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A la mañana siguiente no logré despertar mejor. Caí de boca de nuevo contra el suelo de madera, despertando de nuevo a Rin.

—Eh, deja de besarte con el suelo de madera. Un día de estos te lastimarás. —se burla mientras se encierra en el baño.

Espero a que el pelirrojo salga y no puedo evitar sonrojarme al verle de nuevo en toalla.

Debería acostumbrarme.

Esta vez, me tardé un poco más de lo usual y ambos salimos apresurados. Yo llevaba la corbata en mis manos. Antes de llegar, Rin me detuvo y me arrebató la corbata para ayudarme a ponérmela.

—Deberé enseñarte a ponértela. —dice una vez terminado. Yo estaba con las mejillas rojas.

—Gracias, Rin.

Y entramos a clase.

Seguimos con la misma situación solo que ahora mejor manejada. Anotaba lo que el profesor decía a la vez le echaba un vistazo a los apuntes de Rin.

En la última clase antes del almuerzo, el profesor dio un anuncio.

—Deben elegir al delegado del salón. Se encargará de asuntos importantes. —explica. Recargo mi barbilla en mi mano. Bah, ¡aburrido! —Entonces, me gustaría que propusieran a alguien.

De repente Rin levantó la mano.

—Propongo a Shirakawa Ryota como delegado.

—Maldito Shagk ¿Qué crees que haces? ¡Regresa del mar de dónde te escapaste! —digo rápidamente. Rin me mira sorprendido pero luego se suelta a reír.

—¿Me llamaste Shark? —corrige con su perfecto inglés. Ruedo los ojos. —Me gusta.

—Shirakawa Ryota es candidato. ¿Quién más?

Otros dos fueron elegidos para poder ser delegados. Estaba molesta con Rin, apuesto a que esto era parte de su venganza.

Para mi gran suerte, la clase de deportes iba después de la hora del almuerzo. Logré escaparme de Rin para poder vestirme y estar lista a la hora de clase sin tener que desnudarme frente a un montón de gorilas.

—¡Buenos días! —saluda el profesor de deportes. Toda la clase de segundo estaba ahí, logro ver al pelirrojo a unos metros y me acerco para quedar junto a él. —Proseguiremos con un examen físico.

—¿Examen físico? —pregunto en voz alta. Rin me mira.

—Es para saber el nivel de resistencia de los alumnos. —explica el pelirrojo. —¿Nunca hiciste uno?

Bueno... nunca fui de deportes así que...

—¡Comenzarán con correr alrededor del campo! ¡Ahora! —ordena el profesor.

Rin toma mi brazo para avanzar.

—Vamos enano, sígueme el paso.

Definitivamente no era lo mío.

Rin simplemente estaba a mi lado porque tomó mi ritmo, pero ambos sabíamos que él podía dar más vueltas. A la segunda vuelta ya me sentía mareada, quería descansar.

—Eso no, enano. —Rin toma mi muñeca para seguir. —Aunque solamente trotes, pero no te detengas. Tu cuerpo debe acostumbrarse.

—¡Moriré! —grito con el poco aire que me quedaba. Rin suelta una carcajada pero a mi no me hacía nada de gracia. —Rin, me duele. —señalo mi costado, apenas y podía respirar. Rin se dio cuenta y detuvo el caminado para examinarme.

Caigo de rodillas al suelo tratando de agarrar algo de oxígeno, me costaba trabajo respirar.

—Eh, tranquilo. Hazlo lento... —Rin estaba inclinado de cuclillas junto a mí. —Cálmate.

—¿Qué pasa? —el profesor se había acercado lo suficiente.

—Es mi mala condición física. —respondo en un susurro ahogado. Sonrío como disculpa. —Logré sólo tres vueltas.

—Dos y media. —corrige Matsuoka, mostrando su dentadura afilada.

—Bueno... Rin ayuda a tu compañero a caminar hasta el banquillo, ahí quédate por si pasa algo.

—¿Rin ya no correrá? —pregunto algo preocupada.

—No es necesario, puedo ver que tiene buena resistencia. —y se va.

Doy un suspiro, mi respiración estaba recuperándose.

—Ven, vamos a llevarte.

Sé que como un chico debería darme vergüenza que Rin me medio cargue, pero soy una chica... y me gusta que lo haga.

—Puedo caminar solo. —remarco la última "o" recordando que soy un chico.

Pero a Rin solamente le da risa.

—Claro, seguro que caminando como Bambi recién nacido llegas al banquillo.

Pongo los ojos en blanco pero no digo nada más. Rin me deja sentada y luego me estira una botella con agua.

¡Para mi fue suficiente ejercicio de todo el año!

—No creí que te desmayarías a la mitad del campo. —se burla el pelirrojo junto a mí. Le miro con molestia.

—No me "desmayé". Sólo... que perdí un poco de aire. Eso es todo.

—¿Un poco? —alza su ceja. —Ryota, parecías pez fuera del agua ahí en el césped. Retorciéndote y todo.

Giro mi rostro, sonrojada. A veces Rin es muy molesto.

—Claro, lo dice un tiburón. —susurro. Pero Rin escuchó y solo atinó a reír.

