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El día lunes, Lisa entró al colegio tratando de pasar desapercibida por todo el mundo, luego de la desastrosa cita que tuvo el sábado y de la que no quería volver a saber nada.

Aunque, claro, llevar una sudadera anaranjada, con una ardilla estampada y una frase de "¡Aliméntame con una bellota y seré una ardilla feliz!", evidentemente haría que muchas personas se le quedaran mirando. Además, estaba el hecho de su cola tan esponjosa y grande.

―¡Lis! ¡Lis!

Se giró, sonriendo al ver a Shuhua aparecer, saltando en lugar de correr. Shuhua tenía una manera particular de llamar la atención.

―¿Cómo estás? ―saludó Lisa, rascando detrás de las orejitas caídas de su mejor amiga.

―¡Bien! ―respondió ella―. Bueno, ayer no salí a correr... De pronto, me entró mucho miedo que un lobo pudiera aparecer para comerme.

Lisa comprendió el repentino miedo de su amiga, es decir, todos los híbridos sabían cuándo se encontraban en presencia de otro para evitar algún accidente -como ser comido-, pero eso no evitaba que hubiera algunos idiotas que se confundían, o peor... no les importaba comerse a otra persona.

Asqueroso.

Por eso mismo, Lisa y Shuhua eran tan asustadizas, como el resto de los híbridos herbívoros frente a los carnívoros. Ellos daban mucho miedo.

―Está bien, ahora estamos juntitas ―dijo Lisa, sonriendo con dulzura.

―¡Ustedes!

Se sobresaltaron cuando una conocida voz gritó a metros de ellas, girándose para ver a una enojada Jisoo acercarse. Aunque no se asustaron mucho, ambas ya sabían que su amiga no se las comería. Probablemente.

Por eso no fue una sorpresa cuando Jisoo se lanzó al suelo, pataleando, sin importarle si llamaba la atención de todo el mundo.

―¿Jisoo? ―preguntó Yeh, ladeando la cabeza.

―¡Ustedes arruinaron mi cita con Rosé! —acusó Kim, poniendo lágrimas de cocodrilo mientras golpeaba el suelo―. ¡Ahora no va a querer salir más conmigo!

Lisa miró a Shuhua. La conejita se encogió de hombros.

―Encontrarás otra alfa ―habló la híbrida de ardilla, tratando de animarla.

―¡Yo quiero a Rosé! ―lloró―. ¡No hay nadie como ella! ¡Es alta, tiene una piel bonita, unos ojos muy lindos y esos abdominales...! ¡Sus abdominales son muy sexys!

―Mmmm... gracias, Soo.

Jisoo dejó su show. Lisa se sintió enrojecer por la vergüenza ajena mientras Shuhua soltaba una risa baja. El zorrito miró hacia arriba, todavía en el suelo, y se quedó observando a Rosé a unos pasos de ella, con una sonrisa algo incómoda.

―¡Whop! ―la azabache se puso de pie, limpiando sus pantalones―. ¿Pasa algo, Rosie? ―preguntó, sonriendo como si no hubiera estado haciendo un show segundos atrás.

―Oh, sólo quería agradecerte la cita, la pasé muy bien ―respondió, su sonrisa cambiando un poco al ver que Jisoo pareció olvidar lo que gritó en medio del pasillo. La colita de la chica se movió en señal de felicidad.

―¡No fue nada, Rosie! ―dijo―. ¡Podemos...!

―Y también quería disculparme con tus amigas ―le interrumpió a Jisoo, que infló sus mejillas en señal de disgusto―, por lo... lo que hicieron mis amigas ―se volteó hacia las dos herbívoras, que se encogieron un poco―. Lisa, Jennie está muy avergonzada por haberte asustado de esa forma.

—Está bien ―aceptó, nerviosa una vez más, así que buscó alguna de las bellotas que guardaba en su bolsillo para comérsela, y sin darse cuenta, de pronto tenía como diez metidas en la boca, sus mejillas hinchadas―. No impofta.

Rosé se rió apenas, sacudiendo su cabeza, antes de voltearse hacia Shuhua, que se escondió detrás de Lisa y asomó sólo su cabeza.

―Soojin también está triste ―continuó la neozelandesa―. Realmente le gustaste, Shuhua. Me prometió mil veces que no quería comerte o algo así. Dijo que... dijo que, si aceptas una segunda cita con ella, dejará de comer conejos.

Shuhua frunció el ceño levemente, saliendo de su escondite detrás de Lisa. La ardillita se removió en su lugar, sin saber qué hacer, mientras que Jisoo le sacó la lengua a Shuhua, aprovechando que Rosé no le miraba.

―Si me lo pide ella, entonces aceptaré ―dijo la coneja.

