08

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Durante toda la semana Rin estuvo distante conmigo, comprendía que el tema de que sus amigos vendrían a nadar lo tenía tenso y no buscaba causarle más problemas.

Ese día en la tarde, me di un baño y me vestí con ropa deportiva para ir a ver a los de natación.

Conocería a los amigos de Rin.

Llego al lugar típico del club, la piscina del primer piso. El sonido del agua era más notoria que antes, ahora estaban todos ahí.

Justo cuando estaba por entrar, Rin salió a grandes zancadas sin siquiera mirar y chocó con mi pequeño cuerpo. Estaba por caer pero él me sujetó, no dijo nada más. Me soltó y siguió caminando.

—¡Rin! —pero me ignoró.

Me adentro al lugar y observo alrededor. Mi nariz casi sangra de ver tantos chicos con grandes músculos en traje de baño.

—¡Ryota! ¡Por aquí! —me llama Mikoshiba. Camino hasta él. —Mira, quiero presentarte a alguien. Gou, él es Ryota... Ryota, ella es Gou la hermana de Rin.

—¡Mucho gusto, llámame Kou por favor! —saluda sonriente. Me quedo sorprendida... ella era su hermana. Eran idénticos a excepción de los dientes.

—Mucho gusto... —respondo igual. Entonces ella me observa con interés.

—Vaya...¿Quién lo pensaría? —susurra ella.

—Ryota. —Mikoshiba me gira. —Ellos son los de Iwatobi, los antiguos amigos de Rin. —señala a lo lejos. — Pero me interesa presentarte a uno de ellos.

—Si quieres yo puedo presentarle a Haru. —se ofrece Gou inmediatamente. No entendía el por qué querían presentarme a un tal Haru.

Gou toma mi muñeca y me guía al otro lado de la piscina para presentarme a los chicos.

—¡Oigan! —llama al instante. —Quiero presentarles a Ryota, es amigo de Rin.

—¿¡Amigo de Rin!? —dicen sorprendidos a excepción de Haru y un chico de lentes. Haru me miraba neutro, como si no le sorprendiera eso.

—Ellos son Makoto, Nagisa, Rei y Haru. —presenta Gou rápidamente. —Como verás, Rin es nuestro amigo en común, bueno... en mi caso es mi hermano.

"Amigo, claro... "

—Mucho gusto. —hago una reverencia. Solo tres me responden, Haru prefiere comenzar a desvestirse como si no le importara, Makoto le susurra algo a Haru pero él se encoge de hombros.

—¡Iniciaremos con la práctica entre Samezuka e Iwatobi! —grita Mikoshiba de repente. —Por ahora nadarán con los de primer año. ¿Les parece?

Rin es de segundo año y no parecía animado de que sus amigos vinieran, tal vez por eso se fue. Me siento en una de las bancas alejadas de todo para observar nadar a los de Iwatobi. El primero en pasar sería Makoto.

—Hola. —Gou se sienta a mi lado. —Que no te sorprenda la actitud de mi hermano... él se volvió así desde que regresó de Australia.

¿De qué actitud habla?

—Rin... él... ¿Cómo es? —me atrevo a preguntar. Gou sonríe.

—Él siempre ha mostrado gran pasión por la natación. —comienza a explicar. —Desde que regresó de Australia parece más serio, ni siquiera me habló simplemente hizo lo suyo y me desplazó... él no era así.

—¿Qué pasó? —susurro.

—Supongo que su visión cambió, Rin ahora nada para hacer realidad el sueño de nuestro padre antes de morir, y poder convertirse en un nadador olímpico. Ahora se toma las cosas más enserio... —deja de hablar. Miro a la piscina, Makoto ya había terminado de nadar, ahora seguía Nagisa. —Pero te diré algo... en el fondo Rin sigue siendo suave. Es un chico sensible y finge ser fuerte y tener el control... aunque en verdad se está hundiendo y no puede escapar de todo el peso que carga.

Nagisa regresa y ahora era el turno de Rei. El chico peliazul se prepara en su lugar y espera a que Nagisa llegue, entonces salta... y se hunde.

—¿¡Heh!? —gritamos Gou y yo al instante.

Y el chico no salía.

—¡Se está ahogando! —grita alguien.

