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Rin usa unas llaves suyas para entrar al lugar, las únicas veces que he estado aquí no he apreciado la belleza de una piscina tan grande como la que tiene Samezuka, sobre todo si está sola como ahora.

Me siento en una de las bancas y observo al pelirrojo. Rin se quita la camiseta con facilidad, tensando los músculos de la espalda y prosigue con el pantalón. Debajo de todo ello, llevaba su traje de baño color negro con franjas rojas.

Rin me lanza una mirada. —¿Seguro que no quieres nadar conmigo? —ofrece.

Sí quería, y mucho... pero no podía o Rin se daría cuenta de que soy chica.

—Estoy bien, prefiero verte nadar. Lo haces con mucha facilidad. —confieso. Rin ya sabía mi respuesta, así que solo asiente. Se acerca a la orilla y salta al agua.

Me incorporo de la banca para acercarme un poco y verlo nadar, realmente parecía un pez dentro del agua. Tan fácil de deslizarse.

Me siento en la misma orilla por donde Rin va a salir y meto mis pies al agua, procuro tener a su tiburón de peluche en mis manos por si se atreve a meterme al agua... así su peluche muere conmigo.

Rin viene de regreso y supongo que logra ver mis pies porque antes de llegar toca mi pie con su mano, luego sale y toma aire.

—Vaya, llegué a pensar que te daba miedo el agua. —se burla, acomoda su cabello hacia atrás y con su mano tira de mi pie pero al instante muestro su peluche.

—Si yo caigo, él cae conmigo. —amenazo, Rin se ríe y me suelta.

—Vale, queremos paz no guerra. —vuelve a acomodar su cabello mientras le miro pensativa.

—¿Cuál es la razón de que nades, Rin? —suelto la pregunta. Rin se sorprende.

—Bueno, mi sueño es volverme un nadador profesional. —admite. —Fui a Australia por eso, es un sueño que quiero cumplir a toda costa... también es una promesa que le hice a mi padre.

—¿A tu padre también le gusta nadar? —me atrevo a preguntar. Rin se ríe entre dientes.

—Le gustaba, cuando estaba vivo. Él ganó varias competencias... —admite. Me sentí tan estúpida. Rin me pellizca la mejilla. —No pongas esa cara, enano.

—Lo siento, fui algo insensible. —le digo. Rin niega.

—Está bien. —vuelve a colocarse los gogles. —Cuenta el tiempo que tardo en ir y regresar. —y se mete al agua para seguir nadando.

Rin repitió el proceso varias veces, regresaba y platicaba conmigo un momento, luego volvía a nadar.

El pelirrojo paró cuando se hizo notorio el crepúsculo, Rin salió del agua mojando alrededor y comenzó a secarse con una toalla.

Yo había ido por un par de refrescos a una máquina, por lo que cuando volví le ofrecí uno. Rin sonríe agradecido.

—Todavía necesito un poco de ayuda. ¿Crees que puedas hacerlo? —me pregunta. Asiento rápidamente.

—Claro. ¿Qué es?

—Solamente debo hacer ejercicios abdominales, necesito que sujetes mis pies. —se deja caer en el suelo.

—¿El piso no está frío? —pregunto al verlo acostarse aún sin camiseta encima, seguía con el traje de baño.

—No importa. —da un suspiro. —Solo será un rato, no te quitaré mucho tiempo.

Me agacho a su altura y tomo sus pies. Rin comienza a hacer su rutina.

—Y tu novia... —comienza a decir. — ¿Qué es lo que te gusta de ella?

Esa pregunta me tomó desprevenida.

—Pues... es una chica que siempre ve lo bueno aunque sea el peor momento. —admito. —Es muy entusiasta y me ha ayudado bastante.

Rin queda sentado y pensante.

—¿Qué es lo que te gusta en una persona? —y sigue con el ejercicio.

Alzo mi ceja con diversión. ¿A qué viene esa pregunta?

—No lo sé, me gusta que me sorprendan... he conocido a muchas personas atractivas pero todas quieren ser iguales... abarcar lo mismo. Cuando una persona es original, cuando alguien tiene una emoción dentro... eso me maravilla. —digo todo seguido. — Oye, estoy comenzando a pensar en que tienes una ligera obsesión con el ejercicio.

