Capítulo 2 El Juicio

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Después de visitar a Philip en el hospital y verificar que se encontraba bien, Stephen, Ana y Yessabell, fueron a la casa de la tía Melinda, Stephen recogió sus maletas y se fue de regreso a Irlanda, a terminar su entrenamiento, mientras Yessabell le deseo la mejor de las suertes.

Ana se fue a su habitación a descansar, para estar bien despierta en el juicio, lo mismo que Yessabell, quien decidió abrir la caja que encontró en la maleta de Ezra, antes de dormir.

Tomó la caja entre sus manos y quitando el pequeño moño rojo, la destapó, dentro encontró una carta y una pequeña caja de terciopelo en color verde olivo, primero sacó la carta y la leyó:

Mi querida Yessabell:

Si encuentras esta carta seguramente las cosas no salieron como debían. Los últimos días me distance de ti, porque desde que encontraste ese reloj, algo me dijo que las cosas no irían bien, llámalo instinto, pero me advirtió que alguien terminaría herido y si fui yo, creeme que no me arrepiento, porque daría la vida por ti, una, dos, tres veces o las que fuesen necesarias… Y si ya no estoy a tu lado, tienes que seguir tu camino, porque la vida esta allá afuera, esperando por ti, aún tienes muchas cosas que hacer, sueños que cumplir y no quiero ser un impedimento para ello. Si ya no estoy contigo, no quiero que te culpes, después de todo, siempre fui tu guardaespaldas, tu protector y creeme, no me arrepiento de nada
mi preciosa Yessabell. Aún hay algo dentro de la caja y aunque no pude entregártelo personalmente, es tuyo, puedes hacer lo que sea con él, aunque yo prefiero que lo
conserves. Que sea lo único que conserves, lleva mis cosas a tu fundación, pero sobre todo, conserva en tu memoria, todos los recuerdos maravillosos que compartimos y si algún día decides rehacer tu vida con alguien, no te límites por mí, quiero verte feliz.


-Ezra…–Las lágrimas comenzaron a brotar sin control y de inmediato abrió la pequeña cajita, imaginando lo que había en su interior.

Un delicado anillo de compromiso, tan cristalino como el agua y tan brillante como la Luna misma, no lo sacó de su caja, prefiriendo guardarlo intacto para siempre. Llevó la cajita a su mesa de noche y lo guardó junto al primer anillo de compromiso, que con tanto cariño atesoraba.

Aún llorando, abrió la maleta que Ean le entregó, encontrando un elegante esmoquin, aquel que Ezra uso en la boda de su madre, un juego de diez libros, seguramente propiedad de Ezra, la pequeña grabadora que Ean sacó en el funeral, varias cartas que Ezra había escrito, en una especie de diario, todas dirigidas a Yessabell, escritas desde el primer día en que la vio.

Un pequeño álbum de fotografías de ambos, algunas pulseras y collares que alguna vez Yessabell uso y por último, una caja de buen tamaño con forro navideño y una pequeña etiqueta:

Para mi amada Yessabell.


Llevó la caja a su armario, decidiendo abrirla hasta navidad, respetando el detalle que tuvo Ezra.

Llena de melancolía y con un sinnúmero de recuerdos, se recostó en su cama, sollozando en silencio, hasta caer en un sueño profundo.

-¡Yessabell! ¿Estás lista? –Preguntó Ana desde el pasillo, haciendo eco en el silencio, pues eran las únicas en casa, ya que Philip seguía recuperándose y la Tía Melinda se encontraba en Brasil, trabajando en un gran proyecto –Tenemos que salir ya, si queremos llegar a tiempo.

-¡Ya voy! –Grito Yessabell desde su habitación, colgando su bolso en el hombro derecho –Llegó la hora –Murmuró para sí misma, viendo su reflejo en el espejo frente a ella.

