II

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


"En la antigua Grecia existía un joven alfa que soñaba con encontrar a su destinado, se prometió a sí mismo ser famoso sólo para que su amado o amada le reconociera con tan sólo oír su nombre.


Sus madres, Artemis, alfa y reina de las amazonas que cuidó de su único hijo varón de todos los males, le inculcó creencias de que las mujeres y omegas no son, ni serán jamás un juguete, y Atenea, diosa de la sabiduría y de las bellas artes, que le inculcó el poder del saber ser un gran líder ya sea para su familia o su pelotón; quizá ambas no eran destinadas, pero eso no impidió que se amaran. Fruto de este amor nació Ágape, ejemplo del amor incondicional, con un corazón digno de guerrero.


Al poco tiempo de nacer, fue maldecido por otro ser del Olimpo a causa de la envidia que sentía por sus progenitoras, siendo de esta manera condenado a vivir con un bestia en su interior, un lobo que, el creador de la maldición pensaba, se comería lentamente el alma de Ágape.


Pero ese no fue el resultado, lo que verdaderamente pasó fue que el fuerte espíritu del joven fue tan grande y puro que la bestia perdió la batalla, prometiéndole serle fiel a la voluntad de Ágape; un compañero eterno. Desde entonces tanto el alma de semi-dios y el alma lobuna se unieron en una para buscar el destinado de Ágape.


Del otro lado del Olimpo se encontraba Hera, protectora y diosa del matrimonio y la maternidad, la piedad y la fertilidad, en conjunto con su alfa y destinada, Afrodita, diosa del amor en todas sus formas le dieron la vida a Eros.


Afrodita le llamó de esa manera pues sabía que bajo el telón de ternura y por ser su primogénita, se encontraba un ser lleno de lujuria y fidelidad, un amor necesitado de contacto físico para saber que era real.


Eros, una omega de enorme corazón, amada por dioses y por humanos, ayudante de Hera al velar por los matrimonios y parejas más jóvenes. Esta bella doncella estaba destinada a la grandeza y una bella familia.


Afrodita preocupada porque alguien dañara a su bebé, creó a un ser que fuera capaz de cuidarle de los peligros, un ser con cuerpo de humano, fuerza de dioses, voluntad de oro y por sobre todo, lealtad hacia Eros.


Destino, mi viejo amigo. Saludó Afrodita.


Sé a qué has venido, compañera mía, quédate tranquilla. Yo mismo me aseguraré de que mi ahijada no sufra y que nadie se interponga en la felicidad que le espera al lado de su pareja.


Destino, ¿me puedes decir quién es?


Tan impaciente como siempre, ¿no? El destino rió e hizo que en las manos de Afrodita apareciera una nube en forma ovalada, un tanto azul, un tanto rosada. La pareja de tu hija será un dios al igual que ella. Eros y Ágape marcarán la historia del hombre."


—Oye anciano, eso es pura basura. —Bramó un rubio quinceañero a su medio hermano.


—Pero Yuri, esta es la historia de nuestros antepasados, el primer cambiaformas de la historia. Además, su leyenda está llena de romance, drama, enigmas...pero sobre todo amor y felicidad. Papá solía contármela antes de dormir...


—Entonces...¿Seguirás contándomela? —Preguntó el menor tratando de ocultar su emoción por la historia, la verdad es que también era su favorita, el padre de Víctor y la mamá de Yuri se las contaban respectivamente antes de ir a la cama y ahora eso es sólo un bonito recuerdo en las cabezas de ambos jóvenes.


Viktor Nikiforov, 25 años y actual alfa de la manada de San Petersburgo. Hacía sólo un par de años que Dimitry Nikiforov murió por causas naturales, fue concebido por su padre y una joven de la manada, fue el "accidente del alfa" pues esa chica no era su destinada. Aún así, lograron persuadir a la manada de que Viktor era capaz de protegerlos y guiarlos. Viktor era el vivo reflejo de su padre; ojos color cielo, cabello platino, altura imponente y un lobo albino precioso.


