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—¿Qué?


—Que tú eres mi destinado aunque...tienen olores similares, ¿Se abrazaron? —Ambos asiáticos asintieron completamente confundidos aunque uno con el miedo elevándose a niveles increíbles. El sonido de un celular sacó a las tres personas de su ensoñación y el ruso se disculpó para contestar.


—Guang, creí que tu pareja era ese chico latino, creo que todos se pueden equivocar una vez. Se ve que es un gran chico, si tienes algún problema no dudes en llamarme a mí o a Ota, ¿De acuerdo? —El chino apenas procesó lo que el pelinegro le había dicho y sólo cuando le vio caminar directo a un taxi, Guang entró en pánico.


—¡He vuelto! Oh...¿Y el chico de lindos ojos? —Preguntó Viktor al tembloroso y nervioso castaño. Viktor comenzó a buscar con la vista a quién él sintió como su pareja, pero ahora sólo quedaba esa dulce esencia en el jovencito frente a él.


—Él...creyó que usted hablaba de mí, así que se fue...ya sabe, para darnos privacidad. —Explicó como pudo el más joven, haciendo que el albino se quejara infantilmente. — Y disculpe, pero mi pareja destinada lo conocí el día de las entrevistas...


—¿Entrevistas...? ¡Oh! ¡Tú eres uno de los nuevos! ¿Vienes a matricularte? —El pequeño asintió un poco más relajado por el aura que percibía del más alto (aunque aún estaba a la defensiva). — Me parece bien, si tienes dudas, sólo ve al edificio central, ahí se encuentra el Alpha y todas las personas que podrán ayudarte. Es algo así como la alcaldía. —Volvió a explicar Viktor, tratando de que su decepción no se notara en su voz o siquiera expresión, sin lograrlo realmente. — Lo otro, mi hermano estudia aquí, así que puedes acercarte a él para lo que necesites, es algo arisco pero es un buen chico...Además, Sala no es mala persona, sólo un poco exigente pero queremos que tengan la mejor educación.


—M-muchas gracias señor. Tengo un par de dudas más si no le molesta...


Y así, el ruso y el chino volvieron a entrar a la institución para tener una reunión con Sala.


Pero había un detalle; Viktor no le dijo a Guang Hong que él era el verdadero Alpha de la manada.




Luego de que el taxi le dejara a las afueras de una guardería, Yuuri se encaminó con sus papeles en la mano. Estaba nervioso, tenía que admitirlo pero tampoco sabía cómo ayudar a mantener a su familia, lo único que se le ocurrió fue conseguir un empleo donde se sintiera cómodo.


Los niños no nacen con prejuicios después de todo.


Luego de hablar con uno de los profesores a cargo, caminó hasta la oficina del director de aquella guardería.


—Con...permiso...


—Hi, Darling! Me dijeron que buscas empleo en este bellísimo lugar. Soy Christopher Giacometti, dueño y director de "Baby glitter".


—Katsuki...digo, Yuuri Katsuki. —Mientras se abstenía de hacer una reverencia, ambos omegas se dieron la mano y Yuuri se acomodó en la silla frente al fino escritorio del rubio.


—Tranquilo, corazón, uno de nuestros empleados es japonés, así que estoy relacionado con sus costumbres. Así que Yuuri...¿Por qué deseas este empleo? —Preguntó con un poco más de seriedad el omega mayor, comenzando a escribir rápidamente en una libreta que tenía encima.


—Pues...de la manada que vengo, los niños por alguna razón siempre se me han dado bien, ya sea lactante o niños de más o menos siete años hacia abajo. Luego...—"Luego los padres los alejaban de mí por ser defectuoso...", pensó el japonés, mordiéndose la lengua por no decirlo en voz alta. — Tengo experiencia como niñero, soy un omega sin familia, pero mis feromonas maternales salen cuando estoy con cachorros, es una de mis...habilidades.


—Vaya, eso es muy impresionante...Además, por la marca en tu cuello, veo que eres un omega marcado, así que no tendremos problemas con los padres solteros. Créeme, ellos son literalmente como lobos buscando a su presa y creen que porqué cuidamos a sus hijos, seremos el reemplazo de sus madres. —Explicó el omega mayor con una mueca y luego juntó sus manos, observando fijamente al asiático. — Tienes facciones muy bonitas y especiales, sería grandioso tenerte con nosotros, pero deberías pasar la prueba de fuego; estar con nuestros pequeñines al menos una hora. Recuerda que ellos tienen sus instintos a flor de piel, tienen el alma más pura que los adultos, si ellos te aceptan, estás dentro, sino...me temo que no podré contratarte.


