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Lisa nunca tuvo deseos homicidas hacia alguna persona, ni siquiera cuando fue cruelmente molestada en el colegio. Sin embargo, en ese preciso instante, estaba luchando contra las ganas de acercarse a esa omega que le coqueteaba descaradamente a Jennie.

Su Jennie.

Sentía la ira hervir en su cuerpo y poco más quería atacar el cuello de esa chica, morderla y hacer que se desangrara. Un poco exagerado, pero no podía evitarlo, porque las ardillas eran celosas por naturaleza, en especial en lo respectivo a sus parejas. Hasta el momento nunca tuvo motivos para actuar de esa forma, ya que Jennie jamás siquiera miró a otro omega con ojos románticos. Lisa sabía muy bien que su novia le amaba.

Pero le enfurecía enormemente ver cómo los y las omegas se le quedaban mirando. En especial esa última.

—Uh, Limario, apestas a feromonas de enojo ―comentó Jisoo, haciéndose oír por el ruido de la música.

―Mira a Jennie ―dijo Shuhua―, sigue conversando con esa chica como si nada. Si fuera Soojin...

―O Miyeon ―provocó Jisoo.

―... le lanzaría algo a la cabeza, como una zanahoria ―terminó de decir Shuhua antes de darle un golpe a su amiga zorrito, que se quejó.

Lisa hizo un mohín con su boca. La chica omega, que era una híbrida de gato, le parpadeaba coquetamente a Jennie. La había reconocido porque no era la primera vez que se le acercaba a su novia, pues eran compañeras de carrera, y cuando iba a buscarla a su facultad, solía verla muy cerca de Jennie. Su novia decía que eran sólo amigas, sin embargo, la ardillita notaba el interés de esa omega y, a veces, la captaba dirigiéndole miradas de odio a ella.

Ese día en específico habían salido todas a una fiesta de la universidad o, como solían decir también, festival y jolgorio. La universidad había prestado uno de los gimnasios para la fiesta final, así que ahí estaban, sentadas en una de las gradas mientras las tres miraban a Jennie hablar con Yeseul. Rosé fue en busca de bebidas junto con Soojin, y Jennie había ido al baño cuando fue interceptada por Yeseul.

―Ya, ve a buscar a Jennie ―suspiró Shuhua cuando pasó otro largo minuto y la novia de su amiga seguía conversando con la roba-novias.

Lisa emitió ahora un bufido y se puso de pie, estirando su playera. Confiaba en su novia, claro que sí, al fin y al cabo, la semana pasada cumplieron tres años juntas. Lisa llevaba su marca con orgullo, le gustaba mostrarla y hacerle saber a todo el mundo que era una ardillita ocupada. Pero sus instintos animales eran más fuertes en esa situación, y lo único que quería era arrancarle la sonrisita a Yeseul de un puñetazo.

Se abrió paso por la multitud de personas, acercándose lo más rápido posible a Jennie, y cuando ya estaba a solo pasos de ella, cambió su expresión: puso una sonrisa enorme.

―¡Nini! ―gritó con fingida emoción, lanzándose sobre su novia y agarrándole el brazo―. ¿Vamos a bailar?

―Uh, Lili ―Jennie se rió con su gesto, pasando un brazo por su cintura y atrayéndola hacia ella―, mira, Yeseul me estaba hablando sobre una de las clases...

Yeseul ya no le sonreía a Jennie y miraba con mala cara a Lisa. La omega ardillita seguía sonriendo con encanto, aunque había poco humor en sus ojos, y sin evitarlo, extendió feromonas posesivas alrededor de su chica.

―¿Pero por qué conversan de las clases en esta fiesta? ―exclamó Lisa, volviendo a tirar de Kim―. Vamos a bailar, por fis...

―No seas grosera con Yeseul ―le regañó―, ni siquiera le has saludado.

Lisa miró a Yeseul.

―Hola ―poco más le escupió la palabra―. ¿Ahora si vamos a bailar?

―No te preocupes, Jennie unnie ―habló ahora Yeseul, fingiendo incomodidad―, ya me di cuenta de que no soy bienvenida aquí. Por eso te decía que nuestro trabajo lo hiciéramos en mi departamento.

¿Queeeeeeeeeeeeeeeeeé? ¿Trabajo de qué?

