Capítulo 2: Noche estrellada

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El vagón no llegó a llenarse conforme pasaron los minutos antes de salir. Sin embargo, había unas treinta personas en él para cuando las puertas se cerraron y el silbato anunció que partirían. 

NamJoon se dedicó a seguir escribiendo en su libreta, aunque las palabras no quisieran fluir demasiado con todo lo que había pasado. Sentía aun la rabia, y aunque creyó que la podría transformar en algunos versos, no se sintió enteramente satisfecho. 

A su lado, SeokJin completaba un crucigrama de un periódico que parecía ser de hace unas semanas, preguntándole a NamJoon las palabras que no conocía en inglés, pues el ruso si lo manejaba por haber vivido tanto tiempo allí. 

JiMin y TaeHyung, pudo divisar, se habían quedado dormidos en su asiento, acurrucados bajo la manta que era hospitalidad del Snowpiercer. Realmente no entendía aun la relación de ambos, pero tampoco era algo que lo incumbiera. 

El tren vibró con la activación del motor y casi pudo sentir sus ruedas chirriar contra las vías férreas. 

—Ya nos vamos— comentó y SeokJin dejó el periódico sobre su regazo.

—Espléndido. Ya era hora. 

NamJoon bostezó en su guante, esperando que el tren se moviera por completo. No esperaba que nadie más se moviera ni entrara al vagón, mas se sorprendió al ver que la puerta se deslizó una última vez. 

Un hombre de pelo negro entró. Tenía los ojos chicos y gatunos, con los labios tan delicados como una muñeca de porcelana. Llevaba puesto un gorro de piel gris y una gabardina negra que le llegaba a las pantorrillas. 

Escudriñó a todos en el vagón antes de fruncir el ceño y caminar apresurado hacia NamJoon. 

Extrañado, NamJoon lo observó acercarsele sin saber por qué, hasta que estiró ambos brazos como si quisiera envolverlo en un abrazo. 

Llegó hasta NamJoon, y lo pasó de largo. 

—¡JungKookie! ¿Qué te sucedió?— preguntó preocupado y NamJoon realmente no quiso girarse para verlo abrazar a JungKook como si fuera un niño pequeño, pero lo hizo. 

JungKook soltó un jadeo. 

—¡¿YoonGi-hyung!?— dijo ahogado en el sentimiento. Se aferró a YoonGi con ambas manos, como si temiera que fuera a desintegrarse.—¿Qué haces aquí? 

—Iba a regresar a casa, por supuesto. ¿Qué haces tú aquí? ¿Y por qué estás lastimado? 

—El señor Ivanov... iba a Tailandia. Pero no me dejaron ir en su vagón. Uno de los guardias me golpeó y me trajo aquí, luego estos agradables hyungs me ayudaron.

YoonGi chasqueó la lengua. Tanto NamJoon como SeokJin se giraron ante su mención, aliviados de que pudieran participar de la conversación sin parecer chismosos.

YoonGi hizo una reverencia hacia ellos. 

—Gracias por ayudar a JungKook. Se lo debo. 

—No, para nada. Entre compatriotas debemos ayudarnos, ¿no?— inquirió SeokJin, y NamJoon asintió. 

YoonGi hizo un sonido raro ante eso, mirando a JungKook. 

—No irás a Tailandia con ese idiota. Vendrás conmigo a Daegu. 

—P-Pero, YoonGi-hyung...— berreó JungKook y YoonGi sacudió la cabeza.

—No hay discusiones. Tus padres me encargaron cuidar de ti y ¿yo voy a dejar que ese simio siga aprovechándose de ti? Ni hablar. 

JungKook bajó la cabeza, y YoonGi continuó abrazándolo. 

¡Buenos días, queridos pasajeros, damas y caballeros! Por favor, les ruego que se mantengan en lo posible en sus asientos, para evitar cualquier tipo de accidente— otro hombre uniformado entró, pero este se veía más jovial que todos los que había visto anteriormente. Su pelo era un poco oscuro, pero tenía unos destellos de color rubio. En la placa en su pecho brillaba un pequeño «Jung HoSeok».—Seré su asistente durante este viaje, me llamo HoSeok, así que no se abstengan de llamarme si necesitan algo. Me aseguraré de brindarles la mejor estadía hasta sus destinos finales. 

NamJoon se sentó en su lugar correctamente, rascándose la barbilla. 

HoSeok también tenía acento. HoSeok también era extranjero. ¿Acaso era de verdad que los estaban... separando de los que no lo eran? 

Porque si así era, entonces olvidaría el miedo de que le hicieran lo mismo que a JungKook e iría a quejarse. La estigmatización era algo que NamJoon no toleraría jamás, especialmente cuando llegaba a causar estragos físicos. 

YoonGi se removió en el asiento para colocarse bien, lo supo por el sonido del cuero al rasparse y la presión en su asiento. Luego se concentró en el frente, con el ceño fruncido ligeramente. 