Yuri Plisetsky, 15 años, aún no despertaba su clase pero según él, sería un alfa igual que su hermano. Compartía madre con Viktor, que si era la destinada del padre de Yuri. El hombre no pudo tomar a la manada pues no era de la familia directamente, así que sólo se mantuvo junto a la madre de ambos chicos hasta que una extraña enfermedad le atacó, muriendo cuando Yuri apenas tenía seis años. Poco después la depresión de perder a su destinado fue demasiada para la madre de ambos, por lo que un día sin dejar rastro, se fue de la enorme casa del alfa, dejando a su cachorro en manos de su hermano.


Y fue sólo entonces que Viktor, con 20 años pasó a ser el nuevo líder de la manada.



—Alfa, tenemos los informes de este mes y las solicitudes de ingreso. —Georgy le entregó los papeles al peliplata y salió de la oficina tan rápido como entró, últimamente habían estado recibiendo solicitudes de ingreso a su manada solo porque Viktor era el alfa, la mayoría eran omegas que intentaban seducirle o madres de familia que le presentaban a sus hijos e hijas. Si bien no era un problema, se estaba hartando.


Cuando asumió el cargo y dio el discurso hacia toda su manada, dijo que de ser necesario gobernaría solo, sin su compañero destinado a pesar de que es lo que más deseaba en el mundo, que guiaría a toda la ciudad de San Petersburgo a la grandeza. Se aseguraría de que cada miembro de esa enorme familia fuera feliz, así le costara su propia felicidad.


—"Familia Katsuki: Hiroko, Toshiya Katsuki, padres de familia, esposos, Yuuri, hijo mayor. La beta espera su segundo hijo. Otabek Altin, Kazajo. Razones: Expulsados de su antigua manda por ciertas deficiencias en el hijo mayor de la familia, sin antecedentes." —Viktor frunció el ceño, pensativo, ¿Deficiencias? Pasó las hojas del informe de esa familia hasta llegar a sus clases. — "Hiroko, beta. Toshiya, beta. Yuuri, sin determinar. Otabek, alfa." —¿Sin determinar? Eso era bastante extraño, según los datos, ese tal Yuuri ya tenía veinte, quizá era un beta al igual que sus padres, pero le era sumamente extraño que no apareciera allí escrito.


Viktor dejó el expediente sobre su escritorio, aún con aquel pensamiento rondando su cabeza y luego siguió leyendo las demás solicitudes. Tenía que admitir que le emocionaba que algunos quisieran entrar a la manada sólo por algunas de las nuevas leyes que el mismo Viktor instauró. No discriminación hacia omegas, no esclavitud hacia los betas, sin temor hacia los alfas.


Ya terminando con el papeleo correspondiente, firmó las solicitudes que aceptaría, las cuales no fueron muchas. Omega recién despertado que huyó de su país por maltratos, Guang Hong Ji. Omega que no respetó las conservadoras reglas de su país pero con buenas intenciones, Pichit Chulanot. Alfa abandonado por su familia, Leo de la Iglesia. Familia Katsuki, ni siquiera tenía mencionar los motivos.


—Mila, ven a mi oficina. —Habló por el teléfono a una de sus secretarias más eficientes y luego guardó las demás solicitudes, no, no volvería a aceptar madres que ofrecen a sus hijos como regalos.


—¿Necesitas algo, Viktor? —La omega apareció a los pocos minutos con enorme sonrisa. Viktor le comenzó a explicar sobre los nuevos miembros y sobre el alojamiento que tendrían momentáneamente hasta que lograsen establecerse por completo en la ciudad.


Sería un edificio de la nueva construcción que Nikiforov mayor había hecho, uno de los últimos proyectos de su padre, quedaría cerca del lago y bueno, también quería dar una buena impresión a sus nuevos miembros.


—¿Sabes Mila? Tengo un buen presentimiento de todo esto...



—¡Chicos, querida! Fuimos aceptados por la manada de San Petersburgo. —Informó el jefe de familia luego de entrar en la pequeña hostal en la que se encontraban todos los demás. Habían pasado un par de días desde que dejaron Hasetsu y Japón, el anciano Hiyama luego de la última reunión que tuvo con la familia, les dijo de una manada no tan tradicional en Rusia. Y los Katsuki, con los ahorros que tenían, no dudaron en enviar una solicitud antes de abordar el avión, todos sabían que se arriesgaban demasiado, pero a esas alturas no tenían muchas opciones. Hiroko estaba a menos de un mes de la fecha de parto y necesitaban ayuda médica.