No lo pienso mucho, dejo a Gou y doy un salto para entrar al agua. Rei estaba hasta el fondo, tuve que nadar con rapidez y tomar su brazo. De repente Haru llegó del otro lado y ambos lo ayudamos a salir.

—¡Ryota! —Mikoshiba se hinca en la orilla de la piscina y me ofrece su mano para sacarme del agua. Al instante me rodea con una toalla. —¿Qué estabas pensando al aventarte así como así?

Miro a mi costado, ya habían logrado sacar a Rei.

—Nadie saltó por él. —me excuso. Mikoshiba niega con preocupación y luego señala arriba detrás de mí.

Frunzo el ceño confundida y miro atrás. En el segundo piso del lugar estaba Rin recargado en un barandal.

Lo vio todo... ¡Ahora sabe que sé nadar!

—Oh, no.

—Ya me imagino los problemas que traerán ustedes dos. —niega con la cabeza. —Será mejor que te vayas a cambiar de ropa, no queremos que te enfermes.

—Claro... —susurro.

Con la cabeza gacha, salgo de ahí y me voy a la habitación. Rin debe estar furioso al saber que le mentí... ¿Ahora qué excusa le puedo inventar?

El resto de la tarde no salí de la habitación, me quedé haciendo los deberes en el escritorio y rezando porque Rin pasara ese umbral de una vez por todas para hablar con él. Acomodo mis lentes con el dedo de en medio y sigo con los deberes de matemáticas.

La puerta de la habitación se abre, dejo el lápiz a un lado y miro atentamente al pelirrojo.

—Bienvenido. —saludo. Rin cierra la puerta detrás de él y frunce el ceño.

—Ah, estás aquí. —pasa de largo y busca ropa en los cajones del mueble. —No sabía que usaras lentes.

—Eh, solo cuando hago tarea. —explico nerviosa.

—Uh, ya no sé si debería creerte. —se encoge de hombros y se quita la polera para ponerse la pijama.

Doy un suspiro, esto es peor de lo que pensaba.

—Quería hablar contigo, Rin. —juego con mis dedos, pero él no contesta. —Rin. —vuelvo a llamarlo.

El pelirrojo deja la ropa sucia en el cesto y luego se acuesta en su cama, agarra su celular y me ignora totalmente.

Qué grosero.

—Al menos dime que no quieres oírme. —me quejo pero sigue ignorándome. —Sé que te mentí acerca de que no sabía nadar pero... literalmente estabas dispuesto a meterme a toda costa a ese club. —trato de explicar.

Seguía escribiendo en su celular.

—Lamento haberte mentido. —me disculpo. Rin chasquea la lengua y se levanta de la cama.

—¿Ya terminaste? Debo dormir. —apaga la luz del escritorio y regresa a su cama.

Hago una mueca de disgusto, tal vez si lo dejo dormir mañana esté dispuesto a escucharme.

Dejo mis lentes en el escritorio y subo a mi cama, desde ahí doy un largo suspiro. No quería que Rin se enojara conmigo y ahora debo buscar una manera de que me perdone.

Aunque si definitivamente no quiere hablarme no podré hacer nada.

Y fue así, a la mañana siguiente ni siquiera me despertó. Llegué tarde a mi primera clase y me dejaron afuera, después de dos horas esperando pude entrar al aula mirando con molestia a Rin.

—Pudiste levantarme. —dejo mis cosas en la banca junto a él. Rin ni me mira, gira su rostro al lado contrario y comienza una plática con el otro compañero.

¡Súper grosero!

No iba a estar rogándole, tomé asiento y también lo ignoré por el resto de las clases. Este día no iba a tener club por lo que cuando sonó la campana de la salida, decidí irme a hacer deberes en mi habitación. No miré a Rin y salí de ahí, en el camino me detuve en una máquina de sodas para tomar una.

—Ryota. —Mikoshiba palmea mi espalda con fuerza, hago una mueca pero le sonrío. —¿Qué haces tan solitario por aquí?

—Eh... compro una soda. —señalo la máquina.

—Me refiero a Rin. —se burla. Ruedo los ojos y aprieto el botón, una lata cae en el cajón de la máquina.

—No quiere hablarme. —explico y me agacho para agarrar la soda. —Me ha ignorado desde ayer.

—Debe estar muy molesto.