Su atuendo era más sofisticado y maduro, al igual que su actitud, pues estaba decidida a ver a Nora tras las rejas. Salió de su habitación para encontrarse con Ana en la cocina, quien vestía como toda una abogada.

-¿Te gusta? –Preguntó dando una vuelta en su elegante traje ejecutivo.

-Por supuesto –Yessabell le sonrío –Vas vestida justo para hacer justicia.

-Pues andando, que es tiempo de hacer justicia.

Media hora más tarde, Yessabell y Ana llegaron a los juzgados, en compañía del grupo de abogados que contrató el señor Castell. Ahí se encontraron con Andrew, Bruno, Marisol, Robert y Fanny, todos testigos del caso y más que dispuestos a declarar en contra de Nora.
Todos ocuparon sus lugares detrás de Ana, Yessabell y dos de los abogados, mientras el juez aparecía en la sala, haciendo que el resto de los asistentes guardarán silencio.
Nora y Derek aparecieron a través de una puerta, al costado derecho de la mesa del juez, ambos esposados y con monos en color nude, detrás de ellos llegó el detective Monroe, colocándose a un lado de Ana.

El juez comenzó con el juicio, haciendo referencia a los cargos que se le asignaron a Nora y Derek, mientras Yessabell se perdía en los recuerdos.

-Llamo a Yessabell Lovato al estrado –Índico el juez, sacando a Yessabell de su ensoñación.

Se puso de pie lentamente y caminó al estrado del costado izquierdo del juez. Uno de los abogados se acercó a ella y comenzó el interrogatorio, mientras Nora le clavaba la mirada, llena de odio y burla.

-¿Señorita Lovato, me está escuchando? –Preguntó el abogado.

-Lo siento…

-Conteste por favor ¿Es verdad que Nora Williams le confesó que quería matarla?

Yessabell repasó a todos los asistentes con la mirada y después se concentró en el abogado:

-Así es –Contestó y las expresiones de sorpresa se hicieron en los asistentes –Nora se metió en la casa de los Miller, me sorprendió en la habitación y me confesó todo… ella quería venganza.

-¿Venganza por qué o de qué? –Preguntó el abogado.

-Porque Derek Sanders…estaba enamorado de mí y no de ella… la dejó… porque aún me amaba, a pesar de que yo me encontraba en una relación con… Ezra Miller –No pudo contener más las lágrimas y Nora soltó una carcajada mientras se levantaba de su asiento.

-Calme a su acusada abogado –Pidió el juez con severidad.

Yessabell terminó su declaración y enseguida llamaron a Nora, quien confesó haber mandado las notas y los objetos, a los amigos de Yessabell, soltando nueva información y dando fin a muchas de las dudas en los chicos.

-Todo empezó en la boda de la madre de Yessabell. Entré a su casa y dejé un reloj, que la muy ingenua no logró reconocer –Nora levantó la mano y dejó al descubierto, el segundo reloj que Derek había mandado a hacer para ambos –No soportaba ver a la desgraciada teniéndolo todo, amigos, fama, dinero… –Comenzó a enumerar poniéndose de pie y bajando del estrado, viendo a Yessabell a los ojos –Y la muy zorra, tenía a tres hombres en su cama...

-Modere su vocabulario señorita Williams y regrese a su asiento por favor –Ordenó el juez azotando su mazo.

-Ella me lo quitó –Clavó su furia en Derek, quien bajó la mirada y soltando una carcajada se acercó más a Yessabell –Suplicó por su vida, dijo que no te tocará ni un pelo, así que… –Se agachó haciendo a Yessabell retroceder sobre su asiento –¡YO MATE A EZRA MILLER! –Grito desquiciada y se abalanzó sobre ella.

-¡Basta señorita Williams!–Grito el juez y los policías intentaron separar a Nora de Yessabell, quien lloraba sin control en el suelo, mientras los asistentes enloquecían a su alrededor.

