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Advertencias: fluff y poco drama. AU de híbridos y omegaverse

Un capítulo chikito como yo

pd: no quiero ver comentarios en este capítulo juzgando a Hoseok, o me agarraré a pelear con cualquiera que salga a ofender a mi bb. 

algunas personas ya se dieron cuenta, pero hobi tiene un claro cuadro de ansiedad y problemas con la comida. para los que sufrimos de ansiedad, ver cómo las cosas se nos salen de control es una de las cosas más terribles que nos pueden pasar, pueden gatillar un montón de otras cosas y cada persona reacciona distinto a cada situación. hobi tiene muchas weas que resolver, y el tema de la intimidad es uno de esos.

por lo mismo, también advierto: no verán escenas de sexo, al menos por ahora. se hablará el tema, pero el smut no es algo fundamental en estos capítulos por todo lo que tiene que enfrentar hoseok antes de dar ese gran paso

por otro lado, tampoco quiero comentarios criticando el actuar de yoongi. xdios, sólo tiene 17 años, puede equivocarse y no tiene las herramientas necesarias para poder contener, como corresponde, a una persona en medio de un ataque de ansiedad. a él también le falta un camino que recorrer en ese sentido, a veces actúa pensando en que está haciendo bien y puede que no sea así, pero no lo juzguen por eso tampoco

y repito: si veo comentarios criticando las reacciones de hobi y yoongi, los bloqueare 

Cuando Hoseok empezó su relación con Yoongi, si bien se encontraba muy enamorado de él, jamás pensó que fueran a durar más allá de dos meses.

Por eso mismo, cuando cumplieron los cinco meses, no podía aguantar la emoción que significaba para él. Cinco meses eran... Era mucho para él, era más de lo que alguna vez soñó en su vida.

Así que, cuando Yoongi le invitó a cenar a su casa, no dudó en aceptarlo. Por casualidad, su aniversario coincidió con una salida de sus padres, que irían a visitar a los abuelos paternos de Yoongi, junto con Ryujin. Al inicio, se entusiasmó un montón por lo que significaba: ellos iban a tener un momento romántico sin nadie que les molestara.

Y luego, se dio cuenta de eso: ellos estarían solos, en la casa de Yoongi, celebrando su aniversario. Hoseok no era tonto, y sabía que eso podía significar algo que le daba terror: tener sexo. Hacer el amor. Follar. Tirar. Coger. Lo que fuera.

De sólo pensarlo, podía sentir cómo su rostro se deformaba por el llanto. Era peor de lo que imaginaba.

Y lo peor no era eso. Lo peor era que no se atrevía a decirle a Yoongi que quería cancelar esos planes, porque sabía que el alfa podía enfadarse, o incluso terminar con él. De sólo pensarlo, Hoseok se sentía más en desgracia. Tampoco tenía el valor suficiente para hablarlo con sus amigos, pues temía que le quitaran peso a eso o le dijeran que exageraba.

Por eso mismo, terminó cometiendo un terrible y gran error: iba a bajar de peso en lo que quedaba de la semana, costara lo que costara.

―Hoseok, ¿otra vez trajiste lechuga?

Se sobresaltó cuando escuchó las palabras de Taehyung, detrás de él. Como si estuviera cometiendo un crimen, Hoseok cerró su recipiente con fuerza y se forzó a sonreír, a pesar del hambre que sentía. El día anterior llevó de almuerzo una ensalada de apio, y el anterior a ese, lechuga. Se estaba saltando los desayunos y cenas a propósito y se trataba de mantener sólo con el almuerzo y agua. Sabía que no bajaría de peso lo suficiente, pero si perdería unos kilos y, tal vez, no sería tan desagradable.

Lo que le daba mayor miedo era eso: que Yoongi le viera desnudo y le mirara con asco.

―Sí ―chilló, ocultando el rugido de su estómago―, ¡estoy a dieta!

―No, eso lo sé ―contestó Tae, desconcertado―, pero estar a dieta no significa comer mal. Alimentarte de sólo lechuga...

―¡No me molestes! ―espetó Hoseok, enfadado―. ¡Las ardillas no necesitamos comer tanto!

Taehyung se veía mucho más perdido ahora, aunque también herido por lo que le dijo. Hoseok se sintió un poco mal, sin embargo, Tae no tenía razones para decirle esas cosas. Claro, como él era delgado y bonito, sin una gota de grasa extra, no sabía lo difícil que era para él. El miedo que le daba no ser deseado por el chico que quería. Era muy probable que él ya hubiera tenido algún momento íntimo con Namjoon, así como Jungkook y Jimin tenían, pero ¿él? Hoseok jamás podría causarle deseo a nadie con su aspecto.