Rin sale a correr, hace ejercicios como éste y también nada. Tal vez yo sea un come libros, pero él es puro músculo.

—Debo de estar en forma si quiero ser el mejor. —dice obvio y golpea mi frente con su dedo. Me sonrojo un poco. —¿Quieres que te ayude a hacer un par de rutinas?

—¿Y que me mates de cansancio? Ya tengo suficiente con salir a correr, pero gracias. —me burlo. Rin rueda los ojos divertido, pero no insiste.

Volvemos a quedarnos en silencio, simplemente observándonos mientras él hacía lo suyo. Después de unos minutos Rin se sienta y toma aire.

—Bien, acabé. Es tu turno.

—¿Eh? —digo confundida.

—No harás mucho, anda. Acuéstate boca arriba. —ordena.

Con timidez hago lo que me pide, Rin me mira pensativo desde su posición, dobla mis piernas y se queda frente a mí, sujetando mis pies.

—Tus pies, son pequeños. —se burla, me inspecciona desde su lugar. —Eh, inicia cuando quieras.

Copio los movimientos del pelirrojo como hace unos instantes, yo lo hacía más lento porque me costaba trabajo, después de varias veces tenía que parar y dedicarme a mirarlo desde este ángulo.

—Ya no puedo.

—Sigue, Ryota. Te faltan solo trece veces más.

—Hombre... Eres un monstruo. Ahorita podría estar fácilmente en mi cama durmiendo con Tiburoncín número dos. —me quejo.

—¿Número dos?

—Tú eres el número uno. —digo con obviedad. Da un chasquido con la lengua.

—Sigue con los abdominales, ya casi terminas.

—¿Para qué quieres que siga? —insisto en quejarme. —En un futuro, yo seré el típico empresario millonario y tú el deportista famoso. Yo no te obligo a estudiar.

—Mis notas son buenas, no necesito estudiar. Pero a ti no te haría mal un poco de músculo.

—Déjame ir, Matsuoka. —me quejo. Él me mira pensativo desde su ángulo.

—Si haces los trece abdominales, no te molestaré más con éste ejercicio. —sentencia. —Pero si te dejo ir, mañana harás otros veinticinco.

—Mmmmmh.... —miro al techo del lugar pensando en lo que me convenía. —Tengo una duda. ¿Tú tienes amigos? —me quejo mientras inicio con las últimas abdominales que me faltan. Le veo mirarme con fastidio.

—Aunque no lo creas, en Australia todos querían ser mis amigos. —presume de una realidad que posiblemente sea imaginaria.

—Sí, claro... el señor traje de baño y la señorita piscina no cuentan. —sigo burlándome.

—Enano del demonio.

Pude leer su rostro antes de que tuviera la oportunidad de actuar rápido. Literalmente su ceño fruncido gritaba "te aventaré a la piscina para que te ahogues" así que en el mismo instante que él tomó mis piernas yo tomé entre mis manos el peluche que había estado en el suelo mientras hacía abdominales.

Ambos nos quedamos estáticos, mirando nuestro próximo movimiento.

—¿Crees que no te aventaré a la piscina con todo y tiburoncín dos? —se queja él.

—Eh... sí, lo creo.

—Tsk... —suelta mis piernas. —Te faltan cinco, termina rápido para irnos a dormir que mañana hay clase.

—Claro.

No hace falta decir que durante todo el camino no solté a tiburoncín solo hasta tener que ducharme en nuestra habitación.

Se notaba que Rin adoraba a ese peluche.

A la mañana siguiente todo se repitió como solía pasar. Caía de la litera, me vestía, salíamos tarde de la habitación y Rin terminaba por ayudarme con el nudo en la corbata en medio de la clase.

—Recuérdame el próximo fin de semana que debo enseñarte a atar esto. —dice él subiendo el nudo hasta mi cuello, luego sacude el polvo imaginario de mis hombros y me inspecciona. —¿Tu cabello siempre ha estado tan alborotado?