-¡Detente Nora! –Exclamó Derek a su lado, viéndola soltar patadas al aire, en cuanto los policías lograron separarla de Yessabell.

Ana y el detective corrieron a levantar a Yessabell, quien tenía el labio sangrando pues no hizo el menor intento por defenderse. Andrew, Marisol, Bruno, Robert y Fanny,veían con impotencia la escena, intentando conservar la calma.

-¡YO MATE A EZRA MILLER! –Repitió Nora, haciendo que todos guardarán silencio y las miradas se fijarán en ella –Y lo volvería a hacer… –Susurró sacando un arma del interior de su pantalón.

-¡Deténganla! –Grito el juez poniéndose de pie -¡¿Cómo permitieron que ingresará con un arma?! –Volvió a gritar mientras todos se refugiaban en el suelo, gritando aterrados.

Dos policías se aproximaron a ella, en cuanto vieron que levantó el arma con ambas manos, apuntando directamente a Yessabell.

-Yo lo mate Yessabell… yo lo mate pero no iré a prisión.

Su voz estaba más tranquila y sin apartar la mirada de Yessabell, acercó el arma a su cabeza y presionó el gatillo, provocando un fuerte estruendo en la sala.

-¡Noooo!–Grito Yessabell de rodillas en el suelo, viendo con sorpresa el cuerpo de Nora caer como pluma.

Los paramédicos entraron corriendo y todos salieron a prisa de la sala, mientras Yessabell no dejaba de ver la escena ante sus ojos, repetirse una y otra vez.

-¡Yessabell! ¡Yessabell, tenemos queirnos!

Escuchó su nombre a lo lejos, pero su cuerpo no reaccionaba.

-¡Yessabell! ¡Yessabell! –La imagen de Ana apareció frente a su sojos, distorsionándose cada vez más, hasta que perdió la consciencia.

Los paramédicos llevaron a Nora a emergencias, pero no pudieron salvarla, mientras preguntaban a los asistentes si necesitaban recibir atención médica, todos se negaron a excepción de Yessabell, quien se desmayó al ver la muerte de Nora, y ahora se encontraba internada en el hospital.

El juez cerró el caso, otorgando a Derek la libertad bajo fianza, debido a que no tenía antecedentes ya que, no participó en el asesinato de Ezra o la herida de bala de Philip.
El detective conversó un rato con los chicos, haciéndoles saber lo sucedido con Derek y dando por cerrado el caso.
Todos acordaron no comentarle nada a Yessabell, hasta que se encontrará estable y Ana se encargaría de eso.

Bruno, Marisol, Fanny y Robert, decidieron no volver a sus vacaciones y quedarse a visitar lugares cercanos, mientras Andrew regresaba a España con Mariza, para recuperar el tiempo perdido.

-No le vayan a decir nada a Stephen –Sugirió Ana terminando su café en la sala de espera.

-Concuerdo contigo –Aceptó Bruno con seriedad –Tiene que estar concentrado al cien en su entrenamiento.

-Estoy segura de que así lo quiere Yessabell –Aseguró Fanny.

-Bueno, tenemos que marcharnos, ir a descansar un rato –Robert se puso de pie, seguido de Fanny.

-Está bien chicos, vayan, mañana temprano les aviso si la dan de alta, yo me quedaré aquí –Ana se puso de pie y los despidió.

-Nosotros le damos las buenas noches a Philip y también nos vamos a descansar –Bruno y Marisol se tomaron de la mano.

-Claro, voy con ustedes –Ana se fue con los chicos, dejando a Yessabell descansar.

**********

-Ezra... Ezra… –Susurró entre sueños –Ezra… ¿Dónde estás?...

-Aquí estoy… mi amada y preciosa Yessabell –Ezra apareció de entre las sombras, viéndola con amor, le sonrío y tomó su mano, haciendo que el lugar se llenará de luz –Tengo algo para ti –Metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó el anillo, colocando una rodilla sobre el suelo, le preguntó –¿Quieres casarte conmigo Yessabell?