Su cuello casi se quebró al mirar a Jennie, con su mano apretándole un poco el hombro en un gesto disconforme. Jennie la miró con cara de que se tranquilizara.

―El trabajo que te conté ―le explicó Kim―, pero lo haremos en la biblioteca. No es necesario ir a tu departamento, Yeseul...

―Mmm... ―la omega roba-novias puso una expresión triste―, pero quería mostrarte algo, Jennie unnie...

―¡Ya, vamos a bailar! ―rabió Lisa, ahora sin importarle si estaba siendo grosera y pesada―. ¡Y tú, vete al diablo! ―añadió, y tiró de Jennie, que por la sorpresa apenas barboteó algo y no alcanzó a despedirse mientras que Yeseul las observaba con incredulidad.

Arrastró a Jennie mientras refunfuñaba por lo bajo, llevándola a mitad de la pista y abrazándola por el cuello. Su novia comenzó a regañarla, pero Lisa no quería escucharla y, por lo mismo, le estampó un beso en la boca que pronto escaló a meterse las lenguas y emitir gruñidos bajos.

―¡Oigan, consíganse un cuarto! ―gritó Rosé, que pasó por allí llevando de la mano a Jisoo.

Se separaron con un chapucero ruido. Jennie le miró con los ojos oscurecidos, pero Lisa seguía algo enfadada.

―¡Odio a Yeseul! ―le comenzó a sisear la omega―. ¡No quiero que hagas más trabajos con ellla!

―Lili ―gruñó―, es una amiga...

―¡Claro que no lo es! ―Lisa empezó a balancearse al ritmo de la música y Jennie la abrazó por la cintura―. Te hace ojitos todo el día, ¡y no entiende que tú eres mi novia!

―Ella lo sabe.

―Ella te quiere robar ―Lisa sentía el loco impulso de agarrarla y esconderla tras su gran colita de ardillita, como si Jennie fuera una bellota―. ¡La odio!

―Mmmm ―hizo un gesto con su boca, como si le estuviera desestimando, pero Lisa no pudo evitar relajarse cuando la alfa la acercó más y apoyó su cabeza contra su hombro―, ¿de qué te preocupas, Lili? Tú eres mi linda omega. Jamás te cambiaría por nadie.

La menor se recostó contra ella, devolviéndole el abrazo y meciéndose al ritmo de la música. Sabía que Jennie tenía razón y los celos le hacían actuar de manera muy irracional, casi un poco demasiado infantil, pero no podía evitar comportarse así, ¡le enojaba mucho que miraran demasiado a su novia! Jennie igual solía ser algo celosa, aunque era algo distinto, creía la omega, porque su novia era muy atractiva y eso atraía a cualquier omega. Todos encontraban guapa a Jennie, ¡porque lo era, evidentemente! Pero ella, por el contrario, no atraía muchas miradas. Era...

Sintió a Jennie gruñir contra su hombro.

―Siento tu inseguridad ―le murmuró la mayor―, y no te atrevas a seguir ese hilo de pensamientos, Lisa, o me enfadaré también.

―Tú sabes...

―... ¿Cuándo Sehun te coqueteaba tan descaradamente que quería arrancarle la cabeza de un mordisco? ―recordó Jennie―. ¿O esa chica alfa de hace meses que te compró un helado?

―Joy lo hacía por amabilidad.

―Lo hizo porque te estaba cortejando ―los ojos de Jennie brillaron―, porque eres preciosa y todos deberían admirarte, Lisa.

Antes de que pudiera discutirle, otra vez se besaron escandalosamente, con Lisa jadeando un poco ahogada al percibir la lengua entrando en su cavidad bucal. Jennie le agarró con más fuerza por la cintura, gruñendo de nuevo, y la omega cerró sus ojos para abrazarla por el cuello.

―¡Qué vayan a un motel, par de cochinas! ―gritó Miyeon, apareciendo y arrastrando a Shuhua a la pista de baile mientras Soojin protestaba.

Se alejaron con los ojos oscurecidos y ni siquiera se detuvieron a conversarlo: salieron lo más rápido que pudieron del gimnasio, hacia la salida de la universidad, con las feromonas alborotadas. Jennie no se dio cuenta, pero cuando iban saliendo, Yeseul estaba cerca de la puerta y los ojos de ambas omegas se conectaron.