—Suele estarlo, sí. —asiento. Pasa su mano entre mi cabello para tratar de "peinarlo" de alguna forma pero volvía a estar igual.

—Tsk...

—Tal vez me lo corte un poco más. —sugiero. Antes de que Rin pudiera seguir hablando, el profesor llegó con un montón de papeleo. Ambos nos fuimos a nuestros lugares.

—Shirakawa Ryota. —llama el profesor. Doy un bufido y alzo mi mano.

—Presente.

—Eres el delegado de la clase. ¿No? —asiento. —Ayudame a repartir los papeles entre tus compañeros.

Miro a Rin con odio al escucharlo reír y me levanto de mi asiento para hacer lo que el profesor pidió. Había olvidado lo intimidante que era estar entre muchos hombres.

—Gracias, Shirakawa. Iniciemos la clase.

Aburriiiidooo.... Solo esperaba a que terminaran las clases para poder ir a ver a Mitsu jugar, hace meses que no la veía.

Aunque ahora que lo pienso... Rin vendrá conmigo. Joder.

A la hora del almuerzo el profesor me pidió que recogiera todos los papeles que entregué al inicio de clase y que se los llevara al salón de profesores. No me molestaba, de todos modos no solía almorzar a menos de que Rin me llevara un sandwich o algo.

—Te ayudo, enano. —Rin no parece querer tomar la mitad para que yo lleve el resto, sino que él tomó todo el papeleo en manos y comenzó a caminar.

—Oye. ¿Qué haces? —él me mira.

—Te ayudo, estoy seguro de que posiblemente te caigas por tropezar con tus propios pies y tires toda la tarea de la clase. —se burla. Ruedo los ojos.

—No sé si estás siendo amable o grosero, idiota.

—Estoy siendo amable, por mi culpa estás en este tema. —sonríe apenado. —Así que si necesitas ayuda con cualquier trabajo extra, puedes decirme.

Sonrío de lado. Que lindo, y guapo... joder... comienzo a sonrojarme.

—Eh, tu celular. —digo al escuchar el típico tono que tiene. Rin detiene su caminar.

—Rayos, tengo las manos ocupadas. ¿Puedes sacarlo de mi bolsillo? —señala. Frunzo los labios pero asiento.

—Claro. —meto rápidamente la mano al bolsillo y saco su celular, le muestro la pantalla. Rin entrecierra los ojos al inicio para ver el nombre de la persona que lo llamaba, luego rueda los ojos.

—Olvídalo, cuelga.

—¿Eh? ¿Quién es? —pregunto yendo detrás, había comenzado a caminar de nuevo.

—Era Gou, insiste en salir. —se queja. —Incluso se aprendió mi horario y sabe cuando tengo libre para llamarme.

Le miro atenta. ¿Qué tiene contra su hermana?

—Oye... ¿No quieres invitarla a ver a Mitsu? —le digo. Él alza su ceja mientras me mira. —Así sales con ella para que deje de insistir tanto.

—No sabes de lo que hablas. —niega. —Ella no se detendrá aunque la invite a salir, y no quiero soportar sus comentarios sobre Haru, Makoto y Nagisa. Realmente no estoy de humor para eso.

—Entiendo. —sonrío de lado. —Por cierto, yo pasaré por ti a tu club esta vez. ¿Te parece?

—Parecemos pareja. —murmura entre dientes con molestia. —Está bien.

Llegamos al salón de los profesores, una vez dejando el papeleo, salimos a la cafetería. Yo no compraría nada porque era imposible entrar entre toda esa gente, pero parecía que para Rin eso no era ningún problema, por ello fue él quien entró y salió de entre tanta gente.

Cuando llegó junto a mí me estiró mi típico sandwich.

—Come algo ya casi es la siguiente clase.

El resto del día fue lo mismo, Rin parecía desesperado por tocar la piscina mientras que yo sufría internamente por la clase de hoy. Al tocar el timbre, Rin ya tenía las cosas guardadas, solamente me miró.

—Te veo al rato entonces.