En su viaje llevaron pocas cosas, principalmente dinero y algunas cosas que necesitarían para la llegada de Mari. Yuuri había pescado un resfrío de la nada así que tuvieron que detenerse a mitad de camino para que este pudiese descansar correctamente. Su madre no podía acercarse demasiado en su estado y su padre había estado ocupado con la documentación para entrar a la nueva manada, así que el único que podía hacerse cargo de Yuuri era Otabek, quien como si fuese un enfermero cuidó del japonés.


—Aún debemos pasar por una entrevista con la mano derecha del Alpha, según la carta que enviaron, deben saber nuestras clases si o si, así que...Yuuri debe decir que es un omega. —Explicó el patriarca mientras se sentaba en una cama al lado de su esposa.


—Pero...


—Ota...es necesario, ellos nos dieron esperanza de pertenecer a un lugar. Yuuri es fuerte, yo lo sé, Toshiya lo sabe y tú lo sabes. Si no aceptan a Yuuri simplemente nos iremos. —Habló esta vez la madre de familia, apoyándose un poco en su esposo para que este le acariciara su enorme panza.


A la mañana siguiente, Yuuri fue informado de todo e incluso avisó que ya se sentía mucho mejor y que podían seguir su camino, aún debían tomar un tren para llegar a la famosa ciudad, aunque los nervios no faltaban.



—Mi nombre es Yakov Felstman, seré el encargado de sus entrevistas, comenzaré con Toshiya, después Hiroko, luego Otabek y finalmente Yuuri, ¿Quedó claro? Ahora, el primero que pase por aquí. —Un hombre alfa con ya varios años encima y una temible expresión les recibió en la entrada a la ciudad. — Los demás pueden esperar en la sala que tenemos del otro lado de esa puerta, los llamaré cuando sea su turno. —Volvió a hablar el sujeto luego de señalar una puerta de madera fina que separaba las habitaciones. Los tres caminaron hacia allí y se encontraron con más personas.


—¡Hola! Soy Pichit Chulanot, dios, que adorable, ¿Cuántos meses tiene? —De inmediato un alegre y jovial chico se acercó directo a Hiroko, causándole ternura a la mujer. Ambos se pusieron a hablar del embarazo de la mujer y Pichit no paraba de sonreír al ver a la señora, incluso le fue concedido tocar la barriga de esta y tanto Otabek como Yuuri se rieron de la aniñada expresión de asombro que mostró el tailandés. — Entonces ustedes vienen de Japón, es muy lindo, durante mi viaje pasé por ahí. Pero ahora...quiero un hogar.


—Lo mismo deseamos nosotros. —Mencionó Yuuri con una pequeña sonrisa, el chico le había caído demasiado bien, estaba seguro que podrían ser amigos a pesar de tener ese contraste en sus personalidades.


—Por cierto, el olor a alfa que viene de ti me marea un poco, me hace querer agachar la cabeza, debes ser muy poderoso, ¿verdad? —Pichit volvió a sonreírles, esta vez más dirigido al callado Otabek.


—Sí, soy un alfa y tengo tantas feromonas porque...Yuuri es mi omega.


¡Hasta aquí por hoy!

Quiero avisar primero que no tendrá OtaYuuri, es sólo que Otabek protege demasiado a Yuuri y bueno, en el siguiente capítulo sabrán porqué dijo eso.

¡Viktor apareció! Así que si, se prendió esta mierda. Amen a Yuri, sólo eso pediré.

Y la leyenda comienza a ser resuelta, de aquí a tres o cuatro capítulos más terminaré la leyenda que Viktor le contaba a Yuri, TODO ES FICTICIO, SOLO USÉ NOMBRES DE DIOSES GRIEGOS, NADA ES REAL. 

Bueno eso, gracias por leer. 

GIGI

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro