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No pudieron librarse de eso, porque cuando Jisoo se ponía en plan insistente, no iba a detenerse hasta conseguir lo que quería. Y más cuando se trataba de la chica que le gustaba: Roseanne Park, una híbrida de pastor alemán, que iba en un curso superior y era una de las chicas más inteligentes de la secundaria. A Jisoo le gustaba desde que la vio por primera vez, y por fin se había atrevido a invitarla, así que... ¿cómo ellas arruinarían eso?

Lisa miró su reflejo en el espejo de su casa, observando sus uñas pintadas de rojo. Le gustaba mucho colorearlas y de alguna forma le daban fuerza ese día. No tardó en hacerse un ligero delineado en los ojos para enmarcarlos, le gustaban mucho y tal vez así se vería más bonita. Se puso encima una sudadera amarilla que le quedaba grande, pero era para cubrir los rollitos de su cuerpo, y se colgó su bolsito rojo en el hombro, donde escondía bellotas, antes de mirar una última vez su reflejo con aspecto deprimido.

Se veía horrible.

Bajó de su cuarto, encontrándose con su hermana mayor, Anong, una ardillita muy bonita y delgada. Anong le deseó suerte, revolviéndole el cabello. En el comedor se encontró con los mellizos Ten y Kanya, que corrían en sus formas ardillitas por los sillones. Mamá, sentada en el sofá, les decía que se calmaran mientras sostenía a la hermana menor de todos, Canny. Eran cuatro hijas y un hijo en la familia.

No eran tantos, en comparación a Shuhua. En la familia de su mejor amiga eran ocho niñas, Shuhua siendo una de al medio.

Se despidió de su mamá y salió a la calle, caminando hacia donde Shuhua y Jisoo ya le esperaban. Juntas, tomaron el bus que les acercaría al parque de diversiones. Shuhua iba tan nerviosa como ella, mientras Jisoo saltaba en su asiento, feliz.

―No conocemos a sus amigas ―dijo Lisa débilmente, tratando de hablar sobre algo para relajarse. No le salió muy bien, con su voz asustada, en tanto Shuhua mordía su labio inferior por la ansiedad.

―Soojin es una híbrida de loba ártica y Jennie es una híbrida de pantera ―dijo Jisoo como si nada.

Yeh se atragantó con su saliva.

―¿Loba? ―dijo pálida, y Lisa sintió náuseas―, ¿pa-pantera? ¡Jisoo, so-son carnívo-voras! ―titubeó.

―¿Y eso qué?

―¡Soy un conejo! ―chilló la menor―. ¡Y Lisa es una ardilla! ¡Somos sus presas, Jisoo!

―Oh.

Lisa mordió su labio inferior, con su estómago revuelto no solo por la perspectiva que planteaba Shuhua, sino también porque temía el momento en que llegaran allá y se repartieran sus citas.

Por el pensamiento repentino de que harían, por el pánico de que, cuando decidieran quién saldría con quién, Soojin y Jennie no quisieran ir con ella porque, bueno... estaba gordita.

Lisa se pondría a llorar si eso llegaba a ocurrir.

Jisoo las tomó a ambas de las manos, impidiendo su huida, y puso una expresión astuta.

―Si no me acompañan ―habló con voz amenazante―, voy a hacerles algo tan horrible que me recordarán por siempre.

―¿Qué cosa? ―preguntó Lisa.

―Todavía no lo he pensado, pero ya se me ocurrirá ―bufó Jisoo.

Fueron arrastradas por la híbrida de zorro una vez se bajaron del bus hasta que vieron a lo lejos a Rosé, hablando con sus dos amigas, y ambas omegas tragaron saliva a medida que se acercaban, reconociendo a las chicas por la descripción que les dio su amiga antes.

Soojin tenía su cabello rubio y largo, y sus ojos eran oscuros, con sus orejas asomadas entremedio de sus pelos y una cola larga y esponjosa. Jennie era más baja, y parecía ser el opuesto de su amiga, con sus rasgos animales siendo de color negro ébano, aunque su cabello era castaño.

―¡Rooooooosieee! ―gritó Jisoo, llamando la atención del trío, que se volteó hacia ellas.

Lisa no sabía para dónde mirar, con Shuhua pareciendo querer colgarse de ella por el miedo.

―Te presento a mis amigas ―dijo Jisoo―, la conejita es Shuhua y la ardillita es Lisa.

―¡Hola! ―dijo Rosé, adelantándose―. La loba es Soojin y la pantera es Jennie.

―Ho-hola ―tartamudeó Shuhua, medio oculta detrás de Lisa, que bajaba la vista.