—De acuerdo, no hay problema con eso...—Ambos hombres se levantaron, Yuuri dejó sus pertenencias en la oficina de Giacometti y caminaron por un pasillo adornado con pinturas pastel, dibujos de los que parecían ser de los mismos niños, "tan adorable...", sonrió el japonés.


—Los de este salón, son nuestros babys de dos a cuatro años, son unos querubines. —Se expresó el Director con una enorme sonrisa.


Al entrar en el salón, Yuuri sonrió al ver a tres pequeños y cuatro pequeñas jugar, dibujar o caminar entre ellos. El aroma a leche y pureza llenaban los pulmones del pelinegro y sus ojos hasta se le llenaron de lágrimas; él amaba los cachorritos, uno de sus sueños desde pequeño siempre fue formar una enorme familia.


Pero quizá eso no sería posible.


Los más grandecitos se giraron curiosos a su Director, quien comenzó a jugar con un par de ellos inmediatamente y tomó a una pequeña de más o menos dos añitos y llamó la atención de los dos cuidadores.


—¡Chicos! Les quiero presentar a Yuuri, él quiere venir a jugar con todos nosotros, ¿creen que pueda? —Un pequeño con mascarilla corrió a abrazar una de las piernas del japonés mientras Chris aún no terminaba de hablar, cosa que sorprendió a varios. El niño tenía una adormilada expresión, aunque también llorosa, parecía algo...


—Enfermo...tiene algo de temperatura. —Comentó el de lentes, tomando al niño entre sus brazos, recibiendo un pequeño quejido por parte del infante.


—Si...es mi hijo, ya tomó sus medicamentos pero no creí que se fuera a sentir mal ahora. Ha estado usando mascarilla todo el día para no contagiar a los demás y no sabía dónde dejarlo...—Confesó uno de los maestros con voz cansada y apenada. Se acercó hasta el japonés y ambos estrecharon sus manos. — Soy Emil Crispino. Él Bruno...lamento mucho todo esto.


—Querido, podías haberte tomado el día. —Mencionó Chris, ahora también pendiente del infante que yacía dormitando en los brazos de Yuuri. — Aunque me sorprende un poco, siendo hijo de Michelle, no es muy apegado a las personas.


—Michelle es mi alfa y no, no le gustan mucho las personas al igual que Bruno.


—Bien, ahora quiero presentarte a los querubines de este salón, comenzando por sus profesores; ya conociste a Emil, él es Kenjiro Minami, el chico japonés que te mencionaba antes. Ambos son geniales en el trabajo, pero ahora necesitan más ayuda pues tendremos más bebés el siguiente año. Quien tienes en los brazos es Bruno, quien tengo yo es Sasha, las gemelas Ruth y Rosse, el travieso Stefano, la princesa Petra y el más pequeño de todos, Milo. Tu prueba, al igual que la que hago a cada uno de mis cuidadores, es pasar una hora con ellos, si te aceptan, no te ignoran y no lloran con tu presencia o se sienten intimidados por tus feromonas, tienes el empleo.


Luego de una breve charla más entre cuidadores, Yuuri y Chris, el último dejó el salón.


Es un verdadero placer tener a otro japonés aquí, soy Minami Kenjiro.


El placer es mío, soy Katsuki Yuuri.


—¡No hablen en japonés, que no entiendo! —Lloriqueó el omega castaño, fingiendo llorar para que los niños le siguieran el juego. — Bueno, Yuuri, aquí además de jugar todo el día, estamos también a cargo de que ellos comiencen a pronunciar sus primeras palabras correctamente, números básicos, a que compartan entre ellos y sobre todo, darles un cariño parecido a lo que sus madres y padres no pueden por temas laborales. No somos  sustitutos, pero tratamos de que ellos se sientan a gusto aquí.


Yuuri asintió con una enorme sonrisa en los labios y siguió cada una de las instrucciones de los cuidadores, ayudó incluso a que al pequeño Bruno le bajase su fiebre, aunque no le quiso decir a su padre omega cómo lo hizo.


Pero Minami si se dio cuenta de que algo extraño pero maravilloso pasó.