—¿Una moneda por tus pensamientos?

NamJoon miró de reojo a SeokJin, apoyado contra el borde de la ventana. El tren soltó tres silbidos más anunciando su partida definitiva.

—No me gusta lo que estoy notando. 

El castaño deslizó un dedo por su mentón, como pensando. Luego de unos segundos, su pulgar terminó sobre su labio inferior, apretandolo. 

—Entonces deberíamos hacer algo al respecto.

El tren comenzó su traqueteo, gradual y seguro. Los campos nevados y el paisaje moscovita comenzaron a alejarse de ellos por los costados en un borrón que consiguió que las ventanas terminaran embarradas de copos de nieve. 

La vibración chocó contra su espalda, pero el nudo en su vientre jamás se relajó. 

Iba a casa. Por fin, estaba regresando a casa. 

¿Pero por qué no se sentía... bien

SeokJin, aun sonriendo de lado, coqueto, se paró de su asiento y buscó a alguien con la mirada. 

—SeokJin, ¿qué...?— comenzó, sacudiendo la cabeza y viendo al apuesto castaño levantar una mano hacia atrás de él. Movió sus dedos y NamJoon no necesitó ver a quien le hacía el gesto para saberlo. 

Disculpe, ¿podría venir un momento? 

El pelinegro se pasó una mano por el rostro. 

De inmediato, los pasos apresurados de HoSeok se acercaron a ambos y SeokJin volvió a tomar asiento. 

¿Puedo ayudarlos? 

—¿Usted habla coreano?— cuestionó el mayor, entornando los ojos pero sin dejar su tono amable. 

NamJoon vio a HoSeok vacilar. 

—Lo hago. 

El castaño sonrió, y le dio un pequeño empujón a NamJoon con el codo. Esa era su señal. 

—Uh, sí, en realidad teníamos una queja— el escritor se relamió los labios, pensando en las palabras correctas para no perder el hilo. La expresión de HoSeok parecía una de terror enmascarada con entendimiento.—Yo debería estar en el vagón cuatro, según lo que me habían dicho cuando compré el boleto. Y este joven de atrás debería estar en el tres. ¿Sería tan amable de explicar por qué cambiaron los lugares sin avisarnos? Además de que lo trataron horriblemente por intentar quedarse en él. 

—Es cierto. Y con todo respeto, este vagón no parece estar en buenas condiciones. Mi amigo de por allá encontró un escorpión en su asiento— agregó SeokJin, gesticulando con las manos. 

HoSeok los observó a ambos, con los labios apretados como si no quisiera que las palabras se le escaparan. Suspiró y asintió. 

—Bueno, me disculpo por ello. Es inaceptable, y debió ser un error. Se lo comunicaré al administrador de inmediato.

NamJoon le agradeció y HoSeok asintió. Sin embargo, antes de irse, susurró algo junto a ambos. 

Lo siento, ya debieron darse cuenta. 

Con eso, se alejó hacia la parte de atrás del vagón. 

▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃


Afuera el cielo oscuro acobijaba estrellas brillantes, luciendo por la falta de la iluminación excesiva de la ciudad y la soledad de los bosques por los que estaban pasando. Las nubes se habían dispersado ya hace unas horas, cuando NamJoon había mirado afuera por última vez para continuar escribiendo. 

Todo el vagón iba en silencio, cada uno demasiado ensimismado en sus propias historias y la tranquilidad del traqueteo del tren. 

Era una noche perfecta. 

SeokJin roncaba suavemente a su lado, la cabeza apoyada contra el borde del cristal y su brazo doblado por debajo de esta. Se había quedado dormido hace unas horas también, luego de haber completado su crucigrama. 

HoSeok desapareció detrás de la puerta del vagón también horas atrás, cuando se había cerciorado de que nadie necesitaba nada. 

NamJoon seguía dándole vueltas a lo que había dicho y a todo lo que estaba pasando. Sin embargo, se obligó a no hacerlo mucho más, pues no creía que sacaría nada de ello. 

Quizás podría poner una queja formal cuando llegara a Ilsan. Pero solo una vez que estuviera allí, sin preocupaciones. 

Dejó de escribir para tronarse los dedos, y apoyó la nuca contra la parte de atrás del asiento, y este soltó una especie de castañeo. 

Cerró los ojos, pensando en dormir también, cuando se dio cuenta de que su asiento no dejaba de hacer ruido. Volvió a abrir los párpados, extrañado y buscó la fuente del sonido. ¿Acaso los sientos también estaban en mal estado?

Sin embargo, la madera ni el cuero eran los responsables de ello: resultó que el sonido provenía de alguien cerca de él. Más específicamente, de TaeHyung, con los ojos aguados y los dientes chocandose entre sí mientras temblaba. 

Frunció el ceño, JiMin estaba dormido a su lado, sin darse cuenta de su estado, y nadie más que NamJoon parecía hacerlo, tampoco. 