Lisa, por supuesto, hizo lo obvio: le sacó el dedo del medio junto con la lengua, viendo con orgullo la manera en que el rostro de la omega se deformaba por la ira.

Se apresuró a salir tras Jennie, evitando así una posible pelea de omegas. Aunque por defender a su alfa, Lisa sería la omega más valiente del mundo.

Pidieron un taxi, que para fortuna de ambas, pareció notar que la pareja quería llegar pronto a su hogar, así que apretó el acelerador. Estuvieron en su departamento en menos de veinte minutos, y entraron al lugar volviendo a besarse con salvajismo.

Las últimas veces que se habían acostado resultó más salvaje y feroz que antes. Ahora que ambas se establecieron en una relación duradera, el sexo también evolucionó a algo un poco más animalesco y revoltoso. Jennie emitía profundos gruñidos de su garganta, provocando a la pelinegra y haciendo que lubricara con fuerza. Por lo mismo, las prendas de ropa no tardaron en caer al suelo y las dos estaban acostadas en la cama. Lisa chilló cuando sintió una mordida en su labio inferior y las manos de la alfa amasando su culo.

―Por Dios, que gorda me pones la polla, Lisa ―le gruñó Jennie, y Lisa se rió entre gemidos al sentir la, efectivamente, gorda polla de la alfa contra su pierna.

―Amo tu polla ―afirmó la omega, abriendo sus piernas para que se acomodara en ella―, la amo... Oh... Tan dentro de mí...

Nuevos gruñidos roncos, con los dientes de la mayor rozando su cuello. Había algo extrañamente excitante en eso, pensaba Lisa, en que su vida estuviera tan a merced de una carnívora como Jennie (sabía que nunca le haría daño, pero santo Dios, le provocaba tanto la sensación de peligro).

A Lisa le encantaba tener sexo con Jennie. Desde la primera vez, y a pesar de que muchas veces la timidez le ganó, los momentos de intimidad con la alfa los amaba porque le hacían sentir muy deseada y amada. Vivió gran parte de su vida creyendo que jamás sería deseada por ningún alfa debido a su cuerpo, y a pesar de que a veces todavía tenía esos pensamientos invasores, sabía que muchos de ellos eran ideas preconcebidas sin fundamento alguno. En especial, esos pensamientos se esfumaban cuando veía el endurecido miembro de la alfa gotear por ella.

Cuando la sintió rozar su entrada emitió un escandaloso chillido de ardilla, oyendo las risitas de Jennie por lo mucho que temblaba bajo ella. Al volver a besarla, la alfa no tardó en deslizarse dentro de su húmedo coño, y los ojos de la omega revolotearon por lo bien que se sentía eso.

―Dios, eres tan... tan deliciosa... ―le gruñó Kim, encantada por la manera en que la vagina de Lisa le apretaba―, que ganas de... de comerte, bebé...

―¡A-anúdame! ―pidió Lisa, jadeando sin control alguno cuando Jennie empezó a embestirla―. ¡Lléname, alfa!

Jennie volvió a reírse, comenzando a mecer sus caderas contra Lisa, y la omega sólo la abrazó con fuerza, como queriendo que no se alejara demasiado de ella. Era una de las cosas favoritas de la menor cuando se acostaba con su novia: sentirla tan cerca, siendo una sola en ese momento.

Pudo sentir los labios de la alfa deslizándose otra vez por su cuello, los colmillos rozando su glándula de feromonas, y su coño se apretó de manera automática alrededor de la polla de Jennie. El gruñido de la alfa le sacó un estremecimiento y echó su cuello hacia atrás, temblando por las constantes embestidas y la forma en que la gruesa verga de la mayor golpeaba contra su sensible punto G.

―Dios ―le escuchó murmurar―, mira cómo me tienes, Lili ―Lisa miró, entre sus ojos nublados y húmedos por el placer, el rostro de Jennie. La alfa tenía el cabello sudoroso, los ojos afiebrados y la cara enrojecida―, eres tan hermosa ―un nuevo beso en la boca―. ¿Puedo preñarte? Déjame preñarte...

Lisa soltó un par de risas jadeantes.

―¡Bu-bueno, ya! ―gimoteó―, ¡préñame, alfa! ¡Anúdame y... y préñame!

Jennie emitió un nuevo gruñido y Lisa soltó una queja enorme al sentir cómo se detenía.

―¡Oye, no... no pares...! ―reclamó, medio enfadándose.

―Móntame ―dijo Jennie, y la menor abrió sus ojos con fuerza―, vamos, móntame. Quiero verte rebotar en mi polla...

―¡No seas tan sucia! ―chilló, avergonzada, y Jennie la miró con cara de que no fuera idiota. No pudo evitarlo, y Lisa le dio un golpe―. ¡Hablo... hablo enserio!

―¿Sucia? ―una sonrisa malvada se extendió por su rostro―. Puedo ponerme muy sucia, peor de lo que crees ―con esa sonrisa maldadosa Jennie se inclinó, sus ojos brillando tan ferozmente―. ¿Quieres que hable de lo mucho que me pone verte tan húmeda por mí, pequeña cosita pervertida y linda?

Lisa iba a darle un nuevo golpe, y las ganas no le faltaron cuando sintió la manera en que producía más lubricante. Jennie lo sintió, por lo que su sonrisa más grande de ser posible. Manoban iba a pegarle hasta que le escuchó hablar.

―Vamos, ¿quieres montar mi polla? ―no sonaba a una sugerencia―. Sé que tu coño goloso quiere tragarse mi verga, siento lo mucho que le encanta.

Lisa la mataría. Luego de que follaran, agarraría una almohada y la asfixiaría por hacerle eso. Pero por supuesto después de que le hiciera tener su orgasmo.

Jennie pareció adivinar sus pensamientos, porque la sonrisa no se borraba de su rostro. Antes de que Lisa pudiera quejarse, la alfa le agarró de la cintura y tiró de ella, arrancándole un gemidito bajo al enterrarse más dentro suyo. De pronto, Jennie se estaba recostando en la cama, y Lisa se encontraba encima de ella, y por Dios, quiso no hacerlo, pero la omega no tardó en mover sus caderas.

―Eso, así, así ―alabó Jennie con un gruñido―, te ves tan sucia rebotando en mi polla, cariño...

Lisa apoyó sus manos en el pecho de la alfa, jadeando y queriendo que el pene de la mayor llegara tan profundo en ella. Quería demasiado que la anudara.

―¡Alfa! ―gimió Lisa―. ¡Alfa, por fa-favor!

―Depende de ti ―gimoteó Jennie, agarrándole con más fuerza de la cintura―, vamos, sólo fóllate con más fuerza, bebé... Déjame llenarte con mi semen y anudarte para dejarte preñada...

―¡Sí, sí! ―sollozó Lisa, y ya sin pensarlo, se dedicó a mover con más fuerza su cuerpo, levantándose con sus muslos y cayendo con fuerza en la polla de Jennie―. ¡Ah, a-alfa!

Jennie sólo emitió otros gruñidos salvajes y a Lisa le encantaba mirarla para ver sus colmillos asomarse por entre sus labios, con los ojos entornados y luciendo tan salvaje. A la omega le encantaban las características de pantera de su novia, y quizás una de las cosas que más amaba era sentir las púas en la base de la polla de Jennie. Siempre lograba hacer que el placer aumentara hasta un punto inimaginable.

Ahora no fue la excepción: cuando Lisa logró que gran parte del pene de Jennie entrara en ella, bastó para hacerla llegar al cielo. Al sentir las protuberancias rozar los bordes de su entrada emitió un gemido demasiado escandaloso, y Jennie tiró de ella, hacia abajo, para morderle su marca. Lisa chilló, pero terminó por estremecerse, sollozar y correrse, antes de sentir a la alfa meterle la polla lo más profundo posible para correrse en ella y anudarla.

Los dientes de Jennie se enterraron un poco más, y Lisa trató de aguantar un poco el leve dolor. Ya se había acostumbrado a las mordidas de la castaña, y es que eso era algo que no podía decirle que no hiciera, porque era parte del instinto de su novia: a los carnívoros le encantaban las mordidas y marcar lo más posible a sus parejas. Incluso tuvieron una leve discusión cuando, una vez, Shuhua apareció con un collar de marcas en su cuello auspiciado por Soojin.

―¿No te duele? ―le había preguntado Lisa al mirarla, admirando de cerca las mordidas de Soojin.

