurró Jennie, y los ojitos de Lisa brillaron por la emoción.

Lisa no se arrepentía de haber esperado para que llegara alguien perfecta para ella. Valió la pena hacerlo.

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