Enfadado consigo mismo por ese hilo de pensamientos, ignoró a Tae y abrió su recipiente, olvidando las desabridas hojas de lechuga. Ni siquiera les echó sal y aceite, queriendo reducir cualquier gota de caloría en lo máximo. Casi a la fuerza, se comió su pobre almuerzo, ignorando las miradas que Taehyung le dirigía. Y fue peor cuando llegó Jungkook, huyendo de Jin.

―¡Hyung, ya, deja de molestarme! ―exclamó el conejito, a pesar de que no se veía molesto―. ¡Eres un pesado conmigo!

―¿Yo soy un pesado? ―se ofendió Jin―. Mírate tú primero, saltando de un lado para otro, con esas odiosas orejas rebotando...

―¡Mis orejas no son odiosas!

―¡El pesado eres tú, Jeon Jungkook!

Jungkook rabió en su lugar antes de sentarse, sus ojos quedándose en la comida de Hoseok, ya casi acabada.

―¿Sólo lechuga, Hobi?

―Sí ―dijo, queriendo que su rostro no expresara ninguna emoción―, me gusta la lechuga.

―A los conejos igual ―y quien habló no fue Jungkook, sino Jin, con una mirada indescifrable―, y la lechuga no es algo que las ardillas suelan comer tanto.

Hoseok sentía que se enfadaba más y más con lo que oía, sin saber muy bien qué le estaba pasando. Era sólo que toda esa situación le afectaba más de lo que debería, sabía que sus amigos se preocupaban por él, pero Hoseok lo único que quería era que le ignoraran esa semana. ¿Y qué si no se alimentaba bien esos días? Una vez pasara todo ese encuentro con Yoongi, las cosas volverían a la normalidad.

O, al menos, eso pensaba hasta que una idea repentina apareció: ¿y si a Yoongi le gustaba? Si, en el hipotético caso de que a Yoongi le gustara estar con él, tal vez querría repetirlo. Querría hacerlo más veces, en otros días. Hoseok no sabía si las panteras eran animales sexualmente activos, pero era un depredador por naturaleza, eso ya decía bastante para él.

No, Hoseok tendría que bajar de peso, sí o sí. A como de lugar. Yoongi podría dejarlo si seguía así, luciendo tan desagradable y feo. Ya no lo molestaban como antes, no le pegaban o le insultaban abiertamente, pero eso no impedía que no escuchara lo que hablaban de él.

Se llevó las últimas hojas de lechuga a la boca, haciendo un mohín por el ácido sabor a limón, antes de ponerse de pie.

―No pasa nada, ¡están exagerando! ―exclamó, tratando de sonreír y lucir normal.

Los tres se miraron con expresión incómodas, sin saber cómo reaccionar. Para fortuna de Hoseok, no insistieron más.

Aunque, también para desgracia, no significaba que hubieran detenido sus intentos de hacerlo razonar. Así que hablaron con Yoongi para que él interviniera.

Cuando Hoseok salió de clases y vio a su novio, corrió a saludarlo. Los últimos días poco se vieron, pues estaban en época de exámenes y decidieron no estar tanto tiempo juntos. Se distraían demasiado cuando estaban al lado del otro. Sin embargo, se juntaban al salir de clases y se iban juntos a la casa de Hoseok, donde Yoongi lo dejaba.

Ahora, Hoseok abrazó a Yoongi y le dio un sonoro beso en la boca. El alfa se lo devolvió, antes de alejarse y dirigirle una mirada.

―Estás más pálido ―fue lo primero que dijo.

El omega parpadeó, un poco desconcertado con sus palabras. Sin embargo, se limitó a sonreír.

―Claro, ¡es el invierno! ―le dijo, alejándose y agarrándole la mano―. Tú también estás más pálido, Gigi.

Hoseok hizo el amago de empezar a caminar, pero Yoongi endureció un poco su expresión. Antes de darse cuenta, el alfa le agarró la barbilla con fuerza y le hizo levantar su mirada.

―No te ves bien ―dijo el más bajo―, me han dicho que no te estás alimentando bien, Hoseok.

Esas palabras le hicieron crisparse, sintiendo cómo el enojo volvía a aparecer. Quiso buscar a Jungkook y Taehyung para regañarlos por lo que hicieron, ¡¿qué le estaban diciendo a Yoongi?! ¡Ellos no tenían porqué meterse en su relación!

―¿Qué dices? ―dijo, un poco enfadado―. ¡Claro que me estoy alimentando bien! Sólo estoy rebajando un poco mis porciones, ¡pero nada más!