Tomando el impulso en su mente, soltó sus cosas y con las rodillas un tanto flexionadas se acercó al chico. 

Al estar tan cerca, notó los rastros de lágrimas en las mejillas de este. 

—¿TaeHyung? ¿Qué te sucede? 

El rubio giró los ojos hacia NamJoon, apenas moviéndose. 

—O-Oigo... el metal— desvió sus ojos hacia abajo y luego de nuevo al pelinegro.—No estamos s-seguros aquí. Por eso q-quería ir en el tren d-de la noche. 

—TaeHyung, lo que oyes solo son las vías. El Snowpiercer es tan grande que hace que el metal se contraiga más, es n...—

—N-No hablo de ese metal— sus manos subieron a sus hombros para abrazarse a sí mismo, antes de señalar con el mentón al chico dormido a su lado.—El m-metal del broche... el p-pájaro no s-se mueve a menos que alguien vaya a morir. Pertenecía al a-abuelo de JiMin y-y cada vez q-que el pájaro hacía ese sonido.... sucedían cosas horribles. 

NamJoon alzó ambas cejas al mirar al broche con un color apagado, sobre el pecho de JiMin. 

El pájaro se sacudió y clink, clink. 

El mayor tragó saliva, subiendo su mano hasta el hombro de TaeHyung para calmarlo aunque hasta él empezara a sentirse inquieto. Sin embargo, no pudo decirle nada. Su voz fue ahogada con el sonido de la puerta del vagón abriéndose y dejando paso a HoSeok, quien empujaba un pesado carrito de metal por el pasillo. 

NamJoon le dio un apretón al hombro de TaeHyung y decidió volver a su lugar cuando JiMin abrió los ojos desorientado. 

—Todo estará bien— murmuró NamJoon, dando sus pasos hacia atrás para regresar junto a SeokJin. 

HoSeok se detuvo al inicio de la hilera de asientos, una sonrisa dolorosamente falsa en sus labios. 

Siento interrumpirles, pero es hora de la cena. Como sabrán, al Snowpiercer le interesa que todos se sientan como en casa. Por lo tanto, la cena de hoy es a elección, ya que tenemos tres platillos diferentes de tres diferentes países. Esperamos que sea de su agrado. 

Para cuando NamJoon se asentó una vez más, HoSeok se paró junto a él. 

—¿Bulgogi, tonkatsu o pad thai? 

—Bulgogi— el empleado le pasó un recipiente de poliestireno caliente y NamJoon lo recibió sobre la mesa portátil que tenían los asientos dispuestos. Miró a SeokJin aún dormido.—Y también para él. 

HoSeok obedeció y mientras le pasaba el platillo volvió a hablar. 

—Le hice saber al administrador lo que me dijeron. Buenas noticias, mañana realizarán el cambio de sus lugares. 

Con el plato entre las manos, NamJoon le sonrió. 

—Te lo agradezco. 

El otro asintió, pero algo en su expresión le dijo a NamJoon que no estaba aceptando el agradecimiento. De igual forma, HoSeok pasó a atender a JungKook y YoonGi detrás de ellos y NamJoon decidió despertar a su nuevo amigo. 

Le sacudió el hombro delicadamente, haciendo que este se desperezara. Con los ojos apenas abiertos, se fijó en NamJoon. 

—Trajeron comida. Creí que querrías...—

SeokJin se incorporó de inmediato, rascandose los ojos agresivamente. 

—Sí, oh, gracias. Estaba hambriento— el pelinegro sonrió pasándole el recipiente y SeokJin le devolvió el gesto. Abrió el poliestireno y alzó las cejas, casi sorprendido. 

—¿Bulgogi? 

—Estoy tan impresionado como tú. 

—Creo que aprendieron la lección— el castaño se encogió de hombros y hundió sus cubiertos en la comida. NamJoon lo imitó, y pronto todo el vagón pareció llenarse del suave aroma de la comida recién preparada. 

Comieron en silencio, el tren sin detenerse mientras llegaban al primer destino. 

—Está bueno— comentó SeokJin, empujando un pedazo de carne alrededor de su plato.—Solo tiene... un ligero sabor dulzón. ¿No crees? 

NamJoon asintió. Las luces de afuera parecían repetirse cada vez más rápidamente. Pero afuera no había luces. 

—Sí, pero tiene... parece...— intentó coincidir, sin embargo, las luces eran tan cegadoras que su cabeza dolía. 

SeokJin soltó sus cubiertos con violencia, sus manos temblando sin control mientras se cubría los labios. 

—N-NamJoon, esto no es...— sin previo aviso, el mayor cayó inconsciente hacia un costado, sobre las piernas de NamJoon. 

Este, todavía con la cabeza cada vez más pesada y la boca seca, intentó sujetarlo, solo para que sus extremidades no se movieran. 

Oyó gritos de otras personas en el vagón, pero él solo pudo susurrar el nombre de su acompañante antes de sumirse ante la oscuridad también. 















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