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—El consejo ha determinado que la familia Katsuki debe ser expulsada. —Aquel viejo alfa japonés habló en un tono suave pero firme, había un deje de tristeza en su mirada pero la mayor parte de los ancianos votó en contra de la familia antes mencionada y debía hacer caso. — Todo esto para mantener la prosperidad y fertilidad de la manada, no queremos que la nueva vida tenga las mismas...deficiencias del Katsuki menor.

—Anciano Hiyama...—Katsuki Toshiya, el mayor de la familia antes mencionada, beta además, se arrodilló en frente del consejo de ancianos e incluso apoyó su frente en el suelo en son de piedad. — Yuuri siempre ha sido "especial", ustedes lo han visto, el que no pueda transformarse puede que sea parte de su metabolismo, si tan sólo...

—Toshiya, amigo mío...esto me duele más a mí que a ti, pero Yuuri ya tiene veinte, la edad común de cambios en un omega es a los dieciséis y de un alfa a los quince, tu hijo tampoco es un beta porque ha pasado su celo de la misma manera que lo hace un omega...no podemos hacer nada más. Les daremos una semana para que tomen sus cosas y se vayan.

—De ser así yo me iré con Yuuri.

—¡Otabek, ¿qué mierda estás diciendo?! —El padre del recién nombrado se levantó tan rápido de su asiento, causando que la silla se llegara a caer. — Un alfa puro como tú no debería juntarse con un fenómeno.

—Padre...no, señor Altin, le recuerdo que usted y su familia fue acogida por los Katsuki, yo prácticamente me críe con Yuuri, si él se va, yo me iré. Soy mayor de edad y a menos que tengan algo en contra de mi decisión, les pido me lo digan desde ya, aunque mucho caso no les haré.

—Hijo, creo que ahora estoy de acuerdo con tu padre, deberías quedarte...—Habló nuevamente Toshiya, más al ver la determinación en esos oscuros ojos, sonrió lleno de emoción, al menos no estaban solos.

—Otabek Altin, si esa es tú decisión no nos vamos a negar, pero no podrás volver a esta manada una vez pongas un pie fuera de Hasetsu.

—Lo tengo más que claro. —Otabek ya relacionado con ciertas costumbres de Japón, hizo una tosca reverencia y dejó el tribunal de ancianos y caminó con furia hasta las aguas termales que tenía la familia Katsuki como modo de sustento desde que tenía uso de razón.

Otabek fue concebido por su padre y una NN, o sea, una sin nombre, una mujer sin manada. Esa pobre mujer murió en el parto y el padre de Otabek simplemente vagó por el mundo por dos largos años hasta que llegó a Japón y conoció a una simpática familia, cálida, amable, preciosa.

Ellos tenían un hijo de cuatro años, un poco enfermizo para haber nacido en una manada de lobos tan fuerte, desde ese entonces, sin ser consiente del todo, Otabek cuidó al pequeño Katsuki como su hermano mayor y viceversa.

"—No me gusta verte...enfermo. —Pronunció con dificultad Otabek de seis años, cambiando por quinta vez el paño frío de la cabeza de Yuuri. El nombrado le sonrió al pequeño que estaba al borde de las lágrimas. — No lo comprendo, yo estaba enfermo ayer y ahora tú...pero yo me siento bien.

—Eso es porque tampoco me gusta verte enfermo, Ota, lo hice para que pudieras salir a jugar.

—Pero yo quiero salir a jugar con Yuuri —La tibia mano del japonés acarició la mejilla del menor, cerrando sus ojos para descansar un poco más. — ¿Qué cosa hiciste?

—Es un secreto, Ota".

El Otabek actual, ahora un alfa de respeto, poderoso, descendiente directo de una enorme familia de alfas de alto rango según su padre, seguía siendo un niño para Yuuri, a pesar de ser sólo dos años de diferencia. El kazajo tenía una enfermiza necesidad de proteger a Yuuri de todos, de todo y le frustraba que nadie más viera lo precioso que era ese lindo chico de lentes, lo dulce de su actitud, el envidiable instinto de protección que incluso ni las más experimentadas y grandes omegas llegaron a desarrollar ni siquiera para sus cachorros. Demonios, Yuuri era el omega perfecto.

Soltó un fiero gruñido y de un segundo a otro se transformó en un enorme lobo negro con destellos castaños y ojos oscuros, digno de un alfa. Volvió a gruñir cuando escuchó varios cuchicheos de las personas, él sabía que estaba estrictamente prohibido adquirir la forma lobuna en la ciudad pero ya no le importaba, Otabek sólo corrió lo más rápido que pudo hasta las aguas termales.


Bellos ojos cafés con destellos rojizos adornados por unos lentes de marco azul. Piel suave y blanca, sin imperfecciones y con los lunares justos en su cuerpo. Una sonrisa capaz de iluminar a cualquiera. Un hermoso omega. Así es como se podría describir a Katsuki Yuuri.

—Ota, bienvenido. —Yuuri se encontraba barriendo la nieve de la entrada de la posada, sólo se detuvo cuando el lobo de su amigo se echó a sus pies. — ¿Eres el alfa de Ota? —Como si el lobo le fuese a responder, lamió cuidadosamente la palma del japonés, sólo entonces Yuuri supo de lo que pasaba. — Así que...ya salió el veredicto final, ¿no?

—No es justo...no es justo...—Comenzó a hablar Otabek apenas se transformó una vez más, sacándole un sonrojo al japonés, el cuerpo desnudo de Otabek le seguía impactando un poco. Yuuri se levantó junto al alfa menor y le guio hacia el interior de la posada, tal como si fuera un niño pequeño, sacó una de las batas de baño y se la puso con cuidado, sabía que le dolería alejarse del alfa y quería consentirlo un poco más. — Me iré con ustedes, Yuuri.

—Ota...no puedes hacer eso, tus fanáticas estarían muy tristes. Además, si el destino te trajo hasta aquí, puede que tu pareja se encuentre en Hasetsu. —Otabek negó con la cabeza y sonrió un poco, cosa que para alguien tan poco expresivo como lo era el kazajo era mucho, terminando por abrazar a Yuuri.

—Nunca quise a mis supuestas fanáticas, son betas y omegas muy lindas, puedo conseguir trabajo en cualquier otro club. Nunca se me pasó por la mente mi pareja destinada pero siento que no se encuentra aquí. Nunca sentí la misma calidez con mi padre...quiero quedarme con ustedes, quiero quedarme contigo, Yuuri.

—Vaya, ¿Abrazo familiar? —Una regordeta y adorable mujer se acercó hasta los más jóvenes, siendo recibida por ambos en un abrazo, cuidando de la enorme panza de siete meses de la señora. Sin que se dieran cuenta, otro par de brazos le rodeó, siendo Toshiya el dueño de estos.

—Ota, un taxi era más rápido que convertirse en lobo y correr hasta acá. —Le regañó el beta mayor, mientras que su esposa se reía del sonrojo del recién nombrado. Hiroko besó a su esposo y asintió, ellos se entendían lo suficiente como para comprender la situación.

—¿Cuánto tiempo tenemos? —Preguntó Yuuri con un triste semblante luego de separarse.

—Una semana.


Hasta aquí el primer capítulo, agradezco de todo corazón sus leídas y votos, como ven, el comienzo es algo misterioso pero ya verán que sucede más adelante.

Nos leemos💕

Gigi

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