〘 01 〙

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Primer Encuentro.
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¿Alguna vez has sentido como si no hubiera ninguna persona en el mundo que te ame?

Era la sensación que yo más odiaba en el mundo.
Porque se sentía, como si nunca en mi vida pudiese ser feliz y desde pequeña siempre tuve este sentimiento.

Como si estuviese flotando fuera de mi, observándome. Mirándome y odiando todo lo que veía.

Sobre el pupitre blanco, junto a la ventana que da vista al cielo en tonalidades naranjas, hay libros y libretas amontonados, hojas arrugadas, descuidadas, con apuntes que anoto para recordar pero que al final termino olvidando de todos modos, lápices esparcidos sobre estás o basura de colores junto al sacapuntas.
Hay alumnos vueltos locos estudiando, mientras yo, solo me limitaba a escuchar música con los auriculares puestos, disfrutando como el cielo, lentamente se volvía oscuro.
Me percaté que el timbre que indicaba la hora de salida se había hecho presente, cuando mis compañeros comenzaron a guardar sus cosas y a salir sin orden alguno.
Un fuerte suspiró se escapó de mi boca.
Con pereza guarde todo mi desastre en la mochila, la colgué sobre mis hombros y caminé a la salida.
Miré a ambos lados del pasillo, cuando me percaté de que todo estaba solitario, me atreví a caminar para llegar a casa antes de que papá lo hiciera y así encerrarme en la habitación sin tener que mirarle la cara.

El aire era frió, hacia qué mis manos y nariz se congelaran, la falda del uniforme no ayudaba mucho tampoco.

Ya era de noche. Las calles eran oscuras, las lámparas apenas alumbraban.
Los autos casi no transitaban, los colores de los semáforos iluminaban las líneas peatonales dándoles una vista más brillante.
Tomaba siempre el camino más largo a casa, ese donde atravesabas callejones y vecindarios solitarios. Tampoco mentiré, en ciertas ocasiones me daba miedo, si alguien te atrapara ahí, seguro nadie se daría cuenta ni aunque gritaras fuertemente pidiendo ayuda.
Los edificios eran viejos, el piso estaba cubierto por charcos de agua sucia, las tiendas estaban cerradas, lo cuál era extraño, puesto que muy tarde no era.

Caminaba tranquila hasta que a lo lejos, vi a un grupo de pandilleros golpeando a un muchacho. Eran tres contra uno, realmente una bola de montoneros.
Me maldije miles de veces en mi cabeza cuando saqué mi celular llamando a la policía y no haber pasado de largo, pues cuando apenas marcaba el primer dígito, ellos ya me habían visto.

—¡Está llamando a alguien!—soltó uno, y junto con otro chico caminaron hacia mi—¡Dame el teléfono!—habla bruscamente

Guarde silencio escondiendo el celular en la espalda. Me negaba, me negaba rotundamente.
Era increíble como hace apenas un momento me encontraba mirando por la ventana, y ahora estaba metida en esta situación.
Los miré seria, tratando de disimular el miedo que poco a poco yacía dentro de mi.

—¡¿Qué no escuchaste maldita perra?!—gritó tomándome del cabello y aventándome frente al chico que anteriormente golpeaban

Mis rodillas sintieron un ardor, al igual que las palmas de mis manos al rozar contra el pavimento. Mi cabello cubrió por completo mi rostro por tanta brusquedad.

—¡Oye tranquilo!—dijo el que al parecer era su líder—Es solo una niña

Miré el suelo aterrorizada, cerré el puño al darme cuenta de que la pantalla del celular estaba rota, resultado de la caída.
Apreté los ojos y la mandíbula, mientras que mi respiración era rápida, mi pecho subía y bajaba de manera irregular.

—¡Linda, debiste seguir de largo!—comentó tomándome del mentón con fuerza para obligarme a mirarlo—¿Es tu novio? ¿Eh?—preguntó moviendo mi cabeza 

Lo miré furiosa.
El enojo se apoderaba rápidamente de mi, tanto que unas cuantas lágrimas resbalaron sobre mi mejilla.

—¡Mira lo que has hecho, Hoseok!—continuo pisando la cabeza de aquel chico—Aunque, debo decir que, en parte se te agradece, semejante obra de arte que nos topamos por culpa tuya

Al parecer, eso hizo enfurecerlo, pues con el enojo recorriendo sus venas, se abalanzó encima del hombre, dando golpe tras golpe en su rostro.
Las luces de la policía se hicieron presentes. Probablemente pudo haber sido una patrulla vigilando la zona.
Cubrí mi cara asustada, el sonido de su puño contra su pómulo no era uno muy agradable ante los oídos.
Los otros dos lo detuvieron antes de que pudiese matarlo. Porque si, el tipo ya estaba delirando.

Cuando deje de escuchar ruido alguno, destape mi cara con lentitud, topándome con su mano frente a mi.
Sus nudillos estaban sangrando, su rostro estaba todo golpeado y apenas podía mantenerse firme, su pecho subía y bajaba, su mirada era vacía.
Con inseguridad acepte su ayuda, y me levanté torpemente.

Uno de los tres policías caminaron hasta nosotros, mientras que los otros dos atraparon a aquellos pandilleros.

—¿Se encuentran bien?—preguntó—Llevamos buscándolo un par de días, robo una tienda de conveniencia—dijo mirando a aquel tipo—Fue bueno patrullar esta zona

La verdad es que había dejado de prestar atención a lo que el tal Hoseok y el policía platicaron después. El aire recién me regresaba a los pulmones por tan horrorosa experiencia apenas vivida.

—Te llevaré a casa—susurró casi inaudible llegando a mi lado

Eso hizo que aterrizara nuevamente en tierra pues me había ido hasta el más allá, no había notado si quiera cuando los policías se habían marchado junto con esos delincuentes.

—No es necesario—respondí por fin con la mirada puesta en el piso mientras jugaba con mis dedos

—Ellos podrían regresar en cualquier momento, dudo que la policía los retenga por mucho tiempo, ya te tienen en la mira—respondió colocándose el gorro de su sudadera—Debo asegurarme de que llegues a casa, a salvo

Levanté la mirada, topándome con la suya.

—Después de todo, fuiste tú quien me salvo está noche

Aquella...fue la primera vez que lo vi.
Esa fue la vez, en que conocí a Jung Hoseok.
Y nunca, nunca voy a olvidarla.

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