Al pasar la hora correspondiente, Yuuri fue nuevamente citado a la oficina de Chris, quien tenía una sonrisa más que grande en su rostro. Había quedado aceptado, el Director vio todas y cada una de las acciones del omega japonés a través de las cámaras de seguridad y quedó más que conforme.


Ahora comenzaba el periodo de prueba de una semana, sólo así se podría quedar con el empleo.



—Yuuri, que bueno que estás aquí. —Otabek le jaló dentro del departamento, dejando a un extrañado (y algo resfriado Yuuri) aturdido. Otabek estaba despeinado y gruñía cada tanto.


—¿Qué...pasó? ¿Algo malo? ¿Y mamá? ¿Qué...?


—Comenzó con contracciones, Toshiya la llevó al hospital más cercano, ellos me dijeron que te esperara aquí porque no contestabas el móvil, aún no tengo noticias de lo que sucede, no sé que...—Otabek respiró profundamente cuando las frías manos del japonés cubrieron sus mejillas e hicieron presión para que sus labios se abultaran y dejara de hablar.


—Escucha, ya sea una beta o un omega, hombre o mujer, el parto siempre duele a pesar de que a los hombres omegas le hacen cesárea, siempre pero siempre duele. No me imagino qué tan fuerte es el dolor, pero cuando se rompe fuente, el cuerpo de inmediato se comienza a adaptar para dar a luz. Mamá es fuerte, Mari también lo es, ambas estarán bien. —Comenzó a explicar con calma el pelinegro, soltando de a poco el rostro del más alto, avergonzado por su comportamiento, Otabek rió nerviosamente y asintió. — Es lindo que te preocupes por mamá.


—Entonces...—Justo cuando el kazajo hablaría, sonó el móvil de este, contestando inmediatamente. — Toshiya...¿Están bien? —Preguntó Otabek y fue cuando Yuuri se escabulló hasta la cocina para tomar algo de agua, si bien los resfríos en los bebés no era tan fuerte como el de un adulto, podía ser igual de molesto en cuanto a síntomas. — Yuuri, ya nació, Mari...dios, estoy muy feliz. Toshiya estaba llorando, dice que es muy bonita...


—Que alegría...Tonto alfa, te preocupas de más. —Yuuri se rió, estaba muy feliz de que todo había resultado bien, su madre tuvo un buen parto y sin complicaciones, nada malo había pasado.


—Torpe omega, eres muy descuidado, hoy huiste sin que te pudiera hacer la marca bien.


—¡Otabek Altin, no se te ocurra! ¡No!



—Pareces más miserable que de costumbre, calvo, ¿Qué te pasó? —Cuestionó Yuri luego de servirse un vaso de leche azucarada. El celo seguía, pero como ya había pasado la peor parte, podía salir de su habitación y pasar algo de tiempo con su hermano, Potya, su gato o Makkachin, el perro de su hermano.


—Encontré a mi pareja, pero fue extraño, sentí que era él, pero a la vez no sentí nada...tenía un rostro tan lindo, mejillas gorditas y tiernas, piel bonita, ojos bonitos, cabello bonito, labios preciosos, nariz bonita, pestañas largas, era bajito. Ah~, pero aún no sé si es él o no. —Viktor se había dejado caer a lo largo del sofá y ni siquiera había retomado su trabajo en la empresa.


Viktor ese día había salido puesto que debía entregar un permiso especial en la escuela de su hermanito, avisando de su despertar y así que Yuri no se perdiera de tanto cuando llegase nuevamente a clases. Fue ahí cuando lo vio. Tuvo un problema para identificar los aromas pues ambos al parecer se habían abrazado. Pero en definitiva ese pequeño omega no era su destinado. El pelinegro que lo acompañaba si.


—Quizá...sea como esa tonta leyenda que te gusta. —Murmuró un sonrojado Yuri, pues seguía sin admitir que era su cuento favorito, ya fuera verdad o no.


—¿Cómo?


—¿No lo recuerdas, viejo? Eros y Ágape durmieron su lado "verse" para poder enamorarse con el corazón, no porque fuesen destinados...


¡Hasta aquí! Me emociono yo misma escribiendo, he leído todos los comentarios que me dejan y me encantan, espero no decepcionarlas alksdj

Yuuri cree que porque no tiene alma lobuna o porque no tiene su lado "verse" bien desarrollado no puede tener pareja, ¿Nadie se ha preguntado como sigue la leyenda?

Gracias por los votos y lecturas, no saben como los/as amo<3

GIGI

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