—Ya me disculpé. —me quejo. Mikoshiba se ríe.

—¿Estás libre? —pregunta. Alzo mi ceja, confundida.

—Eh... eso creo.

—Entonces ven. Nos acompañarás. —me abraza por los hombros para arrastrarme a quién sabe dónde.

Justo en la entrada del instituto todo el club de natación estaba esperando al capitán. Al vernos juntos se sorprendieron.

—Un compañero del club de lectura nos acompañará. ¿Les molesta? —pregunta Mikoshiba con su mejor sonrisa. Todos niegan. —Entonces vamos.

Entre todo el club se hablaban animadamente, yo solo tenía a Seijuro pero él conversaba animadamente con otro chico, aunque también estaba Niitori.

Busco con la mirada al chico peliblanco pero al girar a la derecha doy un pequeño brinco. Rin estaba ahí y con cara seria.

¿Estará bien?

No me atrevo a hablarle.

—Vamos todos juntos... —señala Seijuro al ver a tanta gente en la estación de tren. Doy un chasquido por lo bajo y trato de seguir de cerca a Mikoshiba. Todo el club entra al vagón lleno, a mi me tocó contra una pared. De repente vi que el capitán Seijuro me sonrió.

—Lo siento, Matsuoka. No te vi. —se disculpa Mikoshiba al haber empujado a Rin contra mi persona, casi aplastándome si no fuera porque puso sus manos a mis costados. Rin da un bufido, pues ya no puede moverse de tanta gente que había, terminó ahí estático, acorralándome.

Mis mejillas comenzaron a sonrojarse al tener al pelirrojo tan cerca. Alzo la mirada tímidamente para observar su rostro, pero él ni siquiera me miraba, parecía hasta molesto... por mi culpa.

Después de unos veinte minutos, debíamos bajar. Mientras todos salían yo me fui quedando atrás y por tratar de salir rápido, tropecé pero Mikoshiba me salvó.

—Tranquilo. —revuelve mi cabello y hace un gesto para que sigamos caminando.

Nuestra meta era una tienda deportiva, todo el club se dispersó para buscar un traje de baño. Rin estaba a mi lado sin saber qué hacer, Mikoshiba me miró.

—Ven, necesito que me des tu aprobación. —me empuja por los hombros para que camine dejando atrás al pelirrojo.

Hago una mueca de disgusto, al menos podía apreciar la espalda musculosa de Mikoshiba cada vez que presumía de otro traje de baño pero cuando fue el quinto, ya me aburría.

—¿Qué te parece este?

—Te queda bien.

—Eso dijiste de los otros tres. —coloca sus manos en su cintura. —Debo comentarte algo.

—¿Qué cosa?

—El club de Samezuka planea irse de campamento unos días a una isla cercana. —explica.

—¿Isla? —digo sorprendida. Él asiente.

—Pronto será la competencia y necesitamos esforzarnos más. En esa isla hay una piscina de cincuenta metros que nos prestarán, a parte será el mar y un hotel.

—¿Yo que tengo que ver con todo esto?

—Eres el delegado de la clase de segundo donde hay muchos de mis chicos. Planeo llevarte y tú te harás cargo de ellos.

Niego rápidamente.

—No quiero ir, no, no y no. —menos porque soy una chica.

—Necesita ir alguien más que se encargue del grupo, yo me encargaré de los de tercero, tú de los de segundo y alguien más con los de primero... que son bastantes. Necesito tu ayuda. ¿Sí? —junta sus manos suplicante.

Doy un chasquido, Mikoshiba suplicándome.... Imposible de negarme.

—¿Cuándo nos vamos?

—Este fin de semana, el viernes en específico. —me sonríe.

—¿En qué nos iremos? No tengo mucho dinero... —murmuro. Mikoshiba me guiña un ojo.

—Lo paga la escuela tú tranquilo. —se mira a sí mismo. —Entonces me quedaré con este traje. ¿Te parece?

Asiento. Mikoshiba se cambia y va a ayudarle a los de primero a elegir bien sus trajes. Me quedo apartada en una banca cuando Nitori se sentó junto a mí.

—¿Has visto a Rin?

—¿Uhm? No. —niego. —¿Ya terminaste tu compra?

—Ya. —asiente. —De seguro te estás aburriendo.