―¿Cómo van a ir ustedes? ―preguntó entonces la azabache, agarrando la mano de Rosé.

Lisa podía sentir que comenzó a sudar por el miedo.

―Um... ―Soojin puso una expresión pensativa―, ¿lo echamos a piedra, papel o tijera? ―ofreció, sonriendo, y cuando lo hizo ya no parecía una depredadora―. La que gane, escogerá a su pareja.

Bueno, eso estaba bien. Si Lisa ganaba, escogería a Shuhua como su acompañante, aunque eso se viera feo.

Las cuatro jugaron y ganó Jennie, que no había dicho algo hasta ese momento. Estuvo un momento en calma, pensativa, hasta que decidió hablar:

―Quiero a la ardilla ―dijo con tranquilidad.

Lisa se sobresaltó.

―¡Bien! ―exclamó Soojin―. ¡Ven, Shuhua!

Shuhua parecía a punto de llorar.

―Ho-hola ―repitió como tonta.

Soojin se rió.

―¡No te haré nada, lo prometo! ¡No como conejos!

Eso no pareció aliviarla.

Jennie se adelantó, con una sonrisa de lado en su rostro.

―Yo tampoco como ardillas ―aclaró, tomando a Manoban del brazo.

Tampoco la alivió, algo atónita por el simple hecho de que Jennie le escogió. Creyó que cualquiera de las dos iba a escoger a Shuhua porque, por muy asustadiza que fuera, era muy bonita con sus orejitas blancas y su sonrisita traviesa, además de esos llamativos ojos que tenía. Sumado al hecho, por supuesto, de que era delgada.

Lisa sentía demasiada vergüenza en ese momento.

―¿A cuál juego quieren subir? ―cuestionó Jisoo una vez entraron al parque.

―¡A la montaña rusa! ―señaló Soojin.

Se ubicaron en la fila, sin embargo, Lisa comenzó a sentirse un poco nerviosa porque no le gustaban esos juegos.

―Um, yo... ―llamó la atención de sus amigas―, yo pre-prefiero no subir... pero pueden subir ustedes si quieren ―se adelantó a decir, los nervios volviendo a su estómago cuando Jennie le dirigió una mirada.

―¿No quieres que me quede contigo? ―saltó Shuhua algo preocupada, sabiendo que a su mejor amiga esos juegos le asustaban mucho.

―No te preocupes ―Jen agarró la muñeca de la tailandesa de manera repentina―, yo soy su cita, tú ve con Soojin.

Soojin sonrió, agarrándole la mano a Shuhua antes de que pudiera decir algo gracias a la sorpresa, y tiró de ella para seguir a Rosé y Jisoo, que parecían ir en su propio mundo. Lisa tragó saliva, volteándose para observar a Jennie, que le contemplaba con curiosidad.

―¿Pasa algo? ―preguntó débilmente.

Kim sacudió su cabeza.

―Nada ―respondió, su voz grave, enviando un escalofrío por su espina dorsal―, es sólo que eres muy linda.

Lisa la observó, algo sorprendida por sus palabras, su instinto animal enloqueciendo ante aquellas palabras. Nunca, ninguna persona que no fuera amigo o familiar, le dijo eso de la nada. Por lo normal, sus compañeros se reían de ella por estar gordita y le decían lo fea que se veía.

Debido a los nervios, Lisa llevó sus manos a su bolsito, abriéndolo para sacar una bellota y llevársela a la boca, comenzando a mordisquearla con sus manos.

Jennie sonrió y la ardillita apreció que tenía una bonita sonrisa, mostrando sus encías.

―Estás mintiendo ―dijo asustada, pensando que quizás sonreía porque iba a comérsela―, soy fea.

La híbrida de pantera dejó de sonreír, oscureciendo su rostro.

Lisa se asustó tanto que no pudo controlarlo: resonó un puf en el lugar y de pronto ya no era humana, sino una ardilla pequeña, chiquitita, de un bonito color castaño claro, con unas líneas verticales negras en su espalda. Iba a correr hacia un árbol, lejos de allí, pero tardó demasiado en orientarse porque de pronto chilló al ser elevada por los aires.

―Sí ―comentó Jennie, agarrándola con extremo cuidado―, eres realmente bonita, Lalisa Manoban, y hueles muy bien ―sonrió, encantada―. Mi omega.

Lisa chilló con horror cuando Kim la metió en el bolsillo de su sudadera y comenzó a caminar por el parque, como si no estuviera llevando una pequeña ardilla entre su ropa.

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