-Ezra…

-Casate conmigo Yessabell –Ezra le sonrío besando los nudillos de su mano.

-Ezra…

-¡Ezra ya no está! –Grito Derek con frialdad y Yessabell abrió los ojos de golpe.

-¡Oh por dios!

Estaba bañada en sudor, su corazón corría desembocado y las lágrimas no tardaron en correr por sus mejillas.

Resoplando con fuerza se volvió a recostar, intentando controlar el llanto.

Las noches se volvieron un infierno para Yessabell. Después de ser dada de alta, con la estricta receta del doctor en mano, salió a la casa de la Tía Melinda, donde sus amigos la recibieron con cariño, sin embargo ella no quería nada de nadie.
Se pasaba los días en la cama; con el televisor encendido, al mismo tiempo que el tocadiscos sonaba a todo volumen, no quería comer ni beber nada, estaba en un trance entre los sueños y la depresión. Por las noches conciliaba el sueño con mucho esfuerzo, aunque despertaba a menudo a causa de las pesadillas.

El resto de las vacaciones se repetía la misma historia. Día tras día, noche tras noche, los padres de Yessabell intentaron visitarla, pero fue en vano, al igual que sus amigos, quienes se daban la vuelta por la casa de vez en cuando para verla, pero ella no quería recibir visitas ni hablar con nadie, se había encerrado en su mundo, hasta que Ana se decidió a hablar con ella, pues Philip necesitaba un descanso tranquilo y Yessabell no ayudaba en mucho.

-¡Yessabell!–Llamó a la puerta –¿Podemos hablar? –Habló con fuerza para ser escuchada sobre la música.

-¡Ahora no! –Grito Yessabell cantando sobre la cinta de The Beatles, la canción: Hey Jude –Take a sad song, and make it better…

-¡Yessabell Lovato, abre la puerta! –Grito Ana enojada.

-¡Ahora no…!

-¡Ya basta! –Grito Ana empujando la puerta y abriéndola de par en par, para su sorpresa –¡Quieres bajarle! –Volvió a gritar apagando la música y después el televisor –¡Solo mirate
Yessabell! –Exclamó señalándola de pies a cabeza.

Estaba hecha un desastre, llevaba varios días sin bañarse y sin cuidar su aseo personal, había perdido algunos kilos cuando dejó de comer, su cabello era una maraña castaña, las ojeras se notaban cada vez más bajo sus ojos tristes y apagados y su piel lucia más pálida que nunca. Yessabell se estaba perdiendo en la oscuridad.

-No gracias, sé que me veo fatal, aunque no pueda asegurarlo –Se acercó a su cama, caminando con pesadez, mientras llevaba puesta una playera y un pants de Ezra que encontró en la maleta que le dio Ean –¡Déjame sola! –Grito antes de
meterse bajo las sábanas nuevamente.

-Yessabell, tienes que… –Ana se detuvo en cuanto vio la habitación, en las mismas condiciones que Yessabell. Varios cubiertos y algo de vajilla regados sobre el piso, con la comida intacta, el armario rebosante de ropa desaliñada y los espejos sobre el suelo, hechos añicos –En dos semanas regresamos a clases y… –Estaba desesperada por lo que sus ojos veían y sin saber qué decir –No puedes seguir viviendo así…

-¡No toques nada! –Grito alarmada debajo de las sábanas, en cuanto escuchó el ruido de los cubiertos que Ana comenzó a levantar.

-¡No voy a dejar que te hagas esto Yessabell! –Grito saliendo de la habitación dando un portazo. En cuanto escuchó el fuerte volumen de la música, decidió llamar a la única persona que haría entrar en razón a Yessabell –¿Ya regresó? –Preguntó en cuanto su llamada fue atendida –Perfecto, dile que venga lo más pronto posible.

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