El pequeño Min guardaba sus pertenencias en su pequeña maleta, una muy desgastada, cabe recalcar, pero aquel pálido le tenía un gran aprecio pues era algo con lo que había llegado al orfanato cuando era niño, además de que en una orilla venía marcado el nombre de sus padres.

Min Jungho y Min Somi

Siempre tocaba aquella marca con las puntas de sus dedos, lo hacía tan delicadamente, como si el simple tacto pudiera traerle los recuerdos de sus progenitores , cosa que claramente era imposible.

Yoongi era demasiado pequeño cuando fue inscrito en el orfanato, por no decir que un bebe, pero la idea de poder recordar aunque sea un poco de su infancia, lo llenaba de grandes esperanzas y por supuesto que lo ilusionaba.

— Min!! Estás tardando demasiado, niño, apresúrate que no tengo tu tiempo !!! — La madre superiora apuraba al menor desde el exterior de la habitación, lo que menos quería es que el insólito niño al cual acababan de adoptar, llegara tarde para tomar el tren, eso solo le causaría problemas, además de que no quería dar una impresión de que el orfanato era dirigido por alguien irresponsable, no, no por nada aquel "paraíso" había sido nombrado como el lugar perfecto para los pobres niños sin familia.

"Si tan sólo la gente supiera los tratos por los que aquellos huérfanos debían pasar cada bendito día"

El niño apresuro sus acciones y comenzó a guardar la ropa sin doblarla, cosa que probablemente le afectaría en un futuro cuando quisiera usar aquellas camisas que terminarían más que arrugadas, pero prefería eso a que aquella bruja le diera un último castigo, no quería ser golpeado otra ves.

Cuando sus pocas pertenencias ya estaban dentro de la maleta, la tomó entre sus manos y la cargó para rápidamente salir de la habitación, encontrándose con una señora la cual había ganado su completo odio, esta misma llevaba un atuendo demasiado elegante para su gusto y su cabello, el cual contaba con algunos mechones blancos, estaba pulcramente recogido en una cebolla, se veía increíblemente bien, cosa que no tenia nada que ver con su forma de ser.

— Ya te estabas tardando — La mujer tomó fuertemente y sin cuidado alguno, el brazo del menor y comenzó a dirigirse hasta la salida de aquel edificio, bajando las escaleras y pasando por los largos pasillos aún sin aflojar el agarre.

Cuando estuvo frente a la gran puerta principal, soltó el brazo del menor y pasó sus manos por su atuendo, haciendo un gesto de querer quitar cualquier suciedad de su ropa, una ves que ya había terminado, abrió la puerta mostrando una gran sonrisa, claramente falsa.

— Buenos días madre superiora — Habló el conductor de la carroza que transportaría al pálido hacia la estación

— Buenos días — Correspondió muy amablemente y se voltio al niño que se encontraba a su lado derecho — Vaya, es hora de que te vayas cariño — pasó su rasposa mano por el rostro del menor y apretó fuertemente su mejilla, con la intención de darle una señal al chico de que tuviera cuidado con las cosas que dijiera acerca del orfanato — Todos te vamos a extrañar, esperemos vivas una gran vida con tu nueva familia

Yoongi solo quería que aquella mujer lo dejara ir y que parara con su repugnante actuación, así que solo asintió y con pasos rápido se dirigió hacia la carroza para con un salto entrar a esta.

— La emoción —hablo la anciana hacia el conductor, tratando de explicar la prisa y la necesidad de aquel chico por escapar de ahí, Min hizo un gesto de desagrado ante aquella gran mentira, gesto que nadie vio, no estaba emocionado, estaba asustado

— ¡Por supuesto! —Exclamó el señor con una gran sonrisa, comprensivo ante la situación y segundos después, subió a la parte delantera para comenzar a conducir hacia la estación de trenes, llevándose con él a un pálido que jugaba torpemente con sus manos e imaginaba cómo sería su vida esta vez.

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