―No te ves bien ―repitió Yoongi―. Traes ojeras, te ves un poco enfermo y tus feromonas han cambiado ligeramente ―el alfa hizo un mohín―. ¿Estás preocupado por la cena? Si te hace sentir mejor, podemos no...

―¡Por supuesto que quiero hacerla! ―gritó Hoseok, en medio del pasillo, y pudo sentir cómo algunas personas se detenían a mirarlo. La vergüenza lo golpeó―. No quiero discutir esto aquí, Yoongi, por favor, ¿quieres dejarlo?

Yoongi hizo un mohín con su boca, como si esas palabras le molestaran. Sin embargo, decidió ceder, y ambos caminaron hacia la salida del colegio. No se dijeron nada por varios minutos, cada uno enfadado por su propio lado. Hoseok lo único que quería era que esa semana acabara ya, ¿es qué acaso no podían apreciar sus esfuerzos?

Ese día se había pesado y tenía ya dos kilos menos, ¡era un gran avance! Hoseok podría combinar eso con muchos ejercicios y así, tal vez, el siguiente año tener un cuerpo que fuera más bonito para Yoongi.

―Bien, dime ―habló Yoongi, llamando su atención―, ¿está pasando algo, Seok? Has estado muy extraño desde que te invité a cenar, ¿te incomoda? ―estrechó sus ojos―. ¿Te asusta que hagamos algo que...?

―Yoongi ―chilló, entrando en pánico―, ¡quiero mucho que... que tú y yo podamos hacer esas cosas!

Una pequeña mentira. Es decir, él sí quería. Quería demasiado saber cómo se sentiría tener sexo. En sus celos, Hoseok sólo usaba sus dedos, sin embargo, tenía claro que no era lo mismo. Y con un novio tan guapo y atento como Yoongi, sus ganas aumentaban mucho más.

Sólo que no estaba tan seguro en ese momento. O sea, de que quería hacerlo, sí. Pero ¿era el instante adecuado para él?

Hoseok no quería decepcionar a Yoongi.

A sus palabras le prosiguió un momento de nuevo silencio. Él pensaba que Yoongi reaccionaría sonriendo, complacido ante sus palabras, sin embargo, vio todo lo contrario. Vio... vio disgusto en sus ojos, angustia. Fue como si su alma cayera a sus pies, algo en su pecho se apretara con fuerza y su omega entrara en horrible pánico.

―Hope ―le dijo Yoongi, suavizando su tono―, creo que lo mejor será que no hagamos la cena, ¿vale?

―¿Qué? ―barboteó, con la voz apretada―. ¿Estás... estás terminando conmigo?

―No, no ―se apresuró en decir el alfa―, no pienses eso, ¿está bien? Pero... ―vaciló un momento―, pero mejor hagamos una comida. Siento que... siento que te estás poniendo mucho estrés encima con esto y no quiero que te presiones a ti mismo.

―No me estoy presionando ―jadeó Hoseok, y no se dio cuenta de que estaba a punto de llorar sino hasta ese momento. Podía sentir como si una mano invisible se cerrara alrededor de su cuello, apretando y asfixiando su garganta, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas―, yo quiero... yo quiero...

―Almorcemos ―sugirió Yoongi―, podemos ver alguna película y luego, te voy a dejar a casa.

Ellos hablaron de cenar, ver películas y luego dormir juntitos. Tener su primera noche juntos. Yoongi no mencionó jamás que follaran o algo así, pero Hoseok lo sintió implícito en sus palabras. Incluso, hasta pidió permiso con sus papás para quedarse con el alfa.

―Yoongi ―sollozó Hoseok, sin saber el motivo exacto de porqué esa situación le estaba afectando tanto. Se supone que esas palabras deberían calmarlo, sin embargo, era todo lo contrario: le estaban provocando más dolor, con su corazón rompiéndose ante esas palabras―, por favor, te prometo que...

―No quiero que me prometas nada, Hoba ―le dijo Yoongi, serio―, lo único que quiero es que dejes esta locura de... de comer menos o no comer. ¿Crees que no me doy cuenta?

Se puso a llorar a lágrima viva, tan sobrepasado por sus propias emociones, por la ansiedad que le inundaba en ese instante. Yoongi suavizó su expresión e hizo el amago de abrazarlo, pero el omega lo empujó, y ahora ya no sólo sentía mucha pena, sino también ira. Y enojo. Enojo por la forma en la que lo trataban, la manera en que lo veían, como si él... como si él fuera un niño pequeño al que había que cuidar y regañar.