—Sal diez minutos antes para poder irnos temprano. —le pido. Él asiente y me regala una sonrisa que durante un segundo me alteró el corazón.

Era imposible negarlo, Rin era bastante atractivo.

—Idiota.

Este día en el club de lectura nos reunimos en un círculo para platicar acerca de un libro que hemos leído en común. Todos los chicos parecían estar muy metidos en este tema de profundizar la enseñanza de un libro... o algo así, normalmente yo leo por diversión y ya.

Quince minutos antes de terminar le expliqué al encargado del club que necesitaba salir, y amablemente me dejó ir.

—No creo tener tiempo para cambiarme. —me quejo al mirar mi vestimenta que era el simple uniforme blanco de Samezuka. Camino rápidamente hasta el club de natación, al entrar a donde estaba la piscina identifiqué al capitán Mikoshiba.

—Capitán. —lo llamo. —¿Sabe dónde está Rin?

—Rin. —repite él sorprendido. —En el agua. —señala.

Lo voy a matar.

Me giro en mi propio eje para ver como Rin seguía nadando como si nada, olvidando por completo que teníamos que irnos temprano.

—¡Matsuoka, te buscan! —grita Mikoshiba. Rin se quita los gogles y acomoda su cabello hacia atrás, en el momento en que su mirada dio conmigo cayó en cuenta de lo que pasaba.

—¡Ryota! —exclama. Golpea su frente con la palma abierta y se acerca a la orilla de la piscina para salir directamente hacia mí.

Bien... la vista de esos músculos puede compensar mi molestia.

—Dame solo dos minutos y estoy contigo. —dice Rin y sale corriendo a las duchas. Doy un suspiro.

—¡Se acabó la práctica! —grita Mikoshiba y me mira. —¿Saldrán a algún lado tú y Rin?

—Sí, iremos a ver a mi novia jugar. —explico. Mikoshiba se sorprende.

—¿Enserio? Creí que no podías verla mucho.

—Y no puedo pero esta es una de las pocas oportunidades que tengo. ¿Quieres venir? —ofrezco. Se lo piensa un poco pero termina por asentir.

—No tengo nada que hacer, supongo que puedo acompañarlos. —toma su mochila. —Iré a cambiarme, no tardo.

Doy un pequeño suspiro. Si ya iba a esperar a Rin ¿Qué importaba esperar a Mikoshiba?

Después de un par de minutos, Rin llega corriendo a mi lado, tenía el cabello mojado y parecía agitado.

—¿Ves? Solo dos minutos.

—Ahora debemos esperar a Mikoshiba. —le digo. Rin frunce ligeramente el ceño.

—¿Al capitán?

—Sí, lo invité. —explico. Rin me mira curioso.

—¿Por qué le invitaste?

—¿Acaso quieres estar a solas con tu novio, Matsuoka? —Mikoshiba abraza a Rin por los hombros. Rin da un chasquido.

—Te he dicho que no soy gay.

—Sí, bueno... ¿Nos vamos?

Fue un viaje extraño, al menos ellos se conocían bien y podían platicar con calma e ignorarme fácilmente.

Solo fueron veinte minutos en lo que llegamos al lugar donde el partido se daría a cabo. Varias escuelas estaban situadas alrededor, esperando su turno. Busco con la mirada a mi querida amiga entre toda esa gente.

—Wow, parece un evento de natación. —dice Mikoshiba mirando alrededor con curiosidad.

—Cualquier evento de deportes es un desastre. —respondo yo. —Por eso los detesto.

—¡Wow, oye! —dicen ambos al unísono.

—Los deportes son hermosos. —defiende Mikoshiba.

—Todo lo que tenga que ver con hacer ejercicio cae bien al cuerpo. —sigue Rin. Le doy una mirada con burla cargada en ella.

—Ya, la última vez que yo hice ejercicio recuerdo que me fue mal. —digo de cuando me obligó a hacer abdominales. Rin se ríe entre dientes.

—Si entraras al club, te enseñaríamos a amar el agua. —sonríe confiado.

Ruedo los ojos.

—No, gracias.

—¡RYOTA!

Mitsu me saltó encima.