Shuhua sólo se encogió de hombros.

―Duele un poco ―admitió―, pero ahora, me gusta como se ve. Me hace sentir segura y protegida por mi alfa.

Lisa sorprendió a Jennie mirando el cuello de Shuhua con una expresión extraña en sus ojos. No quiso preguntárselo enseguida para no verse impertinente, pero cuando regresaron a casa, no pudo evitarlo.

―¿Puedo hacerte un collar de marcas? ―le preguntó Jennie, algo recelosa.

La omega enmudeció, algo atónita por la petición.

―¿Por qué quieres hacerlo? ―preguntó sorprendida.

―Los alfas carnívoros... Tenemos una necesidad por hacerlo ―explicó con cuidado―. Se da más en los lobos, pero en general, es una manera de reclamar parejas y hacerle saber a todo el mundo que son omegas ya tomados.

A Lisa le pareció un poco raro, pero por sobre todo, le generó mucho pavor también. La omega tenía poca tolerancia para el dolor en general, y le daba mucho miedo desangrarse con algo como eso. Era estúpido, lo sabía, pero no podía evitar tener ese pensamiento de que podía generarle la muerte o algo así.

Jennie insistió poco, pero al ver que Lisa realmente no quería, dejó de hacerlo. Sin embargo, la omega fue cambiando de opinión poco a poco al ver que Shuhua aparecía más seguido luciendo su cuello.

La alfa no los hacía seguido, sólo cuando se sentía muy posesiva. Hubo una ocasión especial en que lo hizo, que fue cuando hubo una junta de compañeros de secundaria, todos fueron y, al saber que Sehun también iría, le rogó e hizo un berrinche para que Lisa le dejara marcarle el cuello en mordidas. La omega terminó aceptando sólo para que Jennie dejara de gruñir cada dos por tres al hablar.

Al final, no lo valió de mucho, porque Sehun fue con su nueva pareja. Lisa no podía creerlo cuando lo vio llegar de la mano con otro alfa llamado Chanyeol, que era un híbrido de águila. Incluso Jennie quedó incrédula con eso.

―¿Quién crees que le dé a quién? ―le susurró Jisoo.

―¡No seas grosera! ―chistó Shuhua―. ¡Obvio que el águila, por supuesto!

―¡Claro que no! ―intervino Lisa―. ¡Sehun debe ser el que le da!

Shuhua y Lisa se enfrascaron en una discusión, sólo para que terminara ganando Shuhua cuando vieron a Chanyeol agarrando a Sehun de las caderas con una expresión sucia.

De cualquier forma, Lisa ya aguantaba mejor las mordidas de Jennie. Lo soportaba mejor cuando lo hacían mientras se acostaban, con ella anudando y el placer a flor de piel, confundiendo así levemente las sensaciones.

―Mmm... ―gimoteó Lisa sintiendo el esperma llenándola―, Je-Jennie...

Jennie gruñó, todavía mordiendo su cuello. A Lisa le sorprendía un poco lo mucho que perdía el sentido su alfa en el sexo, volviéndose un poco más animal que de costumbre.

―Tendrás que... que limpiarme después ―reclamó la omega apenas, y como respuesta Kim movió sus caderas para que el nudo entrara más―. ¡O-oye!

Más gruñidos. Lisa rodó los ojos.

Finalmente, cerca de quince minutos después, el nudo bajó y Jennie dejó de morderle. Lisa no se quitó de encima, porque sabía que apenas lo hiciera, el semen en ella se filtraría hacia fuera. Sintió las suaves lamidas de la de ojos gatunos en su cuello, como si quisiera aliviar ese dolor. La omega se enderezó levemente y le dio un beso en la boca.

―Me encanta el sexo por celos ―dijo Jennie cuando dejó de besarla―, eres tan linda, Lili.

―Claro que soy linda ―Lisa soltó una risita, un poco orgullosa de sí misma―, ¿no me lo dijiste? "Cosita pervertida y linda" ―la miró ahora con mala cara, agarrando la almohada―. ¡Como vuelvas a decir eso para avergonzarme, te morderé la polla, idiota!

Jennie sólo gritó cuando Lisa comenzó a ahogarle con la almohada, sin poder creer que su pequeña ardillita se abochornara por algo tan tonto como eso. En fin, las cosas que soportaba por amor.

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