―¡No quiero nada de ti! ―le dijo Hoseok, tan enfadado y herido por lo que acababa de ocurrir. Tal vez Yoongi no se dio cuenta, pero era como si lo hubiera rechazado, y fue como si todos los miedos de Hoseok se hicieran realidad. Yoongi lo rechazó por desagradable, por horrible, por gordo. No quería follárselo –que grotesco sonaba así, santo dios– porque estaba gordo―. ¡Vete al diablo, te odio!

―¿Hoseok? ―titubeó Yoongi, desconcertado y fuera de sí, atónito por lo que estaba ocurriendo en ese instante.

El omega sólo estaba hablando por hablar, no lo sentía realmente, pero en ese momento, su pesadilla se hacía realidad y Hoseok tenía que aprender a defenderse. Tenía que protegerse. Él sabía que eso iba a acabar así, sabía que Yoongi realmente no lo quería, pero... pero...

Él pensó que podía ser distinto.

―¡Te odio, te odio, te odio! ―lloró.

Y tal vez fue irrisorio hacer eso, pero estaba tan angustiado, tan afectado, que su propio lado animal no sabía cómo actuar, y se transformó en ardilla. Sin pensarlo ni un poco, e ignorando los llamados de Yoongi, el pequeño animal salió corriendo lejos de allí.

Yoongi ni siquiera pudo alcanzarlo, sintiéndose como si una piedra hubiera caído sobre él.

Hoseok se la pasó llorando los días siguientes, sin querer ir a clases e ignorando los llamados de todo el mundo.

Sus padres realmente se preocuparon por el muchacho, pero Hoseok sólo les dijo que terminó con Yoongi y necesitaba unos días para procesarlo. Ellos fueron comprensivos, sin presionarlo para volver a clases y tratando de consolarlo, dentro de lo posible.

Por otro lado, el omega se sentía tan mal que agarró un montón de comida y se dio un atracón con ella, hasta el punto de terminar vomitando entre nuevos llantos. Su mamá tuvo que darle pequeñas porciones de comida los siguientes días, a pesar de que Hoseok estaba desesperado por llenarse de alimento, como si de esa forma pudiera acabar con la ansiedad y el disgusto que le invadía.

Sus amigos llamaron a su teléfono, pero Hoseok los mandó al diablo por mensaje a cada uno, incluso a Namjoon, que sólo le envió un emoji triste. Yoongi también lo llamó, pero Hoseok no podía ver su número sin romper en lágrimas, y terminó por bloquear su número. Hoseok no sabía cómo una ruptura podía doler tanto, sin embargo, ahora lo sentía en carne viva, y era mucho peor que cuando algunos otros alfas como Jisung lo rechazaron. Ahora era como si algo estuviera rasgando a su omega en dos, haciendo que su corazón doliera.

Las cosas se volvieron más malas cuando llegó el sábado, que debía ser su día de aniversario. Hoseok despertó llorando, agarró el suéter que le iba a regalar a Yoongi con un bonito estampado –consiguió que Jungkook le hiciera un dibujo muy tierno, de una ardillita durmiendo sobre una pantera– y se lo puso, agarrando ahora unas barras de chocolate que Jiwoo le trajo el día anterior para animarlo un poco.

En ese momento, bajar de peso era lo más insignificante en su mente, a pesar de que esa mañana se pesó y subió tres kilos desde lo ocurrido días atrás. Se deprimió un poco, por supuesto, pero luego pensó que ya daba lo mismo y estuvo con un peso mucho peor años atrás. A esas alturas, ¿quién más iba a estar con él? Yoongi de seguro debía repudiarlo, y él... Él no quería a nadie más que Yoongi, a pesar de todo.

Yoongi era su único alfa, era... era el amor de su vida, y lo arruinó. Lo arruinó como sabía que iba a ocurrir, y todo por culpa de su peso.

Pero eso no terminaba de acabar. Era pleno invierno, y mientras estaba acostado, sorbiendo por su nariz, observó que estaban apareciendo nubes de tormenta en el cielo. Oh, dios, no ahora. No ahora, no ahora...

No pasó nada para media tarde. A las seis, aproximadamente, se puso a llover de forma descontrolada. Para las nueve, comenzaron los primeros truenos y relámpagos.

Ahora Hoseok no sabía si estaba llorando por el dolorcito en su corazón o por los truenos que rompieron el cielo. Era como si el mundo se estuviera acabando en ese momento, y lo único que se le ocurrió, como pasaba siempre que entraba en pánico y el terror le inundaba, era convertirse en ardilla.