No logro soportar el peso de Mitsu por mis débiles brazos y a parte porque me tomó desprevenida, caigo con ella encima pero ambas reímos a carcajadas.

—¡Sí viniste! —me abraza emocionada. —Mira tu vestimenta, eres todo un chico hecho y derecho.

Me río.

—Si se te ocurre perder, me burlaré de ti toda una vida. —amenazo. Ella sonríe traviesa.

—No perderé. —entonces su mirada da con los otros dos invitados. —Wow ¿y ellos?

—Oh, te los presentaré. —me levanto del suelo junto con ella. —Rin, Mikoshiba... ella es Mitsu.

—Llámame Seijuro. —se adelanta el capitán para saludarla de un apretón de manos. Mitsu da un silbido.

—¿Así de sexys están en tu escuela? ¿Cómo puedes pasar por ahí sin verles el trasero? —señala divertida. Me sonrojo.

—Mitsu, no todos somos tan vulgares como tú. —golpeo su nuca con amabilidad. Entonces Mitsu ve a Rin y sonríe maliciosa.

—Así que tu eres Rin.

Rin se sorprende.

—Ah, sí. Ryota y yo somos amigos... buenos amigos. Digo... no tan buenos como para estar todo el tiempo juntos.... aunque bueno, sí estamos juntos todo el tiempo... ¡Pero no! ¡O sea, cuando nos bañamos no podemos estar juntos!....—dice rápidamente.

¿Qué?

—Compartimos habitación. —aclaro antes de que a Rin diga más incoherencias.

—Oh, eso ya me lo habías contado. —y me sonreía con travesura. Ella sabía que Rin me gustaba... o al menos se me hacía atractivo.

—Vaya, se nota que tienen una relación con mucha confianza. —dice Seijuro impresionado, y mi amiga voltea a babear por él.

—Nos conocemos desde hace años. —afirma ella. —Todavía recuerdo cuando nos bañábamos juntas.

Oh joder.

—¡Juntos! —corrijo. —De repente me pones género femenino. —finjo estar molesta, pero Mitsu logra darse cuenta del error que cometió.

—¡Oh! lo lamento... tanto entrenamiento debajo del sol me afectó. —sonríe tímida, vuelve a comerse con la mirada al pobre capitán de natación de Samezuka. —¿Se quedarán a verme?

Seijuro se mueve incómodo y me mira, de seguro ha de pensar que yo me molestaré porque mi supuesta "novia" no deja de flirtear con él.

—Sí, linda. Nos quedaremos a verte. —remarco el "Nos". Ella rueda los ojos.

—Bien, espero que disfruten el partido. —se acerca y me besa los labios castamente, haciéndome respingar de horror. —Espero que grites por mí, lindo.

—¡Mitsu! —grita una profesora desde atrás, regañándola de seguro por su comportamiento. Mitsu rueda los ojos.

—Entonces regresaré con mi equipo.

—Sí, te deben estar esperando. —murmura Rin lentamente. Mitsu vuelve a sonreír como el gato de Alicia, con pura maldad.

—Entonces me voy. —le regala una última mirada seductora a Mikoshiba y va con su equipo.

Los tres nos quedamos perplejos.

—Ella acaso... —Mikoshiba carraspea su garganta. —estaba...

—Es así, todo un caso difícil. —me quejo. —Tú no te incomodes, en el fondo es una chica muy buena.

—Uy sí, muy buena. — Rin sarcástico. Sonrío divertida ante su actitud pero no digo nada, solo camino a los supuestos asientos que nos tocarían.

Ya los partidos estaban comenzado, eran varias escuelas y conforme pasaban se irían descalificando una por una hasta llegar a la final.

Cuando pasó el equipo de Mitsu no pude evitar gritar su nombre, Mitsu desde la cancha me regala un beso y se enfoca en lo que tiene que hacer.

—Gritas como niña. —murmura un Rin burlón.

—Manos de chica, piernas de chica, grito como chica... —le miro con fingida molestia. —¿No querrás que sea una chica, Rin?

—Eh... Yo no dije eso. —un sonrojo recorre sus mejillas mientras Mikoshiba se reía a carcajadas.