—Ten cuidado... —se acerca lentamente. —Ya sabes lo que dicen de los tiburones.

Frunzo los labios con nerviosismo. A parte de todo quería asustarme.

—No, no sé. ¡Debo irme! —digo al instante, saltando del banquillo como si no hubiera sufrido un ataque hace unos minutos. —¡Te veo en clase!

No dejo que Rin diga algo, huyo cobardemente a los vestidores y me encierro en uno de los baños para poder cambiarme de ropa antes de que alguien, Rin, me viera.

La clase de deportes será la más difícil.

Ya tenía puesto el uniforme cuando los chicos entraban a los vestidores. ¡Ni siquiera habían entrado y ya estaban medios desnudos!

Agacho la mirada y salgo rápidamente, no quería verlos... no debía verlos.

Camino por los pasillos ya más tranquila, tocaban solo un par de clases y el resto de la tarde estaría libre.

En el salón de clase, camino hasta la última banca típica y dejo mis cosas sobre ella. Enredo una mano entre mi corto cabello mientras doy un suspiro.

Tal vez debí de entrar al Internado de mujeres... si me descubren me irá muy mal.

Solo fueron cinco minutos los que estuve sola, los alumnos comenzaron a llegar platicando entre ellos y riendo.

Hasta ahora mi único amigo es Rin, y no dudo que termine alejándose.

—Aunque no ves nada, insistes en sentarte hasta atrás. —Rin cae en el asiento junto a mí. Tenía cara de cansancio. —Solo es el segundo día y ya odio las clases.

—Apuesto a que solamente esperas desesperadamente el club de natación. —me burlo. Rin sonríe de lado.

—Me estás conociendo muy bien.

El profesor entró al salón, con él llevaba varios papeles.

— El delegado ya fue elegido por mayoría de votación. —explica. Le dedico la mejor mirada de odio a Matsuoka quien sonríe con inocencia. —Bien... Pase al frente joven Shirakawa Ryota.

—¡Woo! —grita Rin emocionado. Le miro atónita, me levanto de mi banca para caminar frente a la clase.

—A partir de hoy serás el delegado de la clase.

Maldito Matsuoka.

Después de clase tuve un par de horas para poder calmar toda la molestia dentro de mí, descargaba mis malas vibras leyendo. Fue una excelente idea entrar al club de lectura, varios libros que ya había leído anteriormente y que ahora puedo retomar.

En mis manos ahora se encontraba una de las hermosas obras de Conan Doyle, "Sherlock Holmes" y estaba auténticamente en inglés.

¡Era el paraíso!

—Ptss... Ryota. —susurra un chico de primero. Alzo mi mirada para prestarle atención. —Alguien te está buscando.

¿Quién se atreve a molestar mi preciada lectura?

En el umbral de la biblioteca, Rin miraba alrededor esperándome con ambas manos en los bolsillos. ¿No debería estar en su club?

—¿Qué haces? —susurro. Rin gira a verme.

No estaba vestido como normalmente va, sino que ahora llevaba ropa de deportes encima y su cabello recogido en una coleta en la que el flequillo terminó por salirse.

—Vengo por ti.

—¿No tienes club? —me cruzo de brazos. Rin sonríe de lado.

—Ya tiene tiempo que los clubs acabaron. —se burla, pasa la mirada por la biblioteca. —Sí que son nerds.

Ruedo los ojos.

—No es necesario que vengas, conozco el camino a la habitación.

—No vengo para llevarte al cuarto. —su sonrisa se ensancha más. —Vamos a salir, y estás vestido para la ocasión.

Claro, una sudadera grande, unas bermudas y mis tenis.

—¿De qué hablas?

—Vamos a salir a correr.

¡Ja! No.

—Paso. —trato de regresar a esconderme detrás de los relatos de John Watson pero Rin toma la capucha de mi sudadera para detenerme y casi ahogarme.

—Vamos.

—¡No iré! —chillo. El bibliotecario lanza un "¡Sshhh!" seguido de una mirada asesina. Rin me saca de ahí contra mi voluntad.

—Mira... —comienza a decir. —Sé que no puedo llevarte a la fuerza pero créeme que ésto lo hago por tu bien.

—¿Mi bien? Claro que no. —doy un paso atrás. —¿En qué me beneficiaría ir a correr contigo?

—En que mejorarás tu condición física y así no reprobarás la materia de deportes.

Me quedo en blanco. ¿Reprobar deportes?

—Ya te diste cuenta. —sigue diciendo. —¿Qué pasará cuando en la universidad ya no tengas tu diez perfecto por esa materia? —niega como si fuera horrible ese acontecimiento. —No serás el mejor.

Frunzo los labios y cruzo mis brazos alrededor de mi pecho. Tenía tanta razón en tan pocas palabras... Tenía que dejar a Sherlock a un lado por ahora.

—¿Serás amable conmigo? —me atrevo a decir. Rin sonríe travieso.

—No prometo nada.

—¡Entonces no! —trato de huir de nuevo pero me atrapa.

—¡Está bien! Seré bueno, pero debes esforzarte.

—No te creo.

— Tranquilo, procuraré que mañana puedas caminar. —tira de mi muñeca. —Anda, vamos. Nos espera una tarde llena de sudor. 

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