Lisa sabía que estaba mintiendo, porque apenas Soojin se acercara, Shuhua saldría corriendo por el susto. Así nunca terminaría aceptando la cita, una elegante forma de rechazar a la loba.

Rosé aceptó, marchándose de allí con una despedida pues el timbre tocó, así que las tres omegas se dirigieron hacia el salón de clases.

―Creo que no le gusté ―habló la mayor, deprimida. Shuhua le tomó la mano―. ¿Ustedes qué creen?

―Yo creo que sí le gustaste ―animó Yeh.

―Puede ser tímida ―añadió Lisa, un poco triste también, pero sin querer demostrarlo.

Jisoo siguió lamentándose, sin embargo, la mente de Lisa pareció empezar a divagar con un triste hecho: Rosé dijo que Soojin quería otra cita con Shuhua, pero no dijo lo mismo con Jennie. Quizás Jennie sólo estaba bromeando acerca de cortejarla, de ser su alfa. Quizás sólo quiso reírse de ella.

Claro, ¿por qué una alfa como Jennie, una híbrida de pantera, tan elegante y fuerte, querría a esa cosa pequeña y tonta? ¿Qué alfa querría a una ardilla gorda como omega?

Lisa tuvo su primera cita, al menos, aunque fue un desastre por su culpa. Y de paso, arruinó la cita de Jisoo.

Estuvo deprimida el resto del día, pero trató de no mostrárselo a sus amigas, porque no quería llamar su atención y preocuparlas. Además, ¿cómo iba a explicárselos? Sería muy estúpido, porque, además, debería estar feliz. Jennie era carnívora y una pantera, ¡daba mucho miedo! Lisa sería su presa, era herbívora, una ardillita pequeña, ¡ni siquiera esa alfa le gustaba! Era bueno que no se interesara en ella, ¿cierto?

En el último receso, salieron al patio para aprovechar que el sol se despejó un poco, y se sentaron en el borde de la cancha de fútbol, pues en esa zona había un pequeño parque construido especialmente para los híbridos más pequeños y medianos. Jisoo, por ejemplo, se transformó en un zorrito, haciendo un agujero a su lado con mucha concentración. ¿Qué pretendía? Ellas no lo sabían bien y tampoco lo iban a adivinar.

Jisoo era Jisoo, y así le querían ellas.

―¿Debería salir con Soojin? ―preguntó la menor de pronto.

Lisa la miró.

―Bueno, ¿te gustó o no? ―cuestionó la pelinegra, tratando de no buscar en el patio a Jennie.

―¡No sé! ―saltó Shuhua―. Fue muy amable, ¿sabes? Hay alfas carnívoros que son tan pesados... ¡Pero ella no! Dijo que mi colita era bonita ―se puso de pie cuando el timbre sonó―. Pero ¿y sí me come?

De pronto, el zorrito a su lado desapareció y estaba Jisoo, con su carita llena de tierra.

―¿Qué tiene de malo que te coma? ―preguntó Kim―. ¡Los conejos son muy, muy ricos!

―¡JISOO! ―gritó Shuhua, escandalizada, aunque rompió a reír junto al zorrito, y las tres caminaron hacia el interior del colegio.

―Tal vez-

―¡OYE, GORDALIS!

Se sobresaltó ante el cruel apodo y escuchó las carcajadas a su alrededor, volteándose para ver a uno de sus torturadores, Youngdo, sonriéndole con crueldad.

―¡ATRÁPALA, GORDA IDIOTA! ―gritó el alfa, lanzándole una pelota que tenía en sus manos.

Jisoo se echó al suelo y Shuhua se transformó en un conejito. Lisa sabía que debía hacer cualquiera de esas dos para evitar el golpe que iba directo a su cara, incluso cubrir su rostro, pero sólo se quedó quieta, aterrada, y viendo como la pelota se acercaba.

Cuando vio que el golpe sería inevitable, cerró sus ojos.

Pero el dolor no llegó a su cara. Ni siquiera a otra parte de su cuerpo. Sin embargo, un extraño silencio apareció a su alrededor.

Temerosa de abrir sus ojos, creyendo que quizás le tenían otra broma preparada, abrió sólo uno. Terminó por abrir el segundo cuando vio el rostro atónito de Youngdo, a metros suyo.

Y a Jennie, con la pelota entre sus manos, frente suyo.

―Vuelves a hacerle algo así a mi omega ―espetó Jen, lanzándole el balón de vuelta―, y te sacaré los dientes, cretino.

Todos huyeron hacia el salón de clases ante la mirada horrible que la alfa tenía en su cara.

Jennie se volteó hacia Lisa, preocupada, aunque antes de que pudiera decir algo, otra persona habló.

―¡Jennie, mira el conejito que me encontré! —gritó Soojin, detrás de ellas, y sosteniendo a una aterrada Shuhua entre sus manos.

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