—Yo los declaro, novio y novio.

—Oye. —me quejo. —Yo ya tengo novia.

—¡Yo no soy gay! —se queja Rin. Mikoshiba nos sonríe.

Regreso mi mirada al frente para ver como Mitsu lograba saltar y golpear la pelota para anotar punto para su equipo. Vuelvo a gritar con ánimos, esta vez Seijuro me acompañó.

Partido tras partido, el equipo de Mitsu llegó hasta la final. El cielo ya era naranja para cuando se jugó este último partido.

Mitsu era bastante buena en lo que hacía, la mayoría de los puntos eran de ella, no me sorprende. Era alta y hábil en los deportes.

—Hasta tu novia es más resistente que tú. —suelta Rin para molestarme.

—Es la triste realidad. —admito.

Mitsu hace el último remate pero logra ser detenido y el tiempo se acaba. Gana el otro equipo.

—¿¡Tienes algún problema conmigo!? —grita Mitsu de repente. Le estaba echando bronca a otra de las participantes. Por instinto, me quité el saco blanco de Samezuka y salté de mi asiento bajando las gradas, ahora ambos equipos trataban de separarles. Me meto entre aquella masa de chicas hasta llegar a Mitsu, la idiota ya había comenzado a golpear a la otra pobre chica.

Otra de las chicas del equipo contrario estaba por atacar a Mitsu por la espalda, pero yo le salté encima.

Nadie iba a tocar a Mitsu.

De repente se volvió un desastre, todos golpeaban a todos, y como eran chicas, parecía que se iban a arrancar el cabello... ¡Ja! Qué bien que lo tengo corto.

Poco a poco los profesores llegaron y todas se fueron calmando. Simplemente llegué con Mitsu para ayudarla a incorporarse. Ella me regla una sonrisa triunfadora.

—Como en los viejos tiempos. ¿No?

—¡Todas están locas! —grita una de las profesoras del Internado de Mitsu. —¡Es hora de irnos!

Mitsu me besa la mejilla con rapidez antes de que la arrastren.

—¡Te veo en la final! —saluda con su mano en alto.

Me río con nerviosismo al verla tan feliz después de aquella batalla entre chicas.

Miro mi cuerpo, simplemente tenía rasguños pero nada más.



...



—¿En qué pensabas cuando entraste a defender a tu novia? —dice Seijuro con entusiasmo. —Solo te vi ir y me dije a mi mismo: Esto se va a poner bueno.

Doy una carcajada. Los tres estábamos de regreso a Samezuka.

—Estaban como locas, casi muero ahí dentro.

—Lo pensé. —asiente el capitán. —Esto... tu novia es interesante. ¿Sabes? Ya vi por qué hablas tan bonito de ella.

Alzo mi ceja con curiosidad, Rin también miró a su capitán, incrédulo.

—Es una chica hermosa. —admito. —Lástima que está encerrada en ese lugar... pero un día saldrá y será feliz. —sentencio. Mikoshiba sonríe algo incómodo, luego mira a Rin.

—¿Qué tal te la pasaste Matsuoka?

—Pues la parte más divertida fue cuando una chica atacó a Ryota pero fuera de eso no fue la gran cosa. —le quita importancia. Ruedo los ojos.

—Si no se trata de nadar, a ti realmente no te importa.

—Lo sabemos perfectamente. ¿No? —se burla Mikoshiba. —Por cierto, Rin. Quería comentarte algo.

—¿Qué es?

—Tu hermana... Gou. —El gesto de Rin endureció. —Me habló como la encargada del club de natación de la escuela de Iwatobi. —explica. —Quieren hacer un encuentro de práctica y vendrán.

Miro a Rin con interés. ¿Sus amigos vendrán?

—Ah... —es lo único que dice el pelirrojo mientras comienza a caminar. —Pues haz lo que quieras, no me incumbe.

—Eh, ¡Rin! ¡No me dejes! —camino detrás de él para alcanzarlo. —¡Nos vemos, capitán!

—¡Hasta luego, Ryota! —contesta él. 

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