El animalito se acurrucó bajo las sábanas y mantas, temblando y tratando de aferrarse a algún peluche. Por un instante, era como si pudiera recordar esa horrible noche: él mucho más pequeño que ahora, sólo una ardilla bebé, colgada de un árbol que se sacudía en medio de la lluvia, con los truenos resonando entre las nubes. Hoseok pensó, en ese momento, que iba a morir realmente, que ese sería su fin, y que nadie más que sus padres le iban a extrañar.

Resonó un trueno demasiado fuerte, tan sonoro, que entró en pánico y comenzó a revolverse bajo las sábanas, queriendo salir. No, ese no era un buen escondite, debía ir al armario y ocultarse en una caja de zapatos, allí estaría a salvo.

Pero no podía salir, no podía, estaba todo demasiado oscuro, las mantas pesaban sobre él y se encontraba enredado. Comenzó a chillar, desesperado, esperando que sus padres lo escucharan y fueran a ayudarlo. Estaba tan aterrado, que ni siquiera podía transformarse en humano, dominado por su lado animal completamente.

De forma repentina, sintió las mantas siendo levantadas.

―Hey, hey, Hope, Hope...

Por un breve instante, pensó que era su papá, hasta que unas manos callosas lo agarraron con delicadeza. Levantó la vista, aturdido y desorientado, y se encontró con el rostro mojado de Yoongi, con su cabello goteando y la ropa empapada por la lluvia.

Y Hoseok...

Hoseok se lanzó a su cuello, aferrándose a él con desesperación.

Yoongi hizo una mueca cuando las garras se enterraron en su piel con fuerza, pero no dijo nada, sólo le dejó agarrarse a él. Con sus manos un poco húmedas, comenzó a acariciar el suave pelaje de la ardilla, que temblaba contra él, pero no por el frío.

―Sí, sí, tranquilo, bebé ―murmuró Yoongi, agotado por todo lo que tuvo que correr. Cuando comenzaron los truenos, ni siquiera se detuvo a pensarlo: su instinto gritó que su omega se encontraba en peligro y debía ir a rescatarlo―. Ven, vamos, vamos a dormir, bebé, mi lindo bebé...

Hoseok no se movió cuando Yoongi comenzó a desvestirse, agarrando una de las sudaderas del omega que estaban en el suelo. El cuarto apestaba a llanto y pena, pero sabía que no podía abrir las ventanas, así que se tragó el aroma. Su alfa, con sólo olisquearlo, se retorcía en propio dolor por la idea de su omega sufriendo. Sufriendo por su culpa.

Sabía que dormir con el cabello mojado no era la mejor idea, sin embargo, no tenía otra opción. No cuando un nuevo trueno resonó y Hoseok ahora se metió bajo la sudadera, agobiado por encontrar refugio.

―Tranquilo, no pasa nada, ven aquí... ―Yoongi se acostó y Hoseok se movió hacia su pecho. Giró hacia un lado y la ardilla se acurrucó contra esa zona, con los ojos abiertos en pánico y una mirada de terror―, ven aquí, eso... ―lo cubrió con las sábanas y frazadas, y quiso retorcerse cuando sintió a la ardilla moverse para sacar su cabecita levemente―, ¿un poco mejor?

Hoseok respiraba aceleradamente, aunque se veía un poco más compuesto. Yoongi le sonrió con suavidad, pero también con cierto sufrimiento: podía sentir el miedo del omega a través del lazo que ellos, a esas alturas, generaron. Todos esos días fueron como un infierno para el alfa, con las emociones de Hoseok vibrando cada cierto tiempo en su mente. Quiso ir a verlo mil veces, aclarar las cosas entre ellos, tratar de solucionar lo ocurrido, pero los padres del omega le dijeron que no era lo mejor por ahora. Hoseok no estaba en buenas condiciones para recibirlo.

Ahora, sólo lo dejaron entrar al verlo así, húmedo por la lluvia y desesperado por llegar a él.

―Te amo ―le susurró, acariciándole la cabecita, y empezó a ronronear para calmarlo―, te amo, te amo, te amo mi lindo bebé...

Poco a poco, Hoseok comenzó a cerrar sus ojos, con la respiración regulándose, hasta que cayó dormido. Incluso ignoró los siguientes truenos, a los que Yoongi permaneció muy atento por si despertaba, pero el omega sólo dormía como un bebé, todavía en su forma ardilla.

Yoongi, una hora después, cayó dormido también. Por primera vez en días, pudo dormir sin ninguna preocupación, con su omega protegido y en brazos de él.

¡gracias por leer!

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