—No tienes ni idea. —sonrío.

—Oh, ahí está. —señala Nitori.

Rin camina hasta nosotros, me miraba directamente con molestia. Creí que me diría algo pero solo se sentó entre ambos.

—¿Qué estás haciendo Nitori? ¿No tienes que comprar un traje? —pregunta Rin molesto. Aiichiro tiembla.

—Y-ya terminé. —murmura.

—Entiendo. —ahora mira al frente. —Ten más cuidado, no puedes juntarte con cualquiera como si nada.

—¿Eh? —lo mira confundido.

—Hay gente que no es tan honesta y no vale la pena. —ataca a mi persona. Hago una mueca de disgusto. —Elige con cuidado tus amistades. —y ahora me miró a mí.

—Ya te pedí perdón. —me quejo. Rin rueda los ojos.

—No hablo contigo.

—Eres tan infantil. —suelto. Él me fulmina con la mirada.

—¿Hah? ¿¡Yo soy el infantil!? Yo no te mentí en ningún momento.

—Pues yo ya te pedí disculpas. Si no las aceptas no te suplicaré más. —me levanto de la banca. —Tiburón idiota.

—¿A quién le llamas tiburón idiota? —reclama en alto detrás de mí siguiéndome. Camino alrededor de la tienda ignorando los gruñidos del pelirrojo y buscando al capitán. Mikoshiba estaba al fondo, al vernos a ambos se sorprendió.

—¡Te estoy hablando Ryota! —reclama Rin por mi atención.

—Me voy, te veré mañana para que me des toda la información del viaje. —le hablo a Mikoshiba. Éste estaba sorprendido.

—Eh, sí claro...

—¡Ryota!

Le doy una última mirada molesta a Rin y me voy de ahí, Rin me sigue y habla.

—Se supone que el molesto soy yo. —reclama.

—Pues no pierdas el tiempo con una mala influencia como yo y ve con tus amigos perfectos. —contesto molesta y me voy. Esta vez ya no me siguió, tal vez fui dura pero esta situación debió hablarse con calma.

Los chicos del club llegaron dos horas después a Samezuka, yo me quedé en la habitación adelantando deberes pues este fin de semana saldría al pequeño viaje de estos chicos.

Dejo caer mi cabeza en el escritorio y suspiro. Dos años de mi vida aquí serán complicados, tal vez el año que sigue pueda cambiar de compañero de habitación. Sería lo mejor.

La puerta vuelve a abrirse, Rin había llegado. Ni siquiera me inmuto, me quedo estática en ese ángulo unos segundos antes de retomar la tarea. Lo escucho chasquear la lengua pero no dice nada, simplemente nos ignoramos mutuamente.

Efectivamente, al día siguiente el director me mandó a llamar a mí y a otro compañero para avisarnos del repentino viaje, ellos creen que de lo más importante en esa escuela era el club de natación, por eso aportan lo necesario y no les importa mucho el resto, al cabo me dejarán bastante tarea por culpa de ese estúpido club.

Viernes por la mañana todo el club de natación estaba presente, esperando a los que nos faltaban, no he cruzado palabra alguna con Rin desde hace tres días.

Yo era encargada de los de segundo y absolutamente todos estaban aquí, algunos con mala cara o con sueño... pero todos estaban.

—¡Atención! —llama Mikoshiba y todos se callan. —A partir de ahora nos subiremos a éste autobús que nos llevará al muelle para tomar un barco, de ahí nos iremos directamente a la isla y una vez ahí tomaremos lista y repartiremos habitaciones. —nos mira a todos. —Cada año permanecerá junto y solamente cuando estemos en práctica nos revolvemos. Ahora, el encargado del primer año será Kenichi. —lo señala. —Deberán seguirlo a él, en segundo año tenemos a Ryota. —me señala a mí. —Y para los de tercero estoy yo. ¿Entendido? Alguna duda háblenlo con los encargados.

Nadie dice nada.

—Entonces, subamos al autobús.

Mikoshiba fue poniendo a los estudiantes en sus respectivos lugares, al final quedamos Kenichi y yo.

—Yo iré con Kenichi. —me informa él. —Te toca ir con Rin.

—¡Me estás jodiendo! —lo señalo con mi dedo índice a modo amenaza. Mikoshiba me sonríe.

—Ni modo.

Qué cabrón.

Camino con el peor humor del mundo y me siento junto a Rin, quien miraba hacia la ventana.

El día de hoy Rin llevaba una gorra encima, su flequillo caía por su rostro y el resto del cabello estaba atado con una liga. Tenía la chaqueta del club de Samezuka al igual que todo el uniforme, y tenía audífonos para alejarse del resto del mundo, se veía tan atractivo.

Doy un suspiro, saco de mi mochila el libro de Las Aventuras de Sherlock Holmes en inglés y me dispuse a leerlo a la vez que imitaba a Rin y escuchaba música con los audífonos puestos.

Era el primer relato mi favorito, A study in Pink. Una chica muerta, un mensaje escrito en la pared, Sherlock captando todo con una simple mirada. A veces trataba de hacer lo mismo y analizar a las personas con una simple vista pero me era muy difícil... Sherlock era perfecto.

—¿Logras entenderlo? —escucho su voz sobre la música. Me quito los audífonos y giro a verle. Rin me veía sorprendido.

—Sí, se me facilita leer en inglés. —mi voz sale tímida, con miedo de arruinarlo y que se moleste de nuevo. —Es más difícil hablarlo.

—¿Cómo puedes saber inglés sin practicar? —dice curioso. —Es como si supieras nadar pero no flotar.

—Nunca tuve la oportunidad, aprendí inglés por obligarme a leer en ese idioma.

—Lo dices tan fácil. —niega, sus mechones pelirrojos se movían con él. —Yo me mudé a Australia y fue todo un año de horror. Me costaba tomar apuntes y entender lo que Russell y Lori querían decirme.

—¿Quienes son Russell y Lori? —me acomodo mejor para escucharle, hasta cierro mi libro. Rin sonríe al recordarlo.

—Fueron los que me recibieron en Australia. —explica. —Eran grandiosos, siempre se preocuparon por mí...

—¿No has pensado en ir a visitarlos? —pregunto. Rin me mira curioso.

—No lo había pensado en verdad, últimamente tengo muchas cosas en la cabeza. —niega.

En el fondo espero ser una de todas esas cosas en las que piensa.

Desvío la mirada a mis dedos con nerviosismo.

—Cualquier cosa que necesites, puedes hablarme. —murmuro tímida. Rin me mira sorprendido. —Enserio lamento mucho no haberte dicho que nadaba. No fue mi intención que todo esto sucediera.

Rin suspira y mira por la ventana.

—Está bien. Al menos ahora no podrás negarte cuando te invite a nadar en el mar. —señala divertido. No puedo evitar sonreír.

Ya valí madres.

El autobús no tardó mucho en llegar al muelle. Mikoshiba fue el que gritó que ya habíamos llegado y Rin y yo volvimos a tomar nuestra distancia.

La verdad es que nunca me había subido a un barco y parecía que todos estaban tranquilos... a excepción de Niitori que estaba igual que yo.

—Oye, Ryota. —Mikoshiba me arrastra una vez que el barco avanzó. —¿Qué tal con Rin?

—¡Oh, te golpearé! —amenazo. Mikoshiba se ríe.

—Yo los vi regalarse sonrisas entre ustedes. —acusa. —¿Ya son novios?

—Mikoshiba... ¡Entiende que no soy gay! Ahorita te golpearía si no fuera porque... —tomo un respiro grande, de repente me entraron nauseas. —Joder, creo que voy a vomitar.

—¿Eh? ¡No! ¡Espera!

Al final alcancé a asomar mi cabeza y vomitar al mar, para mi gran sorpresa no era la única... Un par de chicos de primero sin contar a Niitori estaban igual que yo. Como estaba muy inclinada sobre el borde, hubo un momento en que ya no sentí mis pies tocar el suelo. Estaba por caerme al mar cuando unas manos me atraparon y me regresaron al barco. Era Rin.

Adiós desayuno.

—¿Estás bien? ¡Casi te caes! —se altera. Respiro profundamente y niego.

—No lo estoy... tengo muchas náuseas.

—Cálmate, ya casi llegamos. —me toma por los hombros. —Aguanta un poco más, no mueras.

Claro, después de una hora de viaje, llegamos a la famosa isla en la que nos quedaríamos todo el fin de semana. 

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